Palma de Oro y Premio Fipresci en el Festival de Cannes 2014.
Una entrevista con Nuri Bilge Ceylan
realizada por MICHEL CIMENT y PHILIPPE ROUYER
P: ¿Cómo surgió la idea de rodar la película en la zona montañosa de Capadocia?
R: Me inspiré en tres historias cortas de Chéjov. También es verdad que tengo este proyecto en mente desde hace 15 años. No mencionaré los títulos de las historias para no falsear la lectura de la película, pero a cualquiera que esté familiarizado con la obra del escritor le será fácil descubrir cuáles son. Sin embargo, las cambiamos mucho y añadimos cosas. Para empezar, en principio no íbamos a rodar en Capadocia porque los paisajes me parecían demasiado espléndidos para la historia. Pero no encontramos otro hotel tan apartado del mundo, era el lugar perfecto donde alejar totalmente a los personajes. Además, quería que hubiese unos cuantos turistas, algo perfectamente creíble en Capadocia, ya que la gente visita la región incluso en invierno. Cuando por fin decidimos las localizaciones, cambiamos la historia. Puede decirse que los decorados influyeron en lo que se cuenta.
P: Se comenta que se inspiró en El jardín de los cerezos.
R: Nunca pensé en esa obra, no hay una conexión directa, pero ya que todas las obras de Chéjov tratan de los mismos temas, no cabe duda de que la película puede evocar El jardín de los cerezos.
P: El hotel se llama Otelo, hay carteles de Calígula, de Camus, y de Antonio y Cleopatra, de Shakespeare, en el despacho de Aydin. ¿También pueden ser pistas?
R: No, para nada. El personaje principal era actor de teatro, no es raro que haya carteles de obras en su despacho. Más aún, algunos de los carteles pertenecen a Haluk Bilginer, que encarna a Aydin, un actor muy conocido en Turquía. Es normal que su personaje haya llamado al hotel como uno de los héroes de Shakespeare.
P: Su esposa, Ebru Ceylan, es la coguionista, ¿cómo trabajan juntos?
R: Escribimos juntos desde la película Los climas. Primero nos centramos en construir la narración y luego pasamos a los diálogos. De hecho, cada uno trabaja por su lado y nos reunimos para hablar de lo que hemos escrito. Cuando llega el momento de decidirse acerca de un diálogo u otro, discutimos mucho, incluso gritamos, pero nos ayuda a escoger la opción que consideramos más adecuada. En realidad, no pasamos mucho tiempo escribiendo, pero ¡pasamos horas hablando! Como soy el realizador, me empeño en tener la última palabra, pero Ebru siempre acaba por convencerme de que la frase que he escogido no es la mejor. Las charlas no acaban con el estreno de la película. Si un periodista critica un aspecto con el que ella tampoco estaba de acuerdo, mi mujer me dice que tenía razón, y no me queda más remedio que buscar otra critica que defienda mi punto de vista.
P: Como coguionista, ¿qué aporta Ebru Ceylan?
R: Es muy buena elaborando la trama. Cuando escribimos Érase una vez en Anatolia, encontró la solución a la mayoría de los problemas. Es aún más despiadada que yo al juzgar nuestro trabajo. Es muy realista. A veces me siento como Aydin, el protagonista, en sus enfrentamientos con su hermana Necla, una persona muy intransigente. Cuando me ataca, me entran ganas de decirle que me deje, al menos, caer de pie. Creo que la lógica de Ebru ayuda a nuestras películas; está anclada en el presente, en la realidad.
P: En esta película hay mucho más diálogo que en las anteriores, ¿les obligó a cambiar algo en su forma de escribir?
R: Dudamos mientras escribíamos el guion; nos preguntamos si el público aceptaría un diálogo tan literario, lo que no es un problema en el teatro.
P: Sueño de invierno tiene cierto parecido con Los climas, que narra la historia de una pareja, rodada antes de dos thrillers del género negro, Tres monos y Érase una vez en Anatolia. Sin embargo, comparada a Los climas, es una obra mucho más amplia, casi como una saga. ¿Tenía pensado desde el principio rodar una película de 196 minutos?
R: Cuando acabamos el guion, nos dimos cuenta de que sería una película larga porque tenía 163 páginas en lugar de las 96 de Érase una vez en Anatolia. Pero no me preocupó mucho. Creo que necesito la misma libertad que un autor que, mientras escribe, no se pregunta cuántas páginas tendrá la novela. Solo son restricciones comerciales que obligan al realizador a ceñirse a un formato de 90 o 100 minutos. Nunca lo pensé antes de embarcarnos en esta aventura.
P: ¿Estaban todos los personajes en la sinopsis o fueron apareciendo a medida que escribían el guion?
R: Empezamos con la pareja; entonces apareció la hermana y, poco a poco, todos los que les rodean en el hotel. Los últimos en llegar fueron el imán, su hermano y el niño. La primera escena que rodamos no fue la del niño rompiendo la ventanilla del coche con una piedra. La primera secuencia era Aydin enfrentándose a su esposa Nidal. Luego se nos ocurrió establecer una conexión entre la pareja y el pueblo de más abajo, y creamos la familia del imán. Todo surgió porque recordé algo que me había pasado cuando era niño. Estábamos en un pueblecito con mi padre, que había traído un coche de Estados Unidos. Debía ser el único coche del pueblo. Un niño tiró una piedra contra la ventanilla. Mi tío bajó del coche, fue a por el niño y lo llevamos a su casa, como hacen en la película.
P: Hay una secuencia que se aparta del tono general de la película en la que Nidal ofrece dinero a la familia del imán, pero Ismail, el padre alcohólico del niño, lo quema, como ocurre en uno de los capítulos de El idiota, de Dostoievski. Está insertada en medio de una secuencia mucho más larga entre Aydin, Suavi y Levent.
R: No me parece que Ismail sea muy realista, más bien es utópico. Queríamos que lo fuera, que viviera en otro mundo, y pensamos que la escena era necesaria para dar una lección a Nidal. Me gusta mucho el gesto utópico que sirve para realzar el realismo del resto de la historia. Dostoievski también usaba este tipo de contrapuntos.
P: ¿Cómo ve a los personajes femeninos en comparación a Aydin? Parecen más sólidos, se hacen muchas menos ilusiones y no recurren a las falsas apariencias como él.
R: Para crear unos personajes femeninos tan fuertes, también me inspiré en mi niñez. Vivía con mi tía y sus dos hijas, tres mujeres con carácter. Los hombres no pasaban mucho tiempo en casa. Iban y venían, y estas tres mujeres no se callaban sus opiniones. Me inspiré en ellas.
P: Scott Fitzgerald dijo una vez que la vida era un mero proceso para derrumbarse. En la escena donde beben, se tiene la sensación de que Aydin se derrumba, por fin se quita la máscara.
R: Es verdad, pero añadiré que Aydin necesitaba sentirse aniquilado para ser capaz de empezar de nuevo y hacer algo. Creo que en la vida ocurre a menudo: hace falta ir hasta el final del proceso destructivo para reemprender una existencia diferente. Por eso se nos ocurrió la escena en la que beben. Aydin no tiene más remedio que encontrar un poco de orgullo donde sea para regresar a casa y por fin escribir su Historia del teatro turco. Al final parece que se abre un resquicio, que cabe la posibilidad de un reencuentro con Nidal, pero no sabemos si realmente pronuncia esas palabras. Y si las pronuncia, obliga a su mujer a tomar la decisión.
P: ¿Cuándo escogió la música de la banda sonora, sobre todo la sonata nº 20 de Schubert, que también se oye en Au hasard Balthazar, de Robert Bresson?
R: Probamos con diversas piezas, pero estaba empeñado en esta sonata porque Schubert repite el mismo tema con pequeños cambios, variaciones infinitesimales. Es una pieza muy conocida. Luego, al documentarme, descubrí que Bresson ya la había usado, pero no me dio igual.
P: ¿Del burro de Balthazar al caballo de Sueño de invierno?
R: En turco, la palabra Capadocia significa tierra de buenos caballos. Hay caballos maravillosos en la región y fue imposible no incluir uno en la historia. Son animales salvajes que no se dejan capturar fácilmente. Me pareció adecuado incluirlos en esta película.
P: En las dos escenas principales, una entre Aydin y su hermana y, luego, entre Aydin y su esposa, filmadas con planos y contraplanos, se vuelve a encontrar la misma intensidad que en las películas de Ingmar Bergman. ¿Puede ser que haya tenido tanta influencia o más que Chéjov?
R: Es verdad, en la historia del cine es el gran maestro de los conflictos de pareja, de la resolución de disputas, y es uno de mis directores preferidos. No quise buscar otra forma cinematográfica para esas dos secuencias; partí del estilo más sencillo con el fin de realzar la confrontación entre los personajes. Cualquier otro enfoque habría disminuido la emoción latente en esos dos duelos. Rodé las escenas con una sola cámara, pero hicimos muchas tomas.
P: ¿Cómo trabajó con los actores?
R: No diré que les di mucha libertad. Quería que dijeran los diálogos tal como estaban escritos. Sin embargo, cuando ya tenía la toma adecuada, les dejaba improvisar por si aportaban algo más. Me di cuenta de que añadían pequeños detalles, pero no solían alejarse del texto. Pasamos mucho tiempo filmando los ensayos en los decorados para conseguir lo que yo quería. Luego intenté mejorarlo.
P: Es la primera vez que trabaja con los actores principales.
R: Haluk Bilginer (Aydin) vivió durante mucho tiempo en Inglaterra, donde dirigía un teatro, antes de regresar a Turquía y fundar una compañía. Es un actor muy famoso. Cuando empecé a escribir el guion, pensé en él inmediatamente porque necesitaba a un actor de teatro acostumbrado a diálogos muy literarios. Adoro la voz y la cara de Melisa Sözen (Nidal), que ha trabajado sobre todo en series de televisión. Demet Akbağ (Necla) es la más famosa de los tres en Turquía. Trabaja principalmente en comedias. Me interesó porque necesitaba a una intérprete que hablara y contestara con rapidez. Serhat Kiliç, que interpreta al imán Hamdi, me llamó la atención porque trabajaba muy bien en series donde los actores no suelen ser brillantes. Hacía tiempo que quería dar un papel a Nejat Işler, que hace de su hermano Ismail, por su carisma y magnetismo. En cuanto al niño, hicimos un casting en la zona; recorrimos las escuelas y casi enseguida me fijé en Emirhan Doruktutan por su mirada insolente y las preguntas que nos hizo. Era perfecto para el papel.
Entrevista realizada en Cannes el 20 de mayo de 2014
Extractos de la entrevista de Positif nº 641/642, julio/agosto 2014
Han discho
20 Minutes (****)
Apasiona.
La Croix (*****)
Una obra profunda y grave, de una belleza intensa, que se apoya en la interpretación de actores excepcionales en su precisión y reserva.
La Voix du Nord (*****)
Imperial e imperiosa.
Le Dauphiné Libéré (*****)
Bellísima.
Le Journal du Dimanche (*****)
Nuri Bilge Ceylan, observa con filosofía los azares de la condición humana.
Paris Match (*****)
Pocas películas llegan a cambiar imperceptiblemente nuestra visión del mundo. Sueño de invierno es una de ellas.
Télérama (*****)
Una película soberbia de la que no se sale indemne, que no nos dejará jamás y que nos provoca miedo, melancolía y una tremenda angustia con solo pensar que podemos tener algo que ver, aunque muy de lejos, con esos personajes que se han perdido.
Les Fiches du Cinéma (****)
Una obra maestra que impone.
Positif (****)
La creciente emoción en este fresco íntimo demuestra una increíble maestría en la puesta en escena.
Première (****)
Sueño de invierno es de esas obras que nos hacen pensar la vida de otro modo. Ni más ni menos.
Public (****)
Una película bella y rugosa, llena de humanismo, entre ajustes de cuentas y paisajes suntuosos
TF1 News (****)
Sueño de invierno es todo esplendor.
VARIETY
Nuri Bilge Ceylan demuestra estar en la cúspide.
SCREEN INTERNATIONAL
Uno de los logros cinematográficos más gratificantes del año.
INDIEWIRE
Fascinante.
LE MONDE
Espléndida.
TELERAMA
¡Pura felicidad!
THE GUARDIAN
Impresionante.
THE HOLLYWOOD REPORTER
Una auténtica joya.
Ficha artística
Aydin - HALUK BILGINER
Nihal - MELISA SÖZEN
Necla - DEMET AKBAĞ
Hidayet - AYBERK PEKCAN
Hamdi - SERHAT KILIÇ
Ismail - NEJAT IŞLER
Suavi - TAMER LEVENT
Levent - NADIR SARIBACAK
Timur - MEHMET ALI NUROĞLU
Ilyas - EMIRHAN DORUKTUTAN