Entrevista con Valérie Lemercier
P: La película está basada en una historia real...
R: Si, en la de una mujer americana que adoptó un niño ruso de 7 años, y lo mando de vuelta en avión a Moscú con una carta en el bolsillo por que no le convenía. Cuando escuché esta historia en la radio, hace unos dos años, dejé de lado lo que estaba escribiendo y me prometí que intentaría transformar en comedia este horror, o al menos en algo positivo. Pero rápidamente me alejé de la noticia original.
P: ¿Por qué lo trasladaste al mundo de la moda?
R: Quería que la historia surgiera en un mundo de apariencias. La moda no es lo principal de la historia pero encuentro que este entorno del control, donde todo debe ser bello, perfecto, era un buen lugar donde alojar esta trágica historia. De todos modos, no creo que haya filmado un mundo sórdido o triste. No he hecho muchas películas, pero he reflexionado sobre ellas, todas transcurren en escenarios pequeños y lujosos, sitios en los que es difícil encontrar tu propio lugar. De hecho, quería montar la llegada del niño en un hogar lo menos preparado para adoptar que fuera posible. Pero el objeto del film no es ni la moda ni la adopción en sí, es más bien cómo una pareja que cree que puede tener lo que quiera, gracias un niño, consigue poner los pies en el suelo y reencontrarse. Quería expresar que hace falta desligarse de algunas cosas para conseguir convertirse en padres. Él se aferra a su madre, a su hermana pequeña, a su libertad, vigila su casa, como su galería, a distancia. Ella está atada a su perro, a su trabajo, al volante de su coche, a satisfacer a su amante. Pero ellos quieren, de manera paralela, desligarse de todas estas ataduras y convertirse en una pareja capaz de acoger a este niño. Al final descubrirán, gracias a Alekseï, cuanto se aman.
P: Al principio de la película, mantienes una distancia con la carga emocional de una adopción. Tu personaje gestiona la llegada de Alekseï como si fuera una parte de su trabajo...
R: Exactamente, ella hace un casting de niños, en la oficina, y entre dos posibilidad escoge una como lo escoge todo, sin implicarse afectivamente. No quería empezar la historia con Aleksandra, que no tuvo madre, llorando delante de su quinto test de embarazo negativo. Encuentro más interesante que el espectador llegue a ello más adelante y que piense que ella tiene éxito en todo: un súper marido, un súper trabajo, una casaza, un súper perro e incluso un amante estupendo. Vamos, todo menos un niño.
P: No especulas con la típica imagen del huérfano. Al principio, a Alekseï casi no se le ve, ni se le hace mucho caso, esta relegado como a un objeto decorativo...
R: Ella es incapaz de ver al chico. Y, en consecuencia, el espectador tampoco. Hay un gran plano suyo al principio y luego poca cosa. Lógicamente todo, incluida yo, estamos de parte de los niños. Sobre todo con los que han perdido sus vidas tal como las conocían. Cuando comprende eso, es cuando ella empieza a verlo de verdad.
P: Crees que tienes semejanzas con Aleksandra?
R: Pues no mucho, yo no tengo permiso de conducir, no acabe el bachiller, me dan miedo los perros y, sin exagerar, no sé ni freír un huevo.
P: La escena en el aeropuerto es muy divertida, pero también preocupante: ¡que estos niños sean adoptados por unos padres que no tienen ni idea, nos hace entender que no lo van a tener fácil!
R: Si, es horrible para los niños tener estos padres que ponen todas sus esperanzas en ellos. Lo que quería era confrontar a Cyrille y Aleksandra, por una vez, con la vida real. De repente se ven ligados a las mismas reglas que todos los padres, deben vigilar, discutir, empezar a preparar escapadas de fin de semana... Ser padres nos pone a todos en la misma situación.
P: ¿De donde sacaste la idea de que Aleksandra piense que le han cambiado los niños en el aeropuerto?
R: Esta escena del aeropuerto está totalmente inventada: Gracias a Dios no se adopta un niño yendo al aeropuerto a buscarlo y ya está. Sabemos que hace falta esperar, a veces años, ir al sitio, y estar allí unas semanas. Pero dentro de la ficción, yo quería esa reunión de padres esperando, que el cambio fuera posible... Que Aleksandra, que está acostumbrada a elegir, se enfrentara a esa situación.
P: En el avión que devuelve al niño a Rusia, justamente porque dejan de estar obligados a quererse, es donde por primera vez pueden conectar...
R: Si, es la primera vez que ella consigue hacer algo bien por él. Cuando baja la guardia y entiende que le quiere.
P: Aleksandra tiene un lado cómico, por ejemplo cuando cruza la pasarela para ir a buscar a su hijo...
R: Cuando una es madre, tiene prioridades, no hace falta maquillarse para cruzar la calle para ir a buscar a tu hijo. Aleksandra, no sabe cómo ser madre, solo da pasos en falso. No encuentra el camino hasta el final. No es que sea mala, simplemente está desbordada. Social e intelectualmente, ella es estupenda, pero sentimentalmente tiene muchas carencias.
P: ¿Conoces casos así?
R: Es lo que me llamo la atención en el documental The septemeber issue de Anna Wintour, que realmente me llego. Me gustan los personajes que se crean mil capas defensivas. Me inspiro mucho, se lo hice ver a todo el equipo para buscar ese realismo. Porque cuanto más retorcida es una historia, más necesario es darle todo el realismo posible.
P: ¿Viajaste a los sitios reales ?
R: Si, por ejemplo, a pesar de los contratiempos que suponía para el equipo de sonido y de iluminación, grabamos en un apartamento real, con desconchones, sin agua, realmente triste, porque es muy difícil de reproducir ese aspecto. Tuvimos también la oportunidad de rodar un autentico desfile (Jean-Paul Gaultier) porque nada falsearía más que un vestuario irreal.
Y sobre todo, el lugar de trabajo de Aleksandra, no quería hacer una reproducción cliché, quería un sitio autentico.
P: ¿Como escogiste a los actores?
R: Creo que para casi todos los personajes tenía un artista en la cabeza mientras escribía el guión, y eso ayuda mucho. Para el papel de Cyrille pensaba en Gilles desde el principio. Me encantó su actuación en Un singe sur le dos, donde hacía de vendedor de coches alcohólico. Es un actor sobrio, viril pero sensible. Es divertido y tranquilizador. Yo quería que para Aleksandra, que es algo inestable, fuera un apoyo sólido como es él. Iría más lejos, para mí Gilles es algo así como el marido ideal. Entonces desde que llego al ensayo con un carpeta del David de Miguel Ángel supe que era él y nadie más. El papel de Sophie está también escrito para Marina. Siempre me ha parecido constante y sobria, en muy distintos registros. Ella no dudo en ningún momento asumir el papel ambiguo que le propuse. Le puedes pedir cualquier cosa, ella entiende los papeles mejor que los propios directores. Es una persona que querrías en cualquier rodaje. Además me llamó la atención sobre algunos aspectos de la historia que yo había pasado por alto.
P: ¿Y Nanou Garcia?
R: Nanou es la primera actriz que ha conseguido hacerme reír en medio de una escena. Treinta años después, aun me acuerdo de sus réplicas en una obra que hicimos en un curso de teatro en la escuela Cesar. Nannou es joven para ser la madre de Gilles, pero ni Catherine Leterrier (la diseñadora de vestuario) ni yo pensábamos que le hiciera falta una peluca gris, gafas viejas, ropa trasnochada... Corríamos el riesgo de no reconocer su actuación. Sinceramente, una de las grandes razones para hacer películas es ver a los actores trabajar. Y he de decir que hasta para los pequeños papeles he podido contar con actores increíbles. Era una gozada verlos llegar al set, ver como se habían preparado y como lo desarrollaban. Para mi es algo apasionante, porque a pesar de yo los dirija, no sé muy bien como consiguen hacerlo tan bien.
P: ¿Y la elección de Samatin Pendev para interpretar al joven Alekseï ?
R: Nos costó mucho encontrarlo por que la única manera de a los actores jóvenes son las agencias. Solo veía chicos guapos, y yo quería más que eso: que fuera capaz de ser firme, opaco e incluso que diera un poco de miedo. Además no hay tantos chicos rusos en Francia, así que optamos por buscar directamente allí. Así fue como encontramos a un chaval de 6 años, muy preparado y hábil que hacía teatro. Samatin llego por azar, nunca había hecho un casting, y pese a que físicamente era perfecto, no era ruso sino búlgaro y me parecía que eso sería menos cómico. Durante mucho tiempo fue mi numero 2 (estamos obligado por la ley a tener dos chicos para cada papel). Una tarde volviendo de Moscú donde me había reunido con el joven actor ruso, Samatin había estado ensayando con un entrenador, me enseñaron el video y el progreso era tal que me hizo dudar. Al rodar escenas al aire libre, me di cuenta de que tenía una naturalidad increíble. Así mi numero 2 pasó a ser el 1. Es un chico maravilloso, muy valiente.
P: El papel del abuelo es primordial en este final feliz...
R: Me encanta que se descubra tan tarde que el padre de Aleksandra es todo lo contrario de un parisino, él vive en un mundo opuesto al de que vive su hija. A menudo es en la vida real que los abuelos se hacen cargo de las cosas los padres no pueden porque hay menos problemas y presión para ellos. Esto hace a menudo a los niños sentirse mejor, aprenden los trucos de la vida diaria más fácilmente, como Alexei en la película.
P: Es tu cuarta cinta como directora. ¿Sientes que tu puesta en escena ha ido evolucionando ?
R: Pues no lo tengo claro, me veo más como una directora artística o de actores que como realizadora. Esta es una cinta sin mucho efecto. Tal vez, gracias nuestro director de fotografía, Denis Lenoir, sea más fluida, menos estática que las anteriores. Espero. Esta vez, he rodado muchos planos secuencia, en las escenas de pareja, para poder como actriz implicarme de cerca y tal vez para quitarle artificio y que el espectador juzgue por sí mismo. Lo que no cambia es que me gusta rodar en la intimidad de los personajes. En sus camas, sus cocinas, sus pijamas... Es sin duda mi parte voyeur. Me gustaría conseguir que la gente se sienta dentro de la habitación, como en el teatro y el cine de antes.
P: ¿Habías imaginado que esta comedia podía volverse tan dramática ?
R: Bueno, si hubiera querido hacer una comedia pura, pues no habría escogido esta historia. ¿Como podría yo, con un tema así de delicado, ser cínica o ligera? Intento que las tonterías digamos, entren en los más momentos más dramáticos para liberar un poco de tensión. Pero yo creo, o espero, que uno tenga siempre la libertad para no hacer lo que se espera. Lo que me gusta de la vida son las sorpresas y precisamente como cuando se adopta un niño, nunca es exactamente como uno se espera, y eso es maravilloso a su manera.
Entrevista con Gilles lellouche
P: ¿Cual fue tu reacción cuando Valérie Lemercier te propuso el papel de Cyrille en Voy a ser mama?
R: Yo ya estaba convencido de antes. Admiro muchísimo su trabajo. He sido muy afortunado de poder entrar en su universo particular. Valerie es una artista realmente única. Es inclasificable. Iba a tener un papel en Narco, una película que rodé hace tiempo, pero al final no pudo, solo tuvo una pequeña participación. Nos hemos reencontrado esta vez.
P: Ella escribió el papel para ti
R: Sí, eso me ha dicho, ¡y la creo! Me ha gustado que hiciera ese trabajo de imaginación conmigo, porque yo precisamente no doy de primeras la impresión de un galerista burgués. Son papeles poco corrientes, además muy de anglosajones- rollo Match Point de Woody Allen. Vivimos una época curiosa, de estigmatizaciones, donde nadie se fía de nadie, todo se prejuzga.
P: Podríamos decir, que la sensación que dais en la película es la de ir sobrados de pasta...
R: Ellos lo tienen todo: dinero, un pisazo, fama, y un niño adoptado por gusto... La película es ciertamente dura en al manera de mostrar a esta gente. Encuentro muy valiente que Valerie ruede sobre gente así de suficiente, no entran bien de primeras y se corre el riesgo que cogerles manía desde el inicio. Ella no es nada complaciente, no regala nada a sus personajes, empezando por el suyo mismo. Pero consigue darles autenticidad. Que se atreva con premisas así me gusta mucho.
P: ¿No asusta representar a alguien tan antipático?
R: ¡Si pensara así, solo cogería papeles buenos y decentes! Prefiero otro tipo de personajes, como el personaje cínico que encarné en Ma part du gateau de Cedric Klapisch. Eso es lo que me interesa, poder mostrar esas asperezas, esas curvas emocionales, con sus altos y sus bajos. En Voy a ser mama tengo un pale que parece que finalmente no es lo que parece. Cuando se atacan, se quieren más que cuando se ignoran. Es tierno sin ser ñoño.
P: Particularmente en la puesta en escena del personaje del niño adoptado por la pareja
R: Valérie nos hace salirnos de esa imagen condicionada y publicitaria de como son los niños, y como se les muestra en el cine o la televisión. Elige a este actor, que no es el más guapo, y le pide hacer el mismo trayecto: sobrepasar la antipatía que genera. Los hechos en sí de la historia son terribles: Una pareja que no quiere a su hijo adoptado y que lo devuelve a su país de origen... Valerie le da distancia justa para no ser vulgar o cruel a ese rechazo. Los padres de la película están muy incómodos, no saben cómo tratar con este niño que viene de un mundo diametralmente opuesto al suyo. En torno a esa suficiencia e incomprensión gira Valerie.
P: ¿Como fue el rodaje?
R: No pensaba que fuera tan perfeccionista. Tiene una escritura muy rigurosa, desde la que ella es muy respetuosa con la labor de los actores. No soporta que añadas un si o un ah de más. Es muy loable y fascinante esa meticulosidad hasta en el último detalle. Y es profesionalidad en el trabajo es realmente seductora para un actor. Es una delicia de mujer para cenar con ella, pero en el plató, estas allí para trabajar.
P: ¿Y las escenas con la directora?
R: Sobre ella y su trabajo volvería a usar la palabra Coraje. Es muy complicado canalizar en palabras y escenas su universo, pero además hacer un papel, así sin verse dar a réplica. Habla de su generosidad, de su esfuerzo. Me encantan la escenas con ella, da mucho ritmo, mucho juego. Ha sido un placer.
P: ¿Y rodar con Marina Foïs?
R: Nos conocíamos mucho, pero no habíamos trabajado nunca juntos. Fue muy revelador que nuestra primera escena fuera una de cama. ¡Meterme desnudo con ella a las primeras de cambio no fue fácil! Pero a partir de ahí todo fue mucho más relajado y fácil.
P: ¿Como reaccionaste cuando viste la película?
R: No había previsto la emotividad que transmite. Tiene cosas de comedia pero es más tierna y emocionante. Hoy en día, cada vez hay menos finura, inteligencia y delicadeza en las comedias. Y en las obras de Valerie siempre hay un margen para ese cariño.
P: Voy a ser mama es tal vez el film más irreverente de Valérie Lemercier
R: La película va más lejos que otras, pero menos frontalmente, es más fácil encariñarse con ella. Más chillona también. Es su cinta más profesional. Ella es muy metódica, yo también, no lo hemos hablado específicamente pero se nota, en cada plano, en cómo le da importancia a las pequeños detalles.
P: Esta historia también va sobre como una pareja se reencuentra
R: Yo no sé si ellos dos están tan alejados al principio. Cierto que tienen sus aventuras pero son cosas sin importancia, siempre han funcionado así. Sus infidelidades no quitan que sean una pareja unida, amorosa y cómplice. Es complicado mantenerse juntos si se lo prohíben todo, la durabilidad de su romance está basada en esa libertad que se dan. Pero sí que es verdad que han entrado en cierta rutina y la llegada del niño es un choque muy fuerte: estaban moribundos y de un electro shock vuelven a la vida.
P: ¿Que piensas de la madre de tu personaje?
R: No es tan diferente de la mía, un poco menos exagerada! Nanou Garcia esta extraordinaria en la película. Su interpretación es ingeniosa, generosa y rompedora. Esta madre es sofocante, omnipresente... ¡pero al fin y al cabo así son las madres!