Alejandro Jodorowsky nació en Tocopilla, un pequeño pueblo en la mitad del desierto chileno. Fue precisamente allí donde descubrió los aspectos claves de la realidad y confrontó la dolorosa educación de una familia sin raíces. Con la imaginación como su principal aliado, podremos entender cómo llegó a formarse uno de los principales creadores de las últimas décadas, y entender por qué su gran imaginación es el punto de encuentro en su trabajo en disciplinas como la poesía, la filosofía, la pantomima, el cine o el tarot.
Oda al dinero
El dinero es como la sangre
da la vida cuando fluye
el dinero es como Cristo
te bendice si la compartes
el dinero es como Buddha
si no trabajas no lo consigues
el dinero ilumina a aquellos que lo utilizan
para abrirles al mundo
y maldice a los que lo glorifican
confundiendo a los ricos de alma
no hay diferencia entre consciencia y muerte
no hay diferencia entre muerte y riqueza
Entrevista a Alejandro Jodorowsky
P: En LA DANZA DE LA REALIDAD es la primera vez que ha realizado una película con material explícitamente autobiográfico. Sin embargo, su relato se mueve por un mundo fantástico, como si estuviera soñando su niñez en un pequeño y pobre pueblo de Chile. De alguna manera es como si estuviera proporcionando las claves para entender mejor tanto su vida como su trabajo ¿LA DANZA DE LA REALIDAD es para usted como una especie de regreso a sus raíces, 23 años después de realizar su última película?
R: Para mí, esta película es como una bomba atómica mental. He escrito libros y he inventado una terapia llamada psicomagia que incluye maniobras para curar problemas psicológicos de la niñez relacionados con la familia. LA DANZA DE LA REALIDAD no es solamente una película, sino que también es una especie de cura familiar, puesto que tres de mis hijos actúan en ella. Vuelvo al origen de mi juventud, al mismo lugar donde crecí, para así poder reinventarme. Es una reconstrucción que tiene en la realidad su punto de partida, pero que no me permite cambiar el pasado. Rodamos la película en Tocopilla, el pueblo en el que crecí y que no ha cambiado nada en 80 años. Rodamos en la misma calle donde estaba la tienda de mis padres. Fue la única tienda que se quemó en esa calle y yo la reconstruí para la película. Retocamos unas cuantas cosas. Incluso pintamos el teatro y reparamos el pavimento en las calles. Cuando era niño el pueblo me rechazó por mi aspecto físico tenía la piel blanca y la nariz respingona, y me llamaban Pinocho. Yo era hijo de inmigrantes ruso-judíos en medio de unas tierras compradas a Bolivia y habitada por índios americanos. Eso me convertía en una especie de mutante a los ojos de los locales. No tenía amigos y me pasé la niñez recluído en la biblioteca con mis libros. En la película, muestro cómo se mofaban los niños de mí por haber sido circuncidado. Pero a lo largo de la película y gracias a las mejoras que hicimos en el pueblo, me convertí en el salvador, al final el perfecto hijo de Tocopilla. Incluso me dieron un diploma. Yo soy el héroe que les trajo el filtro de la magia para salvar a la gente, y ese filtro fue el cine.
P: Es una zona muy pobre y aislada. ¿Cómo fue la experiencia de volver a su lugar de nacimiento?
R: Fue como un sueño. Todo está envenenado por la polución de las fábricas y minas. Nos sentiamos un poco enfermos y no había hotel. Me encontré el lugar exactamente como lo había dejado. Me había crecido mucho el pelo y me lo cortaron en la misma barbería de la película. Fui al colegio con el hijo del barbero que corta el pelo al niño. Para mí, el arte tiene que ser más que arte. Necesitas crear algo más que un espectáculo para entretener o inspirar admiración.
P: Sus anteriores películas también incluían experiencias que fueron más allá del medio cinematográfico. SANTA SANGRE fue una violenta forma de terapia en la que dirigió a sus propios hijos.
R: Eso fue porque el productor, Claudio Argento, quería una película de terror con un asesino en serie. Yo la hice pero a mi manera. Cuando realice EL TOPO, quería hacer un western para poder conectar con el público americano, porque no entendieron mi primera película, FANDO Y LIS. Con LA DANZA DE LA REALIDAD, tuve la suerte de descubrir a un joven llamado Xavier Guerrero, que me dijo que íbamos a tener opciones a subvenciones del gobierno chileno y así las cosas se empezaron a mover con más agilidad. Al final, el gobierno no nos dio nada pero preparamos la película con un poco de dinero de algunos ahorros que tenía. Colaboré con Michel Seydoux en el documental sobre DUNE y no había coincidido con él en mucho tiempo. Creía que estaba enfadado conmigo porque no llegamos a hacer DUNE, así que no quería hablar con él yo era demasiado orgulloso. Sin embargo, descubrí que seguíamos siendo amigos y que los dos sufrimos por no haber podido hacer DUNE, así que se me ocurrió hablarle de este nuevo proyecto. Me preguntó qué quería y le dije, Quiero entre 1 y 2 millones de dólares para hacer una película de la que no te voy a contar nada. Sólo quiero que me dejes tranquilo, quiero que confíes en mí y ya verás la película cuando esté terminada. Inmediatamente me dijo que sí. Nunca lloro, pero encontré su respuesta tan emocionante que me tuve que alejar antes de echarme a llorar. A eso le llamo yo un milagro porque, al final, pude hacer la película tal y como yo quería, con total libertad.
P: Describe a sus padres como personajes excéntricos. Su padre, interpretado por su hijo Brontis Jodorowsky, se viste como Stalin y su madre sólo se comunica cantando. ¿Cuánto de eso es inventado y cuánto es realidad?
R: Debo decir que interpretar a mi padre cambió la vida de mi hijo. Todo es verdad, o casi. Mi padre era comunista y siempre vestía como Stalin. Esta película es una adaptación de mi novela autobiográfica La Danza de la Realidad, y escribí otro libro, El Niño del Jueves Negro, en el que imaginé que mi padre iba a matar a Ibáñez [Presidente de Chile desde 1927 a 1931 y de 1952 hasta 1958]. Esa parte era inventada. Quería hacerlo pero nunca llevó a cabo su plan. Mi madre quería ser cantante pero nunca lo fue. En la película, hice realidad los sueños de mis padres y también mi propio sueño de juntarlos de nuevo y crear una familia.
P: Su universo visual es muy barroco y loco pero la realización se mantiene sobria, frontal y casi teatral, con fotogramas fijos que quizás surjan de su experiencia en los cómics.
R: Le dije a mi director de fotografía, Jean-Marie Dreujou, que quería una imagen clinico-fotográfica en lugar de una imagen estética. Quería que la belleza emergiera del contenido, no de la forma. Así que decidimos eliminar la forma para no añadir nada entre la cámara y lo que estaba siendo filmado, para no hacer ningún movimiento innecesario de la cámara. También eliminé todo el equipo y la parafernalia que normalmente agobia los rodajes, volviendo a tener solo un operador de cámara con un Steadicam. Cuando terminé la película, retoqué todos los colores utilizando tecnología digital. Esta película demuestra tener destreza técnica ya que fue realizada de una forma muy original. Maté una estética para crear otra. Me limité a lo esencial. El montaje y las tomas le deben mucho a los cómics y la película fluye como un río.
P: En LA DANZA DE LA REALIDAD, vuelve a una especie de folklore asociado con su manera de dirigir: el mundo del circo, mendigos tullidos, etc. ¿Formaba eso parte de su vida cuando era niño?
R: Claro. Los discapacitados estaban allí cuando yo era niño y volví para filmarlos en el mismo lugar. El pueblo estaba lleno de hombres mutilados en accidentes mineros y en explosiones con dinamita que habían salido mal. Discapacitados y sin poder trabajar, se les echó a la calle como a perros. Se emborrachaban con alcohol metílico.
P: A través de LA DANZA DE A REALIDAD, entendemos que todas las imágenes y personajes raros que aparecen en sus películas no provienen de referencias culturales o cinematográficas, sino de sus propias vivencias.
R: Mi madre tenía unos pechos enormes y busqué a una actriz con grandes pechos. Si muestras a una mujer voluptuosa, te imaginas a Fellini; si muestras a un enano, piensas en Buñuel; si muestras a un ser deforme, te acuerdas de Tod Browning. Pero en realidad, esa era mi vida en el pueblo. Todos los elementos de mi niñez están ahí.
P: Hoy en día hay muchos directores que han desvelado su admiración por sus trabajos, como Nicolas Winding Refn, Gaspar Noé y Rob Zombie
R: Es un placer y un bálsamo para curar mis heridas. Me siento como un radiador lleno de cicatrices. Mi vida como director no siempre ha sido facil. En México querían lincharme después de la proyección de mi primera película, FANDO Y LIS. He sido víctima de insultos y persecuciones, LA MONTAÑA SAGRADA tardó 30 años en ser reconocida. Esperé mucho tiempo para hacer mis películas y siempre rechazaba hacer películas comerciales. EL TOPO fue un éxito underground en Nueva York y esa fue una época muy buena para mí, pero después se fue complicando. Sin embargo nunca dejé de imaginarme películas aunque nunca llegara a realizarlas. Hay cientos de películas en mi cabeza. Espero que LA DANZA DE LA REALIDAD sea el comienzo de un nuevo ciclo, un renacimiento de mi propio cine, que siempre ha representado una lucha contra la industria.
Entrevista realizada por Olivier Pere (París)
Equipo artístico
Brontis Jodorowsky - Jaime
Pamela Flores - Sara
Jeremias Herskovits - Alejandro (Niño)
Alejandro Jodorowsky - Alejandro (Adulto)
Bastian Bodenhöfer - Carlos Ibañez
Andrés Cox - Don Aquiles
Adan Jodorowsky - Anarquista
Cristobal Jodorowsky - Teosofista
La danza de la realidadDirigida por Alejandro Jodorowsky