Maria se encuentra atrapada entre dos mundos. En el colegio, esta chica de 14 años, tiene los típicos intereses de una adolescente, pero cuando está en su casa debe seguir los dictados de la Sociedad de San Pío X y su tradicional interpretación del catolicismo. Todo lo que Maria piensa y hace debe ser examinado ante Dios.
Sinopsis larga
María tiene 14 años y vive con sus padres y sus tres hermanos en una pequeña ciudad del sur de Alemania. La familia, profundamente católica, pertenece a la congregación de la Sociedad ficticia de San Pablo, que en la realidad sería comparable a la Sociedad de San Pío X. Esta sociedad rechaza todas las reformas que se hicieron en la Iglesia desde la década de 1960 y defiende una fe muy rigurosa, como supuestamente se enseñaba hace siglos. Es un sistema simple y claro cuyo radicalismo no deja ningún espacio al crecimiento y a la realización individual. María se está preparando para su Confirmación y asiste a las lecciones del párroco. Él enseña a sus jóvenes alumnos el valor del sacrificio, su estatus especial como soldados de Jesucristo, y quienes son los elegidos cuya santidad surge con claridad ya en la infancia. Dios suele llamar a estos niños santos a una edad muy temprana, un concepto que María interioriza perfectamente. En esos niños santos, María identifica modelos de conducta muy claros, figuras con las que se puede identificar. Además, hacer sacrificios es la única actividad autónoma que puede realizar. La familia de María se rige por reglas que son tan estrictas como las de la Iglesia: la madre dominante regaña continuamente a su hija mayor, ya que tiene miedo de que María escape a su control al llegar a la pubertad... El padre apenas pronuncia una palabra ya que él también está dominado por la madre. Los tres hermanos pequeños, Thomas de 11 años, Katharin de 7 y Johannes de 4, soportan una presión bastante menor. Johannes sufre una enfermedad rara y todavía no ha aprendido a hablar. Está muy unido a María y ella desea fervientemente que se cure algún día. Bernadette, la chica au-pair francesa, es además de un modelo para María, su único confidente. Ella también procede de un círculo de la Sociedad de San Pío X, pero en Francia es una sociedad menos radical y más enraizada en la comunidad.
En la biblioteca del colegio, María conoce a Christian, un compañero de estudios. Charlan sobre los deberes de matemáticas y Christian invita a María a acompañarle a un ensayo del coro en la comunidad de su iglesia. A María le gustaría decirle a su madre que quiere cantar en el coro de la comunidad de una iglesia moderna, ¡y además invitada por un chico! Al final se lo cuenta a su madre pero sustituyendo a "Christian" por una amiga inventada. Incluso sin saber toda la verdad, la madre se enfada muchísimo con ella.
En su siguiente confesión, María le cuenta al sacerdote todos sus pecados. Él escucha con atención, comienza a hurgar en su vida interior, y le pone de penitencia la obligación de confesar a su madre su mentira. María intenta hacerlo en la cena, pero su madre la castiga. María no puede dejar de llorar. En ese momento en el que María se da cuenta de que no puede haber concesiones entre una vida secular y el camino a la santidad: debe escoger a Jesús. Da sus primeros pasos en ese sentido en la clase de deportes al anunciar que no acepta la música que ponen para acompañar los ejercicios. Christian, el compañero de estudios al que le gusta María, es el único que acude en su ayuda. Pero al defenderla, ambos se convierten en apestados. Después María le deja claro a Christian que debe mantenerse alejado de ella.
El día de su confirmación, María se desmaya en la iglesia. El médico que la examina está alarmado. Se da cuenta de la lucha enconada que existe entre madre e hija y hace que la lleven al hospital. Bernadette, que hasta entonces no se había implicado en los acontecimientos, está muy preocupada. Y cuando María le dice en su lecho de hospital que ha decidido consagrar su vida a Cristo y subir a los cielos para estar con Dios, Bernadette comprende que debe hacer algo urgentemente. Pero para entonces María está demasiado débil. El Padre Weber llega a la sala de cuidados intensivos y le da la Extremaunción antes de morir. Después, cuando la madre habla con el director de la funeraria, intenta defender su postura: María ha muerto como una santa ya que se ha producido un milagro: el pequeño Johannes pronunció su primera palabra exactamente en el momento de la muerte de María. Pero ahora la madre está sola con su fanatismo, incluso su marido se aparta de ella. Se da cuenta por primera vez de que es culpable de una tragedia evitable. Entierran a María y, después de la ceremonia oficial, cuando están echando tierra en la tumba, Christian se presenta para despedirse personalmente de ella. Por primera vez, la cámara se mueve y apunta al cielo, donde es posible que el alma de María sea por fin libre.