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La reina Victoria y Abdul cartel reducidoLa reina Victoria y Abdul(Victoria and Abdul)
Dirigida por Stephen Frears
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La oscarizada actriz Judi Dench (Shakespeare enamorado) vuelve a unirse a Stephen Frears (La Reina), nominado al Oscar, para interpretar a la Reina Victoria en LA REINA VICTORIA Y ABDUL.

El guión de LA REINA VICTORIA Y ABDUL lo firma Lee Hall (Billy Elliot), nominado al Oscar, que se basó en el libro de la periodista Shrabani Basu Victoria & Abdul: The True Story of the Queen's Closest Confidant, una obra que ha sacado a la luz la historia que permaneció oculta durante tanto tiempo, a partir de los diarios y cuadernos de sus protagonistas.

Una película de Stephen Frears. Judi Dench. LA REINA VICTORIA Y ABDUL. Ali Fazal, Eddie Izzard, Adeel Akhtar, Tim Pigott-Smith, Olivia Williams, Fenella Woolgar, Paul Higgins, Robin Soans, Julian Wadham, Simon Callow y Michael Gambon. Directores de casting, Leo Davis y Lissy Holm. Directora de casting en India, Nandini Shrikent. Música de Thomas Newman. Diseño de maquillaje y peluquería, Daniel Phillips. Diseño de vestuario, Consolata Boyle. Diseño de producción, Alan Macdonald. Editora, Melanie Ann Oliver, ACE. Director de fotografía, Danny Cohen, BSC. Productor asociado, Lucas Webb. Productores ejecutivos, Christine Langan, Joe Oppenheimer. Productores ejecutivos, Lee Hall, Amelia Granger, Liza Chasin. Basada en el libro de Shrabani Basu. Guión de Lee Hall. Producida por Tim Bevan, Eric Fellner, Beeban Kidron, Tracey Seaward. Dirigida por Stephen Frears. Un estreno de Focus Features.


Sobre la producción
La Reina Victoria pasó a la historia como la emblemática líder que gobernó un imperio que se extendía a lo largo y ancho del mundo, pero... ¿quién era Abdul?

"Ella era la Reina de Inglaterra y él, un humilde criado de la India", nos cuenta la autora, Shrabani Basu. "Su amistad revolucionó la vida en palacio y casi llegó a provocar una revuelta contra la soberana".

La historia de su amistad, deliberadamente oculta durante un siglo, ahora da el salto a la gran pantalla con LA REINA VICTORIA Y ABDUL.

En 2001, Basu andaba investigando un libro sobre la historia del curry. Así fue como se enteró de que la Reina Victoria era una gran aficionada a este plato. Basu visitó el Castillo de Osborne, la residencia de Victoria en la Isla de Wight, y se quedó muy intrigada al ver dos retratos y un busto de bronce de un indio de porte regio. En el vestidor de la reina vio otro retrato del mismo indio, situado justo debajo de su amado John Brown. Por si fuera poco, la Sala Durbar de Osborne, atestada de tesoros de la India, era un monumento a la fascinación de Victoria con "la joya de la corona"; aunque era la Emperatriz de la India, el hecho cierto es que nunca visitó el lejano territorio. Basu señala: "Por razones de seguridad, no pudo viajar a la India, así que hizo que la India llegara a ella".

En 2006 visitó Balmoral, el castillo de la soberana en las Tierras Altas de Escocia, donde vio Karim Cottage, la casa que Victoria mandó construir para Abdul. Se dio cuenta de la importancia que debió de tener aquel misterioso indio conocido como "el Munshi" (profesor), y se propuso averiguar quién era.

Bertie, hijo de la reina y futuro Rey Eduardo VII, destruyó toda la correspondencia intercambiada entre su madre y el Munshi, pero no cayó en hacer lo propio con sus diarios indostánicos. En aquellos diarios, Basu descubrió la historia de la Reina Victoria y de su estimado Munshi, Abdul Karim. Manuscritos por la propia Victoria en urdú, los diarios habían permanecido en el Archivo Real, totalmente omitidos en relatos victorianos, porque ninguno de los historiadores leía ese idioma. "Entiendo el urdú, pero no sé leerlo. Sin embargo, Abdul había escrito algunas líneas en romano para Victoria, y eso sí fui capaz de descifrarlo. Los textos escritos únicamente en caligrafía urdú los mandé traducir. Había trece volúmenes", nos relata Basu. En estas páginas fue donde descubrió la relación entre Victoria y Abdul.

Pero aún quedaba un volumen más por ver la luz, y la investigación de Basu la llevó hasta Karachi, Pakistán. Abdul no tuvo hijos, pero su sobrino nieto supo llevarla hasta un diario que el tiempo había relegado a un cofre. Abdul comenzó a escribir ese diario en 1887, cuando le pidieron viajar desde la India a Gran Bretaña para participar en la celebración de los cincuenta años de reinado de la Reina Victoria. Este volumen le brindó a Basu un relato en primera persona que confirmó en gran medida lo que habían desvelado los escritos en urdú de la soberana. Según palabras de la autora: "Finalmente encontré la voz de Abdul".

Los detalles de aquella relación cautivaron a Basu. Nos cuenta: "Abdul tenía veinticuatro años cuando lo mandaron a Inglaterra. Enseguida captó la atención de la Reina y fue ascendido. Le impartieron clases de inglés adicionales para facilitar el diálogo entre ambos. Abdul, a su vez, le daba a Victoria clases de urdú todas las tardes y le leía poemas de Ghalib. Se hicieron uña y carne".

"Toda la Casa Real tramó contra él, amenazando con la intervención del Príncipe de Gales [el título de Bertie en aquel momento]. Pero Victoria permaneció inamovible, fiel a Abdul hasta el final".

A partir de aquellos diarios, Basu escribió Victoria & Abdul: The True Story of the Queen's Closest Confidant.

La cineasta de Cross Street FIlms Beeban Kidron, ganadora de un BAFTA, leyó un artículo en el periódico sobre el libro en 2010 y se quedó inmediatamente prendada de la historia. Señala: "Lo que me intrigó es que se trataba de una historia jamás contada anteriormente, una auténtica gema oculta durante más de un siglo. Fue toda una revelación que la Reina Victoria tuviera una relación tan cercana con un súbdito y, por si fuera poco, de creencias musulmanas. La reacción dentro de su entorno fue bastante reveladora, y pertinente respecto a lo que sucede actualmente en el mundo: habla de la tensión entre las diferentes culturas y de tener una mente abierta".

Lee Hall, socio de Kidron en Cross Street y guionista nominado por Billy Elliot, escuchó por la radio la historia de Basu y se quedó muy intrigado. Así fue como ambos acordaron concretar una reunión con ella. Llegados a este punto, Cross Street no era la única productora interesada en llevar a la gran pantalla el libro de Basu. Sin embargo, su respuesta a la historia fue la más acorde a los deseos de la autora. Kidron recuerda: "Lo que le interesó a Shrabani fue que veíamos LA REINA VICTORIA Y ABDUL como una historia de un forastero; fue un choque de clases y cultura, y sentimos que sería estimulante ver el mundo de Victoria desde el privilegiado punto de vista de un joven normal y corriente de Agra que llegó a lo más alto de un imperio".

"Además, veíamos el proyecto como una película que se podría proyectar en multicines, algo divertido y entretenido: una historia sobre la familia real que el público desconocería, pero con un punto reivindicativo sobre los prejuicios".

Basu otorgó los derechos a Cross Street, y la productora comenzó a desarrollar más el proyecto con Christine Langan de BBC Films, que estaba emocionada con la idea de hacer una película para todos los públicos, pero con mensaje. El punto de inflexión para la película fue cuando Kindron y Hall llevaron LA REINA VICTORIA Y ABDUL a su viejo amigo y frecuente colaborador Eric Fellner, copresidente con Tim Bevan de una de las principales productoras cinematográficas del mundo, Working Title Films. El productor, nominado a los Oscar, señala: "La vi como una historia actual, y supe que, como guionista, Lee tenía la habilidad necesaria para adaptar el libro de Shrabani. Se siente atraído por historias que exploran las diferencias de clase, que subrayan el estar fuera, pero con la vista puesta dentro, y viceversa".

Los productores se propusieron hacer una película que ofreciese suntuosos interiores, paisajes épicos y lujosos atuendos que el público esperase ver en un drama histórico, brindándoles al mismo tiempo una historia de amistad y lealtad que quizá no esperasen.

Kidron reflexiona: "Fue muy motivador para nosotros hacer una película que combinase grandes escenas, con montones de extras que había que empezar a vestir a las cinco de la mañana para rodar a las ocho, con escenas de dos personas teniendo conversaciones íntimas tan serias como conmovedoras".

"La relación entre Victoria y Abdul habla acerca de diferentes generaciones, dirigiéndose también a ellas. La diferencia de edad entre ambos no supuso una barrera para el amor, y ambos sufrieron una transformación con la experiencia muy novedosa para ambos y que, en nuestra opinión, también será especial para el público".

Como ocurre con cualquier relato histórico convertido en una película de dos horas, se fusionaron algunos eventos y personajes con fines dramáticos. Kidron resalta: "Hablamos de que el guión debía extraer una historia de la riqueza de detalles del libro de Shrabani, que está escrito con un lenguaje precioso y evocador, pero desde un enfoque periodístico. Nuestra película es más una fábula que otra cosa; en esencia es verdad, pero, por necesidad, tuvimos que crear momentos dramáticos. La historia de Lee es una deliciosa creación, pero en su corazón alberga una relación profundamente conmovedora. Eso es lo que le gusta conseguir con sus narraciones: hacer reír y luego llorar al público".

"Como Shrabani escribió el libro con acceso a los diarios tanto de la Reina Victoria como de Abdul, hay montones de datos reales coloreando la historia en la que Lee profundiza. ¡Gran parte de lo que hay en el guión, por increíble que parezca, procede de la propia Reina Victoria!".

Basu aclara: "Lee simplemente ha extraído los fragmentos adecuados del libro y desarrollado más en profundidad algunas partes y personajes. Desde luego, ha conseguido retener el lado humano de la historia".

La capacidad tanto de analizar en profundidad lo ocurrido y de impartir una perspectiva ingeniosa de ello es un sello distintivo de la obra del director Stephen Frears, nominado al Oscar. Kidron quiso desde el principio que fuera él quien tomara la batuta. Nos cuenta: "Tenía claro que sería fabuloso para LA REINA VICTORIA Y ABDUL, porque sabe captar el humor de las situaciones sin perder de vista su seriedad".

Los productores esperaron a que Hall hubiera elaborado un par de borradores de la adaptación cinematográfica antes de presentarle el proyecto a Frears. El proyecto le conquistó de inmediato con lo que él califica de "un guión muy bueno, lleno de inspiración y chispa. Lee emplea un estilo de escritura elevado con una sofisticación que me encanta".

Tracey Seaward (La Reina), habitual productora de Frears y nominada al Oscar, no dudó en unirse con él al proyecto. Tuvo la certeza de que la película podía explorar temáticas que el equipo ya había afrontado anteriormente en sus largometrajes, "como las relaciones interraciales. En lo relativo a ese tema, esta historia de hace más de cien años es ahora más relevante que nunca. Lo primero y principal es la historia clave que Shrabani ha sacado a la luz: un joven musulmán que se convierte en el leal compañero de la monarca que más años había ocupado el trono de Inglaterra por aquel entonces".

Basu fue consultada a lo largo de todo el proceso y, cuando ya quedó formado todo el equipo, se dio cuenta de la historia iba a llegar a la gran pantalla de la mano de "un equipo inmejorable. No podría haber pedido nada más ni mejor, y el casting fue la guinda del pastel".

Cuando se empezó a valorar qué actriz podría encarnar la talla, el orgullo, la inteligencia inquisitiva, el ingenio y la fragilidad de la llamada "Abuela de Europa", todos pensaron en la misma persona. Frears, que ya había colaborado anteriormente con Judi Dench, sabía que esta Dama del Imperio Británico es "una actriz brillante, ¡además de parecerse a Victoria!

"Pero como ya había interpretado a la soberana en Su majestad Mrs. Brown [1997], temía recibir un no rotundo".

Por suerte para todos los involucrados, a la oscarizada actriz le gustó la perspectiva de volver a dar vida a una mujer tan fascinante años después de aquella primera experiencia. Dench confiesa: "Me hizo mucha ilusión que surgiera esta propuesta. La vida de la Reina Victoria me absorbió completamente en el rodaje de Su majestad Mrs. Brown y ya tenía hechos todos los deberes, así que ¿cómo iba a negarme? Victoria fue una persona extraordinaria a la que admiro, y esta historia que acaba de salir a la luz sobre ella es irresistible".

"Con Shakespeare, puedes volver a una obra con la esperanza de haber aprendido más en el intervalo sobre cómo interpretar tu papel. Sin embargo, en este caso, hablamos de auténtico progreso para un personaje real. Recibí una carta muy dulce de John Madden [director de Su majestad Mrs. Brown] diciéndome que le hacía mucha ilusión que volviera a ser Victoria".

Las relaciones centrales de cada una de las dos películas cristalizaron en épocas muy diferentes de la vida de Victoria, pero Dench sentía que existía cierta conexión. Nos explica: "Victoria fue feliz compartiendo su vida con [su marido, el Príncipe] Alberto, después con [su ayudante escocés] John Brown y más tarde con Abdul. Se aprecia cierta continuidad: se sentía completamente relajada en compañía de estos individuos sin toda la parafernalia de la corte, sin que nadie le dijera dónde y cuándo tenía que estar en cada sitio".

Cuando conoció a Abdul, Victoria llevaba décadas en un reinado nada menos que de sesenta y tres años, por aquel entonces sin precedentes. "Victoria era prisionera de las convenciones, como acabamos siéndolo muchos de nosotros", reflexiona Frears.

Seaward añade: "¿Te imaginas ascender al trono con dieciocho años y quedarte en el puesto hasta el final de tu vida? Y, pese a todo, a los setenta años se había convertido en toda una revolucionaria, aprendiendo urdú y leyendo el Corán. Si ya era de por sí una mujer fascinante, lo fue aún más en sus últimos años. Era la Emperatriz de la India, pero se dio cuenta de que necesitaba saber más sobre ese país".

La propia Dench sintió una profunda conexión con la India durante muchos años, que fue en aumento desde que rodó allí El exótico Hotel Marigold. Según sus propias palabras, "siento que es mi hogar espiritual. Estoy deseando volver".

Otro atractivo del proyecto para la protagonista era la oportunidad de reunirse de nuevo con uno de sus directores favoritos. Nos cuenta: "Stephen Frears tiene un gusto exquisito, y me gusta mucho como persona. Cuando trabajas con él, te pones totalmente en sus manos. A veces, puede resultar enigmático, pero sabes que es para conseguir el mejor resultado. Siempre quieres complacerlo".

"Nos entendemos a la perfección. Lo conozco tan bien que, cuando después de una toma me pregunta si quiero repetirla, sé perfectamente que quiere que la repitamos. Además, Stephen y yo compartimos un sentido del humor muy parecido, ¡así que nos hacemos reír a menudo!".

Como en LA REINA VICTORIA Y ABDUL se resalta la faceta rebelde de la Reina Victoria, que rechaza la tradición, su entorno y la cultura de su tiempo, Frears sabía que el papel conectaría con las propias "cualidades inconformistas y subversivas" de la actriz.

"Cada uno de los días que duró el rodaje quedó totalmente claro que ninguna otra persona podría haber interpretado a Victoria", comenta maravillada Kidron. "Judi tiene un sentido del humor inigualable, pero con un cierto fondo de seriedad. Por eso es capaz de transmitir simultáneamente y combinar tonos divertidos y dramáticos. Su contribución a la narración de la historia es de un valor incalculable".

"Tiene una capacidad increíble de mantenerse impávida durante escenas humorísticas, para luego pasar imperceptiblemente a una asombrosa potencia emotiva cuando afronta epifanías dramáticas".

Subrayando esta última cualidad, Seaward afirma: "Judi es posiblemente la artista más empática de todo el reparto. La veracidad de sus interpretaciones brilla con luz propia".

Dench nos cuenta: "Nunca me paro a pensar si un personaje me gusta o no. Simplemente trato de conectar lo más humana y honestamente posible con el papel, para que la gente pueda entender lo que intento transmitir".

Buscar al joven que compartiría pantalla con un peso pesado de la interpretación de la talla de Dench exigía explorar opciones en todo el mundo. "Queríamos una cara desconocida", señala Kidron. "Ali era un desconocido para nosotros, pero en la India es muy famoso. Fuimos a Bombay a intentar dar con alguien para el papel con la directora de casting Nandini Shrikent, y él fue uno de los muchos candidatos que vimos".

"Cuando Ali salió de la sala, Stephen dijo: 'Me puedo imaginar perfectamente a la Reina Victoria cautivada por él'". Finalmente, Fazal acabó visitando por primera vez Reino Unido para una prueba de pantalla en Londres.

Kidron reflexiona: "El viaje de Ali es un reflejo del de Abdul, ¡tanto geográficamente como porque vino, dejó huella y acabó triunfando!".

Frears prosigue: "Ali era encantador, atractivo... Tenía todo lo bueno que queríamos. Teníamos muy claro que el actor que interpretase a Abdul necesitaba reflejar una gran capacidad de asombro. Y, en mi opinión, eso no íbamos a encontrarlo en un actor criado o nacido en Inglaterra. Adeel Akhtar, a quien habíamos fichado antes para el reparto [como Mohammed, otro visitante indio compañero de Abdul] debía transmitir una perspectiva más maleada, por eso era perfecto que el actor llevase realmente toda la vida en Inglaterra. Pero, para Abdul, necesitábamos inocencia y fascinación; eran cualidades cruciales para el personaje, y Ali supo entenderlo".

Fazal se empapó de material de la época durante dos meses de investigación que incluyeron un intenso trabajo de caligrafía y voz. A base de conversar con el director, el actor fue comprendiendo cada vez mejor cómo debía hacer progresar su caracterización. Fazal dice: "Stephen es uno de mis directores favoritos, y quería que mi interpretación fuera acorde a su visión de la historia".

Según su propia reflexión, "Abdul asume todo tal y como viene, sin darle vueltas. Eso genera momentos cómicos porque, a diferencia de los demás, él dice exactamente lo que siente. La Reina le tiene mucho aprecio y quiere saber más de él. Stephen me dijo que tomara como referencia a Peter Sellers en Bienvenido, Mr. Chance, una película muy bonita".

"Abdul no ha perdido su inocencia, y eso es lo que yo quería transmitir en todas las situaciones. Sin embargo, el personaje tiene otros matices que muestra el guión de Lee".

Fazal se dejó su propia barba para el papel porque estaba "decidido a dar el look adecuado. El equipo de Daniel Phillips [de peluquería y maquillaje] trabajó en ello conmigo mano a mano".

Kidron afirma: "Ali encajó con Judi, y ella con él. Ali era muy respetuoso, pero supo estar a la altura de los desafíos dramáticos; las escenas requerían de alguien que estuviera dispuesto a seguirle el juego, y Ali lo hizo a la perfección".

Dench describe a su compañero de reparto como "un joven irresistible. Es romántico y sabe hacer reír; ¡una combinación imbatible! Nos llevamos maravillosamente bien".

Fazal asegura: "Judi es una auténtica joya, y personifica todo lo que debería ser un actor; de este proyecto me llevo una buena amiga".

Interpretar esa insólita conexión e inspiradora amistad exigía que los actores considerasen el desarrollo de ambos personajes cuando una monarca enferma y de cierta edad percibe la posibilidad de cambiar a través de un espíritu joven y brillante. "Fue una amistad que desafiaba toda lógica", admite Frears. "Por eso es tan gratificante contar esta historia. La naturaleza del amor es cambiarlo todo entre dos personas, así que, en ese sentido, LA REINA VICTORIA Y ABDUL es sin duda una historia de amor".

Dench añade: "Es muy fácil imaginar cómo Victoria, por aquel entonces, ya amargada y un poco harta, de pronto alza la vista y encuentra a alguien con quien por fin puede hablar y a quien da gusto contemplar. Abdul acude a la celebración de los cincuenta años de reinado para regalarle una moneda a la soberana, pero, cuando lo ve a él, la moneda ya pierde todo interés…"

"Abdul fue como una inyección de juventud y entusiasmo para Victoria. No solo era un placer conversar con él, sino que además le brindó algo nuevo que aprender: su idioma, su cultura. Fue como una transfusión de sangre para ella en ese momento. Victoria lo adoraba, y quería esforzarse por él".

Como con las demás relaciones íntimas de Victoria, la discusión actual inevitablemente se enfoca al grado de intimidad que compartieron. Kidron reflexiona: "Creo que compartieron sentimientos sinceros y, en mi opinión, el público verá eso en LA REINA VICTORIA Y ABDUL: dos personas pueden profesarse respeto y sentir un profundo vínculo muy parecido al amor sin que sea de carácter sexual".

"Todos hemos sentido un gran amor por personas con quienes no hemos compartido una relación sexual, y también a otras con quienes podríamos haber llegado a ello en otras circunstancias. Se trata de una experiencia universal que considero mal representada en el cine actual, así que es un orgullo para mí que esta película sepa hacerlo".

Seaward afirma: "Abdul fue uno de los grandes amores de la vida de Victoria, y viceversa. Compartieron una relación muy tierna. Imagina ser una persona tan poderosa, pero sentir una profunda soledad y necesitar un amigo de verdad".

Fazal percibe la relación como "una experiencia en cierto grado espiritual para ambos. Al leer la correspondencia que mantuvieron, se ve que, aprendiendo urdú, Victoria empezó a pensar acerca de Dios de muchas formas".

"En cuanto a la importancia de la faceta física, hay que decir que darse la mano ya significaba mucho. Hablamos de una relación única, de una intimidad y confianza que van mucho más allá del componente físico".

Aunque Abdul se hizo íntimo de una monarca que, en muchos sentidos, era el faro de sus compatriotas, los cineastas han sabido mostrar otro punto de vista a través de su camarada Mohammed. Akhtar nos comenta: "Habrá quien diga que Abdul es demasiado positivo y optimista. Luego está mi personaje, que está en el extremo opuesto: Mohammed es un poco cascarrabias y negativo. Ocupan lados antagónicos de un espectro; todos hemos pasado por esos extremos, cuando en realidad deberíamos apostar por una posición mas intermedia".

"Cuando leí en el guión el discurso que Mohammed les da a Bertie y a Sir Henry, supe que había motivos para hacer esta película; brinda un trasfondo al viaje que muchos países emprendieron para independizarse del Imperio Británico".

Frears señala: "Victoria nunca fue a la India porque había una fetua o decreto religioso contra ella; le otorgaron el título de Emperatriz en 1858 tras lo que los británicos calificaron de motín, pero que en India se consideró una revuelta".

"Abdul prefiere quedarse con lo bueno. Se entrega a una aventura donde no hay problemas a la vista".

Pero claro, sí que los hubo: la corte de Victoria -amigos, familiares, empleados, su séquito- cierran filas para oponerse total y fervorosamente a Abdul y a su relación con la reina. Frears dice: "El punto de partida son los prejuicios raciales y la intolerancia, pero su absoluta intromisión se debía también a que tenían algo que proteger, y veían a Abdul como una amenaza. El propio subcontinente indio suponía una amenaza para el Imperio Británico, así que se intentaba mantener bajo control. Y lo hacían precisamente los miembros de la clase social que también rodeaban a Victoria".

"Fue algo que disfrutamos especialmente haciendo la película; no por esa intransigencia tan horrible en sí, sino porque contábamos con actores ingleses con especial habilidad para transmitir el humor de las opiniones y reacciones".

Los directores de casting Leo Davis y Lissy Holm reunieron a reconocidos intérpretes para conferir relieve y peso al conflicto doméstico. Kidron señala: "¿Quién no va a querer salir en una película con Judi Dench? Además, Stephen da a los actores mucha libertad para crear un personaje, así que todos los adoran. El reparto respondió al guión y a la perspectiva de explorar sus pormenores. Tuvimos la suerte de poder elegir a nuestros actores de entre los mejores".

Paul Higgins, que interpreta al Dr. Reid, analiza la experiencia: "La corona necesitaba desesperadamente que la Reina fuese popular y que todos la percibiesen como una persona cuerda. Temían, de lo contrario, que el nuevo siglo se llevase por delante todo lo establecido. El círculo doméstico de Victoria no trataba a Abdul como un igual, y se reunían para tramar qué podían hacer ante semejante situación".

Kidron añade: "La película tiene el deber de explorar la cultura de la época, que era abiertamente racista. Pero las partes que más me gustan son aquellas en las que los personajes tratan ganar cierta posición y el favor de la corte. Está claro que no podemos saber exactamente lo pasó a puerta cerrada hace ciento cincuenta años, así que hay que coger cada línea con pinzas. Sin embargo, lo que está claro es que Abdul trastocó el orden de las cosas. De eso no cabe la menor duda".

La actriz Fenella Woolgar contempló fotos reales de su personaje, la Srta. Phipps, y descubrió que esta dama de compañía de la corte "parecía mucho más fuerte de lo que sugiere el guión, en el todos los de la casa la intimidan. Pero tenía una escena absolutamente maravillosa en la que actuaba junto a Judi Dench, así que preferí ceñirme al guión, ¡y fue muy divertido interpretar a Phipps absolutamente aterrorizada por Victoria!".

"Las damas de compañía se pasaban gran parte del tiempo esperando en sus aposentos; sentadas, sin más, haciendo tiempo, hasta que alguien te llamara para ir a entretener a la Reina, hacer labores de secretaria o cuidar de los niños. Renunciabas a tu libertad".

Otro miembro verídico de la corte de Victoria fue su ayudante Alick Yorke, representado en LA REINA VICTORIA Y ABDUL por Julian Wadham. El actor relata: "Investigué la figura de Alick. Era homosexual, muy ostentosamente. La famosa expresión de la Reina Victoria de 'No tiene gracia' precisamente iba dirigida a Alick; se estaba riendo escandalosamente de una historia inapropiada de un dignatario extranjero y la Reina Victoria se le acercó para preguntarle de qué se reía. Alick se vio obligado a repetir la historia, y fue entonces cuando se llevó esa réplica".

"El guión conecta con la obsesión de Gran Bretaña con la familia real. Me imagino que la reacción del círculo doméstico ante Abdul fue incluso más intensa en la vida real, porque nosotros intentamos resaltar lo cómico; cuando filmamos las reuniones estratégicas con toda esa gente apiñada en una sala fue divertidísimo".

Olivia Williams, ganadora de un Premio del Cine Independiente Británico fue la elegida para interpretar a Lady Churchill. Pero su personaje es, como la actriz revela, "un amalgama de dos mujeres reales, una de las cuales sí que es la madre de Winston Churchill. Actué poniéndole un poco de cada una, y lo disfruté muchísimo".

"Mi personaje es una hipócrita. Vive una vida poco convencional, y aun así desaprueba con mucha vehemencia cuando otros hacen lo mismo. Un mundo tan miserable y pobre, profundamente regido por las convenciones, no puede ver con buenos ojos una amistad tan bonita y apasionada".

Uno de los más fervientes detractores de la creciente relación entre Abdul y la Reina es su hijo Bertie, Príncipe de Gales, que era el siguiente en la línea sucesoria y acabaría siendo Eduardo VII. Eddie Izzard, elegido para el papel, nos subraya: "Bertie tenía privilegios jerárquicos, pero como Victoria lo mantenía alejado de la política, intentaba ganar notoriedad siempre que podía. Durante la mayor parte de sus vidas, no se llevaron bien".

"Tenía un apetito y unos deseos carnales insaciables, porque era infeliz. Intenté transmitir esa tristeza. Eso sí, más te valía no cruzarte en su camino".

Compartiendo escenas con Judi Dench y los actores que conforman la corte de la Reina, el ganador de un Premio BAFTA Tim Pigott-Smith (La joya de la corona) da vida a Sir Henry Ponsonby, secretario personal de la soberana durante muchos años. Finalmente, este papel resultó ser una de sus últimas interpretaciones, y LA REINA VICTORIA Y ABDUL incluye una dedicatoria al fallecido actor.

El rodaje se puso en marcha en septiembre de 2016. En cuanto todo arrancó, Kidron descubrió que "Stephen Frears lidera desde el frente. Puedes sentirlo en el set, volcando toda su energía y alegría en cada toma, cosa que ayudó mucho a dar forma a la película. Queríamos el humor y la emoción que le imprimía a la historia; desde el primer momento vimos que no iba a ser la típica película de época laboriosa".

Para potenciar aún más el dinamismo de la trama, Hall incluyó deliberadamente en el guión un itinerario de localizaciones. Nos cuenta: "Primero, comenzamos en la India con Abdul y Mohammed, luego vamos al Castillo de Windsor y después a Escocia. Hay una pequeña visita a Florencia y, a continuación, el grueso de la historia se desarrolla en el Castillo de Osborne, que era la residencia familiar costera de Victoria. Cada enclave tiene una arquitectura completamente distinta y transmite sensaciones diferentes".

"Fue un regalo para mí disfrutar de cuatro actos que tienen lugar en ubicaciones muy reales y distintivas. Me encantó la idea de pasar del gótico oscuro de Windsor al estilo casi mediterráneo de Osborne. Plasma el viaje emocional de Victoria, que se refleja en cada uno de los lugares".

La localización de las Tierras Altas de Escocia es crucial, según nos explica el guionista, porque "ese viaje a Escocia es, al principio, bastante arduo. Hace un tiempo terrible y todo parece deprimente, pero, pese a todo, es el punto de inflexión de LA REINA VICTORIA Y ABDUL, cuando la soberana siente que una luz ilumina su vida".

"Esas escenas son maravillosas; vemos la cara de Abdul cuando contempla por primera vez el paisaje de las Tierras Altas y lo asombrado y feliz que se siente. Por aquel entonces, un viaje de esas características debía de ser muy poco común, y la compañía de la Reina lo haría aún más extraordinario".

Es en Escocia precisamente cuando la historia de Victoria con John Brown sale a la palestra e intensifica su vínculo con Abdul. Hall nos explica: "Glassalt Shiel era una pequeña residencia privada de la Reina a la que esta se retiraba para estar sola, o a veces en compañía de John Brown. Pero, tras la muerte de John, Victoria había evitado ir. Sin embargo, según se refleja en los diarios, sí que llevó a Abdul allí. Es un rincón romántico donde comparten su aprecio por el glorioso paisaje y estrechan aún más sus lazos".

"Ahí es cuando Victoria se da cuenta de lo mucho que Abdul puede enseñarle, incluido el Corán. Se siente desesperada con su vida, y Abdul le brinda un poco de esperanza, y así es como le nombra su Munshi; el joven acude a las Tierras Altas como criado y vuelve convertido en profesor de la soberana. No se conocían desde hacía mucho, pero aquello define todo lo que ocurrió luego".

Alan Macdonald, frecuente colaborador de las películas de Frears como diseñador de producción, no puede ocultar su admiración ante el hecho de que "esa pequeña casa, enclavada en un espectacular paraje junto a un lago, fuera tan reconfortante e inspiradora para la Reina Victoria. Queríamos transmitir todo aquello recreando simultáneamente sus parámetros espaciales".

Con esa finalidad, Macdonald y su equipo fueron a trabajar a otra zona de Escocia, Glen Affric, que asegura que "tiene una de las vistas más espectaculares de las Tierras Altas, y, sin duda, cuenta con el alojamiento señorial escocés del siglo XIX más bonito que existe". Tanto el reparto como el equipo técnico tuvieron que desplazarse por la región a menos de veinticinco kilómetros por hora, dados los fuertes vientos que los zarandeaban por aquellas carreteras de un único carril".

Todo el mundo se mostró de acuerdo en que el esfuerzo valió la pena. Macdonald nos cuenta: "Lo rediseñamos todo un poco, manipulando el enclave para ilustrar la intimidad y el ambiente hogareño, en contraste con la pompa y la majestad del Castillo de Windsor o Balmoral. El paisaje es tan soberbio que hace que Victoria rememore vívidamente amores pasados, convirtiéndolo en un envolvente catalizador para una de las escenas más emotivas protagonizadas por Judi".

"En mi opinión, cuando los espectadores están viendo una película, no deberían ser demasiado conscientes de los detalles. Tiene que resultar veraz; se trata, en último término, de que no estén cuestionando lo que ven, sino que se limiten a creer".

Esa veracidad alcanzó nuevas cotas en una localización que aunaba todas las exigencias: el propio Castillo de Osborne. Palaciego a la par que acogedor, Osborne era la residencia vacacional de la Reina Victoria en la Isla Wight. El Príncipe Alberto y ella lo adquirieron en 1840, pocos años después de casarse. Era, quizá, el único lugar en el que Victoria sentía que podía descansar, por lo que acudía allí varios meses al año. La grandiosa arquitectura de estilo italiano que impregna Osborne contó con la supervisión personal de Alberto.

Tanto el edificio como los terrenos del castillo, con sus espectaculares jardines, una torre con bandera y reloj, y una fuente cuya restauración pronto la devolverá a su funcionamiento, se pueden visitar y han despertado la admiración en todo el mundo. Sin embargo, sus interiores se verán por primera vez en la gran pantalla gracias a LA REINA VICTORIA Y ABDUL. El jefe de supervisión de localizaciones Adam Richards afirma: "Este ha sido el primer proyecto cinematográfico a gran escala rodado en el castillo, y hemos tenido la suerte de que el organismo responsable del patrimonio inglés, English Heritage, se mostrase receptivo a la idea de filmar aquí. Era lo que Stephen quería, porque Osborne rezuma su propio estilo y veracidad esencial".

El propio Frears lo ratifica: "Pensamos que, en vez de tener que fabricar cosas, rodando aquí tendríamos presentes todos los elementos y eso nos inspiraría a concentrarnos en las escenas y a aprovechar la magnitud de los espacios. Fueron muy generosos con nosotros, abriendo todo tipo de posibilidades para el rodaje".

Dench se mostró entusiasmada con la idea de pasar varias semanas en Osborne. Recuerda: "Fue una experiencia incomparable estar en un único lugar rodeada de magníficos actores. En cierto modo, era como si fuéramos una compañía de teatro. Nos sentábamos todos juntos en una mesa enorme que había fuera".

Higgins recuerda que el equipo también se reunía tras la jornada de rodaje en el hotel de la Isla de Wight en el que se alojaban, cerca de allí, donde "enseguida acabé viendo el programa University Challenge en la habitación de Judi con Eddie, Tim y Olivia".

De Osborne, Dench destaca: "La última vez [en Su majestad Mrs. Brown], lo máximo que nos acercamos fue a la playa privada [cerca del castillo]. Poder rodar en el mismo estudio en el que Victoria escribía..., poder mirar por la ventana y ver exactamente lo mismo que ella, los árboles y el entorno... es insuperable. Todo en Osborne fue una absoluta maravilla".

Concluido el rodaje, a Dench le propusieron formar parte de la asociación Friends of Osborne que ayuda a organizar y mantener el castillo, y no se lo pensó dos veces.

La Sala Durbar, de inspiración india, fue un encargo de la Reina Victoria al arquitecto panyabí Bhai Ram Singh para celebrar actos oficiales. En ella, puede admirarse un elaborado techo diseñado por Lockwood Kipling (padre del famoso autor Rudyard Kipling); ambos profesionales colaboraron conjuntamente en el proyecto durante un par de años. Esta exótica sala llena de elementos y regalos de la India, ofrece "un extraordinario interior que no podríamos haber recreado", explica maravillado Richards. "Si hubiera sido el único lugar de Osborne en el que nos hubieran permitido rodar, habría merecido la pena igualmente. Haber podido utilizar también otras áreas del castillo fue fantástico".

También en Osborne, Victoria ordenó la construcción de nuevos espacios en la cocina pensados para la preparación de las especias necesarias para sus almuerzos de curry. Los espectadores podrán admirar también la opulenta sala de estar amarilla con lujosas tapizados y cortinajes, así como el fastuoso Gran Corredor con baldosas decorativas.

Además de en Osborne, el rodaje se realizó en otros enclaves de patrimonio inglés en Gran Bretaña, como el Astillero Histórico de Chatham, Kent, a bordo de un navío antiguo. Doscientos extras se unieron a los actores principales Ali Fazal, Adeel Akhtar y Robin Soans para la escena en la que los visitantes indios son aleccionados sobre el protocolo real antes de desembarcar.

Soans, en su segunda película sobre la realeza a las órdenes de Frears tras La Reina, interpreta a Arthur Bigge, otro miembro verídico de la corte de Victoria. Soans señala: "Lo importante para él era la lealtad, a la soberana y al trono. Era un tipo militar, recto y eficiente".

"En el barco, con Abdul y Mohammed, les explica el fuerte sentido de la jerarquía de la que él mismo es parte integrante. Les dice que deben hacer lo que se les diga, pero todo acaba saliendo totalmente al revés... ¡y gracias a eso, tenemos una película!".

Otro enclave de patrimonio inglés, el Old Royal Naval College en el Palacio de Greenwich, fue el escenario de un momento aún más significativo: la secuencia del banquete real en el Castillo de Windsor, donde Victoria y Abdul se ven por primera vez. Con más de trescientas personas, incluidos extras, dándolo todo bajo unos techos espectaculares, Kidron no puede sino expresar "una enorme gratitud por los cocineros que prepararon platos victorianos una y otra vez para que se pudiera ver comiendo a los actores".

La estilista gastronómica Katharine Tidy confiesa: "A veces, lo que se prepara es comestible y otras veces es solo para que se vea. Hay mucha documentación sobre el periodo victoriano, así que pudimos consultar menús".

"Trabajé codo con codo con Alan Macdonald y su departamento. Contábamos con mapas a escala por anticipado que incluían dimensiones de la mesa".

Otras localizaciones de rodaje en Reino Unido incluyen Twickenham Studios, uno de los estudios favoritos del director; Knebworth House, que hizo las veces tanto de Castillo de Windsor como de Balmoral; y el National Railway Museum de York, que es la ciudad en la que reside Judi Dench. Allá donde se desplazara la producción, el curry siempre era una de las opciones de almuerzo para el reparto y el equipo técnico.

Durante el breve rodaje en West Wycombe House para la escena de Florencia, se incorporaron platos italianos al menú. Para la secuencia, Simon Callow se unió al elenco para interpretar al legendario compositor de ópera Giacomo Puccini, que actúa para Victoria y su séquito. Con docenas de velas largas ambientando el entorno, Frears y el director de fotografía Danny Cohen, nominado al Oscar, emplearon tres cámaras para capturar el evento, que culmina con un giro inesperado para Victoria.

Callow revela: "Me pareció muy emocionante que me propusieran hacer de Puccini porque sé mucho sobre él; he dirigido algunas de sus óperas y he visitado su ciudad natal Lucca, en la Toscana. Tenía que cantar un aria de Manon Lescaut, el primer gran éxito de Puccini, y aprendérmela fue un auténtico placer".

"Se trata de una licencia dramática de Lee Hall: le da una pincelada de emotividad italiana a la historia en un momento lleno de emociones para la propia Victoria. La Reina y Puccini nunca se conocieron en la vida real, y él nunca cantó en público, pero es una bonita ficción".

Nunca se consideró la idea de evitar rodar en la India. Kidron afirma: "Queríamos honrar una cultura y una historia que ha sido frecuente objeto de rechazo y banalizaciones durante el último siglo y medio. Rodar en la ciudad de Agra sirvió para enfatizar que queríamos arrojar luz sobre la historia de Abdul. Era de allí, en todos los sentidos posibles".

"Mucha gente sentirá un vínculo personal con la historia de Abdul. Es algo que se hizo evidente cuando Shrabani publicó su libro, y queríamos respetarlo en nuestro proyecto. Aunque la película adopta un tono que la convierte en una fábula, más que en una historia de tensión, queríamos transmitir con claridad en qué bando estábamos. El mundo de la corte de la Reina no es el mundo real; la auténtica realidad pertenece a Abdul".

Seaward añade: "El Taj Mahal convierte a Agra en un destino turístico, pero es un edificio emblemático para todo el país, una de las Maravillas del Mundo. Se trata de un mausoleo creado con amor, y un monumento al amor en sí mismo. En nuestra opinión, brinda el contexto perfecto para la relación entre Victoria y Abdul".

"Tuvimos la suerte de poder rodar cerca del Taj Mahal".

Al cargo tanto de los tradicionales atuendos ingleses como de las galas indias está la diseñadora de vestuario Consolata Boyle, dos veces nominada al Oscar y colaboradora clave de Stephen Frears durante los últimos veinticinco años. El director cuenta: "Admiro a Consolata por su tremenda atención a los detalles y su confianza. Para LA REINA VICTORIA Y ABDUL, tuvo que lidiar con muchos frentes, y estuvo totalmente a la altura".

Boyle señala: "Cuando quieres contar una historia del pasado, tienes que satisfacer las expectativas de la gente, investigar todo lo necesario y, una vez hechos los deberes, ya puedes lanzarte. Dentro de ciertos parámetros, puedes usar la imaginación".

"Creo que el vestuario no debería decir demasiado, sino más bien ayudar a contar la historia. La clave para crear una película es colaborar, que es uno de los motivos por los que el cine es la expresión artística más mágica y extraordinaria".

Hubo que preparar cientos de atuendos, varias docenas de ellos solo para Dench y Fazal. El departamento de Boyle consultó a menudo los registros históricos para las referencias más nimias.

Boyle nos comenta: "Tenemos a una Victoria muy oscura al principio, con muchas prendas y texturas de color negro. Pero hay un progreso en su forma de vestir. A medida que la relación entre Abdul y la Reina se intensifica, él le hace abrir los ojos a la soberana y su vestuario se adapta a ese cambio: las prendas y las tonalidades se aligeran".

"La visita a Florencia marca el cenit. Tras ese viaje, el conflicto en su círculo doméstico se hace patente y la duda acecha, lo que se refleja en la ropa, que vuelve a oscurecerse".

Las prendas de Abdul podrían parecer estrafalarias porque, tal y como Boyle explica, "Están hechas pensando en lo que hubiera sido una interpretación europea del estilo asiático en la época. Cuando llegan a Reino Unido, Abdul y Mohammed se presentan ante uno de los sastres encargados de los uniformes de la servidumbre real. ¿Cuál es el marco de referencia? Una copia de algo que los sastres hubieran visto en la National Gallery. Es un amalgama de looks: transmite cierto sabor indio, pero con un carácter decididamente europeo, con todas esas iniciales y escudos de la realeza en el frontal. Parece exótico porque es una mezcla".

Hacia el final, los trajes de Abdul son más elaborados y lujosos a medida que la confianza del personaje crece. Fazal recuerda pasar horas con el "gurú del turbante" que, según Boyle, "nos instruyó en todos los pormenores de la colocación del turbante".

Fazal señala: "Para mí, el vestuario es clave; es la espina dorsal de mi personaje. Si el vestuario es el adecuado, adelante, voy a por todas. Tengo ganada la mitad de la batalla. Algo muy trabajado en el guión de Lee es que se puede ver el crecimiento personal de los personajes a través del cambio en el vestuario, aunque no haya mucho tiempo o estén en lugares extraños".

"Cuando Abdul vuelve a Reino Unido tras viajar a su India natal, se puede percibir un cambio en su estatura, porque se siente más orgulloso de su posición en el entorno de la Reina. Ya luce todas esas medallas y lleva una espada…, e incluso ha ganado algo de peso".

Aunque algunos elementos del vestuario no eran tan visibles, se cuidó la autenticidad al detalle; los actores que llevaban chaleco se ajustaban a la moda del siglo XIX, con recios frontales de camisa debajo, no suaves y de algodón como en el siglo XXI.

Fazal añade: "Perdía la cuenta de las capas que Consolata me ponía. Se veía que disfrutaba con su trabajo, y es un auténtico genio".

Seaward cuenta: "Consolata aplica sofisticación y elegancia al modo en que perfila un personaje, y pone la misma atención a alguien del fondo de una escena que a los principales protagonistas. Su forma de insuflar vida al vestuario insufla vida a su vez a la narración, lo que la convierte en parte integrante de LA REINA VICTORIA Y ABDUL".

"De hecho, Consolata, Alan Macdonald y Danny Cohen ya forman un triunvirato tras todas las películas en las que han trabajado juntos para Stephen. Funcionan en perfecta sincronía, y es como si compartiesen un lenguaje común que imprime fuerza a la película".

En lo que respecta a su propio enfoque y visión general, Frears confiesa: "Al principio, me siento incapaz de afrontar todo el material, pero intento fiarme de mi instinto. Si le haces caso, poco a poco te va desvelando secretos. Empiezan a emerger cosas y ves todo con más claridad. Lo que acabé vislumbrando en este caso es que se trata de una historia muy divertida y tierna, pero con un cierto aspecto trágico".

La editora de montaje y ganadora de un BAFTA Melanie Ann Oliver se muestra de acuerdo. Señala: "Lo que vimos claro rápidamente era la importancia del humor. El modo en que Lee escribió el guión y cómo lo ha rodado Stephen denota valentía. Tocaba confiar en que iba a funcionar, en que todo acabaría saliendo bien".

"Fue una inmensa alegría ver la película en un pase inicial de presentación y observar cómo los espectadores captaban el humor y entendían verdaderamente el mensaje".

Kidron añade: "Pero lo que no podríamos haber previsto es lo relevante que resulta el mensaje ahora, mucho más de lo que anticipábamos cuando empezamos a trabajar en el proyecto y nos entregamos a ello".

"Cada persona puede tener su propia visión de la India e Inglaterra, o sobre Victoria y su reinado; esta es solo una historia de las muchas que se pueden contar. Nosotros hemos tratado de mostrar a la Reina Victoria como nadie la había visto antes".

Dench reflexiona: "Cuando contemplas esas estatuas enormes de Victoria, parece verdaderamente una mujer inquebrantable. Esta historia da a conocer su vulnerabilidad".