El efecto de las leyendas
Jesse Owens es un icono global. En la edad de la información la fama es cada vez más fugaz, pero el nombre del ganador de cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 sigue resonando con fuerza. Ese momento de esplendor del atleta en los Juegos alumbró al mundo entero. Han pasado 80 años y Owens es todavía uno de los pocos mitos olímpicos cuyo nombre e imagen permanecen enmarcados en nuestro patrimonio cultural.
El proyecto surge de la mano del productor Luc Dayan: después de desarrollar y producir el galardonado corto Tribute to Jesse Owens and Carl Lewis, se volcó en conseguir hacer un largo sobre Owens. El primero en unirse fue el productor Jean-Charles Lévy, seguido por el director Stephen Hopkins y, después, por un equipo internacional de renombre, algo que dice mucho del impacto y la relevancia de Owens para gente de todo el mundo.
Race, el héroe de Berlín ha contado con la colaboración de la Fundación Jesse Owens y de la familia del atleta, y es el primer largometraje dedicado al deportista. En palabras de Lévy: "Lo primero que hicimos fue contactar con las hijas de Jesse Owens y su esposa Ruth Solomon. Para nosotros era muy importante exponer nuestros objetivos y explicar la intención de la película para contar con su aprobación. Nos acompañaron durante todo el proceso de desarrollo y han sido un apoyo constante durante toda la producción".
Para escribir el guión de Race, el héroe de Berlín, Joe Shrapnel y Anna Waterhouse decidieron centrarse en los años más memorables del mítico deportista: desde su llegada a la Universidad Estatal de Ohio a los 19 años hasta sus victorias en los Juegos dos años después.
"No nos interesaba retratar toda su biografía. Pensamos que no hacía falta contarlo todo, puesto que aquella época fue tan importante que dio forma al resto de su vida", comenta Waterhouse.
"Dos horas no dan para contar todo lo que vivió Jesse Owens. Es imposible. Al poner el acento sobre lo que ocurrió entre 1934 y 1936, le vemos madurar y pasar de ser un atleta con talento a un campeón de talla mundial. El momento histórico en el que se desarrolló su hazaña también es de vital importancia. No hubiera podido ocurrir ni antes ni después, tanto por los avances tecnológicos como por el auge del fascismo en Europa", añade Hopkins.
Shrapnel y Waterhouse también quisieron salirse de las limitaciones habituales de las películas sobre figuras destacadas del deporte, para hablar de los acontecimientos sociales y políticos que marcaron aquella época. "Queríamos que el público fuera consciente de la relevancia y el peso que tuvieron los logros de Owens, y para eso había que ponerles en situación. Mucha gente no sabe que los Juegos por poco no se celebran, o se celebran sin participación estadounidense. De hecho, los Juegos de Berlín fueron los últimos en celebrarse hasta después de la Segunda Guerra Mundial. El mundo cambiaba a velocidad de vértigo", explica Shrapnel.
"Hablamos con Stephen abiertamente, y apoyó todas nuestras ideas. El esfuerzo colaborativo con el director ha sido una de las mejores experiencias de nuestra vida. Lo único que ha hecho ha sido mejorar nuestro trabajo, ha sido una gozada", recuerda Waterhouse.
"La historia de Jesse Owens es tan asombrosa y tan intensa que Joe y Anna no han tenido que añadir ni una pizca de información para hacerla más interesante. El suyo ha sido un trabajo de criba para dar con los elementos que apuntalarían la película," señala Hopkins.
Los guionistas estudiaron cientos de documentos históricos, retratos sociales y biografías políticas de la época. Todo material sobre Jesse Owens era bienvenido. "Nos demostró la relevancia y el peso de las victorias de Jesse en Berlín, tanto en el contexto deportivo como el sociopolítico mundial", dice Shrapnel.
"Con su guión, Joe y Anna han logrado hacer de Race, el héroe de Berlín una historia verdaderamente internacional", comenta la productora Kate Garwood.
"Nuestra historia parte de una relación que sería clave para Jesse, tanto en aquel momento como durante toda su vida: los entrenamientos, el respeto y la amistad que formó con Larry Snyder, el entrenador de la Universidad Estatal de Ohio. Habíamos encontrado un componente emocional que podía apoyar todo el abanico de situaciones sociales y políticas con las que tendría que lidiar. De hecho, estar constantemente expuesto a un alto nivel de exigencia le pasó factura en el terreno emocional. Le afectaba directamente el acalorado debate abierto en Estados Unidos sobre la pertinencia de boicotear los Juegos de Berlín en señal de protesta contra Hitler y la persecución de los judíos y demás grupos étnicos", revela Waterhouse.
"El filme no retrata solo el vínculo entre Owens y Snyder", añade Shrapnel. "También profundizamos en la relación profesional de Avery Brundage y Jeremiah Mahoney, del comité olímpico estadounidense.
En lo estrictamente deportivo mostramos la competitividad y el enorme respeto que se profesaban Owens y uno de sus máximos rivales, el velocista alemán Carl Luz Long, la gran esperanza aria de Hitler. Mantuvieron su amistad durante años".
Por último, Shrapnel subraya "la dinámica cambiante entre la realizadora Leni Riefenstahl y el ministro de Propaganda alemán, Joseph Goebbels, quienes representan un entorno que nada tiene que ver con el de Owens, pero que afectará aun así a su destino". "El régimen nazi veía los Juegos como su carta de presentación ante el mundo", recuerda Waterhouse. "De ahí el enorme impacto del certamen de 1936. Riefenstahl convenció a Hitler de que grabar los juegos inmortalizaría el movimiento nazi, como ya hubiera hecho en su trabajo anterior, El triunfo de la voluntad. Pero Goebbels cuestionaba sus intenciones y su relación con el dictador".
La batalla dialéctica en la que se enzarzaron Riefenstahl y Goebbels muestra el delicado equilibrio que existía entonces entre el pueblo alemán y la clase gobernante. Goebbels perdería esta batalla propagandística, en parte por las proezas de Owens, pero Riefenstahl consagró los Juegos para siempre en Olympia, su obra maestra documental rodada en dos partes. El montaje inicial del filme no incluía el metraje de Owens, y solo se restituyó por petición de Riefenstahl.
"Es evidente que Owens tiene un don insólito, que le lleva a conocer a personas extraordinarias de todo el mundo", comenta Hopkins.
"Fueron muchos los que se burlaban de él y le insultaban, tanto en EE. UU. como en el extranjero", apunta Waterhouse. "Las victorias que le había brindado a su país no acallaron las actitudes racistas que estaban a la orden del día en aquel entonces".
"Jesse luchó contra el fantasma del racismo durante toda su vida", comenta Shrapnel. "Nos pareció importante incluirlo al final del guión y no en los títulos iniciales. Esa secuencia muestra un hecho real que, desafortunadamente, le recuerda cómo era el país al que había vuelto".
Escenario mundial
Encontrar al actor que interpretara a un joven en proceso de convertirse en una leyenda no fue tarea sencilla. El casting traspasó fronteras internacionales. "Buscamos actores en el Reino Unido, EE. UU., Canadá y otros países de habla inglesa", recuerda la productora Kate Garwood. "Vimos miles de audiciones y presentaciones antes de dar con Stephan James. Le conocía de un casting anterior en el que buscábamos a un actor que diera vida a un personaje británico. Ese acento se le resiste a muchos actores, pero él lo clavaba. Resulta que también bordaba el estadounidense".
De hecho, anteriormente el canadiense James se había metido en la piel de otro héroe, activista de los derechos civiles, el congresista John Lewis de Selma. "Su casting nos impresionó un montón", comenta Garwood. "Transmitía tanta sensibilidad en las escenas que nos miramos y dijimos Ahí tenemos a nuestro Jesse Owens".
El actor admite que antes del proyecto "no conocía a fondo la historia de Jesse. Sabía quién era y más o menos lo que había conseguido, pero al empezar a rodar me di cuenta de que era mucho más que un prodigio como deportista. Race, el héroe de Berlín explica la época y las circunstancias que rodearon y marcaron su vida".
James aceptó el papel porque cree que "es importante que le contemos estas historias a las generaciones venideras, para que nunca se olviden y queden siempre en nuestra memoria. Con este personaje estoy poniendo mi granito de arena para conseguir que esto sea así".
"Jesse se enfrentó a la adversidad durante toda su vida, y siempre salió victorioso. Derribó barreras al viajar a Berlín para correr en los Juegos Olímpicos. Cambió el curso de la Historia, no solo de los récords deportivos. Los atletas que vinieron después le deben muchísimo".
James se lanzó a documentarse sobre Owens y también a entrenar a fondo, si bien ya jugaba al baloncesto y al fútbol y practicaba kickboxing y atletismo. El actor se preparó a conciencia, obsesionándose con conseguir reproducir la forma de correr y la postura del atleta. "Estaba acostumbrado a correr de una forma y me resultó bastante difícil quitarme mis manías".
Se preparó durante varios meses con un entrenador de atletismo de la universidad Georgia Tech y con el deportista canadiense Hank Palmer, que participó en los Juegos de 2008 e hizo de doble de James en algunas de las carreras, además de dar vida al hermano de Jesse, Quincy. "Llevo décadas haciendo atletismo y me he dado cuenta de que la fluidez con la que corría Jesse Owens la hemos trasladado a nuestra época con unas pequeñas variaciones a lo largo de los años. Creo que Race, el héroe de Berlín motivará a los atletas más jóvenes. Para mí ha sido un regalo poder formar parte de todo esto", comenta Palmer.
"He trabajado con Stephan preparándole para coger resistencia y poder aguantar todas las carreras que le iban a pedir durante el rodaje, puesto que había que repetir esas escenas varias veces al día. Stephen se ha lucido y creo que si siguiera entrenando podría ser un atleta bastante bueno. Se acostumbró a los ritmos y enseguida hizo suyo el método Jesse Owens".
James trabajó el lado interpretativo tanto como el físico. "Pensé que habría más vídeos y grabaciones", recuerda. "Menos mal que contamos con sus hijas y nietas para guiarnos durante toda la producción de Race, el héroe de Berlín. Gracias a ellas pude pulir la forma de hablar y los gestos de Jesse".
De hecho, al poco de empezar a rodar sintió que "se adentró en el mundo de Jesse. Los decorados, la ropa y la gente con la que trabajaba me ayudaron a sentir como que estaba viviendo la vida de Jesse. Seguía sus pasos, a veces a la carrera".
La actriz Shanice Banton, también canadiense, fue escogida para interpretar a Ruth Solomon, con quien Owens se casó y tuvo tres hijas, una de las cuales (Gloria) ya había nacido cuando se celebraron los Juegos. Según Banton, "Ruth y Jesse se conocían prácticamente de toda la vida. Su relación era muy especial. Estudié el comportamiento y la gestualidad de las mujeres de aquella época, para darle realismo a mi interpretación. Y el vestuario y el maquillaje también ayudaron mucho. Pero sentí gran afinidad con Ruth porque es muy amable y cariñosa y le da mucha importancia a la familia".
"Stephan se toma muy en serio el trabajo. Se prepara mucho cuando estamos en el plató. Sabíamos que esta era una historia muy importante, con la que teníamos que conseguir que los jóvenes tomaran conciencia de todo lo que le pasó a Jesse Owens".
El siguiente reto fue dar con el encargado de interpretar a Larry Snyder, el entrenador que hizo brillar a Owens. Snyder había renunciado a participar en los Juegos de París en 1924. La amistad entre estos dos hombres forma el pilar emocional de la película y, según Jean-Charles Lévy, representa el tema central de Race, el héroe de Berlín. "La relación entre Jesse y Larry Snyder sintetiza la lucha contra el racismo a través de la integración. Lo más sorprendente es que esta no fue una relación forzada, sino una amistad real, basada en la interacción", comenta Lévy.
"Son dos hombres de entornos muy diferentes a los que les une la pasión por el deporte", explica James. "La infancia de Larry no fue como la de Jesse. Lo único que tenían en común era el atletismo, y gracias a ella forjaron una gran amistad".
"Snyder solo tenía treinta y pico años. No es el típico entrenador que acostumbramos a ver en el cine, es decir un señor de mediana edad que lleva un rollo paternalista. La dinámica entre Larry y Jesse se parece más a la de dos hermanos", añade Garwood.
"Jason Sudeikis ha creado un personaje cercano y simpático, sin ser todo bondad. Ha sido una suerte enorme poder contar con él".
"A Jesse y Larry los unía la pasión por el deporte, y a Jason y a mí la nuestra por la interpretación, por distintas que hayan sido nuestras carreras hasta la fecha", apunta James.
Sudeikis entendió a Larry Snyder como "un hombre con mucha ambición y grandes objetivos. Había sido un atleta reconocido. Enseguida se dio cuenta del potencial de Jesse, y también identificó sus puntos débiles. Gracias a su esfuerzo, Jesse logró la forma física que necesitaba para conseguir sus objetivos y también se preparó mental y emocionalmente para enfrentarse al mundo que le rodeaba. Se convirtieron en grandes amigos y mantuvieran esa amistad durante muchos años, y eso no se da muy a menudo".
"Los logros de Jesse Owens tanto dentro como fuera de Estados Unidos son impresionantes. Es una de las grandes historias de nuestro país. Ha sido un honor haber ayudado a contarla. Sigue siendo relevante hoy en día, puesto que el mundo sigue dividido por un montón de cosas".
Owens y Snyder se centraron en lograr sus metas deportivas con entrenamiento y preparación física, pero los conflictos geopolíticos amenazaban sus esfuerzos. Como comenta el director Stephen Hopkins: "El primer escollo es la propuesta de boicot por parte del comité estadounidense para denunciar la persecución de los judíos y otras etnias por parte del régimen nazi. El polémico empresario estadounidense Avery Brundage presionaba mucho al comité olímpico, puesto que creía que había que separar deporte y política. Después de un largo enfrentamiento con miembros del comité, Brundage obtuvo una victoria por la mínima y Estados Unidos participó en los Juegos. Un hecho que cambió para siempre el curso de la historia, y la vida de Jesse".
"A día de hoy se siguen cuestionando las intenciones de Brundage, puesto que su conflicto de intereses era evidente: había firmado un lucrativo acuerdo con el ministro de Propaganda Joseph Goebbels para construir la embajada alemana en Washington. Dicho lo cual, nunca se achantó ante el alemán". Los directores de casting escogieron para el papel al oscarizado Jeremy Irons, un actor con gran experiencia en dar vida a personajes históricos complicados.
Al investigar el papel, Irons descubrió que Brundage "procedía de una familia humilde y pegó el pelotazo como constructor. También era muy deportista y defendía a capa y espada la tradición olímpica de no permitir que los atletas fueran compensados económicamente por su participación. Si bien él sí aceptó una compensación. ¿Se puede considerar una doble moral? Quizá. No he interpretado al personaje para juzgar a Brundage, sino para entender su complejidad dentro de un guión tan potente".
"A día de hoy sigue siendo una cuestión candente: ¿Habría que rechazar participar en eventos según la política del país anfitrión? Sin la persistencia de Brundage, Jesse Owens nunca hubiera podido pegarle esa bofetada a Hitler y llevarse cuatro medallas de oro. Hitler se hubiera salido con la suya si los estadounidenses no hubieran viajado a Berlín".
Jeremiah Mahoney, presidente del comité olímpico de Estados Unidos, no estaba de acuerdo con Brundage. A la hora de elegir a un actor capaz de dar la talla al interpretar la relación entre Brundage y Mahoney, se decantaron por otro actor oscarizado, William Hurt, siendo esta la primera vez que estos dos gigantes de la interpretación trabajan juntos después de décadas de carrera. Los actores contaron con tiempo para ensayar y conocerse y gracias a ello "Stephen Hopkins creó un entorno laboral muy agradable", comenta Irons.
"Stephen nos preguntaba a Jeremy y a mí qué nos parecían sus decisiones", añade Hurt. "Y eso es algo que ya no nos ocurre a menudo". El actor estudió a fondo la defensa apasionada de su personaje a favor del boicot, consciente de que "Mahoney estaba acostumbrado a lidiar con asuntos difíciles. Fue abogado y juez y miembro del Tribunal Supremo del estado de Nueva York".
"El guión reproduce casi palabra por palabra su elocuente discurso. Defendía que si fuéramos a esa edición de los Juegos Olímpicos estaríamos ratificando el mal uso del código de los Juegos Olímpicos. Muchos de los motivos que forman el ADN de los Juegos y del deporte no profesional están relacionados con el orgullo de representar a un país, y Mahoney quiso dejar claro que este tipo de honor no se puede comprar".
El conflicto entre objetivos profesionales y sentimientos patrióticos también afecta a otro de los personajes de la película, Leni Riefenstahl, a quien le acompañaría la sospecha de su complicidad con la ideología nazi durante el resto de su vida. "Al igual que hicimos con Brundage, hemos querido presentar las motivaciones, si bien en ocasiones dudosas, de Riefenstahl de una manera franca y abierta, para que el público saque sus propias conclusiones", comenta el guionista Joe Shrapnel.
Riefenstahl fue una directora pionera aplaudida por las innovaciones que introdujo en el mundo de la realización cinematográfica, y también por su habilidad para manejar a Goebbels y Hitler para conseguir su objetivo: crear uno de los documentales sobre deporte más importantes de la historia, Olympia. La directora colocó varias docenas de cámaras en distintas localizaciones del Berlin Olympiastadion, entre ellas una cámara de pista, un concepto pionero en la época. Así no se le escaparía ni un detalle.
La actriz holandesa Carice van Houten optó por "centrarme en el lado artístico de Leni. Era inteligente, ambiciosa y tenía muy buen ojo estético. Normal que no pudiera resistirse a la gran oportunidad artística y el enorme reto que supondría filmar los Juegos".
"¿Y el resto? Es imposible saber qué ocurrió en realidad ni cuánto sabía sobre las políticas de Hitler o si era consciente de lo que estaba pasando".
Sobre la pista
"Hemos buscado crear una yuxtaposición visual entre la luz y la oscuridad de la historia para retratar los triunfos y la victoria con el régimen nazi como telón de fondo", apunta la productora Kate Garwood. "Rodar en Berlín fue clave".
Aunque muchas de las escenas de Race, el héroe de Berlín que transcurren en EE. UU. se rodaron en Montreal, las escenas olímpicas sí se rodaron en Berlín, en escenarios tan míticos como el Olympiastadion, el estadio que se construyó para albergar los juegos y donde Jesse Owens logró sus medallas. El recinto todavía sigue en pie, y muy cerca hay una calle dedicada a Owens. La residencia en la que el atleta se alojó en Berlín ahora es un museo que conmemora sus logros, por lo que la producción no pudo rodar en su interior.
Las cuatro semanas de rodaje en la capital alemana añadieron "un toque de autenticidad vital que nunca hubiéramos podido recrear en un plató", comenta el director Stephen Hopkins. Stephan James cuenta que al salir a la pista desde el túnel de vestuarios del estadio olímpico se quedó de piedra. Estaba "en el mismo lugar en el que había estado Jesse. Entonces fui consciente de la importancia que tuvo ese momento para él y me impresionó muchísimo. Me recorrió un escalofrío. Pensar que él había competido allí, delante del 100.000 espectadores... Pude imaginarme lo mucho que debió de imponerle verse allí en 1936".
El director de fotografía Peter Levy lleva más de tres décadas colaborando con Hopkins y antes de empezar a rodar Race, el héroe de Berlín hablaron de cómo evitar las dificultades que encierran las películas de época. "En primer lugar, es muy importante acertar con la estética al retratar las escenas que ocurren en el pasado", comenta Levy. "Es fundamental que los decorados y el vestuario estén bien logrados, y la atmósfera de la escena y las interpretaciones han de ser realistas, para subrayar los aspectos dramáticos".
"Con una película de época, el objetivo es hacer que el espectador sienta que está viviendo aquel momento y que lo que ve en la pantalla está ocurriendo de verdad. Los personajes deben resultar naturales, los actores deben sentirse cómodos, y el público debe entender la escena además de la historia personal", explica Hopkins.
"Opté por un estilo más suave y apagado para los escenarios en EE. UU.", cuenta Levy. "Como estamos retratando la época de la Gran Depresión, minimicé la luz interior puesto que la gente se esforzaba por ahorrar mucho en electricidad. Al evitar la intensidad y utilizar tonos medios hemos conseguido darle a la película una textura muy rica y oscura".
En Alemania Levy decidió "utilizar sombras más oscuras y un estilo más gráfico. Para los Juegos Olímpicos nos basamos en el documental Olympia de Leni Riefenstahl y buscamos todavía más contraste".
Olympia se rodó en blanco y negro, por lo que el equipo del diseñador de producción David Brisbin dedicó mucho esfuerzo a dar con fotografías en color de la época. "No costó incluso encontrar fotos de objetos cotidianos. Eso nos chocó bastante, teniendo en cuenta que hoy en día ese tipo de archivos son muy fáciles de conseguir", cuenta.
"Me interesa muchísimo el lenguaje del diseño a lo largo de la historia y nos centramos en el diseño de finales de la década de 1920 y principios de 1930: desde los elementos gráficos hasta el mobiliario pasando por la arquitectura y los vehículos".
El equipo del diseñador de vestuario Mario Davignon se centró más en el estilo general de los uniformes de los atletas que en la paleta de color. "Con los Juegos de Berlín, la modernidad llegó a los uniformes. Por ejemplo, fue la primera vez que vimos cremalleras en los pantalones. David y yo hemos trabajado con nuestros equipos para darle color a una época que la gente conoce solo en blanco en negro. Tuvimos que cortarnos con el uso de los rojos y azules y asegurarnos de que los colores quedaran homogéneos".
"Tuvimos la suerte de alquilar algunos elementos originales de la época y también obtuvimos autorizaciones para reproducir algunas de las telas. Para los pantalones del equipo estadounidense nos basamos en las fotos en blanco y negro y luego investigamos para dar con los colores que se utilizaron entonces. Tuvimos que fabricar un montón de ropa porque salen muchos atletas en la pantalla. Lo más importante era siempre mantener el realismo de la época para no sacar al espectador de la película".
Gracias al meticuloso trabajo de preproducción todo el equipo iba al mismo ritmo, el de "una partitura de 1930" bromea Brisbin. Hopkins explicó a todos los departamentos los objetivos visuales y el tono que buscaban para el filme, y al construir los decorados se establecieron los parámetros que se utilizarían posteriormente para añadir efectos visuales. Partes de Manhattan, el Los Angeles Coliseum y las banderas de las universidades estadounidenses se recrearon por ordenador.
El productor Jean-Charles Lévy comenta que la producción reunió a artesanos y creativos de muchos países y que "todos los que estudiaron el tema se quedaron muy impactados por la relevancia de la hazaña histórica de Jesse".
"Esperamos que los espectadores de todo el mundo se sientan inspirados por Jesse Owens, por su generosidad y sus ideales, como nos ocurrió a nosotros con Race, el héroe de Berlín".
"Para mí esta es la historia de un hombre que mantuvo su alma intacta cuando el mundo intentaba arrebatársela", comenta Hopkins. "Le atacaban por todos los flancos, pero su heroísmo y valentía fueron más fuertes".
"Cuando hablé con sus hijas aprendí otra lección: Jesse nunca se consideró un héroe. Simplemente hizo lo que tenía que hacer. Más allá de su impresionante proeza deportiva, ese sentimiento es algo muy único".
Jesse Owens
La increíble hazaña de conquistar cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín (Alemania) de 1936 grabó para siempre el nombre de Jesse Owens en los anales de la historia mundial.
James Cleveland Owens nació en Oakville, Alabama, y se mudó a Cleveland, Ohio, a los nueve años. Una confusión en el colegió dio pie al nombre que le acompañaría el resto de su vida: una profesora entendió "Jesse" y no "J. C.", como le llamaban sus amigos, y lo apuntó así en la lista. La carrera deportiva de Owens, hijo de un aparcero y nieto de un esclavo, comenzó en Cleveland en 1928 cuando batió las marcas escolares de salto de altura y salto de longitud. En el instituto no había carrera escolar que se le resistiera y ganó tres años seguidos el campeonato estatal de Ohio. Como colofón, en el último año logró un nuevo récord mundial en salto de longitud: 7,56 metros. En el certamen interescolar nacional logró completar la Carrera de las 100 yardas en 9,4 segundos, batiendo el récord escolar e igualando el mundial. Por si eso fuera poco, también estableció una nueva marca mundial escolar para la carrera de 220 yardas.
Owens se matriculó en la Universidad Estatal de Ohio para seguir cerca de su familia y compaginó sus estudios con varios trabajos. Participó en muchas competiciones universitarias. En los campeonatos Big Ten celebrados en Ann Arbor (Michigan, EE. UU.) el 25 de mayo de 1935 volvió a igualar el récord mundial de las 100 yardas con una marca de 9,4 segundos. Participó en otras tres carreras y batió récords mundiales en todas ellas.
A la luz de los resultados, Owens se veía preparado para competir al más alto nivel. Su recompensa fue representar a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 1936 que se celebraban en la Alemania nazi, donde el dictador Adolf Hitler pretendía demostrar que los "arios" alemanes eran la raza dominante. Pero la historia de aquellos Juegos fue bien distinta: Jesse Owens se convirtió en el primer atleta estadounidense en lograr cuatro medallas de oro en el mismo certamen. Conquistó las categorías de los 100 m, 200 m, salto de longitud y relevos 4 x 100 m, donde marcó un nuevo récord mundial. En una época de segregación profundamente enraizada afirmó que la excelencia individual, y no la raza o la nacionalidad, es lo que define al ser humano. Dejó boquiabierto al planeta entero con una exhibición sin precedentes. Pasarían 48 años hasta que se superara su récord de medallas de oro en unos Juegos.
Al volver a Estados Unidos, Owens y su mujer Ruth Solomon criaron a tres hijas, Gloria, Beverly y Marlene. El deportista dedicó su vida a trabajar con jóvenes sin recursos, y fue director y consejero del Chicago Boys Club. Viajó por todo el país dando charlas para motivar a los jóvenes y participando como orador en reuniones civiles, asociaciones de padres y madres, organizaciones religiosas, hermandades y programas centrados en la historia del pueblo afroamericano y en graduaciones de institutos y universidades. Fue representante de relaciones públicas y consultor de corporaciones como el Comité olímpico de Estados Unidos.
Fue el primer afroamericano en aparecer en la televisión estadounidense en una emisión experimental de la NBC en 1936. No obstante, el presidente del país no reconoció los éxitos de Owens hasta décadas después. El error se subsanó en 1976 cuando fue invitado a la Casa Blanca para recibir el más alto honor civil: la Medalla Presidencial de la Libertad. En 1979 volvió a la Casa Blanca para recibir el Reconocimiento a "Leyenda Viva" y en 1990 le fue concedida la medalla de oro del Congreso de manera póstuma.
En EE. UU. hay colegios, calles y parques dedicados Owens, y se erigió una estatua en su honor en el Parque Fort Huntington de Cleveland. Su alma mater, la Universidad Estatal de Ohio, inauguró el Estadio Memorial Jesse Owens con pista de atletismo y le ha dedicado centros lúdicos para estudiantes y personal docente.
Jesse Owens fue un soñador que hizo realidad los sueños de otros; un orador que mantuvo la atención del mundo entero; un hombre que inspiró a millones de jóvenes de distintas generaciones; y un campeón en todos los sentidos.
Las amistades forjadas sobre la pista son el verdadero triunfo de la competición. Los premios se oxidan, los amigos no cogen polvo.
Jesse Owens (1913-1980)