En MR. HOLMES, Ian McKellen encabeza un reparto estelar en el que se incluyen Laura Linney, Hiroyuki Sanada, Hattie Morahan, Patrick Kennedy, Roger Allam, Frances de la Tour, Phil Davis y el actor novel Milo Parker. La película ha reunido a McKellen con el director Bill Condon después de su colaboración en la oscarizada Dioses y monstruos (Gods and Monsters).
Basada en la novela Un sencillo truco mental, de Mitch Cullin (Roca Editorial), MR. HOLMES plantea la existencia real de un Sherlock Holmes cuyas aventuras ha novelizado y convertido en superventas su amigo y socio, el doctor John Watson. Ya anciano y con una salud precaria, el famoso y sesudo detective se ve obligado por primera vez a enfrentarse a sus emociones ante la merma de sus facultades mentales.
Precisamente fue el tema del envejecimiento lo que llamó la atención de Bill Condon cuando la productora Anne Carey le propuso dirigir la película. En palabras de Condon: "El guión de Jeffrey Hatcher me pareció muy denso, rico y poético. La película sigue el esquema de los misterios de Sherlock Holmes, en cuanto a que hay un caso muy antiguo que el detective quiere resolver, pero en realidad trata sobre el envejecimiento y sobre el misterio de Sherlock Holmes. Ése es el misterio que resuelve en definitiva. Es un a propuesta muy sugerente: ¿quién es Sherlock Holmes si ya no posee su asombrosa agudeza mental, y quiénes somos cualquiera de nosotros en la última etapa de nuestra vida sin las cualidades que nos definen?".
Hatcher coincide con el director en que el atractivo de la historia de Mitch Cullin reside en imaginar el futuro de Holmes después de que Conan Doyle lo haga retirarse a Sussex y dedicarse al cuidado de sus abejas. Entonces se ve obligado a entablar nuevas relaciones y a adaptarse al deterioro de su mente. "Holmes siempre ha estado rodeado de personajes secundarios (la señora Hudson, el doctor Watson, su hermano Mycroft, el inspector Lestrade), pero ahora todos han muerto, y sólo queda él. Tiene que relacionarse con otras personas. Siempre pensamos que tuvo suerte de conocer a Watson, a la señora Hudson y a otras personas. Para un hombre con escasos recursos emocionales, pensar en hacer nuevas amistades resulta intimidante".
"La película retrata a un Holmes muy limitado", continúa diciendo Cullin, "que empezó a aparecer en películas de los 70, como Elemental, Dr. Freud (The Seven Percent Solution), y en libros como Naked is the Best Disguise, de Samuel Rosenberg, en los que Holmes empieza a mostrarse menos perfecto. Así que la idea de un Holmes con defectos no es nada nuevo, pero en este caso está perdiendo parte de sus facultades intelectuales, su mente no funciona con la misma agilidad, así que no sólo está luchando por relacionarse con otras personas, sino también por no perder su talento. Necesita encontrar un modo de recuperar esas habilidades, porque si no su vida no tiene sentido, no sabe por qué está retirado, no sabe por qué está con esas personas. Siente desesperación, y culpa, y soledad, porque no consigue recordar por qué no pudo resolver aquel caso treinta años atrás. Sabe que falló, pero no sabe por qué, y sin saber eso no puede seguir adelante".
La productora, Anne Carey, también se sintió atraída por los temas de la identidad y la mortalidad. "Me gusta que trate sobre el hombre real, no sobre el personaje público", dice. "Holmes es el hombre que hay detrás del mito, enfrentándose a su propio mito. También me gustó que fuera el mejor en lo suyo, un maestro de la ciencia y de la lógica y el orden; pero al final de su vida todas esas cosas no pueden proporcionarle lo que necesita, y eso es lo que acaba descubriendo. En ese sentido, su historia tiene una moraleja".
Hatcher también admiraba el diestro uso que la novela hacía de los saltos temporales, de 1919 y el misterio no resuelto que lo llevó a retirarse al presente de la película, ambientado en 1947, cuando Holmes acaba de volver de un viaje a un Japón asolado por la guerra en busca de una planta con propiedades regeneradoras. "El libro también posee este fascinante juego de saltos temporales", explica Hatcher. "Situar la historia en 1947 es un golpe de genio, porque en esa época Holmes es una especie de héroe olvidado, pero los flashbacks a 1919 nos devuelven a la época de los clásicos misterios de Holmes y Watson, y ese equilibrio se consigue con mucho estilo. Holmes es un hombre de intelecto, lo suyo es resolver problemas, y cree en la moralidad y en el bien frente al mal, por lo que no es raro pensar que el horror de Hiroshima sea el resultado del intelecto en estado puro intentando destruir al mal. Aunque no se plantee abiertamente, cuando Holmes viaja a Hiroshima es como si visitara el terreno desolado de su mente, y, en cierto modo, cuando vuelve a Inglaterra intenta reconstruir su vida y sus recuerdos. Es una forma de reconectar con sus raíces y con experiencias que han estado muy reprimidas durante años... La pregunta es: ¿cómo regresar de las cenizas y volver a conectar con la vida?"
Los cineastas también han creado momentos de fino humor, por ejemplo con las primeras representaciones en el cine de Sherlock Holmes y el doctor Watson. "En la década de los 40, Holmes sabía que era un personaje de culto", explica Hatcher. "Él se burlaba de que Watson estuviera escribiendo sus aventuras juntos, y Bill [Condon] pensó que sería gracioso que Holmes también conociera las películas sobre él, así que escribí una escena en la que va a ver una película de serie B, no muy distinta de las interpretadas por Basil Rathbone y Nigel Terry, basada en el caso que años atrás no había podido resolver. Está viendo la versión cinematográfica de sí mismo escenificando un episodio parecido al que ahora no puede recordar".
Hatcher, al igual que otros miembros del equipo creativo, recuerda con cariño la experiencia de trabajar con Condon: "Bill es una colaborador excepcional", confiesa el guionista. "Al ser guionista además de director, podría haber hecho cambios en la historia, pero ha tenido un gran respeto por el guión y por su naturaleza orgánica; es una de esas personas que hacen creer a todos los que trabajan con él que sus mejores ideas han salido de ellos mismos. También fue una suerte que tuviéramos las mismas referencias: si, por ejemplo, yo mencionaba una película de serie B de 1954, él la conocía. Bill cogió todos los cambios que había experimentado el guión a lo largo de los años y los reconceptualizó, tal y como él habría resuelto esos mismos problemas. Es cuestión en encontrar un lenguaje común entre los dos".
"Bill maneja muy bien los personajes y la historia", añade Anne Carey. "Es un cineasta seguro de sí mismo, un caballero, y esta película tenía que inclinarse emocionalmente hacia un punto al que yo sabía que él podía llegar. Consiguió un resultado más cinematográfico, transformó realmente la novela en película, y trabajar con él ha sido un proceso fascinante".
Con el guionista y el director ya fichados, y contando con la financiación y la producción de AI Films, Carey se puso en contacto con Iain Canning, de la productora británicoaustraliana SeeSaw Films. "Cuando me di cuenta de que ni el director, ni el guionista, ni la productora éramos ingleses, me puse en contacto con Iain Canning, porque admiro su forma de hacer películas, y le pedí que nos diera legitimidad británica".
"Anne y yo estábamos buscando una película en la que colaborar", recuerda Canning. "Nos habíamos conocido a través de Anton Corbijn [Anne había sido productora en El americano, y yo, productor ejecutivo en Control], así que fue muy emocionante poder trabajar en un proyecto británico con ella. Estaban muy interesados en mantener la autenticidad del proyecto, y, como nosotros somos británicos, pudimos detectar cualquier incoherencia cultural en el guión que pudiera resultar extraña. ¡Aunque no es que Jeffrey Hatcher necesitara mucha ayuda en ese sentido! A pesar de todo el fenómeno de Sherlock Holmes, nadie había contado hasta ahora una historia como ésta. La película se plantea si pudo haber una encrucijada en la que el detective podría haber llevado una vida apartada de la lógica y tender un poco más a vincularse emocionalmente con los demás. A través del misterio de un caso del pasado, acaba desentrañando el misterio de su persona. La película es original en ese sentido, en que explora al hombre y no al detective".
"Bill da un enfoque muy valiente a sus películas", continúa diciendo Canning. "Aporta un dinamismo elegante a las historias que no resulta tan evidente en el guión. Hay un punto de compasión en su forma de rodar, le interesan las emociones reales, su estilo como director da prioridad a la interpretación. Para MR. HOLMES ha reunido a los talentos con los que colaboró en Dioses y monstruos".
De hecho, uno de los elementos clave que han hecho que para Bill Condon el rodaje de MR. HOLMES haya sido un placer ha sido volver a colaborar con Ian McKellen tras el éxito de Dioses y monstruos. En ambas películas el protagonista es un anciano (el de esta película, muy célebre; el de la anterior, de fama más discreta) obligado a enfrentarse a la decrepitud de su mente y a su inminente mortalidad que encuentra consuelo en una amistad floreciente con una persona más joven, en la plenitud de sus facultades físicas y mentales. "Tras trabajar juntos en Dioses y monstruos, hace 17 años, Ian y yo siempre habíamos querido volver a colaborar, pero yo nunca había encontrado nada que pensara que mereciera la pena enviarle. Pero cuando leí este guión, me pareció que le iría como anillo al dedo, y me hizo mucha ilusión que él me llamara y me dijera que aquel era "un papel y medio"; se embarcó en el proyecto sin pensárselo dos veces, como había hecho con Dioses y monstruos. Estuvimos bromeando, recordando que él estaba entrado en los 50 cuando interpretó a James Whale al final de sus días en Dioses y monstruos, y que ahora, a los 70, iba a interpretar a Holmes a los 93. Tengo la mala costumbre de echarle siempre años encima, y decíamos que cuando Ian cumpla los 90 ya sólo le falta dar vida a Matusalén".
A McKellen le intrigó la lenta maceración de la historia. "Es un misterio, un thriller", explica el actor. "Nos encontramos con un Holmes de 93 años que vive retirado en el sur de Inglaterra, donde cuida de sus abejas y es atendido por un ama de llaves que tiene un hijo. Ése es el principio. La historia te atrapa progresivamente y se va complicando a medida que se desarrolla".
"A Holmes nunca lo han retratado como un hombre feliz", prosigue McKellen. "Aunque tiene unas cualidades envidiables, en realidad nadie quiere ser como él. Eso es en parte cierto en el caso de nuestro personaje: tiene 93 años, vive angustiado y en un retiro forzoso, autoimpuesto por él mismo. Hay unas relaciones estupendas entre los personajes principales (el ama de llaves, el médico, los inspectores de policía, los detectives y otros), y la forma en que se conocen, al más puro estilo de la narrativa de Conan Doyle, es una delicia. Es un guión muy ingenioso, y creo que lo más divertido es llegar a conocer a los personajes y qué les motiva, y ver de qué forma tan contundente y esquemática consiguen resolver entre todos el problema que hay en la mente de Sherlock".
Pero el sugerente guión no fue lo único que atrajo a McKellen: había disfrutado tanto de su experiencia en Dioses y monstruos con Bill Condon que agarró al vuelo la oportunidad de volver a colaborar con el director en su nuevo proyecto. "En cuanto Bill mencionó que tenía una guión, le dije: "¿cuándo empezamos?"", recuerda el actor entre risas. "Dioses y monstruos fue una de las mejores experiencias de mi vida, y este proyecto olía a los recuerdos que tenía de aquella película: era un periodo de rodaje corto, en un proyecto independiente y con un tema impactante. Ya era irresistible antes de abrir siquiera el guión. Y el hecho de que se rodara en Inglaterra me pareció maravilloso, porque llevaba mucho tiempo fuera".
"El talento de Bill como director es evidente cuando ves sus películas, pero cuando trabajas con él te das cuenta de que tiene un entusiasmo contagioso. No se coloca en una posición de superioridad, diciéndote lo que tienes que hacer; es muy carismático, y tremendamente inteligente, tiene una humildad natural, y eso es lo que le hace tan especial. Aunque le gusta debatir las cosas, al final las hace a su manera, porque siempre acaba resultando la mejor. Es muy persuasivo, a la vez que humilde y delicado. Tiene muchas cualidades como persona, y eso se refleja en su trabajo. Su sentido del humor es fabuloso, su risita, que siempre está presente cuando estás con él, es un reflejo de lo ridícula y divertida que ve la vida, y por eso le gusta contar historias imaginándose a la gente en distintas situaciones y en cómo saldrían de ellas".
El personaje de Sherlock Holmes nunca había sido tan célebre. Recientemente han resurgido historias, tanto en el cine como en la televisión, que se han adentrado en la complejidad emocional del personaje, con tanto éxito que Sherlock Holmes y el doctor Watson están posiblemente en su momento de máxima popularidad en todo el mundo. A McKellen no le sorprende: "La gente siente curiosidad por la vida privada de los detectives. Aunque fue Conan Doyle quien empezó, Agatha Christie siguió con Miss Marple y Hércules Poirot. Se han escrito multitud de libros sobre los detectives y sus problemas personales, que no siempre se corresponden con su imagen pública. Esto es especialmente cierto en el caso de Sherlock Holmes, y creo que por eso la gente no pierde nunca el interés por él".
El hecho de que la historia presentara a Holmes como un personaje real cuyas aventuras habían sido novelizadas por su ya difunto amigo el doctor Watson fue una idea que a McKellen le resultó divertida, y que le permitía tanto a él como a los creadores de la película jugar con la imagen de Holmes. "El auténtico Sherlock Holmes que vemos no es como el personaje ficticio sobre el que escribió Watson", explica. "En nuestra película, él se queja de que el personaje de Sherlock que existe en el imaginario popular creado por su amigo es una vergüenza, una distracción y una molestia. Siendo ése el caso, habría sido una negligencia darle una imagen fácilmente reconocible: nuestro Holmes afirma que nunca ha llevado un gorro con orejeras y que no le entusiasma fumar en pipa. No nos molestamos en buscar imágenes que el público ya conociera, porque no provienen de los libros, sino de las ilustraciones. Yo podía tener cualquier aspecto: podía ser calvo, rechoncho, fumar cigarrillos, mascar chicle... Holmes tiene una fama que va con un tipo de imagen, y esa es la imagen de la integridad y la inteligencia, es algo más bien interno que externo".
Al actor también le sedujo la idea de interpretar a Sherlock a una edad tan avanzada. "Me gustó que el personaje tuviera 93 años, porque no hay muchas películas memorables que traten sobre la vida de un anciano", explica. "A mi edad, es inevitable que me interese lo que representa la ancianidad, qué se siente al sobrevivir a tus amigos e intentar hacer amigos nuevos, al intentar comprender un mundo que muchas veces te resulta tan extraño. Holmes no vive en un mundo de fantasía, sino en uno muy real, y eso me resulta muy interesante, porque la película se desarrolla en el año 1947, cuando yo tenía 6 o 7 años, y él es una persona a la que yo podría haber conocido".
"Parte del encanto de la película es que ves al personaje en dos edades distintas, y él es una persona muy distinta en ambas. También ves el mundo como era entonces, y cómo era para los personajes, pero también ves un mundo ficticio: es un recurso narrativo estupendo, y al final se atan todos los cabos para resolver el misterio en torno al cual gira la película".
Según Condon, el hecho de que McKellen diera vida al protagonista de la película enriqueció muchos de sus aspectos: "Es una película compleja y delicada, y ,con Ian McKellen en su centro, resulta un estudio del último estadio de la vida. Cuando se pierden facultades, las cosas se colocan en su sitio, y, si te dan la oportunidad de superar tus limitaciones, encuentras la forma de hacer algo nuevo con tu vida. Ian es un icono interpretando a otro icono. Es un actor muy inteligente, y verlo trabajar ha sido muy satisfactorio".
Comparten reparto con McKellen Laura Linney, en el papel de la señora Munro, el ama de llaves, y el actor novel Milo Parker, en el papel de su hijo Roger.
"La señora Munro lleva poco tiempo trabajando para Sherlock Holmes, pero el suficiente como para saber algo acerca de él", dice Linney. "Es viuda, y tiene un hijo. La película está ambientada en una época muy concreta, en la Inglaterra de la posguerra, cuando los padres y los hijos se relacionaban de una manera distinta a como lo hacen ahora. Ella aún está de duelo, sigue traumatizada por la guerra y por el coste que ha tenido para su país y para su familia, así que están todos lamiéndose las heridas. Roger apenas recuerda a su padre, al que mataron en la guerra, y su madre lo ha protegido del mundo todo lo que ha podido. Pero al convivir en una casa con este anciano tan intimidante, la curiosidad se apodera de él, y ambos comienzan a relacionarse a su manera".
Linney es fan de Holmes desde hace mucho tiempo. "Me enamoré de Sherlock Holmes y de su mundo cuando tenía unos once o doce años, con las películas de Basil Rathbone", reconoce la actriz. "Eso me llevó a leer a Conan Doyle. ¡Hasta tenía una sudadera con Sherlock Holmes en la espalda! Era un ratón de biblioteca. Holmes es un genio del misterio, y su mente funciona de una forma muy particular que todos admiramos, y creo que a todos nos gustaría ser tan perspicaces, percatarnos de las cosas tan rápido como él. Es un hombre solitario, elegante, atractivo, fascinante, brillante, musical, un soltero atormentado... ¡un cóctel explosivo!"
Al igual que le sucedió a McKellen, a Linney le atrajo la idea de explorar a Holmes en el ocaso de su vida. "Lo que me gusta de esta película es que toma a un personaje heroico y lo contempla en la última etapa de su vida, cuando se le escapan un poco las cosas y tiene sus facultades mentales mermadas, es consciente de lo que está perdiendo, se da cuenta del paso del tiempo, siente nostalgia, está obsesionado con el pasado, y al mismo tiempo conserva su curiosidad", explica la actriz. "Resulta interesante analizar a alguien que ha sido tan poderoso cuando ya no está en su plenitud".
La idea de trabajar con Ian McKellen era demasiado atractiva como rechazarla. "Ian y yo tenemos un amigo en común, Armistead Maupin [autor de Historias de San Francisco], por lo que siempre he sentido una conexión especial con Ian, como si fuera un familiar lejano. Me ha encantado trabajar con él", confiesa la actriz.
La profundidad emocional de Linney impresionó a la productora Anne Carey. "Yo había tenido la suerte de trabajar con Laura Linney antes, en el telefilme El crimen de Laramie y en el largometraje La familia Savages. Es una actriz muy valiente, y pone mucha pasión y grandes dosis de empatía en cada personaje que interpreta. Ha sido un auténtico privilegio ver a Laura, Bill e Ian McKellen encontrar el alma de esta película en la relación entre Holmes y la señora Munro. Laura es una gran seguidora de Holmes desde niña, y fue una fantástica aportación que trasladara todo ese entusiasmo al rodaje cada día".
El tercer personaje de este triángulo es Roger, el hijo de la señora Munro, de 10 años, que pronto se convierte en una ayuda indispensable para Holmes, con la consiguiente preocupación de su madre. Encontrar a un chico que pudiera interpretar a Roger fue el mayor reto al que se enfrentó Bill Condon. "La película es un triángulo entre él y los personajes de Laura e Ian, por lo que gran parte del resultado dependía de la química que hubiera entre ellos. Roger está loco por Holmes, quiere ser como él. Milo Parker tiene un talento innato, y eso es lo que esperas en un actor tan joven, pero también está muy seguro de sí mismo. Lo único que me preocupaba era que le costara reflejar todo el dolor y la pérdida que había sufrido Roger, pero estuvo colosal".
Sin duda, la joven estrella impresionó a sus compañeros: "Milo tiene mucha chispa, y es un chico muy dulce y bueno", comenta Linney. "Me impresionó mucho, porque, con sólo diez años, llegaba todos los días al rodaje completamente preparado y armado de paciencia, aceptaba la enorme cantidad de sugerencias que le hacía la gente, y las asimilaba muy rápido. Ha sido un verdadero placer trabajar con él".
"Al principio, Holmes ignora a la señora Munro y a Roger y es bastante egoísta, no los ve como amigos", dice McKellen. "Pero es su relación con Roger la que permite que se entable una amistad entre él y la señora Munro, y los tres acaban convirtiéndose en una especie de familia. Si hay algún doctor Watson en la película, tiene diez años: un niño que ha conocido a Holmes por los libros, que se siente intrigado por su estilo detectivesco y su olfato, y ahora resulta que lo ha conocido de verdad. Al principio obtiene una respuesta muy seca por parte del anciano, que no quiere que nadie se entrometa en su vida, y esa es parte de la historia, la forma en que cambian esas relaciones".
"Milo tenía el ánimo propio de los jóvenes", sigue diciendo McKellen. "Además, tiene un rostro poco convencional y unos ojos maravillosamente expresivos. No tenía miedo de la cámara, ni de hacer exactamente lo que el director le pedía y cuando era necesario".
Anne Carey añade: "La historia de Roger tiene dos caras: por un lado está el muchacho que se enriquece con todo lo que puede aprender de Holmes, y por otro está el aspecto emocional, el de un chico necesitado de una figura paterna. En Milo lo hemos encontrado todo. Es un chico joven con un alma vieja, por lo que hemos podido disfrutar de estas dos facetas. No es ni demasiado adorable ni demasiado atrevido, es simplemente perfecto, y con Laura e Ian la relación fue de igual a igual, algo difícil de encontrar en alguien de su edad".
Trabajar con estos tres actores fue el mayor placer para el director Bill Condon. "Fue muy emocionante volver a trabajar con Ian, pero también con Laura. Es la cuarta vez que colaboro con ella, y no sólo porque me encanta trabajar con ella, sino porque en cada una de las películas, después de leer el guión hacía una lista de actrices y allí estaba ella siempre, encabezándola".
Completando el reparto están algunos de los mejores actores británicos, como Roger Allam, Frances de la Tour, Hattie Morahan, Patrick Kennedy y Phil Davis, así como la estrella japonesa Hiroyuki Sanada. A Ian McKellen no le sorprendió la calidad de los actores secundarios: "Cuando tienes un prestigio como el de Bill, los mejores quieren trabajar contigo. Hay un papel pequeño para Frances Barber, que quería trabajar en una película de Bill Condon, así como para Nicholas Rowe, que trabajó en El secreto de la pirámide. Roger, Frances, Hattie, Patrick, Phil... son actores con unas carreras impresionantes que lo dejaron todo para venir a rodar unos días con Bill".
Uno de los personajes clave es Ann Kelmot, la mujer atormentada que protagonizó el misterioso caso que hizo retirarse a Holmes 30 años antes de la fecha en la que está ambientada la película. "Si hubiera algún modelo para el personaje de Ann, sería Kim Novak en De entre los muertos (Vertigo)", dice Bill Condon. "Ann es el fantasma que ronda toda la película, ha dejado en Holmes una huella imborrable, y, aunque sólo aparece en una escena, tiene que dejar la misma huella en los espectadores. Anne Carey había visto Casa de muñecas en Nueva York, y cuando yo vi a Hattie Morahan, supe que era ella. Es una actriz prodigiosa en la cúspide de la fama; creo que la vamos a ver muchas más veces a partir de ahora".
La productora Anne Carey coincide con él: "Encontrar a Hattie Morahan fue gran golpe de suerte. Queríamos a alguien con un aire enigmático para interpretar a esa misteriosa mujer que obligó a Holmes a retirarse y que tuvo un efecto tan grande en su vida. Fui a ver Casa de muñecas, y Hattie hizo una interpretación memorable, muy emotiva. Le dije a Bill que tenía que verla. Es genial cuando pasan cosas así: puedes buscar y buscar, y de repente aparece la persona perfecta, y queda fantástica en la película".
Junto al reparto británico, aparece también el actor japonés Hiroyuki Sanada, más conocido por el público de la gran pantalla por sus papeles de acción, pero cuya interpretación en El rey Lear con la Royal Shakespeare Company en 1999 y 2000 le valió la distinción de Miembro de la Orden del Imperio Británico (MBE). "El personaje de Umezaki es japonés, pero fue criado por una persona anglófila, por lo que necesitábamos un actor que se sintiera muy cómodo hablando inglés", explica Condon. "A mí me preocupaba que fuera un papel demasiado pequeño para Hiro, pero le iba como anillo al dedo. Él es un actor de formación clásica, pero eso no siempre se refleja en las películas americanas. Fue un placer ver lo bien que se entendió con Ian desde el principio, el respeto que había entre los dos, y algunas de esas escenas representan un trabajo finísimo por parte de Hiro".
"Conseguimos al mejor actor japonés para el papel", dice McKellen. "Hiro aportó muchos detalles de su propia experiencia y de su cultura, y yo me sentí en todo momento como si estuviera con el verdadero Umezaki, y no con un actor que lo interpretaba. Fue un valor añadido, porque aportó unos modales muy auténticos a la película".
Con el reparto ya decidido, el rodaje comenzó en julio de 2014 en el este de Londres y en Sussex. El equipo técnico estaba encabezado por el director de fotografía Tobias Schliessler, el diseñador de producción Martin Childs, el diseñador de vestuario Keith Madden y los diseñadores de maquillaje Dave y Lou Elsey. La composición musical corrió a cargo de Carter Burwell.
Encontrar las localizaciones resultó muy difícil para el equipo, en parte porque Bill Condon tenía mucho interés en transmitir al espectador esa tensión de un detective persiguiendo a un villano a medida que Holmes desvela el intrincado misterio sobre el que gira la película, y en parte porque el equipo quería usar unas localizaciones que no resultaran familiares a los espectadores. Por eso, las localizaciones de Londres eran clave, y, tras una búsqueda que se prolongó durante varios meses, el equipo encontró una finca a las afueras de Rye, cerca de la costa de Sussex, que serviría de localización principal para la casa de Holmes.
"Siempre es un reto encontrar una localización en el Reino Unido que no resulte conocida de otras películas, y encontramos algunos lugares fantásticos no sólo para Londres, sino también para la casa de Holmes a las afueras de Rye", añade el productor Iain Canning. "En el vestuario y el diseño, Martin Childs ha creado una cronología vital para Holmes que aporta coherencia entre las distintas épocas de la película. Por ejemplo, hay una silla que aparece en ambas épocas. Cuanto más envejece Holmes, más viejo se vuelve su mundo: sus muebles, su casa, todo su entorno envejece con él".
"Había decenas y decenas de localizaciones, y pensé que hacía falta transmitir la sensación de que Holmes estaba rastreando a su presa", explica Condon. "Son escenas que duran unos quince segundos, pero fue difícil rodarlas, porque había que ir de una librería a una farmacia, y luego a un salón de té, y todos esos sitios estaban a varios cientos de metros de distancia entre sí".
Pero no fueron sólo los retos logísticos los que pusieron a prueba el talento del director de fotografía Tobias Schliessler. Schliessler, más conocido por su agilidad en películas de acción estadounidenses, como Battleship o Asalto al tren Pelham 123 (The Taking of Pelham 123), tuvo que recalibrar su mentalidad creativa. "Tobias es un director de fotografía muy dinámico y vanguardista, y esta película tenía un corte más clásico", explica Condon. "Cuentan más la composición y la luz que el movimiento de la cámara. Él llevaba años queriendo trabajar en un proyecto más íntimo y pequeño, más centrado en los personajes, pero hasta ahora no había tenido la oportunidad. Es un director de fotografía brillante, y fue increíble verlo centrarse en este tipo de cosas. Recuerdo la escena del hospital con Ian y Laura sentados contra una pared. Tobias dice que es su escena favorita de todas las que ha rodado nunca. Era puramente un trabajo de composición y de luz".
Para Condon, uno de los placeres de rodar esta película fue trabajar con Martin Childs, cuyo entusiasmo por las películas de la época dorada de Hollywood en general y las de Hitchcock en particular aportó un marco visual muy estético a la película. Con estos puntos de referencia, Childs pudo añadir a sus diseños toques de otras películas anteriores.
"Baker Street es casi un rito de iniciación para cualquier director de fotografía", afirma Condon, "y nos pareció divertido jugar con sus representaciones en el celuloide, así que hay dos Baker Streets, la versión hollywoodiense de 1940 imaginada por John Watson en sus libros, y la versión "real", enfrente del número 221B de Baker Street. Martin la llenó con detalles de los casos de la carrera de Holmes y la convirtió en un auténtico homenaje a la calle que se describe en los relatos de Conan Doyle".
Los cineastas llevaron ese homenaje aún más lejos, incluyendo una escena en la que Holmes va al cine a ver una película basada en los libros de Watson. En la película que ve, Sherlock Holmes y la Dama de Gris, aparecen personajes que ya hemos visto en la película, como por ejemplo la muy teatral Madame Schirmer, interpretada en la película por Frances de la Tour, y en la película dentro de la película por Frances Barber, que fue capaz de aportar a su imponente personaje una dosis aún mayor de melodrama hollywoodiense. En un guiño a El secreto de la pirámide (Young Sherlock Holmes), Condon eligió al protagonista de este filme, Nicholas Rowe, para interpretar a Holmes en la película dentro de la película. "Fue nuestro homenaje a las películas de Rathbone, y a Martin, que es un gran cinéfilo, le pareció muy divertido", dice el director. "Es evocador, y muy bonito, y me lo pasé en grande con los cortes entre la película y el Holmes de Ian chasqueando la lengua y mirando con desdén la interpretación de Nicholas".
La contribución tanto de Martin Childs como de Tobias Schliesser no pasaron desapercibidas para los actores. McKellen declara: "Tobias creó una Inglaterra sherlockiana que todos podemos reconocer, llena de nostalgia, luz y oscuridad, lo mejor de Inglaterra. El trabajo de Martin es insuperable, el nivel de detalle de los decorados es espectacular, todo lo que ves tiene el aspecto que debería tener. La localización de la residencia de Holmes, en una colina de South Downs con vistas al mar, es exquisita. Fue un placer acudir allí cada día con aquel paisaje. Yo llevaba sin rodar una película en Londres y sus alrededores desde Ricardo III, a mediados de los 90, y ha sido un verdadero placer".
A Laura Linney también le impresionó la ambientación de la película. "Es casi como si la localización de Rye fuera la que habían imaginado el autor de la novela y el guionista, de tan perfecta que era. Era preciosa, excéntrica, armoniosa y perfectamente envejecida. Y la localización de Seaford, para las escenas de los acantilados, es uno de los lugares más espectaculares y hermosos en los que he actuado. Rodar allí fue algo muy especial, y espero que quede grabado en mi mente durante mucho tiempo".
En lo que respecta al vestuario y al maquillaje, Ian McKellen tenía las ideas muy claras sobre su personaje. "Estaba convencido de que Sherlock habría sido delgado toda su vida", explica el actor. "Yo quería un aspecto ascético, neurótico, el de alguien preocupado por su imagen pero que no es la estampa de un hombre sano: un aspecto macilento, delgado, huesudo, con un traje que le viene grande. El diseñador de vestuario, Keith Madden, lo estudió con detenimiento y encontró ropa de la época en la que está ambientada la película, que luego copió y modificó. Como actor, te sientes muy reconfortado cuando te ajustas el sombrero, el cuello y la corbata, y cuando ves el trabajo del puño del bastón; todo esto ayuda al actor a creer que está en el mundo donde se supone que está".
El meticuloso trabajo de documentación y el detallismo de Madden causó impresión en los actores. "Keith Madden estuvo fantástico, las pruebas de vestuario fueron las mejores que he tenido nunca", afirma Linney. "El vestuario era sencillo, preciso, muy elegantemente escogido por su realismo, su textura, su color, sus matices, su corte y por la forma en que encajaba en ese universo. Esas cosas ayudan muchísimo".
La productora Anne Carey añade: "El trabajo de Keith Madden fue espectacular. A Bill y a mí nos pareció perfecto desde nuestra primera reunión, y Bill sabía que Ian se llevaría bien con él, cosa que evidentemente era muy importante. Keith tiene un ojo increíble, y su trabajo es precioso. Lo mismo puede decirse de Martin Childs, que ha aportado un gusto muy selecto, y es que las películas de época son algo natural para los creativos ingleses".
Uno de los mayores retos creativos fue que la película estuviera ambientada en dos periodos históricos diferentes, 1919 y 1947. Condon colaboró con los maquilladores Dave y Lou Elsey para crear el aspecto de Holmes en ambas épocas. "Nos inclinamos por un look realista", comenta Condon. "No queríamos que distrajera la atención, puesto que es una película en la que estás muy pendiente de Ian y debes creértelo. Dave Elsey, que es un fan de Sherlock, fue quien creó la nariz. Nos exprimimos el cerebro para que Ian, que está entre ambas edades de Sherlock en la película, pareciera más joven y más viejo de lo que realmente es, y para que, dentro de esos parámetros, no tuviera que pasar horas en la silla de maquillaje. Ian los retó a batir el tiempo de maquillaje de Gandalf, que por la época de la sexta película se había reducido a 45 minutos. ¡Y Dave mejoró ese tiempo una y otra vez!"
Y el resultado no sólo fue rápido, sino también impecable. "Con la entonación de la voz podía sugerir la edad hasta cierto punto. Así no necesitaba parecerme al personaje, sino ser el personaje, que es más interesante", afirma McKellen.
El elemento final de la producción era la banda sonora. Carter Burwell, colaborador de Condon desde hace mucho tiempo, se unió al equipo como compositor. Su fuerte, en palabras de Condon, es su empatía emocional. "Siempre he descrito a Carter como el mejor amigo del actor, porque tiene la habilidad de indagar en lo que ocurre bajo la superficie y hacerlo aflorar", asegura el director. "Ian describió esta banda sonora como afligida, y creo que es una buena descripción. Carter no te dice lo que tienes que sentir, se limita a recordarte lo que ya estás sintiendo. También consigue unir los puntos que conforman la historia, una historia que transcurre en muchos niveles distintos, en épocas distintas y en culturas distintas. Por ejemplo, la instrumentación japonesa aparecerá en sitios que no son específicos de esa trama, pero que evocan el horror y la pérdida que vemos en Hiroshima. Al final la película tiene una delicadeza y unas ideas difíciles de expresar en palabras, pero espero que el público salga sintiendo esa noción de eventualidad y mortalidad que se refleja, sobre todo, en la música".
Para Condon, los distintos niveles creativos de la película, desde las actuaciones hasta el diseño, pasando por las localizaciones y la música, consiguen complementarse y fusionarse para dar vida a los complejos temas narrativos de la historia. "MR. HOLMES tiene una premisa muy sugerente", concluye. "¿Quién es Sherlock Holmes si ya no posee su asombrosa agudeza mental, y quiénes somos cualquiera de nosotros en la última etapa de nuestra vida sin las cualidades que nos definen? Es una película compleja y delicada, y ,con Ian McKellen en su centro, resulta un estudio del último estadio de la vida. Cuando se pierden facultades, las cosas se colocan en su sitio, y, si te dan la oportunidad de superar tus limitaciones, encuentras la forma de hacer algo nuevo con tu vida".
Mr. HolmesDirigida por Bill Condon