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Gett: El divorcio de Viviane Amsalem cartel reducidoGett: El divorcio de Viviane Amsalem(Gett, the trial of Viviane Amsalem)
Dirigida por Ronit Elkabetz, Shlomi Elkabetz
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Dirigida por los hermanos RONIT y SHLOMI ELKABETZ, y protagonizada por Ronit Elk Abetz, Menashe Noy, Simon Abkarian y Sasson Gabay.

Gett es una coproducción entre Israel, Francia y Alemania, que pasóŽ por la Quincena de realizadores de Cannes, y por la sección Perlas del Festival de cine de San Sebastián. Denuncia la situación de las mujeres en Israel.

"Gett" es la tercera película que los hermanos Elkabetz (Ronit y Shlomi) escriben y dirigen conjuntamente, tras 'To take a wife' (2004) y 'Los siete días' (2008). En las tres cintas aparece el personaje de Viviane Amsalem, papel que la misma Ronit Elkabetz interpreta. 'Gett' supone la conclusión final de esta trilogía sobre la emancipación femenina en Israel.


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Entrevista a Ronit y Shlomi Elkabetz

P: El título– Gett, the trial of Viviane Amsalem- anuncia un juicio; ¿cuál es el conflicto en concreto?

R: Viviane, harta de su matrimonio, abandonó hace años el domicilio conyugal, y ahora quiere un divorcio legal para no convertirse en una marginada social. Los matrimonios civiles todavía no existen en Israel; tan solo manda la ley religiosa, que estipula que únicamente el marido puede conceder el divorcio. Sin embargo, Viviane quiere recurrir al sistema judicial para lograr lo que ella considera un derecho. Elisha se lo niega tenazmente y ella lo desea con obstinación.


P: ¿Puede aplicarse este conflicto a una comunidad concreta o a un periodo concreto del pasado?

R: Hoy en día, el matrimonio de todo el mundo está gobernado por la ley religiosa, independientemente de la comunidad de la que procedan, o de si la pareja es religiosa o atea. Cuando la mujer da el “sí” bajo el palio nupcial, se la considera a partir de ese momento potencialmente privada del derecho de divorcio porque solo el marido tiene el derecho de decidirlo. La Ley otorga este indignante derecho al marido. Los rabinos argumentan que lo hacen todo para ayudar a las mujeres, pero la realidad en las restringidas vistas de los procedimientos legales es muy diferente, pues es tarea sagrada de los rabinos hacer todo lo posible para preservar el hogar judío, y son reacios a anteponer el interés personal de divorciarse a su tarea sagrada.


P: ¿Durante qué momento tiene lugar Gett?

R: En la actualidad. Dado que esta ley no ha evolucionado, la pregunta no es “cuándo”, sino “durante cuánto tiempo” se prolongará el proceso. Un tiempo precioso perdido para las mujeres, que piden el divorcio sin que parezca importarles a sus maridos, a los rabinos y a la Ley.

Este tiempo perdido solo tiene un valor para las pobres mujeres que suplican el derecho de volver a una vida normal. Esto se debe a que la mujer, mientras no esté formalmente divorciada, si vive fuera del domicilio conyugal nunca podrá formar otra familia, y los hijos que pueda tener fuera del matrimonio serán estigmatizados con el estatus de mamzer, el equivalente a bastardo, que no tiene estatus legal ni protección.

Además, esta ley prohíbe a la mujer vida social de cualquier tipo, pues se arriesgaría a ser sospechosa de haber tenido una relación con un hombre, que le impediría de por vida recibir la condición de divorciada, si el marido mantiene el rechazo al divorcio.

Una mujer que está esperando el reconocimiento de divorcio vive una especie de encarcelamiento.


P: ¿Cómo aborda el género judicial desde el punto de vista cinematográfico? ¿Cuáles fueron sus principios en el rodaje?

R: En nuestra opinión, representar un juicio plantea inevitablemente la pregunta de saber cómo se define al hombre y a la mujer a ojos de la Ley, el juzgado, e incluso cómo ve uno al otro. En consecuencia, resultó evidente que había que tomar una decisión drástica en la dirección: nunca se debía grabar desde el punto de vista del director, sino desde la perspectiva de los protagonistas. La cámara siempre está situada desde el punto de vista de uno de los personajes, que está mirando a otro. Los personajes a los que no está mirando nadie nunca aparecen en pantalla. Nosotros, los directores, no estamos contando nuestra historia imponiendo un único punto de vista, sino desde un prisma de diversos ángulos de las personas presentadas en el espacio delante de nosotros. Es un punto de vista subjetivo de un lugar que en teoría es objetivo.


P: ¿Cómo se diferencia esta de la puesta en escena de los dos capítulos anteriores de la trilogía?

R: To Take a Wife, donde el conflicto se producía entre una mujer y sí misma, utilizaba sobre todo planos cercanos; 7 Days se grabó con objetivos gran angular que abarcaban docenas de personajes en un plano, ya que Viviane se estaba enfrentando al clan familiar. En Gett, Viviane se enfrenta al estado mediante la ley aplicable. Para la puesta en escena, teníamos que recrear el espacio narrativo en el que ocurre la acción, es decir, el juzgado rabínico, de manera que se plasmara la diversidad de convicciones y emociones que se expresan y circulan dentro de este espacio cerrado. También queríamos mostrar a nuestros personajes a cara descubierta ante la Ley. Se enfrentan a una pared blanca, desprovista de todo artificio.


P: Entonces es una película sobre palabras: buena o mala fe, trucos y artimañas, testimonio, ruegos... ¿Cada uno con su verdad?

R: Desde luego. Pero también jugamos con los diferentes niveles de la lengua: profana y sagrada, comedia y tragedia.

En el juzgado, el lenguaje formal resulta extraño cuando se utiliza para hacer referencia a actos cotidianos delante del tribunal. Esta sensación de extrañeza puede parecer despectiva para los miembros de la comunidad que han acudido a este lugar a expresarse. Además, utilizamos esta distorsión para los actores, ya que el lenguaje formal jurídico les obligaba a utilizar determinados gestos bajo los que podían ocultarse.

Lo que también nos orientó mucho durante la escritura del guión y la creación de los personajes fue intentar despertar compasión. A pesar del inflexible rigor de la Ley defendido por los rabinos, que pueden parecer inhumanos, queríamos que hubiera momentos en los que mostraran algo de humanidad, en los que percibiéramos sus sentimientos de angustia y confusión, conscientes de que algún día podrían verse involucrados en una situación como esa, con sus esposas, sus hijas, sus vecinas, sus tías...


P: Ronit, ¿cómo ves a tu personaje?

R: Los rabinos tienen la misión de preservar todos los hogares judíos. Es el precepto Shalom bayit (armonía conyugal). Por lo que el deseo de esta mujer de divorciarse amenaza el orden establecido; pero al mismo tiempo amenaza a los rabinos en lo personal, ya que ellos no quieren ser cómplices en el divorcio.

Y como es una mujer, su opinión tiene menos valor que la de un hombre. No tiene ninguna capacidad de influir. Está condenada al silencio por el poder de la Ley y por aquellos que la defienden, los rabinos. Pero ella utiliza esta represión para seguir incansablemente con el proceso que todo el mundo quiere parar. Este silencio, aun siendo impuesto, muestra su fuerza interior. El concepto que inspiró el personaje de Viviane es su determinación, su paz interior, su silencio, que es el silencio de alguien que se ha preparado y ha reflexionado profundamente antes de lanzarse a las fauces del león. También es una mujer capaz de tener arranques violentos, pero sabe que si tiene una reacción violenta, por mínima que sea, perderá fuerza respecto al hombre. Si no se controla, será inmediatamente expulsada del juzgado y permanentemente desacreditada.

Ella no lucha en igualdad de condiciones con su marido Elisha, que tiene a la Ley de su parte. Aún peor: tiene el poder. Y en consecuencia actúa confiado. Sin embargo, su situación es más compleja que una mera lucha de poder: él de verdad quiere tener a Viviane a su lado.

Y eso empeora la situación de Viviane: aunque ella provoca el conflicto, concretamente porque va contra el mandamiento sagrado de preservar el hogar judío, su marido todavía quiere que mantenga el honor de ser su mujer. La voluntad y el deseo de Elisha ponen a los rabinos de su parte.


P: Uno de los puntos fuertes de las actuaciones de Ronit y Simon Abkarian son sus miradas y expresiones... Casi en la línea del cine mudo, o las películas de Hollywood de antaño de Cal Dreyer, Robert Bresson... De la misma manera son dignas de análisis las expresiones de los rabinos...

R: Esas referencias son muy importantes para nosotros, películas clásicas en las que la tensión recae en un asunto directo. Viviane quiere su libertad, que le es negada. Y se añade una complicación: el acusado del juicio es al mismo tiempo la persona que tiene el poder de emitir el veredicto. Es una situación fascinante.

Para nuestra mente, el poder del cine reside en el punto de vista. En un fotograma, el ojo primero se dirige a los ojos de los actores y actrices. Luego miramos lo que el actor está viendo. Gracias a estas perspectivas, existe película más allá del diálogo.

Estas perspectivas alternas también crean el movimiento: una metáfora que nosotros teníamos en la cabeza al empezar nuestro trabajo era que el juicio transcurriría como un partido de tenis. La cabeza del espectador giraría de izquierda a derecha, siguiendo el intercambio de golpes, hasta que uno hubiera ganado un set, perdido otro, hasta la victoria final.

Lo único que se puede hacer en una situación así es organizar una guerra de expresiones en sus ojos. Los ojos de Elisha no están exentos de sufrimiento, pero también muestran seguridad, confianza e inflexibilidad.

Al contrario que Viviane, cuya expresión abarca un abanico de sentimientos mucho más complejo. Sus ojos reflejan dolor, miedo, desesperación, voluntad y obstinación, vigilancia y muchas otras cosas que quiere mostrar, así como otras que se quiere guardar para ella.


P: En los planos del principio de la película, la heroína es invisible. Su marido y su abogado están hablando sobre ella, mientras ella queda fuera del plano. ¿Pretende esto mostrar que se le está negando la existencia?

R: Teniendo en cuenta el lenguaje visual que hemos escogido para la película, se supone que la tendríamos que ver cuando su abogado y su marido la miran. Pero para dejar clara la cuestión de su invisibilidad desde el principio, y la negación de su existencia dentro de un sistema jurídico masculino, decidimos empezar con su ausencia. Más adelante, su presencia es permanente, porque ella es la que está luchando, la que demanda, la que está siendo despreciada. Y ella es la que hace avanzar a la historia, en cada vista. Es su destino lo que se lleva a juicio. Queríamos que los espectadores la vieran por primera vez cuando le niegan el divorcio. Justo en la palabra «no». Desde ese preciso instante, frente a ese rechazo y a la negación de su ser, empieza a existir en la pantalla.

Viviane viste colores oscuros durante casi toda la película, de manera que destaque la escena en la que se viste de rojo. Una escena en la que se suelta el pelo...

En el Judaísmo, la voz y el pelo de una mujer son consideradas las armas más escandalosas de seducción. Es por eso que las mujeres no tienen derecho a cantar, y las mujeres casadas deben cubrirse la cabeza con un pañuelo o una peluca (y algunas ortodoxas, después de haberse afeitado la cabeza). En esta escena, Viviane está agotada, en parte también porque está desesperada. Hasta ese momento, nada de lo que ha hecho hace avanzar su petición. Inconscientemente, se pone un vestido rojo; color que simboliza la necesidad de ruptura, y su enorme cansancio. Ya no quiere seguir jugando a este juego. El momento en que se suelta el pelo es casi un reflejo de su estado inconsciente.

Como si, en ese momento, se estuviera dejando llevar. Soltarse el pelo delante de los rabinos es un acto de tremenda imprudencia. En el Judaísmo, el pelo de una mujer llega a compararse con sus órganos sexuales. Ella no lo hace intencionadamente, no busca provocar, pero en ese momento ya no le importa. Lleva sentada en esa silla tanto tiempo que prácticamente se ha convertido en su casa.

En la escena siguiente, la Ley y los hombres que la aplican la llaman al orden.


P: Parte de la fuerza de la película proviene de sus tonos alternativos. ¿Por qué decidió combinar tragedia, comedia, revuelta y farsa?

R: La auténtica esencia de la película es la tragedia. Lo que ocurre es absurdo y, a veces, ridículo. La comedia se produce por este contraste.

La existencia de esta ley es absurda: una ley religiosa que se aplica a todo el mundo, sea la persona religiosa o no. Es increíble que en 2014, en una supuesta sociedad democrática, una mujer pueda ser considerada propiedad de su marido. Y también hay algo absurdo en la determinación de los jueces rabinos de malgastar tiempo, alargar los debates y desquiciar a la demandante para que esta abandone, renuncie a su voluntad y así se «salve» otro hogar judío del «desastre».


P: Desde la señora Evelyne Ben Chouchan a Rachel, incluyendo la pareja de vecinos, (el marido es muy esclarecedor sobre las relaciones entre hombres y mujeres), la elección de todos los testigos es un esquema de las costumbres sociales. A veces parece que los jueces estén viendo una obra de teatro cuando interactúan con estos personajes.

R: Hay pocos escenarios legales que permitirían que un juez ordenara a un marido que concediera el divorcio a su mujer: si el marido es incapaz de proporcionarle ropa a la mujer, o cumplir sus necesidades alimentarias o sexuales. Desde esta perspectiva, los jueces citan a personas de la comunidad de la pareja y de su vecindario. Una vez citados para testificar, estas personas no pueden dejar escapar la oportunidad de hacerlo en su propio beneficio; el hermano de Viviane, su mujer, una soltera de 50 años, un amigo de la sinagoga, los vecinos: esta galería de personajes realistas aporta multitud de puntos de vista, perspectivas del exterior, de pueblos y ciudades, de sus tradiciones, de la sinagoga. Pero ¿pueden ellos dar a los jueces una razón legal válida para que ordenen a Elisha que conceda el divorcio a su mujer?


P: En la película se habla en tres idiomas: hebreo, árabe y francés. ¿Cuándo y por qué pasan los personajes de un idioma a otro?

R: La gente de Israel que viene del norte de África habla normalmente una mezcla de hebreo, árabe y francés. Algo parecido a lo que hace la gente que viene de Europa, que introduce el yidis en su lengua materna.

Este fenómeno se está extinguiendo con las nuevas generaciones. Nuestra generación rara vez utiliza otro idioma aparte del hebreo. Pero la generación de nuestros padres utilizaba árabe y francés cuando tenía que ver con su honor o sus secretos. Un idioma es un refugio. Cuando te sientes más cómodo diciendo algo en determinada lengua, te pasas a esa lengua. Eso permite cierto confort y crea intimidad entre los miembros de una familia. Cuando el hermano de Viviane va a testificar y se dirige en árabe, lo hace para suavizar el impacto que va a sentir cuando le lance reproches delante de todo el mundo. El propio Elisha es firme en cuanto al hebreo. Por supuesto que lo entiende perfectamente, pero está decidido a no utilizarlo. En primer lugar, no es capaz de expresarse con tanta soltura en hebreo como en francés, el lenguaje con el que se crio. En segundo lugar, él, como hombre devoto, cree que el hebreo es un idioma sagrado y no debería usarse en situaciones de la vida cotidiana.


P: Ronit, ¿crees que Viviane tiene prohibidos a los hombres para siempre, aparte de su ex marido?

R: Cuando Viviane acepta esta prohibición, está comprando su libertad a cambio de su propia libertad. Es un precio muy caro. Lo que ella decida hacer con su vida dependerá de su integridad y de su ética. No puedo darte una respuesta porque no sé lo que hará. Pero hay algo que me parece evidente: es una elección que muestra gran confianza en la vida. Desde su punto de vista, tomar esa decisión le abrirá todas las puertas, incluso si eso significa permanecer fiel a su hombre el resto de su vida... Es un gran éxito y una victoria, a pesar de todo. Es la victoria del espíritu, la mente sobre el cuerpo. Desde ese momento, se abre ante ella un gran abanico de posibilidades.


P: Gett, está ambientada en la realidad de la sociedad israelita, y es resultado de tu deseo de relatar esta lucha por la libertad. ¿Cuánto de tu experiencia personal está reflejado en esas situaciones y esos personajes?

R: Todos los hechos y rasgos de los personajes que utilizamos para contar la historia son creíbles. Viviane, la heroína de nuestra trilogía, está inspirada en elementos de la vida de las mujeres de nuestro equipo, así como de nuestra madre, que nunca pisó un juzgado rabínico, y nunca expresó su deseo de divorciarse, aunque quizá lo pensara.


P: En ese caso, ¿cree que estás esbozando un retrato de la sociedad israelita más que de tu familia?

R: Sí. No es solo la historia de Viviane, sino que es una metáfora de la situación de las mujeres en general, que se ven como esclavas de una “sentencia de vida”, por culpa de esta ley. En consecuencia, la película representa la condición de las mujeres en todo el mundo, en todos los lugares en los que, por el mero hecho de ser mujer, son consideradas inferiores por la Ley y por el hombre.