Con dirección y guión de Amy Berg. Narrada por Chan Marshall (Cat Power), editada por Billy McMillin, Garrett Price, y Joe Beshenkovsky, y con la música de Joel Shearer. La dirección de fotografía corre a cargo de Francesco Carrozzini. Una película producida por Alex Gibney, Amy Berg, Jeff Jampol y Katherine LeBlond, junto a Michael Kantor, Susan Lacy, Noah C. Haeussner, Stacey Offman y Michael Raimondi como productores ejecutivos. Una película dirigida por Amy Berg.
Ficha artística (Por orden de aparición)
Peter Albin, Sam Andrew, Karleen Bennett, Dick Cavett, John Byrne Cooke, David Dalton, Cornelius "Snooky" Flowers, Country Joe McDonald, Clive Davis, Melissa Etheridge, David Getz, Laura Joplin, Michael Joplin, Julius Karpen, Juliette Lewis, Alecia Moore, J Dave Moriaty, David Niehaus, DA Pennebaker, Travis Rivers, Powell St. John, Bob Weir, Jae Whitaker.
Amy Berg (guionista y directora)
Amy Berg, ganadora de un Emmy y nominada a los Óscar, es una directora de documentales que ha sido muy aclamada por la crítica.
Fue nominada a los Óscar y a los premios DGA (en la categoría de Mejor dirección de documental) por Líbranos del mal (2006). Más tarde, dirigió West of Memphis, un documental que trataba sobre el fracaso del sistema jurídico en el conocido caso de Los tres de Memphis y en el que trabajó en colaboración con los productores Peter Jackson y Fran Walsh. La película recibió el aplauso de la crítica en el Festival de Cine de Sundance, fue nominada a los BAFTA y ganó el premio a Mejor guion documental de los WGA. Sony Pictures Classics estrenó la película en otoño de 2012.
Amy también fue premiada en el Festival de Tribeca de 2014 por su primer largometraje, Every Secret Thing, que se estrenó en cines en mayo de 2015. El próximo otoño se estrenará en cines Prophet's Prey, un documental que ha realizado con la asociación de Showtime and Imagine Entertainment. Actualmente se encuentra sumergida en la producción de varias películas con su productora, Disarming Films, que en septiembre estrenará en el Festival de Venecia y en el Festival de Toronto su proyecto sobre la mítica Janis Joplin. Disarming Films es una productora que escribe y produce documentales de larga duración que tratan sobre la justicia social.
Notas de la directora (por Amy Berg)
Janis Joplin fue y sigue siendo toda una autoridad relevante en la música, una pionera del rock and roll adorada por millones de personas casi cuarenta años después de su muerte. Ver a Janis sobre el escenario continúa siendo poco menos que fascinante. Y aunque el material fuese tremendamente personal, tuvo un impacto mundial. En muchas ocasiones, la música y las letras que creó Janis estaban inspiradas en partes y fragmentos de las personas que conoció y con las que se cruzó a lo largo de su camino. Sus canciones siempre trataron sobre algo más que simplemente ella.
En esta película, se muestra cómo su música se convirtió en la manifestación absoluta de humanidad a través del rock and roll.
A pesar de la devoción y la pasión que Janis y su música suscitaron, quizá lo más sorprendente fuese lo terriblemente sola y poco querida que se sentía cuando el público se iba a casa. La música se convirtió en toda su vida y sus actuaciones le dieron una razón para seguir adelante.
Janis sigue siendo ese navío que lleva a bordo el dolor que todos compartimos; esa herida, esa voz elocuente a través de la que reconocemos y expresamos abiertamente nuestro sufrimiento. Ella nos eleva para acariciar y aceptar el sufrimiento que habita en cada uno de nosotros. Esto explica por qué sus actuaciones en directo eran tan electrizantes. Cuando Janis subía al escenario y se dejaba llevar, la alegría y el dolor que liberaba eran embriagadores. Con el todo el amor y el respeto, los cineastas exploran honesta y abiertamente este rango de emociones; desde los abismos de la tragedia y la tristeza hasta los mayores momentos de éxtasis y euforia. Janis hubiese querido que fuese exactamente así, que sintiésemos esa autenticidad.
Cuando se desgarraba la garganta con Ball and chain en el Festival de Woodstock, Janis abría su corazón maltratado para conectar con el blues de artistas como Odetta, Bessie Smith y Big Mama Thornton. Cuando canta Little Girl Blue, uno de los clásicos de los compositores Rodgers & Hart, y dice I know you're unhappy... Baby, I know just how you feel, es un lamento por todos los marginados y parias sociales que ha conocido a lo largo de su vida.
Pero nuestra película va más allá de la mágica y atormentada música de Janis, y de las oscuridades de su dolor y sufrimiento. Hemos creado también una ovación cinematográfica a su espíritu apasionado y al efecto que ha provocado en el mundo después de tantos años. Su pasión por la vida puede palparse en las numerosas fotos memorables que captaron a Janis embriagada en una carcajada. La imagen transmite tanta energía que casi se puede escuchar el tan conocido sonido de su risa. Janis tenía la férrea capacidad de dejar a un lado su dolor y, en un instante, estar lista para darlo todo. Como le dijo una vez a un periodista, su mensaje era simple: "¡Mueve el culo y empieza a sentir!"
Hablando de sentimientos, es importante saber que hemos presentado la historia de Janis desde dos perspectivas distintas. Por un lado, hemos estado junto a Janis, viviendo su día a día desde su punto de vista. Esto nos ha permitido saber quién es, cómo ve el mundo, qué es lo que la vuelve loca y lo que debe soportar para hacerlo.
Sin embargo, cuando la película muestra los conciertos nos convertimos en verdaderos fans, empapándonos del espectáculo desde la primera fila para ver la electricidad que Janis crea en el escenario. Esto hace, inevitablemente, que Janis sea como una droga para el espectador. No solo vemos el irresistible efecto que creaba en sus directos, donde Jannis deja al público aturdido, extasiado y suplicando más, sino que este plano desde la primera fila es lo más cerca que la mayoría de nosotros estará nunca de ver un directo de Janis de aquella época.
Y cuando la historia abandona el concierto para volver a la vida de Janis fuera del escenario, donde solía beber, drogarse y tener sexo para ocultar su dolor y escapar de la presión, nuestro impulso como espectadores es volver a verla sobre el escenario. Janis necesita estar en ese escenario. Actuar es lo que la salva. Es su droga en muchos sentidos.
La música hizo que Janis aceptase lo que siempre había ansiado, que actuar era su salvación. Es difícil imaginar lo terriblemente vulnerable que era fuera del escenario cuando ves la explosión de sus actuaciones. Una vez que subía al escenario, Janis se dejaba llevar por una ola de amor incondicional que nunca hubiera podido repetirse o existir fuera de él.
Por muy breve que haya sido su trayectoria, el impacto de Janis, no solo en el escenario musical sino también en la cultura, ha sido enorme. Ella era real, de carne y hueso, y con defectos. El fiel reflejo de lo que fueron los sesenta. Janis es un prisma humano a través del que pueden observarse de cerca muchos de los problemas actuales. Desde las drogas y la contracultura hasta la liberación de la mujer y el movimiento antibélico; pasando por la revolución sexual, por la cultura de la moda hippie y de los tatuajes e, incluso, por los derechos civiles. De la noche a la mañana, Janis estuvo a la vanguardia de todo.
Y, en el terreno musical, fue todo lo contrario a una inconformista. Janis fue la primera estrella de rock femenina de verdad, una irrupción sin precedentes en el mundo masculino del rock and roll. A menudo la llamaban "la mejor cantante blanca de blues de la historia". Al dejar su huella en el conmovedor sufrimiento de sus estrellas del blues, Janis se convirtió en el puente entre las mujeres que cantaban blues y las generaciones futuras de rockeras. Stevie Nicks dice que su vida cambió después de ver a Janis en directo. "Ella conectaba con el público de un modo que nunca había visto antes", recuerda Nicks. "Y cuando bajó del escenario, supe que una pequeña parte de mi destino había cambiado. Que querría encontrar esa conexión que había visto entre Janis y su público".
La valentía de Janis fue lo primero que fascinó a Kim Gordon, de los Sonic Youth. "Cuando era adolescente", rememora Gordon, "escuchaba su voz y sabía que era un ejemplo a seguir para no tener miedo de hacer algo que podía considerarse feo con el fin de crear algo totalmente original y hermoso". Gordon y Nicks no son las únicas que alaban a Janis. Su influencia se ha extendido por todo el panorama musical durante generaciones. Courtney Love, Exene Cervenka, Joan Jett, P. J. Harvey e, incluso, Grace Slick son solo algunas de las mujeres a las que inspiró durante muchos años.
Más recientemente, artistas como Joss Stone y Amy Winehouse son claras discípulas de Janis. Como dijo Pink una vez: "Tengo un gran vínculo espiritual con Janis. Siempre me he sentido extremadamente atraída por su energía, su dolor, su voz y su vida. Simplemente creo que es una de las mujeres más increíbles que ha existido nunca".
Aunque quizá muriera en 1970, Janis nunca ha desaparecido realmente del radar de la cultura pop. La película La rosa, protagonizada por Bette Midler en 1979, estaba inspirada en líneas generales en la vida de Janis. También fue Janis la que llenó salas enteras y fue muy aclamada en el musical Love de Broadway, de finales de los años noventa. Más recientemente, el programa estadounidense American Idol rindió homenaje a la versión de Janis de Cry Baby. Por otro lado, la protagonista del espectáculo llamado Janis, interpretado por una sola mujer en el Festival Fringe de Edimburgo, tuvo críticas muy buenas. Incluso hay un biopic sobre Janis, en el que se está trabajando desde hace unos años, que está atrayendo a actrices como Zooey Deschanel y Amy Adams.
Janis también ha inspirado más de una célebre canción. Desde Chelsea Hotel No. 2 de Leonard Cohen (...te reparaste a ti misma y dijiste: "Nunca le importaremos a nadie, somos feos pero nos queda la música"...), hasta Pearl de los Mamas and Papas (...este es un deseo para la chica fugitiva, esta es una oración para aquella preciosidad sureña...), pasando por In the Quiet Morning de Joan Baez (...aquella pobre chica, arrastrada por mareas de desgracias; voy a contar su historia a duras penas, ahogada en un mar de desdichas, arrojada a las vías del tren...) e, incluso, encontrando una alusión en la popular canción de Don Mclean, American Pie (...conocí a una cantante de blues y le pedí que me contara algo alegre, pero sonrió y se dio la vuelta...).
Y, luego, está su propia música. ¿Ha existido alguien que haya suscitado tanto amor y fama con solo cuatro álbumes en toda su trayectoria? Janis grabó dos álbumes con los Big Brother and Holding Company (Big Brother and the Holding Company y Cheap Thrills) y otros dos álbumes como solista (I Got Dem Of' Kozmic Blues Again Mama! y Pearl). Sin embargo, tras su muerte se han lanzado más de quince álbumes recopilatorios de sus grandes éxitos, reediciones y álbumes en directo para el afectuoso público de Janis.
Cuatro décadas después de su prematura muerte, Janis es más grande que nunca.
No obstante, teniendo en cuenta todos los elogios y el reconocimiento que ha recibido durante todos estos años, tanto en vida como de manera póstuma, resulta impactante pensar lo mucho que sufrió Janis y el dolor que soportó durante su corta vida. Y las heridas le llegaron de todas partes. Durante el instituto, en Port Arthur, Janis fue elegida como "el hombre más feo de todo el instituto". Y, a pesar de que sus padres la querían y la apoyaban, hubieran preferido que su hija fuese maestra y cantase en el coro de la iglesia todos los domingos.
Luego llegaron los desengaños amorosos, entre los que se encuentran Country Joe McDonald, Johnny Winter, Kris Kristofferson y Peter de Blanc, el traficante de metanfetaminas de San Francisco que metió a Janis en un autocar de vuelta a Port Arthur antes de pedirle a Seth Joplin la mano de su hija y del que nunca se volvió a saber nada. La vez que Janis estuvo más cerca de encontrar el verdadero y duradero amor fue cuando dejó las drogas y el alcohol durante su viaje a Sudamérica, donde conoció a David Niehaus, un profesor de colegio que viajaba por el mundo y que no tuvo ni idea de quién era Janis durante los dos primeros días que pasaron juntos. David fue su dosis de esperanza y de cambio. Pero pocos meses después, unas cartas sin recibir, una mala racha y su reencuentro con Peggy Caserta, una amiga yonqui que la hizo recaer en la heroína, destruyeron la relación más sana que había tenido nunca con un hombre.
Por suerte para el mundo de los amantes de la música, Janis tenía un don para coger el dolor y convertirlo en creatividad dorada. Esto explica por qué las grabaciones de sus conciertos siguen siendo tan electrizantes. ¿Ha existido alguien en la música pop que evoque mejor la metamorfosis del sufrimiento en la canción que Janis? Pero no solo cantaba blues. La chica también sabía moverse. Janis compuso una de las músicas R&B para bailar con más sentimiento de los sesenta. Intenta dejar de moverte cuando Raise your Hand o Move Over suene en tu iPod, a ver si puedes.
La pureza de su fuerza al cantar y el incendio de amor que desata en el público explican por qué no pudo volver con David. Estaba consiguiendo algo que la transportaba a un lugar más alto que lo que ninguna droga ni ningún amor la habían llevado. Después de tantos rechazos tan dolorosos, nada podía igualarse a la emoción del directo.
Aunque el núcleo de la narración siga un argumento semilineal, al mismo tiempo intentamos trasladarnos al futuro a modo de monólogo interior, utilizando fogonazos de este futuro que van apareciendo en los momentos más importantes de la historia de Janis. Además del estallido de sonidos de sus célebres actuaciones en directo, también mostramos algunos de los momentos más tristes de su vida que ya hemos ido adelantado: la reunión de instituto, el viaje a Brasil, los diferentes desengaños que sufrió, la importancia de las apariciones de Dick Cavett y su muerte a manos de una remesa de heroína pura.
Nos trasladamos a esos momentos, descontextualizándolos ligeramente, y siguiendo por encima nuestra estructura de tres actos. Estos fogonazos son manifestaciones del propio desprecio que Janis sentía por sí misma y de la imagen distorsionada que tenía del mundo alterando el modo en que lo veía todo. Nuestro objetivo es hacer una película que refleje estilísticamente la naturaleza inconexa y psicodélica de la vida de Janis. Para dar más pistas, piensa en Réquiem por un sueño como el peor concierto de Janis Joplin que puedas imaginar.
Al final de la película, el espectador habrá experimentado el subidón irracional de una actuación en directo de Janis. Después de todo, se trata de una conmemoración a la primera mujer estrella de rock. Y, al mismo tiempo, es un retrato de un ángel caído cuya alma herida siempre buscó un refugio en el sexo, las drogas y la promesa de un amor romántico que, al final, no acabó bien. Janis solo encontró consuelo de verdad en el escenario, cantando y adorando al público que supo entender cada minúscula parte de su dolor.
Espero que haya alguien ahí fuera que pueda decirme por qué el hombre que amo me deja con tanto dolor.
Ball and Chain, de Janis Joplin.
Cómo se hizo Janis
En 2007, poco después del estreno de su aclamado documental Líbranos del mal, Amy Berg quiso saber más sobre el legado de Janis Joplin con la intención de hacer una película sobre la simbólica cantante. Después de haber sido su fan durante toda la vida, la nominación a los Óscar de Berg le brindó inmediatamente esta oportunidad. Nadie había explorado nunca la vida de Janis en el cine a pesar de ser, probablemente, la vocalista femenina de rock and roll más influyente de la historia.
Ocho años después, Berg ha concluido Janis, un análisis revelador y emotivo de la compleja y trágica vida de la artista. A través de las diferentes entrevistas con los más cercanos a Joplin, de las fascinantes grabaciones de sus actuaciones y del diario personal de la propia cantante, Berg ha construido en distintas capas un retrato muy revelador del personaje, tan tímido y vulnerable fuera del escenario como explosivo y agresivo liderando un grupo de música.
Tan pronto como Berg conoció a la familia de Joplin, comenzó a recopilar tantas entrevistas como pudo. Durante su primera visita al pueblo de Janis, Port Arthur, en Texas, grabó una conversación crucial con una de las amigas de instituto de la cantante, que le reveló a una Joplin que nunca logró escapar de las cicatrices de su dolorosa adolescencia, a una ambiciosa mujer marginada en un pueblo tradicional del sur. Durante dos años, la directora siguió rodando otras fuentes a lo largo y a lo ancho de todo el país, desde sus compañeros músicos de San Francisco hasta su amigo y entrevistador más frecuente, el presentador de televisión Dick Cavett.
Pero el proyecto perdió algo de fuerza y Berg tuvo que pasarse varios años intentando volver a encaminar la película. Con el tiempo conoció al galardonado con un Óscar, director y productor Alex Gibney (Taxi al lado oscuro, Elron: los tipos que estafaron a América) que, a lo largo de su trayectoria, ha trabajado en numerosos documentales relacionados con la música, llegando a tratar épocas y comunidades muy cercanas a Joplin en películas acerca del blues (Lightning in a Bottle), de Ken Kesey de los Merry Pranksters (Magic Trip) y de Hunter S. Thompson (Gonzo: vida y hazañas del Dr. Hunter S. Thompson). Gibney se unió al proyecto de Joplin como productor y puso, junto a Berg, los fondos y los recursos necesarios para hacer la película.
La directora decidió que quería que el documental se narrase desde las propias palabras de Joplin en la medida de lo posible; así que se sumergió en las cartas privadas de la cantante, muchas de las cuales no se habían publicado nunca. En ellas descubrió una necesidad constante de aprobación, lo que Berg llama "la niña dentro de ella", junto a la continua sensación de que tenía que demostrar, especialmente a su propia familia, que ella era alguien.
Tenía la certeza de que su anhelo de libertad y de expresión individual la estaban conduciendo a lograrlo y de que no solo eran producto del rechazo a su infancia. La voz tan potente y singular de Janis la estaba guiando en su viaje; gritando angustia, dolor y desamor por cada uno de los lugares en los que había estado.
Berg buscó a la persona perfecta para leer las cartas y poner voz a los sentimientos más íntimos de Joplin. Cuando escuchó la entrevista con la célebre artista de rock indie nacida en Georgia, Chan Marshall, cuyo nombre artístico en internet es Cat Power, pensó inmediatamente que había encontrado a la narradora perfecta para expresar esas experiencias emocionales tan difíciles.
"Estaba aterrorizada porque no quería hacer daño a Janis", expresa Marshall. "No es un personaje, no es un dibujo; era una mujer joven de verdad con mucho corazón y muchos sentimientos. Pero las cartas me conmovieron. Yo también fui el bicho raro, la única persona de mi familia que se fue del sur. Y me recuerda a las cartas que yo le escribía a mi abuela con el deseo de obtener su reconocimiento y su aprobación. Me sentía igual".
"Cuando estaba leyendo la última carta", continúa, "no pude seguir. Estaba tan triste que me puse a llorar como una descosida. Pero justo al final, me imaginé a Janis sentada conmigo y diciéndome: 'Hazlo, no pasa nada, haz lo que tú quieras.' Estaba allí y, de repente, me dijo: 'Lo que estás haciendo es ayudarme'. Así que dejé que aquella corriente de energía me recorriese durante unos instantes y, al fin, pude acabar".
La búsqueda de material de archivo fue todo un reto a pesar de tratarse de un tema tan conocido. Berg supo que analizar meticulosamente los primeros años de Joplin era vital para entender lo que conformaba su carácter y lo que la impulsaba en sus actuaciones. Sin embargo, la documentación de su vida antes de ser tan conocida era escasa, por lo que la directora tuvo que ahondar mucho para encontrar fotos, folletos y recortes de periódicos para mostrar los años de instituto y de universidad de Joplin.
Es sorprendentemente difícil conseguir grabaciones incluso de cuando Joplin se convirtió en una estrella. Muchos archivos se han borrado o se han perdido y hasta las coberturas de algunas de las actuaciones más famosas se vieron, a menudo, limitadas a una cámara que no siempre enfocaba a la vocalista. No obstante, la investigación de Berg descubrió algunos vídeos extraordinarios nunca antes vistos. Estos vídeos incluyen unas imágenes increíbles de Joplin grabando en el estudio que fueron rodadas por el revolucionario director de documentales D. A. Pennebaker; una grabación de Janis interpretando la canción que nunca se lanzó en vida, Me and Bobby McGee, para los músicos de los Grateful Dead y para The Band en el Festival Express Tour de Canadá; y un audio de su apoteósico concierto en el Royal Albert Hall de Londres.
Al final, Berg eligió las cinco actuaciones más significativas para asentar los cimientos de la historia. Entre ellas se encuentran el estallido de Joplin en el Festival de Monterey y la del Festival de Woodstock, que consideraba una de sus peores apariciones. La edición fue todo un desafío puesto que no solo se basaba en el archivo. Como Berg quería hacer una película desde el punto de vista de Janis, tuvo que tomar decisiones difíciles y omitir historias que carecían de imágenes que las acompañasen. El único objetivo de la edición fue que el mundo de sentimientos de Janis fuese pequeño, real y tridimensional.
A lo largo del camino, la cineasta descubrió también un importante renacimiento tardío de Joplin. Cuando dejó la heroína, tuvo una nueva historia de amor con el hombre que para todos sus amigos era el hombre de su vida, y creó su último álbum, Pearl. Por primera vez, Janis pudo atisbar un futuro real como artista. Hasta que cometió un error y todo terminó con un pinchazo letal de droga que la mató en 1971, a los 27 años.
"Janis es grandiosa en nuestra memoria colectiva", declara Marshall. "La gente todavía siente esa felicidad al escuchar su voz. Es como si te dispararan directo al corazón".
Janis nos recuerda el poder inigualable de su música. Y lo que es más importante aún, a pesar de todo, es que por primera vez se revela la mujer que hay detrás de esa voz, la visionaria conflictiva y frágil que cambió para siempre la imagen de las mujeres en el rock and roll, sus posibilidades en este mundo y muchísimo más.
Una entrevista con Amy Berg y Alex Gibney
P: ¿Cómo empezaste a formar parte de este proyecto?
Amy Berg: Me sentí atraída por su legado. Debió de ser en 2007, justo después del estreno de Líbranos del mal. Me interesó de inmediato. Siempre me había encantado la música de Janis. Me pasé dos años trabajando en toda su creación pero luego la cosa se estancó.
Y me vino de nuevo dos años después, más o menos, aunque todavía estábamos tratando de encontrar la manera de hacer que funcionase. Luego conocí a Alex y me dijo que la Company TK estaba buscando seriamente proyectos musicales y empezamos desde ahí. Creo que Alex está trazando un camino a seguir para todos los directores de documentales. Está haciendo una demostración de cómo sacarle el mayor rendimiento con el objetivo de asegurar que se haga obteniendo el mayor éxito posible.
Alex Gibney: Soy un gran admirador de Amy y siempre me ha encantado Janis. El proyecto estaba ahí, solo había algunos problemas para conseguir que despegase. No cabía duda de que era algo que iba a pasar pero que, sin embargo, no estaba pasando. Era un proyecto que se estaba dejando de lado injustamente, probablemente porque Janis fue una mujer cuyas ventas no fueron quizá tan altas como las de otros grupos. Así que mi papel fue convencer a la gente de que era una historia importante y poner, junto a Amy, los recursos económicos necesarios. Reunir al rebaño para poder hacer la película.
P: Además de ser un fan de la música, ¿qué fue lo que te atrajo de esta historia?
AB: Creo que había muchos aspectos diferentes de su personalidad que me fascinaban pero lo que realmente me sedujo fue la necesidad que tenía de sentirse aprobada, esa necesidad de triunfar y no fracasar. Como mujer que creció en el sur entre los años cuarenta y cincuenta, se creó una dicotomía interesante ya que estaba atrapada entre lo que su familia quería que hiciese y lo que ella quería hacer. Sus padres estaban impacientes por darle su apoyo para ser una persona individual, pero no estaban nada preparados para lo que eso significaba de verdad y para el mundo al que la estaban empujando.
Había un conflicto en su interior. Se debatía entre ser una chica sureña corriente o romper las barreras y ser un referente para las mujeres de todo el mundo. Basta con echarle un vistazo a las escenas de la reunión de su instituto para ver a una mujer intentando superar algo del pasado. Pero Janis también disfrutó la vida. Era muy feliz cuando llegó a San Francisco y empezó a actuar.
AG: Adoro a Janis. Todavía recuerdo cuando vi la película del Festival Express. Lo que más me impresionó fueron sus actuaciones. Creo que en el fondo siempre había pensado que estaría genial que alguien hiciese una película sobre ella, ¿no? Simplemente coge la emoción desnuda y logra proyectarla musicalmente de un modo que te llega directo al alma.
De hecho, utilicé una canción de Janis en mi película de Hunter Thompson, Gonzo. Elegimos Piece of my heart para la escena de los disturbios en Chicago. Fue un momento importante para Hunter porque las cosas empezaban a torcerse y pudo ver el horror desde el otro lado del sueño. Esto hizo que fuese la canción perfecta para ese momento, había algo en su voz que hacía que pareciese la adecuada.
P: ¿Empezaste a entrevistar a los familiares desde que se te ocurrió la idea viendo toda su obra?
AB: Bueno, empecé rodando en Port Arthur desde la primera vez que estuve allí, en 2008. Hablé con todos los que quedaban y conseguí una primera foto de Janis de niña. Pero estaba claro que la gente de allí tenía un recuerdo diferente de Janis del que tenían sus amigos de verdad, que ya se habían ido del pueblo. La primera entrevista que rodé fue con un compañero suyo de instituto que ahora vive en Austin. Este chico me dio mucha información sobre el contexto de Janis como adolescente. A partir de entonces, me hice con todo lo que pude. Recuerdo que grabé a Dick Cavett al principio, cuando llegué a Nueva York, dejando a la familia para más tarde. Primero quería conocer su etapa adulta a fondo, antes de sentarme con ellos. Sus cartas fueron cruciales en la narración de la historia ya que muestran de manera excepcional lo poco profunda que era la relación con sus amigos y familiares, y lo mucho que necesitaba ser sincera consigo misma sobre el papel. También muestran la relación que tenía con la fama. Una relación sincera que rezumaba necesidad de ser amada.
Sus compañeros del grupo Big Brother también compartieron historias reales sobre la Janis que huyó de Texas y zambulló en la corriente de la contracultura de San Francisco con los ojos brillantes y miedo.
Las cartas me ayudaron a comprender la gran capacidad emocional de Janis y la angustia que sintió con la ruptura del grupo. Este fue un momento crucial en su corta carrera.
P: ¿Qué descubriste sobre Janis?
AG: Bueno, la clave estaba en conocer su historia. No solo los grandes éxitos de Janis Joplin, sino la historia que había detrás de ellos. Y, de repente, fue evidente que era así de tímida, una mujer insegura, un bicho raro y una forajida en su propio pueblo de Texas. Nos dimos cuenta de que necesitaba profundamente cariño y sentirse aceptada. En cambio, sobre el escenario era tremendamente atrevida y estridente, y sabía soltarse el pelo. La adolescencia le dejó una cicatriz enorme por querer ser alguien diferente en un sitio donde todos querían ser iguales. Y estuvo más necesitada de lo que se puede imaginar.
AB: Me sorprendió lo frágil que era y cómo ese miedo al fracaso estaba siempre tan presente en su cabeza. Era tan intenso que estaba convencida de que podía perderlo todo en un segundo si fracasaba. Se presionó mucho a sí misma como mujer y como artista. Y realmente intentó salvar las distancias entre su deseo de tener una vida personal y el talento y la fama. Pero no tuvo éxito en este sendero. Sus amigos no dejan de relatar las citas y las historias de Janis haciendo el amor con el público y volviendo sola a casa.
P: Háblame del trabajo con las cartas de Janis. Algunas de ellas se habían publicado antes y otras no se habían publicado nunca. ¿Cómo decidiste qué cartas usar y dónde hacerlo?
AB: Quería que fuese realmente Janis la que contase su propia historia así que las cartas me dieron un punto de vista excepcional de sus momentos menos conocidos. Había cientos de cartas que escoger. Casi todas tenían la misma banda sonora del conflicto entre la Janis de Port Arthur y la Janis de San Francisco. Quería utilizar situaciones en las que hubiera intentado establecer contacto con su hogar, momentos de introspección. Era una manera de marcar las pausas de las actuaciones. Como he dicho, quería que Janis contase su propia historia.
AG: Creo que fue lo más difícil. Encontrar el equilibrio de los diarios y las cartas con el resto del material. Y hallar la voz apropiada. Chan Marshall conoce la dureza pero también la vergüenza y la timidez. Esto hace que sus lecturas funcionen. Soy un gran seguidor de la música de Chan. La he usado bastante en algunas de mis películas. El timbre de su voz es... Ella es del sur, tiene la voz de una poeta tímida, ligeramente lastimada. No era como un sonido, era como un sentimiento. Ella sentía de verdad el alma del personaje. Fue una elección perfecta.
P: ¿Cómo elegisteis a Chan para que pusiese voz a las cartas de Janis?
AB: Oí una entrevista de Chan en internet y me pareció que su voz sonaba como la de Janis. Había una fuerte conexión. Sin ni siquiera conocer la historia al completo, comprendió las situaciones a la perfección. No es una actriz, es una cantante. Así que intenté que estuviese a gusto. Fue muy fácil trabajar con ella. Como cantante del sur que también lleva consigo algunos conflictos internos, comprendió perfectamente la realidad de Janis desde la perspectiva de una cantante de rock.
P: Alex, ¿te involucraste en la parte creativa de la película o de verdad te quedaste en el lado de la logística y la producción?
AG: Amy era la investigadora. Ella era la única que se sumergía en las cartas y los diarios. Y eso es lo que me gustaba, que era totalmente privado. Yo era una especie de sabio consejero. Confié plenamente en Amy e hice todo lo que pude para ayudarle a contar la historia a su manera, apostando fuerte por su visión. Como me gusta ver escenas, pensé que así podría contribuir sin estar influido por nada. Intervine en varias de ellas. Creo que mi fuerte es la sala de edición. Pero quería ayudar de verdad en los entresijos, en la parte práctica.
P: La película tiene una especie de giro intenso al final de la vida de Janis, cuando está haciendo su álbum Pearl. Por primera vez, siente que puede cantar de un modo que podría durar para siempre durante el resto de su carrera, una de verdad, en lugar de limitarse a gritar hasta que su voz se quebrase.
AB: Ella experimentó este cambio al desengancharse de la heroína. Encontró cierta confianza al final de su vida y decidió que, de hecho, podía llevar la vida de un artista. Y, entonces, llegó la sobredosis.
Hay muchas teorías sobre su muerte. Sin embargo, yo he visto el informe del forense que confirma que estaba limpia y que tenía dos pinchazos recientes. Janis solía pincharse dos veces cuando se chutaba.
La parte más trágica de su prematura muerte fue que acababa de darse cuenta de que podía tener una carrera como cantante. Ya no iba a desperdiciar su voz como siempre asumía que iba a hacer. Aprendió a cantar más melódicamente.
Cuando hablé con todas las personas que la conocían bien, pude ver arrepentimiento y culpa en sus ojos. Se preguntaban a sí mismas si podrían haber hecho algo diferente, si podrían haberla salvado.
AG: Hay un momento increíble, cuando canta Me and Bobby McGee acompañada de una guitarra en el Festival Express train. Se puede ver lo orgullosa que está del trabajo que ha hecho con esta canción y cómo piensa en ello. Y después de acabar la versión se ve como la ensaya con todos esos músicos maravillosos. Es tan conmovedor. Justo cuando vislumbró su futuro, todo se acabó. Es un momento musical muy intenso. Aunque es trágico en su historia como ser humano. Tal y como su futuro se abrió ante ella, se esfumó.
P: También estaba la historia de amor que, al parecer, podría haber sido la relación que le diera estabilidad. ¿David era un personaje conocido en la historia de Janis?
AB: Era una historia de amor de la que nunca había oído hablar. Su nombre aparece en un par de libros pero sin mencionar nada más. Era su amor perdido. Lo habían nombrado alguna vez pero nadie había hablado realmente con él.
Lo localicé. Estaba en Hawái felizmente casado; aunque, sin duda, piensa que Janis fue el amor de su vida.
Creo que en las cartas que escribe a David se puede ver a una mujer desnuda y vulnerable que sentía que había dejado escapar su oportunidad. Toda la gente cercana a Janis está de acuerdo en que era el chico perfecto para ella. Era bastante fuerte y no estaba atrapado en el mundo de la música. Están convencidos de que hubiera podido guiarla. Y, además, también está la trágica historia del último telegrama de David que nunca llegó a la habitación la noche en la que ella murió. Puede que en el telegrama le diese alguna razón para no sentirse tan sola, para no pincharse la última dosis de heroína.
P: ¿Cuál fue el mayor reto al hacer esta película?
AB: Contar esta historia ya era una especie de reto. Tenía muchas ganas de adentrarme en la música de Janis en condiciones pero, sin las vivencias de su infancia, no se podía terminar de conectar con ella del todo. En cierto modo, quería ser más poética y menos lineal. Pero no se puede entender a Janis sin conocer todos esos años que la definieron.
Hay imágenes muy bonitas de cuando era un personaje público. En cambio, los años anteriores, desde que tenía 16 años hasta que llegó a San Francisco, están muy poco documentados. Así que, ¿cómo contar la historia de aquellos años tan significativos? Fui capaz de recuperar algunas pequeñas partes gracias a Austin, algunas fotos y folletos; aunque fue muy difícil. Y, además, una gran parte de los archivos se habían perdido o destruido. La mayoría de los conciertos que tenemos se grabaron con una única cámara; así que no hay rodaje sin editar. Lo que hubiese en la grabación era lo que había. La cámara no siempre grababa a Janis cuando cantaba por lo que tuve que ingeniármelas para darle un toque más personal.
Trabajé con diferentes editores que me ayudaron a concentrar la atención en ella.
AG: Amy nunca se cuelga ninguna medalla. Siempre te vuelves loca cuando te pones con alguna de esas grabaciones en las que parece que no hay nada. Pero empiezas a escarbar y encuentras algunas piezas que son útiles. Y sigues escarbando y encontrando más cosas (fotos, audios...). Y si esperabas que hubiese algo más, ella coge y encuentra cosas más asombrosas aún. La escena de Janis en el estudio cantando Summertime grabada por D. A. Pennebaker es increíble. Esos ensayos te dan una idea de lo que era trabajar con ella.
AB: Esa escena es... uf. Se deja la piel en cada acorde. Su voz era un reflejo de su trayectoria vital. Su voz se volvió más fuerte, cada vez gritaba más. Lo daba todo en el escenario. Refleja su vida que cada vez estaba más fuera de control. Creo que la voz de Janis siempre fue una fiel representación de lo rápido que cambiaba su vida.