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El caso Fritz Bauer cartel reducidoEl caso Fritz Bauer(Der staat gegen Fritz Bauer)
Dirigida por Lars Kraume
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La historia del fiscal general FRITZ BAUER y su cruzada por atrapar a los máximos responsables de los crímenes nazis durante el Proceso de los Juicios De Nuremberg.

Protagonizada por Burghart Klaubner ('La cinta blanca'), Ronald Zehrfeld ('Bárbara', 'Phoenix'), Dani Levy, Sebastian Blomberg y Laura Tonke.

PREMIO DEL PÚBLICO . FESTIVAL DE LOCARNO 2015


Fritz Bauer: un héroe alemán
Un fiscal que cambió un país entero: Con su obstinada batalla contra el olvido, Fritz Bauer dejó huella en la joven República Federal de Alemania. Llevó los crímenes de los nazis a los hogares alemanes, rehabilitó a los luchadores de la resistencia que combatieron contra un régimen injusto, persiguió a Adolf Eichmann, e inició el gran juicio de Auschwitz en Frankfurt, uno de los casos penales más sonados de la posguerra. Hubo un tiempo en que él mismo escapó a duras penas de los secuaces de Hitler y ahora era el quien les perseguía. Pero no le interesaba la venganza sino la justicia.

Fritz Bauer nació en 1903 en Stuttgart. Era hijo de judíos y se declaraba ateo. Después de terminar Derecho y hacer el doctorado, fue nombrado ayudante de juez en Stuttgart en 1928 y dos años después se convirtió en el fiscal de distrito más joven de Alemania. Pero después de planear una huelga general en protesta por la transferencia del poder a los nacionalsocialistas, la Gestapo la arrestó en 1933. Le expulsaron de la función pública y le encerraron ocho meses en el campo de concentración de Heuberg. En 1936 huyó a Dinamarca. Siete años después, cuando el ejército alemán de ocupación comenzó la deportación de judíos daneses, logró escapar a Suecia. Regresó a Alemania en 1949, y se convirtió en fiscal general de Braunschweig al año siguiente y en 1956 fiscal general de Hesse en Frankfurt am Main, un puesto que ocupó hasta su muerte acaecida en 1968.

Bauer es uno de esos emigrantes políticos que regresaron a un país destruido después de la Segunda Guerra Mundial para construir un nuevo estado de derecho. Este apasionado humanista y un auténtico patriota, no se cansó nunca de reflejar sus puntos de vista en libros, artículos y programas de televisión. Quería enseñar a los alemanes a ser mejores personas y de esa forma cambiar profundamente el país. Defendió reformas integrales y exigió, por ejemplo, un sistema de derecho penal más humano. Para él la reinserción en la sociedad era más importante que el castigo. Hoy, muchas de sus ideas nos pueden parecer evidentes, pero en la era de Adenauer eran revolucionarias.

Pero Bauer luchó más que nadie por llevar a los criminales nazis ante los tribunales. Su tarea era hercúlea ya que muchos antiguos jueces y fiscales del nazismo habían recuperado puestos de poder. Y como es lógico no les interesaba que se persiguieran y se condenaran los terribles crímenes cometidos durante la era de Hitler. El mismo Adenauer, canciller alemán, había declarado que era hora de "trazar una línea" y dejar el pasado atrás. Pero Bauer explicó que no lo hacía por ensañarse con el pasado sino para conseguir un futuro mejor. Para él, los juicios nazis eran imprescindibles para la sociedad alemana: "Hacer las paces con nuestro pasado significa someternos a juicio, someter a juicio a los elementos peligrosos de nuestra sociedad, y sobre todo someter a juicio todo lo que fue inhumano", escribió en una conferencia de 1962 [de una carta de Bauer a la Organización Juvenil del Rin-Palatinado de 9 de julio de 1962; ver: Fritz Bauer, Die Wurzeln faschistischen und nationalsozialistischen Handelns, Frankfurt am Main, 1965, p. 66].

De hecho, su primer caso importante como fiscal general causó sensación en todo el país. En 1952 acusó al extremista de derechas Otto Ernst Remer de difamación. Durante un mitin electoral, Remer había dicho que von Stauffenberg y otros combatientes de la resistencia del levantamiento del 20 de julio de 1944 eran traidores porque habían roto su juramento lealtad a Hitler en tanto que soldados. Por su parte, Bauer argumentó en su alegato que ese juramento de lealtad era ilegítimo y por lo tanto podía romperse. Sus argumentos terminaron con la siguiente frase: "Un estado injusto, que comete decenas de miles de asesinatos cada día otorga a cada persona el derecho a autodefenderse". Con este argumento Bauer contrarrestaba la excusa que solían utilizar muchos asesinos nazis al afirmar que cumplían órdenes, es decir que sólo cumplían con su deber. Los jueces estuvieron de acuerdo con los argumentos de Bauer y condenaron a Remer a tres meses de prisión. Este juicio espectacular rehabilitó al muy denostado grupo que había intentado asesinar a Hitler y fue la primera vez que un tribunal alemán declaraba abiertamente que el régimen de Hitler "no había sido un Estado de derecho, sino más bien un estado injusto".

En su afán por llevar ante los tribunales a figuras clave de ese estado injusto, Fritz Bauer empezó a buscar insistentemente a Adolf Eichmann, el ex Obersturmbannführer que había organizado la deportación en masa de judíos durante el Tercer Reich y que era uno de los grandes responsables del genocidio que los nazis llamaron eufemísticamente la "solución final". En 1957 Bauer recibió una carta del emigrante judío Lothar Hermann que vivía en Argentina. En la misiva, Hermann le contaba que sabía exactamente dónde se escondía Eichmann porque la hija de Hermann había hecho amistad con el hijo de Eichmann. Bauer tuvo la inteligencia de no pasar esa información a las autoridades alemanas ya que en muchas ocasiones los camaradas que tenían en la policía o en la justicia avisaban a los nazis huidos antes de que pudieran arrestarlos.

Lo que hizo fue informar a la inteligencia israelí y a Georg-August Zinn, su compañero en el partido de la SPD y presidente de la región de Hesse. Para que sus enemigos no sospecharan, Bauer informó a la prensa que habían localizado a Eichmann en Kuwait. De esa forma, el Mossad pudo secuestrar a Eichmann y traerlo a Israel. Bauer fue quien encontró las pistas decisivas que concluyeron con la captura de Eichmann. Pero no logró llevar a Eichmann ante un tribunal de Frankfurt. La petición de Bauer para que el gobierno federal de Alemania solicitara la extradición de Eichmann fue rechazada.

Aun así, el estremecedor juicio contra Eichmann que tuvo lugar en Jerusalén en 1961 marcó fue el principio de un largo proceso. Y Fritz Bauer no abandonó sus planes de llevar a los criminales nazis ante los tribunales alemanes. Así fue cómo Bauer logró asestar un golpe maestro con el gigantesco juicio de Auschwitz que tuvo lugar en Frankfurt contra 21 antiguos miembros de las SS y un funcionario-prisionero del campo de exterminio alemán. La prueba decisiva de este juicio se la proporcionó Thomas Gnielka, un editor del diario Frankfurter Rundschau que se hizo famoso por una serie de artículos sobre antiguos nazis que ocupaban nuevos cargos. Había conseguido los archivos que un superviviente del Holocausto encontró entre las ruinas del cuartel de la policía y de las SS en Breslau, Alemania. Estos documentos, firmados por el comandante del campo Rudolf Höß eran listas meticulosas que indicaban qué hombres de las SS habían disparado a qué prisioneros en el campo de concentración de Auschwitz. Gracias a esta lista, Bauer contó con pistas tangibles sobre la identidad de los verdaderos autores, y fue un paso muy importante para seguir investigando.

Bauer se puso enseguida en marcha. Inició un procedimiento ante el Tribunal Federal de Karlsruhe, que asignó al Tribunal de Distrito de Frankfurt todos los casos contra los responsables de Auschwitz. De esta forma Bauer pudo concentrar en Frankfurt am Main todas las investigaciones relacionadas con Auschwitz. Estas investigaciones duraron dos años y fueron extremadamente arduas y difíciles. Hasta ese momento no se sabía con exactitud lo que había ocurrido en Auschwitz; se localizó a los supervivientes del Holocausto y se les convenció que viajaran al país donde vivían los asesinos para testificar contra ellos. Al final se lograron reunir las pruebas de la acusación que constó de 700 páginas.

El primer juicio de Auschwitz que tuvo lugar en Frankfurt empezó en diciembre de 1963 y fue el mayor procedimiento penal de la Alemania de la posguerra. El juicio duró 20 meses y contó con el testimonio de 360 testigos. En términos judiciales no dio grandes frutos. La mayoría de los acusados no fueron declarados culpables de asesinato. Sólo se les acusó de ayudar e instigar al asesinato y fueron puestos en libertad a los pocos años. A Fritz Bauer no le sorprendió; su única decepción fue que durante el juicio uno de los acusados no pronunciara ni una sola palabra de arrepentimiento. En todo caso, a Bauer le interesaba otra cosa. Quería que el juicio de Frankfurt se convirtiera en un "proceso educativo" para los alemanes. Quería educar a sus compatriotas sobre los crímenes que se habían cometido e iniciar un debate público y una transformación democrática. Y quería que el mundo participara en cómo los alemanes se "juzgaban a sí mismos". El juicio tenía que mostrar al mundo que había una nueva Alemania dispuesta a garantizar la dignidad de todas las personas.

A este respecto, el primer juicio de Auschwitz tuvo una enorme influencia en la joven democracia: El drama del Holocausto había adquirido por fin una dimensión pública. Gracias al estremecedor testimonio de los testigos, salió a por primera vez a la luz lo que había ocurrido en Auschwitz. Era la primera vez que el mundo conocía cómo era el sistema de un campo de concentración. 20.000 espectadores siguieron el juicio en la sala del tribunal y los diarios nacionales e internacionales, las cadenas de radio y televisión informaron paso a paso sobre lo que ocurría en el juicio. Más tarde, el periodista del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, Bernd Naumann, recogió sus artículos sobre el juicio en un libro que el dramaturgo Peter Weiss adaptó en su exitosa obra teatral "Die Ermittlung". Auschwitz dejaba de ser un capítulo en blanco de la memoria colectiva. Se había roto el oscuro silencio de la era de Adenauer.

Después de este primer juicio de Auschwitz, en los siguientes años se celebraron un gran número de juicios contra criminales nazis. Pero lo cierto es que hasta tiempos muy recientes no se produjo un cambio notable en la administración de la justicia que era lo que perseguía realmente Fritz Bauer: para declarar a alguien culpable de complicidad de asesinato en un campo de exterminio ya no es necesario probar que el acusado cometió un acto individual. Realizar actividades en un campo de la muerte, por ejemplo, las de un comerciante o un cocinero, son motivo suficiente, ya que de esa forma contribuían al buen funcionamiento de la maquinaria asesina. En ese aspecto, el juicio contra John Demjanjuk en 2011 fue novedoso. El Tribunal del Segundo Distrito de Munich condenó al acusado a cinco años por complicidad en el asesinato de miles de personas. Demjanjuk había trabajado como vigilante en el campo de exterminio de Sobibor y por lo tanto formó parte de la maquinaria de aniquilación y no fue necesario probar que hubiera cometido un acto en concreto.

Como resultado de esta nueva jurisprudencia, el juicio de Oskar Gröning comenzó en el Tribunal de Distrito de Lüneburg en abril de 2015. Fue acusado de complicidad en el asesinato de 300.000 personas, ya que como contable del campo de concentración de Auschwitz aceptó dinero y objetos de valor de los prisioneros y los administraba. El caso tuvo mucha repercusión sobre todo porque Groening, que por entonces tenía 94 años, mostró signos de remordimiento. A diferencia de los acusados en el primer juicio de Auschwitz celebrado en Frankfurt declaró: "No hay duda de que moralmente fui cómplice de los crímenes. Lo reconozco con profundo remordimiento y humildad. Pido perdón". Si Fritz Bauer hubiera vivido lo suficiente se habría llevado una gran alegría y el cigarrillo que siempre tenía en la comisura de los labios se le habría caído.


Entrevista con Lars Kraume

P: ¿Cómo se le ocurrió la idea de hacer una película sobre Fritz Bauer?

R: Fue por un libro de mi coguionista Olivier Guez titulado "Heimkehr der Unerwünschten – eine Geschichte der Juden in Germany nach 1945". En el libro aborda cómo los judíos pudieron seguir viviendo en la tierra de sus asesinos después del Holocausto. Además, uno de los capítulos tiene que ver con Fritz Bauer y los juicios de Auschwitz. El libro me encantó y cuando Olivier presentó la traducción al alemán hace cuatro años en Berlín hablé con él y le dije que me parecía un tema muy interesante para una película. Cuando empezamos a estudiar la forma de hacerlo, enseguida surgió la figura de Fritz Bauer. Es muy interesante porque no se comporta como la mayoría de las víctimas que no quieren volver a hablar del Holocausto. A pesar de que se enfrenta a una resistencia tremenda, está empeñado en acusar a los antiguos nazis. Y no por venganza, sino guiado por un afán humanista y por el deseo de educar al pueblo alemán. Es evidente que un hombre de su carisma merecía ser el protagonista de una película.


P: Pero resulta complicado resumir una vida tan azarosa en una película de dos horas.

R: Desde luego. Sería prácticamente imposible desde el punto de vista dramático. Después de que Olivier y yo estudiáramos detenidamente su biografía decidimos centrarnos en la búsqueda de Adolf Eichmann. Era una de las partes de mayor suspense de su vida así que quisimos averiguar por qué perseguía Fritz Bauer y qué le convertía en un personaje tan fascinante. Contamos la historia de redención de un hombre que regresa a Alemania después de la Segunda Guerra Mundial convertido en un pesimista y que descubre su vocación en la lucha contra el olvido colectivo.


P: Durante su aparición en el programa de la televisión de Hesse "Heute Abend Kellerklub" se pone de manifiesto cuál es la auténtica motivación de Fritz Bauer.

R: Sí, por eso también reproducimos esa aparición televisiva en nuestra película. En el programa, cuando escuchas la forma en que intenta transmitir a los jóvenes el espíritu de la democracia, te das cuenta de que es el discurso de un verdadero humanista. Está convencido de que la generación de la posguerra alemana tiene la oportunidad de construir una nueva sociedad. Y lo cierto es que abrió una perspectiva totalmente nueva a los jóvenes de la era de Adenauer porque se atrevió a levantar el velo y a romper el silencio. Y así fue como se convirtió en una fuente de inspiración para las revueltas estudiantiles que tuvieron lugar después.


P: Eso corresponde a la grabación de vídeo original del principio de su película, cuando Fritz Bauer dice a los jóvenes alemanes que ahora están preparados para saber lo que ocurrió de verdad. ¿De dónde viene esa grabación?

R: De un anuncio de televisión en el contexto del juicio de Eichmann. Una manera perfecta de empezar nuestra película porque Fritz Bauer resume en pocas palabras lo que le preocupa. Cree que el futuro de su país depende sobre todo de que las jóvenes generaciones se enfrenten al pasado. Y está dispuesto a luchar hasta el último aliento para conseguirlo. De hecho, llega a arriesgar su vida.


P: ¿Cómo realizó las investigaciones?

R: Leímos un montón de libros, incluyendo por supuesto las biografías que existen sobre Fritz Bauer. Nos reunimos con Gerhard Wiese, el último fiscal vivo del grupo de Bauer. Se trata de una persona brillante, con una inteligencia prodigiosa que nos contó cómo era la oficina del fiscal de Frankfurt en aquellos tiempos y qué tipo de fiscal general era su jefe. Resultó de gran ayuda. Además, mantuvimos conversaciones tremendamente interesantes con empleados del Instituto Fritz Bauer. Y poco antes de empezar a rodar, el Instituto inauguró una gran exposición en el Museo Judío de Frankfurt con muchos documentos interesantes.


P: ¿En la exposición también figuraban los archivos de la policía danesa sobre Fritz Bauer?

R: Sí, se mostró al público por primera vez el informe de los daneses sobre sus contactos con homosexuales. Está documentado que cuando Fritz Bauer estaba exiliado en Dinamarca la policía le detuvo en compañía de prostitutos masculinos. Pero sólo hay especulaciones sobre cómo se enfrentó a su sexualidad cuando fue nombrado fiscal general de Hesse. En la película tratamos ese asunto con la mayor delicadeza posible. Pero para nosotros el tema de la homosexualidad era importante en dos aspectos. Primero, para el desarrollo dramático de la historia porque en aquella época estaba en vigor el Párrafo 175 del Código Civil según el cual las "actividades lascivas" entre varones estaban penadas por la ley, y para los enemigos de Fritz Bauer es una oportunidad para provocar su caída. En segundo lugar, para mostrar la tiranía de la época de Adenauer con este "párrafo homo", que los nazis endurecieron aún más cuando estuvieron en el poder, y que no se abolió en Alemania hasta 1994. Un ejemplo escalofriante de cuánto tiempo siguieron en vigor unas leyes injustas en la República Federal de Alemania.


P: ¿Los fiscales que aparecen en la película son personajes reales o ficticios?

R: Casi todos los personajes existieron en la realidad, salvo en el caso de Karl Angermann, nuestro representante de una generación de fiscales jóvenes e idealistas que lucharon con Fritz Bauer por convicción. Nos inventamos el personaje mezclando varias personas reales para crear una figura que estuviera del lado de Bauer, y también para sacar el tema de la homosexualidad.


P: ¿Cómo se unió Burghart Klaussner al proyecto? No había trabajado nunca con él, ¿no es así?

R: No, no nos conocíamos. Nessie Nesslauer, nuestra agente de casting me lo recomendó. No sólo era el candidato número uno en la audición sino que resultó ser el mejor. Comprendió inmediatamente a Fritz Bauer y lo interpretó maravillosamente bien. Era evidente que le atraía muchísimo el personaje y que tenía todas las cualidades para interpretarlo.


P: ¿A qué cualidades se refiere?

R: La edad adecuada, el físico adecuado, la inteligencia, la madurez emocional, la rabia interior y una cualidad no menos importante: el humor. Yo no quería hacer una película moralizante e hipócrita. Por eso, para mí era importante que nuestro protagonista tuviera un humor ácido y cortante. Y a Burghart Klaussner se le da muy bien. Además, también acierta con el tono cuando Fritz Bauer dice frases como "Tengo una pista. ¡Si quisiera matarme no habría ningún rumor!"


P: ¿Qué es lo mejor que le ocurrió cuando rodaba la película?

R: Fue muy emocionante ver cómo Burghart Klaussner insuflaba tanta vida a un personaje bastante introvertido dotándole de multitud de matices interesantes. Le gustó mucho el guión pero me sorprendió una y otra vez con nuevos detalles. Por ejemplo, con esa sonrisa traviesa y casi imperceptible que muestra muy a menudo.


P: ¿Qué podemos aprender de Fritz Bauer en el siglo XXI?

R: Uno debería tener el valor de dedicarse en cuerpo y alma a una causa y perseguir sus ideales contra viento y marea. Fritz Bauer se topó con la oposición por ser un "judío que buscaba venganza" y estuvo rodeado de enemigos muy poderosos. Ninguna autoridad alemana quiso colaborar con él; sólo le pusieron obstáculos. Esta es una de sus legendarias declaraciones: "Cuando salgo de mi oficina, entro en tierra extraña, enemiga". Pero al final ganó. Para mí es un auténtico héroe.


P: En su opinión, ¿por qué deberíamos ir al cine a ver EL CASO FRITZ BAUER?

R: Porque el argumento es apasionante: es la sempiterna batalla de un outsider contra un sistema omnipotente. Pero fue una batalla real y no tuvo lugar en el universo inventado de un cómic. Para decirlo en pocas palabras: es la historia intemporal y emocionante de un héroe de carne y hueso.