Fraternité: El rojo. Valentine, el juez Kern y Auguste son tres extraños que van a cruzar sus caminos aunque aún no lo sepan. La ciudad de Ginebra se abre como un entramado de relaciones donde la fraternidad puede mover montañas (Valentine y el juez) o agarrotarse en la garganta como un trago amargo (el novio celoso de la protagonista). Kieslowski sitúa la acción en un país como Suiza, donde diferentes comunidades culturales y religiosas conviven con relativa placidez, y dota al color rojo del calor del amor y de la vida.