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¿Tenía que ser él? cartel reducido¿Tenía que ser él?(Why him?)
Dirigida por John Hamburg
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La película ¿TENÍA QUE SER ÉL?, del coescritor/director John Hamburg, la fuerza cómica detrás de queridas comedias como Te quiero, tío, Los padres de ella, Los padres de él, Zoolander: Un descerebrado de moda y Y entonces llegó ella, le da un giro de tuerca novedoso a la angustiosa tradición de tener que presentar a las parejas de uno a tu familia. Con el actor nominado al Oscar® Bryan Cranston, que transformó el panorama televisivo con su icónica interpretación de Walter White en el galardonado drama de AMC Breaking Bad, James Franco, también nominado al Oscar por su emocionante trabajo en el drama real 127 horas y un destacado reparto, ¿TENÍA QUE SER ÉL? basa su escandaloso humor en momentos emocionales genuinos, extrayendo algunas de las situaciones más reconocibles de la vida para sacar unas buenas risas.


¡Este tío es un pulpo!
Ned Fleming (Bryan Cranston) parece un tipo que está en la cima del mundo. Dueño de un negocio de impresión de tamaño mediano en Grand Rapids (Michigan), Ned es genial, extrovertido y adorado por sus empleados, por sus amigos y por una familia muy unida: su esposa, Barb (Megan Mullally), su hija, Stephanie (Zoey Deutch) y su hijo, Scotty (Griffin Gluck). Pero la vida se vuelve un poco más complicada para "el Gran Queso", nombre por el que es conocido Ned, durante su fiesta de cumpleaños número 55, cuando Stephanie se une al evento a través de Skype para felicitar a su padre desde su dormitorio en Stanford. Los Fleming y sus invitados de fiesta se sorprenden por la inesperada (y desnuda) presentación de su nuevo novio... o al menos una parte de él. Atormentado por el hecho de que Stephanie, de manera inusual, le haya ocultado algo, Ned acepta a regañadientes viajar con toda la familia para pasar las vacaciones en California y conocer al primer novio serio de su hija.

Con la esperanza de encontrarse con un estudiante universitario sin más, Ned descubre que Laird es en realidad un magnate de la tecnología de Silicon Valley con muchos tatuajes y sumamente inapropiado, cuya cultura es completamente diferente a la suya. Todo lo que rodea al mundo de Laird —su naturaleza extravagante sin filtros, su "casa inteligente", su inquietante existencia electrónica— contradice la pragmática y sencilla perspectiva de Ned. A pesar de los repetidos intentos de Laird por hacer que los Flemming se sientan cómodos durante su estancia en su casa de Palo Alto, Ned lo único que hace es sentirse cada vez más incómodo. Nada más llegar, Ned promete hacer lo que sea necesario para acabar con el hombre que percibe como un rival; y la situación se pone aún peor cuando Ned se entera de que Laird planea pedirle matrimonio a Stephanie.

Como padre, Cranston se podía ver reflejado en la lucha de Ned y en su reticencia a dejarlo pasar. Ned es un buen hombre motivado por un profundo compromiso con su hija, y Laird simplemente el potencial yerno que tenía en mente. "Como padre, es complicado ver cómo crece tu hijo y se convierte en un adulto", explica. "Has sido responsable de ellos durante toda su vida y se supone que tienes dejar voluntariamente que se vayan de casa y vivan su vida".

El tenso conflicto entre Ned y Laird —el conservadurismo de una pequeña ciudad contra el exceso de "todo vale" de Silicon Valley— forma la columna vertebral de la historia. "Todo el espectáculo trata en realidad de estos dos hombres y su terquedad sobre cómo actuar con el otro para conseguir el favor de la hija", dice Cranston. "Ned Fleming y Laird Mayhew son diferentes en todos los sentidos: el nivel de estudios, dónde se criaron, quiénes les criaron, los principios por los que fueron criados... todo. La forma en la que viven, su gusto por la música, su generación, todo en ellos es lo contrario al otro. Lógicamente, van a existir roces porque simplemente no tienen nada que ver el uno con el otro".

Eso no quiere decir que las intenciones de Laird no sean buenas. En realidad, es increíblemente dulce y pensativo, y está muy enamorado de Stephanie. Pero después de una vida dedicada a escribir código y a diseñar aplicaciones —y una inclinación natural a ser completamente honesto en todo momento—, Laird no tiene mucha idea de cómo comportarse en un lugar y cómo modular apropiadamente su comportamiento. Él siempre hace todas las cosas mal por todas las razones correctas, y sus malogrados intentos para ganarse a Ned sólo logran empujarlo aún más lejos. "Soy un poco desaliñado y grosero, tengo muchos tatuajes y uso un lenguaje vulgar, así que soy todo lo que el personaje de Bryan Cranston no querría en un yerno", afirma Franco.

Laird es demasiado sincero. "Lo bueno de Laird es que no es capaz de mentir", añade Cranston. "Es impulsivo y socialmente vulgar y a veces daña los sentimientos de los demás porque habla con sinceridad y sabemos que ésa no siempre es la mejor política. Pero por otro lado, es incapaz de ser deshonesto o mentiroso, lo que hace que Ned piense que tiene un motivo oculto y que trama algo, ya que nadie puede ser tan bueno. Piensa que Laird va a hacer algo y quiere cogerle antes de que lo haga".

Sin embargo, no todo el mundo responde a Laird tan negativamente. Barb, la novia de la universidad de Ned, está cada vez más abierta al enfoque no convencional de Laird hacia el mundo, y agradece hasta donde está dispuesto a ir para ganarse el afecto de Ned. "Barb es un poco menos reservada que Ned y tiene una inclinación algo más artística, así que tiene la mente un poco más abierta que Ned con respecto a Laird", afirma Mullally (Will & Grace, Parks and Recreation). "Laird no deja de decir lo sexy que es Barb en su cara. Habla de lo buena que está y todo eso y ella no sabe muy bien cómo responder. Pero a ella le gusta... de una manera muy casta. Experimenta una especie de florecimiento, como un nuevo despertar, para entendernos".

Otro que empieza a caer en las redes de Laird es el hijo de 15 años de Ned, Scotty, que llega a Palo Alto como si fuera un reservado ejecutivo junior en formación y se va como un hipster de Silicon Valley. "Scotty empieza la película adorando a Ned, y vemos que en el transcurso de la historia, Ned lentamente empieza a perder el control de Scotty porque está luchando una batalla completamente diferente", explica Gluck (Middle School: The Worst Years of My Life). "Laird me corrompe un poco y empiezo a querer ser más como él".

Por su parte, la racional Stephanie se encuentra en gran parte luchando por mantener la paz, viendo cómo el padre al que adora, empieza gradualmente a tratar de crear una brecha entre Laird y ella. "Stephanie sólo quiere que todo el mundo se lleve bien y termina apagando incendios todo el tiempo", afirma Deutch (Todos queremos algo). "A cada momento algo va mal y ella se siente como si estuviera viendo un accidente de coche en su cara. Está atrapada en el medio y no quiere tener que elegir entre su familia y el hombre que ama.

A todo esto, Ned tiene al menos un inquebrantable aliado: su mejor amigo de Michigan, Lou Dunne, interpretado por Cedric "el artista", que trata de ayudar a Ned a lidiar con el inesperado caos del viaje. "Yo apoyo a mi amigo sólo al cien por cien", comenta el actor. "Soy esa voz fría y tranquila que siempre mantiene a las tropas en la fila, que mantiene a todos bajo control y los mantiene creyendo en los objetivos, los planes y los sueños del jefe —el Gran Queso, como nosotros lo llamamos—".

Trabajando con el coguionista Ian Helfer (La hija de mi mejor amigo), el director John Hamburg diseñó un guión hilarante y conmovedor, que capta perfectamente a los complicados padres que tienen que presenciar cómo sus hijos se crean sus propias vidas y relaciones. "Para mí, no hay nada más gracioso que la torpeza de la vida real", dice Hamburg, que ideó grandes situaciones del mundo real para que nos riéramos con películas anteriores como Te quiero, tío y Los padres de ella. "Como escritor de comedia, vas por la vida pensando: ¿y si ésta fuera una escena para una película? Cada día está repleto de montones de momentos de torpeza, tensión y falta de comunicación, y esos son los momentos que me gusta incluir en las películas. Ésta es una historia de una familia normal que entra en un mundo poco normal, pero un mundo anclado a la realidad".

El productor Shawn Levy, el motor cómico detrás de la exitosa franquicia Noche en el museo, añade: "Creo que John es uno de los mejores cineastas que existen de comedia. ¿TENÍA QUE SER ÉL? es divertidísima, pero muy anclada en relaciones humanas auténticas y reconocibles. Me encanta que hagamos una comedia con situaciones que puedan llegar a ser extremas, pero que a la vez siempre esté anclada a los personajes y a experiencias humanas reales".


Acerca de la historia y los personajes
¿TENÍA QUE SER ÉL? es una idea que surgió en un sótano en Atlanta cuando los productores Shawn Levy, Dan Levine, Ben Stiller y Jonah Hill se encontraban en la producción de la comedia sobre la invasión alienígena de 2012 Los amos del barrio. "Estábamos todos allí de pie en la oscuridad en un escenario húmedo y claustrofóbico hablando sobre lo fantástico que sería hacer una película en Hawái", recuerda Levy. "Shawn, Ben y Jonah tuvieron una idea llamada Aloha... nos encantó la idea y se la ofrecimos a John Hamburg, que hizo una reescritura asombrosa y reconcibió la idea entera. Realmente la hizo suya".

"El único inconveniente fue que cambió la ubicación, y por eso no estamos rodando en Hawái", dice Levine. "Pero todo lo demás era perfecto".

Hamburg y Helfer estaban emocionados por la oportunidad de darle un nuevo giro a la clásica historia de un padre preocupado que choca con el nuevo novio de su hija; pero al elaborar el guión, también se aseguraron de que tanto Ned como Laird fueran simpáticos y tuvieran buenas intenciones para asegurar que los espectadores se rieran con los personajes, no de ellos. "El personaje de Laird es rico, exitoso, de alguna manera lo tiene todo, pero todo lo que realmente quiere es una familia", explica Hamburg. "Ned piensa que Laird trata de exhibirse, pero en realidad, Laird siente admiración por Ned por la vida que se ha construido".

¿TENÍA QUE SER ÉL? está, sin embargo, firmemente arraigada en la perspectiva de Ned; con el padre tradicional de la pequeña ciudad obligado a aceptar que su hija es una adulta capaz de tomar sus propias decisiones. Pero aceptar su amor por Laird también significa navegar por la cultura de Silicon Valley, que es totalmente distinta a sus ideas más convencionales. Cranston afirma: "Ned es un puritano hombre del Medio Oeste de Estados Unidos. Es un hombre analógico en un mundo digital y se pierde por completo en las conversaciones. No está actualizado en la jerga y no está seguro de lo que significan algunas cosas. En mi época, veía al lechero ir y venir y ahora los discos son una novedad".

Hamburg añade: "Ned va de Palo Alto a Silicon Valley, y es casi como un Mago de Oz. Realmente no ha estado expuesto a este mundo, y para él es como una pesadilla surrealista".

Mientras que Ned está luchando para mantener viva su pequeña imprenta, Laird está ganando millones en el reino digital y viviendo en una casa respetuosa con el medio ambiente en la que no hay ni un solo papel. "Si bien existe una guerra entre estos dos hombres, el conflicto también se origina en un problema que podemos ver a nuestro alrededor entre lo viejo y lo nuevo, lo cada vez más obsoleto y lo emergente", explica Levy.

Encontrar a los actores adecuados para encarnar de manera genuina cada una de los puntos de vista generacionales fue primordial. Cranston y Franco tenían exactamente la química correcta. Para Cranston, el proyecto le ofrecía la oportunidad de regresar a la comedia después de varios años de grandes dramas, como su magistral interpretación del profesor de química convertido en capo de la droga, Walter White, en la exitosa serie Breaking Bad, así como su reciente papel de Dalton Trumbo en película biográfica de 2015 de Jay Roach sobre el guionista, por la que obtuvo una nominación al Oscar®. "Me encanta hacer papeles dramáticos, pero no te diviertes tanto como en una comedia", dice el actor. "Cuando el objetivo de tu trabajo es ir a trabajar para encontrar diferentes maneras de hacer reír a la gente, es que es un buen trabajo".

El innegable ritmo, los matices y la perspicacia personal de Cranston demostraron ser oro cómico. "Bryan es un actor magnífico", asegura Levy. "No da un paso en falso. Es capaz de interpretar a Ned con mucha honestidad y siente el pánico interno del padre, pero se expresa a veces de manera equivocada, lo que da como resultado momentos realmente cómicos. Está perfecto en el papel.

Con una reputación establecida en el reino de la comedia como resultado de su extensa y frecuente colaboración con Seth Rogen, Franco, que recibió una nominación al Oscar al mejor actor por su papel del excursionista Aron Ralston en 127 Horas en el año 2010, estaba interesado en explorar el género aún más con una dinámica diferente bajo la dirección de Hamburg. "Cuando entré en la comedia, me explicaron la importancia de los personajes terrenales, que proporcionan una línea emocional real y no sólo una serie de bromas", explica Franco. "John realmente utiliza esa idea y crea el tipo de comedias que me atraen porque parecen muy reales. Realmente experimentas algo mientras te estás riendo".

La relación de Franco y Hamburg comenzó en realidad como profesor y alumno cuando el actor asistía al programa de cine de posgrado en la Universidad de Nueva York. "Desafortunadamente, fue mi profesor el semestre en el que estaba haciendo 127 Horas, así que no puede ir mucho", confiesa Franco. "Pero hablamos mucho y lo conocí por teléfono. Me gustaban sus películas, me gustaba su escritura y luego me dijo que estaba pensando en Bryan Cranston para el papel del padre. No conocía a Bryan, pero lo vi en el backstage del último episodio de The Colbert Report, y me dijo: 'Ey, he oído que puede que hagas esto y puede que yo también. ¿Qué piensas?' Así que empezamos a hablar; y es el ser humano más increíble, es genial trabajar con él y es un tipo genial".

Para Laird, el rico magnate de la tecnología, completamente desprovisto de filtros, que premia el flujo libre de la creatividad sobre cualquier tipo de tradición o estructura, era un papel ideal para el polifacético Franco. Es una persona que sería capaz de adoptar la naturaleza desinhibida de Laird, afirma el productor Levine. "James realmente encarna a ese personaje debido a todas las cosas que hace como pintor, autor, director, escritor y actor; es capaz de adoptar la sensibilidad artística de Laird, que es un verdadero soñador", comenta Levine. "No tiene filtros, pero es pura pasión, y James se mete en el papel con mucha facilidad".

Aunque Laird es rebelde y salvaje, también es increíblemente ganador y simpático, cualidades que Franco trajo al papel sin ninguna duda. Hamburg comenta: "Se las arregla para conseguir cosas que pensé que nunca sería capaz de conseguir porque es James Franco y tiene esa sonrisa y ese brillo en los ojos y ese lado juguetón tan suyos. Así que puede decir algunas de las cosas más ofensivas a esta simpática familia, que no lo está haciendo para meterse con ellos. Únicamente es que nadie le enseñó a comportarse. Es sólo un tipo que no tiene fronteras".

"Definitivamente, creo que hay un poco de James en Laird y hay un poco de Laird en James, también", añade Gluck.

Para ayudar a desarrollar el personaje de Laird, Franco habló por Skype con el diseñador de videojuegos Cliff Bleszinski (conocido como CliffyB) para conseguir alguna inspiración del mundo real. "Es como un chulo del snowboard", afirma Franco. "Ese es más o menos su estilo. Hablaba muy rápido, decía muchas palabrotas, pero a la vez decía algunas cosas bastante inteligentes. Pensé, oh, hay algo de Laird ahí dentro que puedo usar".

Para subrayar aún más la gran división entre los Flemming y Laird, contamos con son los excéntricos personajes de Silicon Valley que la familia conoce en la casa de Laird. El primero de ellos es Gustav, interpretado por Keegan-Michael Key (Key & Peele, Keanu). Gustav, que seguramente se convierta en uno de los personajes favoritos de la audiencia, actúa como un consejero espiritual; es el mentor personal, entrenador de artes marciales y mejor amigo de Laird, que incansablemente trata de aconsejar a Laird sobre cómo comportarse con la familia de Stephanie. "Debido a la complicada educación de Laird, no sabe cómo interactuar con el mundo de la mejor manera posible, por lo que Gustav lo acoge bajo su ala y trata de introducirlo en la edad adulta de la mejor manera que sabe", explica Key.

Key disfrutaba con la forma en la que la larga lista de excentricidades del personaje crecía a medida que progresaba el rodaje. "Con cada revisión de guión, ha sido interesante ver las cosas que se le añadían a Gustav", afirma. "Sabe artes marciales pero también es cocinero y habla seis idiomas... o siete o nueve. Ah, y sería gracioso si fuera casi un nadador olímpico y tal vez vivió en un templo tibetano... el mundo era nuestra ostra en relación con este personaje".

Según Levy, Key trajo una energía y entusiasmo al papel que iba mucho más allá de la descripción inicial del personaje. "Keegan aporta a cada habitación una gran fuerza de positividad y un instinto cómico tan audaz que sabíamos que iba a ser un éxito en el papel de Gustav", explica. Gustav es descendiente del personaje Hank Azaria de Y entonces llegó ella y de Martin Short en El padre de la novia, un personaje que es extraño y a menudo tiene un acento ininteligible pero cálido y con total devoción".

La producción también cuenta con algunos de los cómicos jóvenes más brillantes de la actualidad: Adam Devine (Mike y Dave buscan rollo serio), Andrew Rannells (Girls) y Casey Wilson (Perdida) en los papeles de los emprendedores que Ned conoce en una enorme y numerosa fiesta de vacaciones que organiza Laird en honor a la visita de los Flemming. La lista de invitados es un quién es quién de multimillonarios del mundo tecnológico, personas que, para Ned, parecen hablar un idioma totalmente distinto. Para los productores, esos papeles de reparto clave les dieron la oportunidad de burlarse de los estereotipos establecidos en Silicon Valley. "Cuando el resto del reparto son ases de la comedia, tienes mucho ganado, y la película tiene un sinfín de momentos cómicos", afirma Levy. "Los instintos de Hamburg a la hora de realizar el casting son muy deliberados, y la fortaleza del reparto contribuye a la riqueza cómica".

Devine interpreta al impetuoso magnate de la tecnología, Tyson Modell, el creador de 24 años de la aplicación Ghostchat, donde los 30 millones de personas se abuchean cada día. Modell es el arquetipo de la imagen de enfant terrible a menudo asociada con los jóvenes multimillonarios. "En lo que respecta a los estereotipos tecnológicos multimillonarios, o eres un sociópata egocéntrico o eres del tipo tranquilo que no tiene una oficina y se divierte con un monopatín", argumenta Devine. "Tyson es del tipo que grita enfadado a su coche sin conductor, y al que todo el mundo tiene que aguantar".

Ned también conoce a los hermanos Blaine y Missy Pederman, los creadores de una empresa de tarjetas de invitación en línea llamada StampFree Invites, el negocio de Internet que amenaza más directamente a las fortunas de su prensa de tamaño mediano. "Ned está en el negocio de la impresión y aquí estamos representando el futuro, que es sin papel", dice Rannells. "Somos la versión digital de la pequeña tienda familiar de Ned, por lo que Ned nos ve como el final de sus días", añade Wilson.

Con un paisaje tan rico de personajes, Hamburg se propuso crear una atmósfera que desatara las formidables fortalezas e instintos de su talentoso reparto. La improvisación no era sugerida, sino más bien requerida, algo que los actores encontraron emocionante. Franco apreció el compromiso total de Hamburg de mantener abierto el espacio creativo. "Es importante sentir que alguien detrás de la cámara te apoya", dice. "Si estás divagando, esperas que el director pueda ayudarte y guiarte. John deja mucho espacio para la improvisación; empiezas con el guión y luego empiezas a dar vueltas para ver lo que se te ocurre".

"La permisividad… éramos como niños", añade Cranston. "Hacíamos la escena como estaba escrito y no sólo se nos permitía volvernos locos, sino que se nos animaba a hacerlo y a agregar cualquier cosa al personaje".

El veterano cómico Key confirma: "Nunca había estado involucrado en una producción en la que un director volviera con las cámaras a momentos que ya se habían rodado para capturar el otro lado de lo que era improvisado. Hizo que mis ojos centellearan. Desde el punto de vista de un actor, ha sido un sueño, porque realmente lo vives todo. Habrá momentos en la película en los que las escenas habrán salido de manera natural completamente. Eso es lo que John estaba buscando".

Hamburg asegura que la mejor comedia comienza con un guión sólido, pero mantener un ambiente en el que las ideas inesperadas pueden prosperar, siempre produce sorpresas emocionantes. "A lo largo del día, descubres ciertos lados de la comedia que no sabías que iban a estar allí por la mañana", dice. "Para mí, es como un bufé libre. Es un proceso muy colaborativo y abierto, en el que los actores gritan cosas; yo gritaba algunas ideas durante las tomas. Ellos las agarraban al vuelo y me las devolvían ya confeccionadas. El hecho de descubrir algo que no existía por la mañana y que a las dos en punto ya se ha convertido casi en una broma de toda la vida, es una de mis cosas favoritas. Hace que todo sea fresco, divertido y vivo".

El proceso dio lugar a tomas extraordinariamente largas, algo raro dadas las vertiginosas presiones de los horarios de la producción cinematográfica. Mientras se grababa una escena particularmente incómoda para Ned, en la que Gustav debía acudir en su ayuda mientras estaba sentado en un inodoro japonés de alta tecnología que funcionaba mal, Hamburg dejó que las cámaras rodaran durante 46 minutos mientras Cranston y Key no paraban de reírse una y otra vez.

"Es divertido ver a un actor del calibre de Bryan no poder mantener la compostura y otra vez", comenta Hamburg. "Y entonces Keegan, que está un poco más acostumbrado a estar en este tipo de comedias, tampoco podía mantener la compostura. Yo no paraba de decir: '¿queréis que cortemos?' Y ellos decían: 'No, no, no, no, no'. Fue un caos, pero a la vez increíble ver a dos hombres hacerse reír tanto el uno al otro.

Key añade: "Cada vez que reiniciábamos, Bryan decía: 'lo tengo, lo tengo', y me metía en la toma muy lentamente, lo más cerca posible de su cara y volvía a caer de nuevo. Se disculpó como 56 veces. Fue una toma de 46 minutos y probablemente haya dos minutos utilizables".

Disfrutando de su regreso a la comedia después de tantos años en la oscuridad de los dramas, el entusiasmo de Cranston era palpable. Key comenta: "es un retorno triunfal de Bryan a la comedia. Está en su salsa, en su elemento y ha sido muy divertido. Cualquiera que conozca a Bryan sabe que disfruta y aprovecha cada momento que está en el escenario, y si pudiera captar en la cámara la mitad de las cosas que hace fuera de la pantalla... ha dejado a gente llorando de risa en el plató".

Franco afirma entre risas: "Uno no espera que fuera Bryan fuera el que traspasara los límites, pero él es el que más a menudo sugiere que ha ido demasiado lejos, tanto con la escena como con los actores. Me encanta que el más bruto de la habitación sea Bryan.


Sobre la producción
Grabada en Los Ángeles durante nueve semanas, ¿TENÍA QUE SER ÉL? necesitó que el equipo de producción creara dos estéticas muy diferentes: la acogedora casa de Ned en Michigan y la majestuosidad minimalista de la extensa propiedad de Laird en Palo Alto. Para hacer de Grand Rapids durante las vacaciones, la parcela trasera de Universal se transformó en un pintoresco barrio suburbano nevado. Se llevaron camiones cargados de hielo para cubrir las calles con nieve y se llenaron los árboles de nieve de espuma con mangueras gigantes para crear la ilusión de un país de las maravillas de invierno.

Por el contrario, la casa de Laird ejemplifica el elegante y optimizado mundo de la tecnología. Rodeado de enormes jardines donde tiene una variedad de animales, la enorme "casa inteligente" está completamente libre de papel, baños incluidos. La casa también cuenta con un omnipresente sistema operativo llamado Justine, un conserje virtual con voz original de la estrella de Big Bang, Kaley Cuoco, que puede hacer preguntas, ofrecer comentarios y seguir la actividad y las conversaciones de una habitación a otra. El centro de la casa es una gran sala que alberga el orgullo de la extensa colección de arte de Laird: un alce gigante sumergido en un tanque de su propia orina. No obstante, la mayoría de las pinturas en exhibición son originales de James Franco.

"Muchas de las ilustraciones de la película están pintadas por James, casi todas las piezas", revela Hamburg. "Parecía apropiado para la película. Barb y Ned duermen debajo de una gran pintura que dice, 'Humping Capybaras' (carpinchos fornicadores), encima de una imagen de dos animales que están fornicando. Es muy James y muy apropiado para la película".

El hogar de Laird es también el lugar donde Gustav le enseña parkour evasivo como un método de autodefensa. El entrenamiento intensivo incluye ataques al azar (un homenaje a la Pantera Rosa y a Kato). El objetivo es crear un conjunto de habilidades innatas que sean instintivas, primitivas y que puedan ser activadas apropiadamente cuando sea necesario. "Ya que Laird es un activo valioso, necesita saber cómo protegerse en caso de que hubiera un secuestro o algo así", explica Key.

Los métodos de entrenamiento de Gustav se ponen a prueba, sin embargo, con un sujeto desafortunado... su futuro suegro. Convencido de que Laird es un fraude, Ned recluta a su fiel chico informático (Zach Pearlman) para hackear el ordenador de Laird e investigar sus registros financieros. Armado con la información que cree que finalmente va a exponer la intrincada red de mentiras de Laird, Ned se enfrenta a Laird delante de la familia, y ahí es cuando los ánimos terminan por explotar. Las acusaciones vuelan, y las cosas rápidamente se vuelven físicas. Tratando de evadir los ataques de Ned, el entrenamiento de parkour de Laird entra en acción, quien sin esfuerzo sube a la parte superior del tanque del alce.

A modo de guiño a las crecientes presiones del viaje, la presión del peso corporal de Laird contra el cristal hace que el tanque explote, lo que provoca que Laird sala volando a través de la habitación en una ola gigante. "La explosión es perfecta porque representa todos los temas diferentes que hemos estado desarrollando a lo largo la película, que alcanzan su punto máximo de una manera grandiosa", resume Franco. "La escena no era originalmente de esa manera. El mérito es de John, que es realmente bueno en el desarrollo de ideas y permitiendo que cada escena alcance su máximo potencial".

La idea de que Laird saliera de su gigantesca obra de arte proporcionó a los cineastas la oportunidad de hacer un guiño a la imagen pública de Franco de una manera sutil. "James tiene una reputación como artista y pensamos que sería gracioso que James Franco saliera catapultado de esta fantástica obra de arte como una extraña metaidea; y de ahí surgió todo", explica Helfer.

Esta escena fue sin duda la más complicada de rodar. ¿Tenía que ser él? El coordinador de efectos de sonido Jeremy Hays trajo a varios ingenieros para trabajar la logística de la secuencia de un tanque de dos metros y medio lleno de más de 10.000 litros de agua. "Es divertido porque primero lees el guión y luego vas a las reuniones y tratas de transmitir lo que requiere esta hazaña de ingeniería, así como el riesgo y el peligro, pero asegurando a todos que es posible", dice Hays. "He hecho cosas similares con acuarios de alrededor de un metro, pero cuando hablamos de algo de dos metros y medio, es algo completamente diferente".

El primer reto era construir una estructura en el escenario que soportara el peso del tanque de 2.300 kg más 11.000 l de agua: el peso total era de unos 7.500 kg. El equipo entonces tuvo que determinar la manera en la que el vidrio templado de Ÿ pulgadas de grosor iba a poder retener con seguridad el agua dentro del tanque mientras los actores y el equipo de rodaje grababan alrededor de la instalación durante varias semanas antes de la secuencia.

Debido a que el doble de escenas de acción estaba sumergido en el tanque en el momento de la explosión, reventar el vidrio con artículos pirotécnicos no era una opción. En su lugar, Hayes y su equipo utilizaron un cilindro neumático de alta presión que transfirió aproximadamente 3.600 kilos de fuerza sobre un pequeño punto en la esquina superior del vidrio para romper el tanque e inundar el escenario con agua. "Teníamos una idea de hasta dónde iba a llegar el agua, pero al final llegó mucho más lejos y demolió el escenario de la manera que queríamos", explica Levine. "Fue una toma bastante compleja para una película de este tamaño y fue absolutamente impresionante".

Hamburg afirma que la secuencia causó muchos momentos de nerviosismo, pero se emocionó con el resultado final. "Para mí, fue el día más estresante que jamás he tenido en un rodaje de cine ", asegura Hamburg. "Afortunadamente sólo tuvimos que hacer una toma. Se hizo sin problemas. El doble de acción se hizo un pequeño rasguño en la nariz, pero es que pasó a través de un tanque de cristal y sobrevivió; creo que teníamos 11 cámaras filmándolo. Es un momento realmente divertido y emocionante en la historia".

Pero no son sólo las escandalosas acrobacias de la película o la salvaje comedia física lo que más va a gustar a los espectadores. Uno se puede identificar realmente con la historia de un comprometido padre que busca la manera de aceptar al poco convencional multimillonario de la tecnología al que ama su hija; por eso Cranston es el centro de ¿TENÍA QUE SER ÉL? y es el personaje con el que se identificarán los espectadores esta temporada navideña. Es una divertida comedia familiar sobre aceptación y conexión.

"Surgen muchos momentos cómicos de las diferencias que hay entre las personas y es mejor cuando nacen de la realidad", dice Cranston. "Si los espectadores salen del cine habiéndose reído mucho, eso ya es un valor en sí mismo. Si los espectadores se rieron y realmente sintieron algo, habremos conseguido nuestro objetivo".