El primer violinista de la orquesta local, François Gautier (Dany Boon), tiene un gran defecto: es un tacaño. Se cronometra bajo la ducha, utiliza las farolas para iluminar su casa, ve la televisión del vecino con prismáticos y mide el papel higiénico.
François no tiene vida social. Su único amigo es el director de su banco. Invitar a alguien a tomar algo puede ser mortal. Llevar a una mujer a cenar es una tortura. Pero Valerie (Laurence Arné), la nueva violonchelista de la orquesta, no ve a François el tacaño, sino a un virtuoso músico del que se enamora. Entonces aparece Laura (Noémie Schmidt) y le dice a François que es su hija. Su madre le había presentado como un rico benefactor de causas infantiles y Laura le ha idealizado como a un héroe. Ahora François, además de un gran defecto, tiene dos problemas: Valerie y Laura, que le quieren por lo que no es. Él les sigue el juego, pero cualquier desliz podría costarle muy caro