Éric Lavaine ("Barbacoa de amigos") coescribe y dirige esta comedia sobre el irracional microcosmos de las relaciones familiares. Protagonizada por la dos veces ganadora del César Josiane Balasko ("Felpudo maldito") y Alexandra Lamy (serie "Última oportunidad").
Entrevista con Éric Lavaine
P: ¿COMO NACE EL PROYECTO?
R: Nace viendo reportajes sobre la generación boomergang. Bajo esta denominación, que parece divertida, se esconde todo un drama. Ya conocíamos a la generación hotel canguro, la que se queda tranquilamente en casa de papá y mamá, y ahora tenemos la generación boomerang, esa que, forzada por las circunstancias, vuelve a instalarse en casa de sus padres. Este fenómeno que era, sobre todo, característico de los países del sur de Europa empezando por España ahora afecta a unos 410.000 franceses adultos. Esta obligación de volver a casa de los padres normalmente es consecuencia de un despido, de dificultades materiales o de una ruptura sentimental.
¡Volver al nido no es, por tanto, una decisión personal y voluntaria!
P: PARA USTED, ¿ES UNA OPORTUNIDAD PARA HABLAR DE LA FAMILIA?
R: En Barbacoa, mi anteúltima película, me interesaba el tema de los amigos, y esta vez, en Volver a casa de tu madre, me centro en la familia: una cuadragenaria que tiene que volver a vivir con su madre me parecía un buen punto de partida para abordar el tema. Es algo que me afecta especialmente porque, como pongo en boca de uno de los personajes: Adoramos a nuestros padres pero, de ahí a pasarnos la vida con ellos
¡Un fin de semana nos basta y nos sobra!. Y ahí reside toda la ambigüedad de la familia: es el espacio perfecto para los ajustes de cuentas, para lo que no se dice, para los conflictos y, al mismo tiempo, es un basamento extraordinario sobre el que reposa todo.
P: HACER COMEDIA PARTIENDO DE UNA CUADRAGENARIA OBLIGADA A IRSE A VIVIR CON SU MADRE PORQUE SE QUEDA EN EL PARO ERA UN DESAFÍO EN TODA REGLA
R: Aunque en todo momento estemos con los pies en la tierra, podemos asistir a situaciones muy cómicas. El drama suele generar comedia. Y la risa es una manera formidable de trasmitir sensaciones e ideas. Lo que siempre resulta complicado es conseguir que la risa no se cargue la emoción. En Volver a casa de tu madre, hubo que dosificar, medir un poco, para dejar espacio a la angustia de Stéphanie.
P: TAMPOCO SE CORTA AL HABLAR DE LA SEXUALIDAD DE NUESTROS MAYORES
R: El otro punto que me interesaba en la situación de una hija que vuelve a casa de su madre es que cuando eres adulto y tienes la suerte de que tus padres están vivos, te sigues sintiendo como un niño. Atribuyes a tu progenitor un papel de madre o padre, y le odias en su papel de amante.
Por eso, hablar de la sexualidad de los mayores suele ser un tabú: negamos a nuestros padres el derecho a gozar de una vida sentimental y sexual propia.
La visión infantilizada que Stéphanie tiene de su madre me resultaba muy divertida.
P: TAMBIÉN HABLA DE LOS CONFLICTOS ENTRE HERMANOS
R: Cuando empecé a interesarme por el tema, una de las cosas que más me marcó fue que las personas de la generación boomerang sufrieran un doble castigo: no solo te tienes que enfrentar a tu propio fracaso volver a tu habitación de adolescente te infantiliza en grado sumo sino que, además, tus hermanos no pueden perdonarte que te instales de gorra en casa de tus padres.
Consideran que te estás aprovechando de tus padres, lo que suscita una especie de envidia.
P: COLABORA MUY A MENUDO CON EL GUIONISTA HÉCTOR CABELLO REYES. ¿CÓMO ES ESCRIBIR CON ÉL?
R: Normalmente, partimos de una idea que me resulte divertida.
Luego, trabajamos al alimón. Me parece que el trabajo ya es muy complicado en sí mismo, y escribir solo me resulta muy difícil: enseguida me aburro. Necesito un compañero para divertirme, probar las ideas para ver si funcionan y, si es necesario, cambiar de rumbo: con Héctor consigo tener una mirada más crítica sobre los diálogos.
Y además, en un tema tan amplio y complejo como el de la familia, cada uno tenemos nuestra propia experiencia. Esto multiplica por dos las historias que podemos contar. Sacamos todo lo posible de nuestras vidas personales.
Por otra parte, Héctor tiene una cualidad formidable: es un actor increíble, con lo que puede sumergirse de forma casi inmediata en una realidad en forma de escenas.
P: SE ATREVE CON ESCENAS DE COMEDIA IMPROBABLES, COMO LA CITA DE STÉPHANIE EN LA OFICINA DEL PAR0
R: En este caso también, este tipo de escenas parten de la observación de la realidad.
Cuando el empleado de la oficina del paro, al que da vida Patrick Bosso, le dice a Stéphanie: Pues ya sabe, dedíquese al mundo del coaching, no se inventa nada nuevo: ¡sólo hay que ver la gran cantidad de parados que deciden hacerse coaches para asesorar y trabajar con los demás! Por su parte, Stéphanie se da cuenta de que el trabajo de marketing relacional que le está proponiendo consiste en repartir folletos en patines, y su hermano le suelta: "Y, ¿por qué no lo has aceptado? No hay empleos malos, quiero ir contra todos esos tópicos que estamos hartos de escuchar todos los días. ¡Decir que no hay empleos malos, es algo indecente! Por desgracia hay muchos más trabajos malos que profesiones enriquecedoras y que te aporten algo. Lo que me gusta del cine es poder hacer comedia mostrando, al mismo tiempo, lo que pienso realmente y en el fondo sobre un cierto número de temas.
P: EL PERSONAJE DE STÉPHANIE ESTÁ PASANDO POR UN MOMENTO BASTANTE DIFÍCIL EN SU VIDA
R: Me inspiré en una amiga arquitecto: tenía dinero, una vida fácil y de la noche a la mañana pierde un juicio y lo pierde todo. Pasar de TODO a NADA es bastante duro como experiencia vital. Para simbolizar la vida de antes de Stéphanie cuando las vacas gordas se me ocurrió utilizar unos créditos iniciales bastante glamurosos: el paisaje es imponente, hace bueno, está guapísima al volante de su Audi descapotable... Audi que devuelve en el concesionario al final de la escena.
Es el final de los días felices
¡y el arranque de la película!
P: DESDE EL PRINCIPIO DE LA PELÍCULA, SENTIMOS LA ANGUSTIA DE STÉPHANIE.
R: En el fondo, la angustia moral pesa tanto como las dificultades materiales que uno atraviesa. Desde que Stéphanie se instala en casa de su madre, se carga con todo, todo el tiempo, y lo hace tan bien que despierta en nosotros una profunda empatía.
Como la escena en la que explota por la cremallera de su hijo, que se engancha, bajo la mirada de desaprobación de dos jóvenes mamás. Francamente, no le resulta fácil asumir su papel de madre en este contexto y volver a casa de su madre no es un mensaje demasiado convincente para su hijo.
P: AL FINAL, EL PERSONAJE DE JOSIANE BALASKO ES EL ÚNICO QUE GOZA DE UNA VIDA AMOROSA SATISFACTORIA.
R: ¡Exacto! Siempre son los que no llaman la atención los que son más felices. En nuestra sociedad, debido al peso de las convenciones, solemos rechazar la idea de que nuestros padres puedan tener una vida amorosa e íntima. Y, sin embargo, los hijos de Josiane Balasko deberían estar encantados con que su madre sea feliz.
En el fondo, en la película, la madre, a pesar de su edad, es el personaje más abierto: sin duda, ha entendido mejor la vida que los demás.
Creo que, en cierto sentido, es muy moderna. Lleva una doble vida desde hace mucho tiempo, sin que ni su marido ni sus hijos hayan sospechado nunca nada.
También está basado en una historia real: un amigo me contó que cuando tenía 10 años, con su madre, se les estropeó el coche en mitad de la noche. Era julio, estaban de vacaciones y su padre se había quedado en París. ¡Bueno, pues apareció el vecino del segundo para ayudar a su madre como por casualidad, ¡vecino que iba conduciendo detrás de ellos a las tres de la mañana por la Bretaña profunda
!
Quiero precisar que cuando murió el padre de mi amigo, su madre y el vecino se fueron a vivir juntos y, en cierto modo, oficializaron una relación secreta ¡que ya duraba 20 años!
P: ¿CÓMO ELIGIÓ A LAS ACTRICES?
R: Josiane, Mathilde y Alexandra tienen un punto en común: llevan dentro el ritmo. Ya sea comedia o drama, lo que hace de unos actores grandes actores es el control del bon tempo.
En el caso de Alexandra Lamy, he conocido a pocas actrices que midan tan bien la comedia, que interpreten con tanta maestría un personaje y, por tanto, que sepan provocar empatía y emoción en el espectador. Alexandra tiene los pies en la tierra: ¡será porque es de Cevennes! Tiene ese punto de vida de verdad que nos obliga a creernos totalmente el personaje que interpreta. Aunque ya la había visto en Una nueva amiga de François Ozon, la elegí sobre todo por su buen saque. En la primera cita, siempre invito a mis actores a un restaurante italiano de un amigo mío.
Desde mi primer encuentro con Alexandra, a la que no conocía personalmente, me entusiasmó su sentido del humor: a pesar de ese imponente físico que tiene, me daba la impresión de que estaba con mi mejor amigo.
Y en el plató, era una maravilla: nunca deja entrever una pizca de ego.
Para la madre, quería a una actriz que fuera la típica Mamma italiana: me parece que Josiane Balasko, con sus formas redondeadas, desprende una sensualidad que se presta muy bien a llevar una vida sentimental-sexual sana y satisfactoria. Si fuera una señora bajita y seca se prestaría menos. Josiane se come la vida a bocados. Yo he nacido con «Los Bronceados» ¡y pensar que cuando Balasko leyó el guión, dijo quería hacer la película, para mí era un sueño! Siempre ha mostrado un gran respeto por el texto, aunque yo la insistiera todo el tiempo para que me hiciera sugerencias.
Desde que nos conocemos, cada vez que la veo me muero de risa.
Y sobre todo y además, se llevaba muy muy bien con Alexandra.
Para la hermana, quería una tía muy guapa y Mathilde Seigner es una mujer muy hermosa. Mathilde hace de una mujer celosa de su hermana y si hubiera sido fea o hubiera tenido peor físico, la cosa habría tenido menos gracia. Mathilde tiene una gran capacidad para hacer de mala provocando, al mismo tiempo, una cierta empatía en el espectador. Aquí, interpreta a una mujer que no es feliz y que odia a todo el mundo; No se gusta a sí misma y como a toda la gente que no se gusta a sí misma le cuesta mucho querer a los demás. Su marido tiene que dejarla para que se dé cuenta de lo que siente por él. Y, por otro lado, está muy contenta de sentirse sin duda por primera vez en su vida superior a su hermana pequeña: es muy difícil admitir que siempre ha sentido celos de ella. Y luego, termina deponiendo las armas, también ella. Mathilde es una actriz formidable y la manera en que mira a Jérôme Commandeur es impagable.
P: ¿Y LOS ACTORES?
R: Jérôme Commandeur me recuerda a Villeret, pero en más guapo. En la vida, es un tipo divertido, con una cierta fragilidad y, aunque no tenga tanta experiencia como Josiane, siente avidez por aprender y, en unos años, será un actor imprescindible.
En Volver a casa de tu madre es el parche o el remiendo de la familia y hace de un tipo realmente adorable; parece simplón pero, en el fondo, le apasiona su trabajo, ¡y me encanta! No es fundamental para la trama el que le dé un curso de psicología a Stéphanie sobre la búsqueda del útero familiar o que le apasionen sus rotuladores Stabilos, pero todos estos elementos aportan buenas escenas de comedia.
Aunque al principio yo no fuera consciente, elegir a Philippe Lefebvre era algo claro y evidente: este actor es el sueño de cualquier director. Te hace sugerencias, interioriza las indicaciones que le das y siempre lo hace bien. Es un actor formidable que no se ha desgastado con una filmografía demasiado extensa.
Para el amante de la madre, quería un tipo seductor que formara una pareja creíble con Josiane. Con Didier Flamand que es irresistible dentro y fuera del plató me parece que forman una pareja perfectamente verosímil: Josiane está radiante y Didier puede verse fácilmente seducido por ella y por ese punto italiano.
P: ¿CUÁLES ERAN SUS PRIORIDADES EN TÉRMINOS DE PUESTA EN ESCENA?
R: Siempre que haces una película para el cine, tienes que dar al espectador un servicio mínimo: en mi opinión, la película tiene que ser bonita y buena. No busco ningún efecto en ningún momento, pero el resultado final tiene que estar al servicio de la situación.
Prefiero hablar de dirección artística que de puesta en escena.
Por otro lado, quería que la película transcurriera en el sur para poder dar más protagonismo a los colores cálidos. Junto con mi Director de Fotografía, François Hernandez, trabajamos en estrecha colaboración con vestuario y decorados. Por ejemplo, el vestuario de Josiane retoma los colores de su casa, como si se fundiera con el decorado, para darnos la sensación de que vive allí desde hace mucho tiempo.
P: DESDE EL PUNTO DE VISTA TÉCNICO, LA PELÍCULA TIENE UNA GRAN FLUIDEZ
R: ¡La película podía haber sido una obra de teatro y, sin embargo, es cine! Por lo tanto, hace falta una escritura cinematográfica y, efectivamente, lo que me interesa es esa fluidez global. Casi todo el tiempo rodamos en un decorado bastante cerrado y he tratado de que la película no sea un simple encadenamiento entre plano general y plano-contraplano.
Para la secuencia de la cena en familia, que es bastante larga, fui pasando de manera casi imperceptible de un plano más general a un plano más cerrado. Cuanto más discuten los hermanos, más se cierra el plano. Estábamos rodando en un antiguo edificio de oficinas en el que reconstruimos un piso más grande que en la realidad. ¡Tenía espacio suficiente para poder utilizar una buena distancia focal!
P: ¿A QUIÉN LE ENCARGÓ LA MÚSICA?
R: ¡Hice un casting! Pedí a tres músicos que trabajaran en tres secuencias de la película, precisándoles lo que quería en términos de ambiente: les había avisado de que escucharía su propuesta una sola vez, porque el espectador en la sala sólo escucha el extracto una vez (aunque luego podamos trabajar con variaciones sobre el tema).
Y de esta forma elegí a Fabien Cahen, ex-colaborador artístico de Zazie.
Me parece que la música está muy lograda: no cae en lo sentimental y está totalmente desprovista de efecto de estilo. Le da una cierta coherencia al conjunto.
P: HÁBLEME DE LA CANCIÓN DE LOS CRÉDITOS
R: Elegí Any Story de Hindi Zahra para abrir y cerrar la película. Es una canción suave, que te envuelve en una cierta melancolía. La canción pega mucho con el espíritu de Volver a casa de tu madre: estos dos o tres días que pasamos con esta familia tenían que hacernos felices, aunque la situación, en el fondo, no haya cambiado. No hay que olvidar que estos hermanos se quieren muchísimo.
Y que hay que rascar y levantar todas esas capas de rencor y de cosas que nunca se han dicho para llegar a lo más hermoso que nos da la familia.
Entrevista con Alexandra Lamy
P: ¿QUÉ LE CONVENCIÓ PARA PARTICIPAR EN ESTE PROYECTO?
R: En primer lugar, tenía la sensación de que todos los personajes me resultaban familiares. Como en la película, cuando hay una reunión familiar, mi madre siempre me pide que la ayude con Internet. Y lo más divertido es que, la última vez que fui a su casa, tuve como premio una ración completa de Cabrel. Realmente creo que todo el mundo va a poder identificarse o reconocerse en esta historia.
Además, hay un fondo de mucho peso en el guión: me encantan las historias que destilan un auténtico contenido y que no se limitan a ir encadenando pullas. Esta es una comedia estupenda que se pregunta de manera realista sobre la cuestión de saber qué hay que hacer cuando lo has perdido todo y tienes que volver a casa de tus padres. Hay muchos jóvenes que no pueden permitirse vivir solos, sobre todo en París y alrededores. También era una manera de hablar de la familia.
P: ¿QUÉ PIENSA DE ESTE FENÓMENO DE LA GENERACIÓN-BOOMERANG?
R: Éric se ha inspirado en hechos reales, en gente que conoce, para abordar el tema. Como los alquileres son cada vez más caros, hay que ganar el triple de lo que nos cuesta el alquiler para que alguien nos avale, sobre todo en las grandes ciudades, y esto es muy difícil para los jóvenes.
A nuestro alrededor, vemos muchos casos que reproducen este fenómeno.
Y es mucho más complicado cuando tienes un hijo: Stéphanie se ve obligada a dejar a su hijo con su ex-marido porque no puede hacerse cargo de él.
P: ¿CÓMO DESCRIBIRÍA A SU PERSONAJE?
R: Como estamos hablando de un tema tan actual, era aún más importante que el personaje fuera 100% creíble: Stéphanie tiene un hijo, pero no puede quedarse con él porque ya no tiene una habitación para él y no puede criarlo en esa casa. Teníamos que situarla en una realidad concreta y veraz para interpretar esta historia, aunque sin salirnos de la comedia. Éric y yo tuvimos que trabajar duramente: queríamos centrarnos en la familia y ver lo que ocurre. ¿Cómo reaccionar cuando vuelves a casa de tu madre y te ves obligada a rendir cuentas y a dar explicaciones porque tienes la sensación de estarte aprovechando, y encima tienes que hacer frente a reproches cargados de maldad? Nos hemos divertido mucho, Philippe, Josiane, Mathilde y yo, acercándonos lo más posible a esa idea de familia.
Evidentemente, es un tema que todos conocemos.
P: ¿POR QUÉ VOLVER A CASA DE TU MADRE Y NO A CASA DE UNOS AMIGOS?
R: Creo que, en esos momentos, necesitamos refugiarnos en esa especie de burbuja, de nido, que es la familia. Además, nos damos cuenta de que tiene una buena relación con su madre aunque, por otra parte, le echan en cara que sea la preferida, la benjamina. Con sus amigos, quizá no tenga tantas ganas de mostrar que está pasando por un momento difícil, es una cuestión de orgullo.
Por lo tanto, necesita refugiarse en el nido: la tranquiliza. Yo sé que, si me pasara a mí, querría estar en casa de mis padres, bajo su benévola mirada, y volver a mi habitación de niña.
P: EL PERSONAJE DE LA MADRE ES UNA MUJER PARTICULARMENTE REALIZADA
R: Disfruta de la existencia y, de repente, se ve obligada a jugar con esa realidad, precisamente porque ha rehecho su vida. Nuestros hijos nos ven siempre como madres, nunca como mujeres: nos imaginamos que nuestras madres seguirán siempre siendo madres y nos olvidamos de que también tienen derecho a disfrutar del placer y del amor.
P: ¿POR QUÉ LE DA TANTO MIEDO LA CENA CON SU HERMANA?
R: Perder el trabajo siempre es algo difícil: uno se siente débil, incómodo y, si además, tenemos una relación complicada con nuestra hermana, sabemos que se va a aprovechar, porque estamos en situación de inferioridad. Y no nos apetece contarles a nuestros hermanos que hemos fracasado: presentimos que la familia va a humillarnos y a meter el dedo justo en la llaga. Stéphanie era el ojito derecho, lo que permite que ahora afloren todas las historias de familia. Carole (Mathilde Seigner) no aguanta que Stéphanie se quede sola con su madre. De repente, Stéphanie se da cuenta de que sus hermanos van a someterla a un juicio sumarísimo.
P: ¿CREE QUE LE CHOCA PARTICULARMENTE EL ENTERARSE DE QUE SU MADRE TIENE UN AMANTE?
R: Siempre es una situación un poco delicada: Stéphanie podría tener la impresión de que este hombre va a sustituir a su padre. Pero hoy en día vivimos más y la seducción es algo que sigue estando muy presente entre las personas mayores.
Aunque para los hijos, siempre es complicado. Reprochamos a nuestras madres que se repongan con mucha facilidad de la desaparición del padre, pero es una posición egoísta: no siempre estamos ahí para ir a ver a nuestros padres y nos cuesta aceptar que sean felices sin nosotros.
Por este motivo, Stéphanie necesitará un cierto tiempo para aceptar la idea de que otra persona entre en la vida de su madre, pero creo que, en el fondo, está contenta por ella.
P: ¿CÓMO HA SIDO EL TRABAJO CON SUS COMPAÑEROS DE REPARTO?
R: Creo que la relación funciona muy bien entre las dos hermanas: sentimos que las une una relación de amor-odio, que se quieren pero no pueden reconocérselo mutuamente. También sienten envidia entre ellas. Porque Stéphanie es la pequeña y siempre ha sido el ojito derecho.
Es una experiencia maravillosa trabajar con Mathilde Seigner: es una compañera de reparto magnífica con la que se puede trabajar realmente en equipo.
Evidentemente, adoro a Josiane Balasko desde siempre: crecí con Los Bronceados y me encantaba la idea de poder rodar con ella. Es una actriz que siempre está ahí, en el tajo: todas las generaciones la adoran. Al principio, nos estuvimos olisqueando un poco, pero a los dos minutos ya nos llevábabamos bien: nos lo hemos pasado fenomenal.
Josiane es una curranta nata. Ensayábamos juntas en los camerinos, buscábamos los tonos de voz más adecuados, nos permitíamos algunas licencias y nos hacíamos sugerencias mutuas. No para darnos lecciones de nada sino para avanzar juntas.
Lo que más me divierte es tener compañeros de reparto y buscar cosas juntos por el bien de la escena.
P: ¿QUÉ TIPO DE DIRECTOR DE ACTORES ES ÉRIC LAVAINE?
R: ¡Me ha encantado trabajar con él! Nos habíamos cruzado hace mucho tiempo y le dije un par de frases que le hicieron mucha gracia. Para mí, alguien con sentido del humor tiene que ser inteligente. De hecho, leyendo el guión, ya me empecé a reír y, en nuestras reuniones, nos dimos cuenta enseguida de que estábamos hablando de la misma película. Realmente nos lo hemos pasado muy bien y, al mismo tiempo, es otro supercurrante. La gente se cree que la comedia es una cosa fácil y, sin embargo, es lo que exige más trabajo. Éric es un director de actores fantástico: es preciso, siempre está a la escucha y nunca critica una sugerencia.
Tiene sentido del ritmo, escribe muy bien y da confianza a sus actores. Es alegre y, en cuanto da con la idea, va a tope a por ella, con entusiasmo.
Tanto es así, que vamos a hacer juntos otra película.
Entrevista con Josiane Balasko
P: ¿QUÉ ES LO QUE LE EMOCIONÓ Y LE DIVIRTIÓ DEL GUIÓN?
R: Es una historia muy divertida porque es el personaje más viejo ¡en este caso yo! el que mejor se lo pasa: es viuda y tiene un amante secreto desde hace mucho tiempo (risas).
Resumiendo, es más feliz que sus hijas.
Por otra parte, quiere a sus hijos aunque no quiera renunciar a su vida privada. De ahí todos los malentendidos que van surgiendo.
Me ha encantado cómo estaban escritos los diálogos y algunas escenas hilarantes como la cena, muy divertida desde la primera lectura. De repente, todo este caos va poniendo trabas a la vida rutinaria y cotidiana de mi personaje
P: ¿ESTÁ CONTENTA DE QUE SU HIJA VUELVA A CASA O LO VE COMO UNA CARGA?
R: Le resulta un poco difícil: se da cuenta de que va a tener que emplearse a fondo para que no la pillen con su amante y, de repente, sus hijos empiezan a pensar que tiene problemas graves de memoria. Es la primera vez que interpreto a una mujer tan distinta a mí: tiene sus costumbres, juega al Scrabble con sus amigas, es meticulosa, incluso un poco maniática, rasgos de su temperamento que no son los míos y me parecían interesantes de interpretar. Es lo que más me gusta: explorar diferentes facetas e ir hacia registros diferentes.
Y Éric Lavaine conoce bien la música que quiere interpretar y sabe transmitirla.
P: ¿POR QUÉ SE MUESTRA TAN RETICENTE CON LA IDEA DE HABLAR DE SU AMANTE A SU HIJA?
R: ¡Porque está con él desde hace mucho tiempo! No le ha conocido por casualidad en los últimos seis meses.
Son amantes desde hace, por lo menos, veinte años: ha conseguido proteger su vida familiar llevando, en paralelo, una vida amorosa de novela.
Le apetecería hablar de ello, claro. De hecho, el día de la cena, quiere contarles la verdad a sus hijos lo que da lugar a una escena muy divertida pero se lo piensa mejor viendo la tensión que se está creando entre sus hijas.
P: ¿SE ESPERA QUE SU HIJA MAYOR, INTERPRETADA POR MATHILDE SEIGNER, SE ENFADE TANTO?
R: Creo que Stéphanie ha sido siempre la preferida. Y, de hecho, se explica después. Es un fenómeno frecuente entre hermanos. Y eso es lo que hace que Carole sea tan dura en familia la llaman Caca, ya es bastante significativo para protegerse, se ha fabricado una coraza y ha ido acumulando una frustración permanente que dirige contra su marido hasta el punto de obligarle a salir corriendo.
Durante el fin de semana, la familia va a explotar porque el marido de Carole se va y mis hijos van a discutir como no lo han hecho en la vida. Este tipo de conflictos, que tan bien trata siempre Éric Lavaine, me recuerdan siempre a los problemas de herencia, en los que los hermanos se matan por una bicicleta estática o unas cucharillas.
Desde el momento en que tocamos lo que los hermanos se supone que consideran suyo, la reunión se convierte en una batalla campal.
P: HÁBLEME DE SUS COMPAÑEROS DE REPARTO
R: Alexandra Lamy tiene un sentido del timing extraordinario, es una gran profesional. Siempre está de buen humor, es luminosa, brillante. Realmente, siempre es mucho más fácil trabajar con gente así. Nos admirábamos mutuamente desde hace mucho tiempo y este trabajo ha supuesto un encuentro importante en todos los sentidos del término.
Mathilde Seigner ya había hecho de mi hija ¡y ya nos habíamos abofeteado mutuamente (risas)! De hecho, ahora me llama mamá. En Maman título profético -, ya me pareció una persona agradable, muy profesional y muy muy divertida.
También me gusta mucho Cécile Rebboah, que interpreta a la amiga de Stéphanie, y que hacía de mi secretaria desastre en el telefilm La ley de Bárbara.
P: ¿Y QUÉ ME DICE DE LOS PAPELES MASCULINOS?
R: En el caso de Didier, le dije a Éric Lavaine que quería trabajar con un viejo cómplice, al que conozco desde hace 40 años: Didier Flamand. Y aceptó, porque interpretamos a dos viejos enamorados extremadamente apasionados. Todo el mundo puede entender que mi personaje esté loca por él: es guapo, sigue teniendo encanto y es divertido, aunque ella no le deje meter baza.
Jérôme Commandeur, que ya había trabajado con Éric Lavaine, es una maravilla de hombre. Ya puede hacer de perro apaleado o de metepatas, siempre está increíble.
Era la primera vez que trabajaba con Philippe Lefebvre y nos hemos llevado fenomenal.
Al final, hemos formado realmente una familia en la que los hijos no son insensibles: quieren sinceramente a su madre.
P: CASI TODO ESTÁ RODADO EN EL DECORADO DEL PISO
R: En general, el problema cuando ruedas en un piso es que rápidamente te juntas con 50 personas en el mismo espacio. En el caso de Volver a casa de tu madre, teníamos los camerinos y el comedor en el mismo edificio. Era como un mini-estudio.
En cierto sentido, nos apropiamos del edifico y, ¡hasta hacíamos fiestas los sábados!
P: ¿QUÉ LE PARECE LA DIRECCIÓN DE ACTORES DE ÉRIC LAVAINE?
R: Hicimos lecturas antes de empezar con el rodaje porque había escenas muy largas. Por ejemplo, la cena se rodó en dos o tres días y tuvimos que ensayar mucho. Pero rodábamos bastante rápido. ¡Con el equipo que suele trabajar Éric Lavaine no te queda mucho tiempo para hacer crucigramas! Tengo que confesar que era agradable tener un ritmo tan bueno, aún ensayando y repitiendo las escenas que no funcionaban. Éric Lavaine es exigente sin perder el buen humor. Nunca es estresante trabajar con él, y si está estresado, no deja que se le note. Tienes la impresión de que se divierte todo el rato.
Es muy abierto y nos anima para que hagamos sugerencias.
Entrevista con Mathilde Seigner
P: ¿QUÉ LE INTERESABA DEL PROYECTO?
R: Hacía mucho tiempo que Éric Lavaine y yo queríamos trabajar juntos. Me pareció que el guión era fantástico, más si tenemos en cuenta que el fenómeno de la generación boomerang desgraciadamente está de plena actualidad, porque muchas personas se están quedando fuera de juego, sin dinero ni trabajo, y tienen que volver a vivir en la habitación de cuando eran pequeños. ¡Me pongo en su lugar y no me vería volviendo a casa de mis padres!
Es una regresión y un fracaso gigantesco, porque significa volver a la infancia. Una locura.
P: ¿EL GUIÓN LE PARECIÓ DIVERTIDO?
R: ¡Más que divertido! Normalmente no me río leyendo un guión, pero me acuerdo de haberme destornillado de risa al leer esta historia. Tengo que decir que los conflictos entre hermanos me parecen muy divertidos. ¡En todo caso, hay que ser muy bueno para conseguir que alguien se parta de risa con unos diálogos hirientes y venenosos! Es difícil provocar la risa cuando eres malo es mucho más fácil con una comedia popular y gags bienintencionados. Conseguir hacer reír con personajes que se lanzan pullas, horrores y maldades, a veces intolerables, es bastante fuerte. Y, sin embargo, las situaciones de la película son totalmente creíbles: el relato está anclado en la realidad, sin dejar por ello de ser divertido, corrosivo y conmovedor. Creo que todo el mundo puede identificarse con la historia.
P: ¿CÓMO DESCRIBIRÍA A SU PERSONAJE?
R: Está muy bien descrito desde las primeras escenas. Al principio, es muy desagradable: tiene un carácter de mierda y dispara mala leche cada dos por tres. Y, sin embargo, aunque sea antipática al principio, se produce luego un cambio radical y nos conmueve.
Es poco habitual que un papel secundario evolucione tanto porque llega incluso a salvar a su hermana.
P: ¿POR QUÉ SE LLEVA TAN MAL CON SU HERMANA?
R: Se vuelve loca de celos ante la idea de que sus padres hayan querido más a Stéphanie, que siempre ha sido la preferida y el ojito derecho. Su única defensa es atacar a su hermana en un momento de debilidad extrema. Muerde porque sufre. Cualquier ser humano celoso, herido o abandonado muerde. Todos lo llevamos dentro: en lugar de admitir que estamos tristes o mal o celosos, empezamos atacando y mordiendo.
P: ¿QUÉ LE MOLESTA DE QUE STÉPHANIE HAYA VUELTO A CASA DE SU MADRE?
R: Todos sus celos vuelven a aflorar en ese momento. Ha sentido celos toda la vida y nos damos cuenta de que se lo hace pagar a los hombres. Cuando se entera de que su hermana vuelve a vivir en casa de su madre, no lo puede soportar.
Por eso se carga la cena.
Es su manera de vengarse: no soporta la idea de que Stéphanie vuelva a vivir con su madre: para ella, ¡el ojito derecho ha vuelto al redil!
P: ¿POR QUÉ TRATA TAN MAL A SU MARIDO?
R: Su relación con los hombres es complicada, esto también está relacionado con lo que ha vivido y sufrido.
Es dura, brutal, violenta con su pareja, como lo es con su familia. A posteriori, se da cuenta de que se ha pasado. Pero la manera en que habla a su marido es la misma que utiliza para hablar con su familia.
P: HÁBLEME DE SUS COMPAÑEROS DE REPARTO
R: Para mí trabajar con Jérôme Commandeur, al que no conocía, ha sido una experiencia maravillosa. Interpreta a un estúpido con mucha inteligencia: tiene ese oficio que tenía Villeret y actúa con emoción y finura.
Conozco a Alexandra Lamy desde hace mucho tiempo y estaba encantada de trabajar con ella.
En realidad, era como si ya hubiéramos rodado juntas.
Josiane Balasko, a la que adoro, ya había hecho de mi madre. De hecho, tenía la impresión de que era realmente mi madre, resumiendo, nos movíamos en terreno familiar y conquistado.
En cuanto a Philippe Lefebvre, al que no conocía, también es un tipo fantástico.
P: ¿QUÉ LE PARECE LA DIRECCIÓN DE ACTORES DE ÉRIC LAVAINE?
R: Hacemos lecturas y hablamos del personaje, pero no ensayamos mucho. Una vez en el rodaje, nos juntamos todos y nos dirige con mucha precisión: te hace repetir la toma si no le sirve y no deja nada al azar, sin humillar a nadie y sin maldad. Saca de ti lo que quiere, suave, sin violencia. No es arrogante, ni tiene que demostrar su poder como les ocurre a algunos directores.
Por lo demás, el plató con él siempre es un sitio muy agradable: el ambiente es festivo y siempre reina el buen humor, no hay malos rollos.