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Rosalie Blum cartel reducidoRosalie BlumDirigida por Julien Rappeneau
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Para su primer largometraje, Julien Rappeneau (hijo del director francés Jean -Paul Rappeneau) recurrió a las novelas gráficas de Camille Jourdy para su inspiración.

Una obra cargada de sensibilidad y sentido del humor.


La crítica ha dicho
"Un placer fresco y adictivo. Combina humor y emoción genuina" - HOLLYWOOD REPORTER

"Una fábula que emociona y trasmite felicidad" - STUDIO CINE LIVE

"Una burbuja de felicidad" - LE JOURNAL DES FEMMES

"Alice Isaaz causa sensación" - LE PARISIEN

"Divertida, conmovedora e inteligente, un verdadero triunfo" - LES FICHES DU CINEMA

"Un soplo de amor" - RTL

"Julien Rappeneau, con la habilidad de un cuentacuentos, junta las piezas hasta encajar la última, las más mágica" - TELERAMA

"Agradable y original, atinada e inventiva" - LE FIGAROSCOPE

"Su principal poder de seducción reside en la perspicaz disposición, en forma de puzle, del guion" - POSITIF


Entrevista con el director Julien Rappeneau

P: ¿Cómo tuvo la idea de adaptar la novela gráfica de Camille Jourdy?

R: En primer lugar, porque se trata de una historia fantástica ¡y las historias fantásticas escasean! Descubrí el cómic de Camille Jourdy cuando se publicó el tercer volumen, en 2009. Sus personajes, complejos y atractivos, me emocionaron de inmediato, y tanto su delicado universo como su principio narrativo me sedujeron. Hace tres años, cuando me entraron ganas de pasar de la creación de guiones a la puesta en escena, releí la trilogía de un tirón y experimenté de manera más intensa aún las sensaciones que había vivido durante la primera lectura. Por lo tanto, la adaptación de esta historia me resultó evidente. Fue como si Rosalie, que conecta tan bien con mi sensibilidad, se hubiera metido en mí. Me entusiasmé todavía más con este proyecto porque había en él una singularidad auténtica y porque en él podía plasmar aspectos personales. Todo ello contando una historia intrigante, en movimiento, y adoptando un tono a medio camino entre su humanidad, emoción y humor. Entonces, me puse en contacto con los productores Michael Gentile y Charles Gillibert, titulares de los derechos de esta novela gráfica, de la que ellos también se habían enamorado.


P: ¿Qué le interesó de los personajes que el cine rara vez represente?

R: Lo que me emociona de ellos es que se detienen en un momento de su vida: se bloquean por su miedo, por su historia familiar, por su soledad, y ya no consiguen retomar las riendas de su vida. Ahora bien, gracias a esta extraña historia de persecución, cada uno de ellos va a experimentar una puesta en escena en movimiento. Entre líneas existe la idea de que, aunque a veces haya que esperar mucho tiempo, siempre puede ocurrir algo positivo e inesperado. Se trata de una fábula completamente optimista. La trama se desarrolla en una pequeña ciudad de provincia con la que todos nosotros podemos sentirnos identificados. Ese es el poder de esta historia, intimista, singular y universal al mismo tiempo: todos hemos podido, en un momento dado, sentir que vamos por el camino equivocado, sentirnos paralizados por el miedo, antes de encontrar una dinámica para salir de ahí.


P: ¿Cómo transcurrió la redacción del guion? ¿La división en tres partes se impuso desde el principio?

R: Escribí solo, marchándome con frecuencia para aislarme en la Bretaña. Desde el principio, imaginé la película como un tríptico utilizando cartones con el nombre de los personajes. La novela gráfica también se divide en tres volúmenes, pero no se titulan de la misma manera. Leí y releí el cómic para impregnarme plenamente de su espíritu, y después lo cerré para adaptarlo. Empecé construyendo una estructura. La de esta película es especialmente complicada de poner en práctica porque, como debe hacer avanzar la historia, está basada en cambios de perspectiva. Me gustó mucho jugar con el espectador, navegar entre las sorpresas y el suspense. Sin embargo, el trabajo de escritura más arduo consistió en encontrar el tono adecuado para los personajes en una película que puede ser a la vez divertida, conmovedora e intrigante. No quise encerrarme en una película de género propiamente dicha, sino meterme en un estado mental que mezclase todo tipo de emociones. Me gusta mucho eso en el cine. Por consiguiente, había que encontrar el equilibrio en esta combinación de géneros, sin perder al espectador por el camino.


P: ¿Diría que es una feel-good movie, como dicen los anglosajones?

R: En el primer momento no me dije "Venga, voy a hacer una feel-good movie". Sin embargo, ahora que empiezo a mostrar la película al público, a menudo hay espectadores que me dicen que la película les ha hecho sentir bien. En ese caso, mucho mejor.


P: ¿Qué libertades se concedió en la adaptación?

R: ¡Todas! Pero como el cómic contiene muchos elementos adaptables y muy logrados, permanecí fiel a ellos en distintos sentidos. En cuanto al ritmo, la película se aleja del libro porque una película no puede contarse de la misma forma que un cómic. Tuve que quitar cosas, inventar otras, encontrar mi propia música, sobre todo en los diálogos. Para conocer mejor a los personajes, les añadí determinadas características, como los sangrados de nariz de Vincent o el hecho de que Aude se dedique a la fotografía. En el plano de la historia, entre otras cosas, modifiqué algunos acontecimientos del pasado de Rosalie o trabajé de otro modo la manera en que los personajes se encuentran y actúan en la tercera parte.


P: ¿Se puede decir que se encuentran tres almas solitarias (Vincent, Aude y Rosalie)?

R: Totalmente. Mediante una serie de deliciosas casualidades que mezclan entretenimiento y misterio.


P: ¿Se reunió usted con Camille Jourdy?

R: Por supuesto. Cuando decidí lanzarme a la aventura, mis productores y yo nos reunimos con ella. Quería presentarme, explicarle lo que tenía en mente. Fue un poco como un encuentro entre dos tímidos. Nos entendimos muy bien. Ella confió en mí y yo me fui a escribir el guion. Le hice leer mi adaptación. Y después, más adelante, pasó a vernos en el rodaje cuando estábamos en casa de Rosalie Blum. Fue emocionante verla pasearse por la casa del personaje que ella había creado originalmente.


P: ¿Cómo reaccionó ella ante la película?

R: Siempre es difícil responder por alguien, pero me dijo que le había gustado mucho, lo que evidentemente me emocionó. Creo que en ella encontró su mundo y que le agradaron las novedades que yo había incorporado.


P: ¿Por qué Vincent no logra liberarse del yugo de su madre?

R: Vincent es el hijo único de una mujer posesiva y estrafalaria que vive sola desde que murió su marido. Su hijo es su único vínculo con el mundo exterior. Ella sabe perfectamente qué teclas tocar para hacerle sentir culpable cuando se aleja de ella. Esto viene de lejos. Por otro lado, si Vincent no se ha emancipado todavía también es porque se ha acomodado. Tiene su apartamento debajo de la casa de su madre, ha tomado el mando de la peluquería de su padre, lleva una vida tranquila. En el fondo, Vincent se culpa por quedarse atrapado en esas pequeñas costumbres que le minan. En teoría, no le falta nada, pero en la práctica, le falta todo: deseos, proyectos y amor.


P: ¿Cómo se explica que, de la noche a la mañana, comience a seguir a Rosalie, una desconocida?

R: Cuando ve a Rosalie en su tienda de ultramarinos, Vincent está convencido de haberla visto antes, pero es imposible saber dónde, cuándo, cómo. Eso nos ha pasado a todos, la sensación de déjà vu que, a veces, puede convertirse en obsesiva. Así que, cuando vuelve a encontrársela, Vincent decide seguirla para saber quién es. No tarda en cogerle el gusto porque le da color a su vida. Seguir a Rosalie le hace romper con sus costumbres; empieza a frecuentar lugares donde jamás iba. Pero pronto, cae en su propio juego. Rosalie, solitaria y misteriosa, acaba por intrigarle. Tiene ganas de saber más de ella, se engancha a ella.


P: ¿Es esta una manera de encontrar un pequeño espacio de libertad?

R: El seguimiento de Rosalie es el jardín secreto de Vincent. Él no se lo cuenta a nadie, ni a su primo, que además es su mejor amigo. De algún modo, se crea una intimidad que ya no tiene. Su vida sentimental está en punto muerto desde que su novia, Marianne, se fue a París y apenas le da noticias. En cuanto a la intimidad en él, es totalmente relativa: ¡su madre golpea el techo cuando quiere hablar con él! Me gusta la idea de que siguiendo a Rosalie, Vincent no sepa muy bien lo que le ocurre. Está actuando, no analiza lo que hace. Se le va a escapar y a provocar reacciones que no había previsto.


P: ¿Cree él en su relación con Marianne?

R: Se agarra a ella como a un clavo ardiendo, pero en su interior, es consciente de que esta relación amorosa tiene los días contados. Muchas veces, en la vida es más cómodo no reconocer ciertas cosas. Con Marianne, al igual que con otros asuntos, Vincent está reprimido al inicio de la película. Sin embargo, a medida que esta avanza, va a dejar que todo tome fuerza y a actuar.


P: ¿Aude está renunciando?

R: Aude es una joven de 25 años que pasa mucho tiempo sin hacer nada. De hecho, si holgazanea es porque aún no ha encontrado su lugar. Se siente incomprendida por su familia, a la que apenas ve ya y que deseaba para ella un camino totalmente trazado. Ha dejado la universidad, pero no tiene ningunas ganas de encadenar trabajos esporádicos. En cuanto a su vida sentimental, la ruptura con un ex novio, que la dejó por otra, parece haberle vacunado por un tiempo. De golpe y a pesar de su juventud, Aude ha renunciado a moverse. Por miedo sin duda a afrontar aquello de lo que realmente tendría ganas. Rodeada de sus leales amigas y su atípico compañero de piso, va lentamente a la deriva. En el fondo, solo esperaba una chispa para ponerse en marcha, y dicha chispa será Rosalie quien la provoque.


P: Ella siente una gran cercanía con su tía Rosalie.

R: Eso es lo que me emociona de su relación. En ocasiones, en la familia, hay alguien un poco alejado del que resultamos estar más cerca que de un padre, un hermano o una hermana. La película también relata cómo estos dos personajes van a conectarse, a hacerse bien mutuamente. Creo que ambas reconocen rasgos de personalidad comunes. Ambas, por ejemplo, en épocas diferentes evidentemente, se han sentido extrañas en su propia familia.


P: ¿Por qué acepta ella pillar a Vincent en su seguimiento?

R: Se siente valorada por la petición que le hace Rosalie. Por otro lado, así tiene algo que hacer. Ve en la proposición una cara lúdica, y su amiga Cécile la anima fervientemente. Además, Aude es muy curiosa: se pregunta por qué ese hombre sigue a su tía, antes de recibir de su propia medicina. Al principio se divierte y finalmente acaba interesándose ese Vincent Machot.


P: Rosalie está envuelta por un aura de misterio…

R: No quería que la película fuera puramente una crónica sobre personas solitarias que se encuentran. Existe una intriga auténtica con elementos de suspense. Al igual que Vincent, y después Aude, nos hacemos preguntas sobre Rosalie. ¿Por qué esta mujer vive sola y un poco apartada del mundo? ¿Por qué visita periódicamente la cárcel? A través de la mirada de Vincent y Aude, comprendemos poco a poco. Rosalie es un personaje increíblemente enternecedor. Percibimos que algo se rompe en un momento determinado.


P: ¿Cómo eligió a los tres actores principales?

R: Escribí sin pensar demasiado en los actores para concentrarme en los personajes y conocerlos lo mejor posible. Después, abordé la fase del casting. Estoy satisfecho de haber podido tejer lazos entre diferentes generaciones de actores y mezclar varias familias. En el caso de Vincent Machot, que es una especie de antihéroe, pensé rápidamente en Kyan Khojandi. Lo había descubierto como muchos en Bref, en Canal Plus. Me parece que desprende una gran empatía; tiene un aire de torpeza y mucho encanto. Cuando le propuse el papel, aún no le había visto en el cine, pero al escuchar cómo me hablaba sobre el guion y el personaje, supe que era la elección correcta. Noémie Lvovsky, de la que admiro también el trabajo como directora, es una gran actriz. Fue natural acudir a ella para el papel de Rosalie. Me emocionó mucho en su película Camille Redouble. Me pareció que podía manifestar el profundo desasosiego en el que vive Rosalie Blum, y a la vez había fantasía en ella. Un día, le llevé el guion a su casa para conocerla. Me llamó al día siguiente para decirme que sí. Eso me conmovió. Contar con la confianza de Noémie Lvovsky no es poco. En el momento del casting se estrenó La Crème De La Crème de Kim Chapiron. Ahí descubrí a Alice Isaaz. Me pareció muy guapa, además de una actriz excelente. Me encantó su voz grave, que contrasta con su físico. Nos vimos y la elegí rápidamente. En el rodaje, descubrí hasta qué punto posee una gran capacidad emocional.


P: ¿Y los papeles secundarios?

R: Para encarnar a Simone, la madre posesiva de Vincent, pensé rápidamente en Anémone. Sabía que sería capaz de aportar la dimensión estrafalaria del personaje, así como su faceta más dramática. Todo fue muy bien entre ella y Kyan, que interpreta a su hijo. Yo había visto a Philippe Rebbot, el actor que interpreta al compañero de piso, en varias películas y siempre me había parecido muy bueno. Desprende realmente algo propio del personaje, con la facha que le caracteriza. Es muy divertido. Lancé un casting con Gigi Akoka para encontrar a dos actrices que interpretasen a las amigas de Aude. Quería formar un trío en que se sintiera la complicidad inmediatamente. Sara Giraudeau (Cécile) es muy inventiva, propone cosas y posee un sentido innato de la comedia. Ella también me resulta muy divertida. Yo no conocía a Camille Rutherford (Laura), pero al descubrirla en el casting, supe que se integraría muy bien en el universo de la película. Al igual que Nicolas Bridet, que interpreta a Laurent, el primo de Vincent.


P: ¿Cómo les dirigió?

R: Es mi primera película. Nunca antes había rodado, ni siquiera dirigido un cortometraje. Por lo tanto, aprendí haciéndolo. Sin embargo, sabía exactamente lo que esperaba de cada personaje y a dónde quería llegar. Realizamos lecturas para que aprendieran a conocerse y para que yo me familiarizase con su trabajo. Esta fase permitió a los actores meterse en sus papeles. También resultó bastante útil para perfeccionar ciertos detalles del guion o algunos diálogos. Una vez en el rodaje, aunque lo sabía teóricamente, descubrí hasta qué punto cada actor es diferente en su psicología, su manera de prepararse y meterse en la escena. La dirección de actores también consiste en comprender estas diferencias. Intenté escuchar y al mismo tiempo ser preciso en mis peticiones.


P: ¿Por qué rodó en Nevers?

R: Al igual que en el cómic, la acción de la película tiene lugar en una pequeña ciudad de provincia. Visualmente, es una de las cosas que me atrajo. Me gustó mucho el trabajo de Raymond Depardon sobre Francia en el que fotografió numerosos pueblos y pequeñas comunas. Buscando el lugar de rodaje, quería encontrar un poco esa atmósfera. No quería elegir una ciudad demasiado marcada regionalmente, que se pudiera adivinar de inmediato si estaba en el norte o en el sur, en el mar o la montaña. Me paseé solo por varias ciudades de la región central y Borgoña. Al llegar a Nevers, supe que rodaría allí. Me gustó la sinuosidad de las calles, el relieve, los colores y la presencia del Loira. Su encanto y aspecto modesto eran perfectos para el tema. Más tarde, eligiendo los lugares de rodaje, quise hacer que el espectador acabase por conocer también la ciudad donde viven los personajes, que sintiese el ambiente y la geografía del sitio.


P: ¿Qué estilo visual quiso dar a la película?

R: Rosalie Blum es un cuento, pero un cuento realista. No quería una película con estilo naturalista, ni en un universo visualmente muy cargado, artificial, que habría restado autenticidad a los personajes. Había que encontrar la dosis adecuada, con cierta dulzura en la luz o la elección de los colores. Con esta visión trabajó el equipo, principalmente Pierre Cottereau con la iluminación, Marie Cheminal con los decorados e Isabelle Pannetier con el vestuario.


P: Háblenos de la música.

R: Desde que estaba escribiendo el guion, sabía que la música desempeñaría un papel importante en el filme. Por ejemplo, había elegido la canción de Belle & Sebastian Get me Away From here I Am Dying para que la cantante del bar en que Vincent sigue a Rosalie la versionara. Rítmicamente (aunque por supuesto eso se precisó más tarde con el montador, Stan Collet), ya tenía una idea de los momentos en que la música intervendría. Decidí trabajar con mi hermano Martin, cantante y compositor de bandas sonoras. Desde nuestra adolescencia, siempre he sido sensible a su gran talento melódico. Percibía que sabría estar en osmosis con el espíritu de la película, además de que había estado presente en todas las etapas, puesto que nosotros hablamos mucho. De golpe, su trabajo de composición tuvo tiempo de madurar. Para esta película, me apetecían temas fuertes, uno para cada uno de los tres personajes principales. Martin me presentó sus propuestas al piano y yo le dije lo que me gustaba.