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El día que vendrá cartel reducidoEl día que vendrá(The aftermath)
Dirigida por James Kent
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La película, dirigida por James Kent, con guión de Joe Shrapnel y Anna Waterhouse (El héroe de Berlín) y Rhidian Brook, y basada en la novela de Brook, está protagonizada por la nominada al Oscar® Keira Knightley (Colette, The Imitation Game (Descifrando Enigma), Expiación. Más allá de la pasión), el ganador del Emmy® Alexander Skarsgard (La leyenda de Tarzán, Big Little Lies) y Jason Clarke (First Man (El primer hombre), La noche más oscura, Everest). Los productores son Jack Arbuthnott, de Scott Free Films y Malte Grunert, y los productores ejecutivos son Ridley Scott, Carlo Dusi, y Beth Pattinson y Joe Oppenheimer para BBC Films. El equipo de producción incluye también al director de fotografía Franz Lustig, a la diseñadora de producción Sonja Klaus, a la editora Beverly Mills, a la diseñadora de vestuario Bojana Nikitovic, el supervisor musical Martin Phipps y la supervisora de casting Nina Gold.


De las cenizas de la guerra
"Nunca antes había pensado realmente en ese momento de la historia; nadie podría haber sabido lo que deparaba el futuro, y menos aún, el derrotado pueblo alemán. Parecía como una gran colisión entre un telón de fondo extraordinario e inspirador y una historia muy personal y creíble" - Jack Arbuthnott, productor.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, a finales de la década de 1940, el control de Alemania se repartió entre los británicos, los estadounidenses, los rusos y los franceses. Su misión conjunta era ayudar a reconstruir una nación devastada por la guerra. La ciudad portuaria de Hamburgo, la segunda ciudad más grande de Alemania después de Berlín, sufrió un devastador bombardeo de cinco días de duración por parte de las fuerzas aliadas en 1943, el cual mató a 100.000 personas y causó la destrucción de unas 2.500 hectáreas. Millones de ciudadanos alemanes se encontraron sin hogar o sin comida, combustible u otras necesidades cuando llegaron los británicos. Después del cese de las hostilidades, se prohibió a la población nativa participar en sus propios asuntos.

Bajo estas circunstancias, Rachael Morgan viaja desde Inglaterra a las ruinas de Hamburgo para reunirse con su esposo, Lewis, un coronel británico encargado de reconstruir la ciudad destrozada después del final de la Segunda Guerra Mundial. Cuando parten hacia su nuevo hogar, Rachael se sorprende al conocer la inesperada decisión de Lewis: la pareja compartirá su residencia con sus dueños anteriores, el arquitecto que diseñó la enorme casa, Stephan Lubert, y su problemática hija adolescente, Freda. Aunque la amplia propiedad ofrece mucho espacio tanto para la pareja inglesa como para los alemanes, este acuerdo tan poco común genera tensión e incomodidad, especialmente en Rachael, que alberga un resentimiento hacia los invitados, a los que ve como intrusos.

El acuerdo hace que Rachael se sienta realmente incómoda. A ella le molesta la presencia de unos extraños que para ella son sospechosos. Por el contrario, le gustaría pasar tiempo a solas con Lewis para curar las heridas que han afectado a su matrimonio. Pero el ambiente cargado pronto adquiere un tono diferente. Lubert descubre que Rachael está encerrada en una prisión de tristeza por la muerte de su hijo pequeño a causa de un ataque aéreo de Londres, mientras que Rachael descubre que Lubert perdió a su amada esposa en una campaña de bombardeos de los aliados. Cabe destacar que la única persona que conoce el profundo aislamiento que siente Rachael es Lubert, un hombre que ahora deambula por su casa como un fantasma. Incapaz de ejercer su profesión sin autorización de los funcionarios británicos, Lubert se ve obligado a aceptar un trabajo en una fábrica de operador de prensas de metal. Es una sombra de sí mismo que lucha por mantener una coraza ante la tremenda incertidumbre mientras espera que comience el próximo capítulo de su vida.

A medida que Rachael comienza a entender lo que ellos también perdieron en el conflicto, su postura hacia los alemanes comienza a suavizarse, poco a poco, como lo demuestran los pequeños gestos. Por ejemplo, en un momento, invita a Freda a tocar el piano en las habitaciones principales cuando quiera. Poco a poco, la tensión entre Rachael y Lubert comienza a tomar una dimensión diferente, ya que ella comienza a verlo como un espíritu herido y se empieza a sentir atraída por él.

Lewis, mientras tanto, permanece ajeno a la floreciente relación entre Rachael y Lubert, demasiado consumida por sus deberes y demasiado aislado de Rachael como para darse cuenta de su infidelidad. Se da cuenta demasiado tarde de lo que su actitud negligente podría haberle costado.

Las dos almas heridas de Rachael y Stephen se encuentran en medio de una atracción reticente que las acerca cada vez más. Finalmente, la enemistad y el dolor dan paso a la pasión y la traición, cambiando el curso de sus vidas para siempre.


Un momento no contado de la historia
Rhidian Brook, autor de la exitosa novela internacional El día que vendrá, en 2013, utilizó la semilla de la increíble historia de su propio abuelo como inspiración para esta extraordinaria historia. El coronel Walter Brook fue uno de los oficiales ingleses enviados a Alemania para recuperar el país después de años de muerte y destrucción. El gobernador de un distrito cercano a Hamburgo, Walter Brook, solicitó una casa para su familia, pero decidió no desalojar a sus propietarios alemanes. Así, dos familias, que meses antes habían estado en lados opuestos del conflicto mortal, se encontraron compartiendo una casa, en un acuerdo que duró cinco años.

Walter Brook fue la inspiración para el coronel Lewis Morgan, el cultivado y altruista oficial del ejército que permite a Stephan Lubert, un arquitecto que espera el permiso para trabajar nuevamente, quedarse en su mansión en el Elba. "Aunque los eventos que se muestran en EL DÍA QUE VENDRÁ son de mi propia creación, esta historia no se podría haber escrito sin el irrepetible acto de bondad de mi abuelo", afirma Rhidian Brook.

El guión de EL DÍA QUE VENDRÁ se centró en el tenso matrimonio de Rachael con Lewis y su creciente conexión con Lubert. La sensibilidad y los matices con los que se dibujó el triángulo amoroso atrajeron al director James Kent, un veterano del cine, la televisión y los documentales, que recibió grandes elogios por su largometraje Testamento de juventud en 2014, protagonizado por la ganadora del Oscar® Alicia Vikander, que interpreta a una mujer británica durante la Primera Guerra Mundial. "Se trata de una mujer afligida que ha perdido a su hijo durante la guerra", explica Kent. "Es una historia universal de cómo te sanas a ti mismo y sigues con tu vida. Tiene un mensaje muy redentor, algo que fue muy importante para mí".

En 2010, el novelista y guionista presentó la historia a Scott Free, la productora estadounidense fundada por los hermanos Ridley y Tony Scott. "Rhidian comenzó a contarme la verdadera historia del tiempo que pasó su familia en Hamburgo y luego la historia de ficción inspirada en eso", explica el ejecutivo de Scott Free y el productor de EL DÍA QUE VENDRÁ, Jack Arbuthnott.

Arbuthnott llevó el proyecto a Ridley Scott y se asombró al conocer que el director vivió en Hamburgo en el momento exacto en que se creó la historia. "Ridley tiene unos recuerdos extraordinarios de cómo era la época", dice Arbuthnott. “Me mostró fotos suyas con su hermano Tony y su perro parados junto a sus bicicletas afuera de su casa en Hamburgo. Fue una sorprendente casualidad".

"Me recordó completamente a mi infancia", asegura Scott sobre el proyecto. “En 1947, tenía 10 años, mi padre era importante en el ejército; vivimos en Frankfurt y luego en Hamburgo. Mi casa de Frankfurt, de hecho, era la casa de un oficial alemán. Mi madre era muy amable con la esposa del oficial, que venía una vez al mes para comprobar que estábamos cuidando la casa. Así que era todo muy similar, excepto que mi madre no tuvo una aventura con el dueño de la casa".

Cuando Rhidian Brook comenzó a trabajar en el guión, Penguin Books le ofreció un contrato para contar la historia en forma de novela, un proyecto que se convirtió en El día que vendrá en 2013. Aunque Brook se involucró en el desarrollo de la película y en la revisión del guión, Joe Shrapnel y Anna Waterhouse (cuyos créditos anteriores incluyen la película biográfica de Jesse Owens El héroe de Berlín) también le dieron forma al guión. "Le dieron al guión una nueva simplicidad y coherencia", explica Jack Arbuthnott. "Profundizaron en los personajes y aportaron un enfoque riguroso y fresco, que era el complemento perfecto para el trabajo de Rhidian".

Ávido estudiante de historia, el director James Kent, se sintió impresionado no solo por la complejidad de los personajes y el arco emocional de la historia, sino también por el singular telón de fondo que sirve de escenario para la película. "Es un momento extraordinario: el mundo ha sido completamente destruido como nunca antes", dice Kent. "Los británicos, en particular, creyeron firmemente que no se debía repetir lo que sucedió al final de la Primera Guerra Mundial, por lo que la idea de castigar a Alemania estaba fuera de la agenda". Para mí, eso lo convierte en un momento sorprendentemente generoso, positivo y previsor en la historia británica. Por supuesto, la Unión Europea salió de este momento y me pareció que era algo que nos toca muy de cerca ahora".


Keira Knightley como Rachael Morgan
"No sabía que hubo una ocupación inglesa de Alemania después de la guerra, así que estaba realmente interesada en la idea de cómo, cuando dos países han sido enemigos durante tanto tiempo, de repente ven a las personas como personas, y no simplemente como los malos o como el otro bando" - Keira Knightley.

Keira Knightley, una de las actrices más respetadas de la actualidad, aceptó con entusiasmo el papel de Rachael Morgan, una mujer que lucha por lidiar con la muerte de su hija pequeña y que está desconcertada y sorprendida por la decisión de su marido de compartir casa con alguien con quien ve como el enemigo. "En el drama, normalmente tratas con la parte que conduce al momento dramático, en este caso, la muerte de su hijo", dice Knightley. "Pero esta película pregunta, ¿qué pasa después de eso? ¿Cómo una pareja sale de algo que es tan inimaginablemente horrible? ¿Cómo reconstruir una relación? Pensé que era algo que nunca había explorado antes".

Después de eso, Knightley tuvo que realizar una interpretación muy medida, retratando a una mujer que se ve obligada a ocultar su vida tremendamente turbulenta vida interior detrás de una máscara de educación y compostura. "Tuve mucha suerte de contar con Keira Knightley", afirma el director Kent. "La película estaba perfectamente en sintonía para ella. Es la historia de una mujer que lleva casada unos 15 años y, por lo tanto, es una mujer bastante madura y también una mujer que es madre. Keira fue madre 18 meses antes de que comenzara el rodaje, así que para ella, la película fue una especie de culminación de su experiencia de vida. Fue un papel bastante complejo para ella, y fue una alegría verla acomodarse a él".

La película también ofreció a Knightley, una actriz cuyo currículum está repleto de actuaciones destacadas en numerosos dramas de época, la oportunidad de aprender sobre la época en que se desarrolla la película. "No sabía nada sobre esta parte concreta de la historia", confiesa Knightley. "No sabía que hubo una ocupación inglesa de Alemania después de la guerra, así que estaba realmente interesada en la idea de cómo, cuando dos países han sido enemigos durante tanto tiempo, de repente ven a las personas como personas, y no simplemente como los malos o como el otro bando. Es una cosa realmente difícil de hacer cuando has vivido tiempos tan increíblemente violentos y todos han sufrido pérdidas".

Respecto a la complejidad de las emociones de Rachael, Knightley destaca el odio y la aversión que se encontraban justo debajo de la superficie: "Ella tiene prejuicios", comenta Knightley sobre Rachael. "En su mente están 'nosotros' y 'ellos'. Los desprecia. Los culpa por la muerte de su hijo y por toda la guerra".

Para prepararse, Knightley estudió textos que tratan sobre el dolor, como A Year of Magical Thinking, de Joan Didion, Grief is the Thing with Feathers, de Max Porter, y A Grief Observed, de C.S. Lewis. "Fue interesante interpretar a un personaje que está reaccionando a entornos completamente nuevos", dice Knightley. "Ella ha vivido la guerra directamente por un bombardeo sufrido en Londres. Lo que nunca ha visto es la catástrofe que ocurrió en Alemania. Me gustó bastante la idea de que llegara con su idea fija de quiénes serían estas personas y, de repente, se ve obligada a enfrentarse al hecho de que son personas que están de duelo de la misma manera que ella está de duelo, que han sufrido una pérdida increíble de la misma manera que ella.

Para Knightley, EL DÍA QUE VENDRÁ es una historia íntima sobre una mujer que, tras haber sufrido una experiencia catastrófica, encuentra la manera de reconstruir su vida y avanzar hacia un futuro más esperanzador. Pero también es una película con un mensaje más amplio sobre la importancia del perdón, la compasión y la necesidad fundamental de la conexión humana.

"Espero que la gente se emocione tanto como yo cuando leí el guión", dice Knightley. "Los temas que trata la película realmente me impresionaron: ¿cómo puedes ver la humanidad en personas que te han enseñado que son malas? ¿Cómo sacas a una nación de la destrucción? ¿Cómo respondes a las consecuencias de algo tan monstruoso y horrible? ¿Cómo llegas al otro lado? Creo que particularmente en el momento actual son cosas increíblemente importantes en las que pensar".

Knightley interpreta la trayectoria de la relación de Rachael y Lubert como casi inevitable debido a la tragedia personal que tienen en común, y su comprensible desesperación por lidiar con su dolor. "Quieres sentir algo más que el increíble dolor que tienes, por lo que creo que el sexo tiene mucho que ver en ello", comenta Knightley. “La relación con Lubert comienza como una necesidad sexual. Pero también es alguien que entiende por lo que está pasando y que sabe que lo superará, a diferencia de su marido, cuya forma de lidiar con su dolor es simplemente no hablar de ello, cerrarse y no darle de ninguna forma el apoyo que ella necesita. Eso la empuja a encontrar consuelo en otro lugar".

Knightley dice que el ambiente que el director James Kent mantuvo en el plató la ayudó a hacer su mejor trabajo. "Logra crear un ambiente increíblemente optimista y encantador", explica Knightley. "Es un gran alivio cuando estás haciendo algo sobre el dolor y el sufrimiento y cuentas con alguien que se las arregla para que las cosas fluyan".


Jason Clarke como El General Lewis Morgan
"En cierto momento, cree que va a perder a su esposa si no cambia, si no hace algo, pero eso llega demasiado tarde. Es una hermosa meditación sobre el amor y sobre el ser humano" - Jason Clarke.

El actor australiano Jason Clarke interpreta a Lewis Morgan, el coronel del ejército inglés a cargo del distrito británico de la Alemania de posguerra, cuyo idealismo enmascara la incapacidad de llorar por su hijo muerto. "Morgan es un soldado que luchó en el frente y pasó a labores administrativas, es decir, subió de rango", comenta Clarke. "En seis años, se convirtió en soldado, se casó y perdió a su hijo en el atentado en Londres. Lewis es sensible a la difícil situación de Europa y Alemania, pero no de su esposa y de lo que han pasado; cada uno trata de hacer frente a su propia pérdida. ¿Cómo le encuentran un significado a la vida? ¿Cómo reconstruyen sus vidas? ¿Cómo encuentran la manera de seguir adelante después de perder un hijo? ¿Cómo sigue adelante un país? ¿Y el mundo?".

Kent sostiene que un actor del calibre de Clarke era necesario para transmitir las muchas facetas de la vida interior de Lewis. "El personaje de Jason, Lewis, tiene que tener cualidades de macho alfa", afirma el director. "Es un poco un héroe de guerra. Por eso era importante que Jason tuviera esa autoridad, pero también con un interior suave porque el espectador tiene que ver que ama a Rachael. Jason trabajó de manera brillante con eso para ser un hombre fuerte, bastante traumatizado, cuya civilidad ha sido destrozada por la violencia que ha vivido, y que tiene que acomodar de alguna manera a una mujer que ha vuelto a su vida y que no tiene conocimiento de su guerra". Clarke también comentó sobre la perspectiva de Lewis de la guerra que pocos podían entender. Vivió los horrores de la batalla y tiene una perspectiva diferente y más comprensiva, subrayando una vez más el alejamiento que se ha habido entre el esposo y la esposa. Clarke afirma: "Lewis entiende que no se puede culpar a toda una nación, que toda una nación no es responsable".

Knightley y Clarke llegaron a EL DÍA QUE VENDRÁ y se beneficiaron de haber trabajado juntos en la película de aventuras basada en hechos reales del 2015, Everest. "Es un viaje muy complejo el que siguen Lewis y Rachael", dice Clarke. "Como actor, necesitas estar con un actor con el que realmente te sientas cómodo y tengas confianza porque debes encontrar la conexión muy rápidamente. Keira es genial en ese aspecto. En EL DÍA QUE VENDRÁ, supe de inmediato que ella iba a pilotar la nave. Ella es el eje sobre el que giramos nosotros y gran parte de la historia".


Alexander Skarsgård como Stephan Lubert
"Es una hermosa historia de amor y pérdida y resistencia humana, de nuestra capacidad para, después de pasar por el capítulo más horrible de la historia humana, reinventarnos y comenzar de nuevo" - Alexander Skarsgård.

El otro hombre en la órbita de Rachael es Stephan Lubert, el digno arquitecto alemán que se mete en medio de la pareja británica, interpretado por el actor sueco Alexander Skarsgård, quien ganó un premio Emmy por su temible interpretación de un marido abusivo en Big Little Lies en 2017. "Lubert es un hombre muy sofisticado, muy inteligente y con estudios", dice Skarsgård. "Pero es un hombre que está roto. Ha perdido casi todo: su amada esposa, Claudia, su trabajo y su casa. En cierto modo, ha perdido a su hija Freda porque ella lo culpa por la muerte de su madre. Él lucha por llegar a ella y conectar con ella".

Skarsgård comenta que apreciaba los distintos matices del guión. "He leído muchas historias sobre la Segunda Guerra Mundial, y muchas de ellas son muy o blanco o negro", explica. "Siempre los alemanes son los malos y los soldados y civiles aliados, los buenos. Siempre se suelen mostrar personajes buenos del lado alemán para demostrar que no todos son malos. Pero EL DÍA QUE VENDRÁ es mucho más profunda. Ver Hamburgo en 1945, con la devastación que sufrió —la mitad de la ciudad fue arrasada y los niños corrían por las calles tratando desesperadamente de encontrar comida— y la miseria que había es desgarrador. Muestra los horrores de la guerra en ambos lados. No es blanco o negro, y no se trata de ganadores y perdedores. Es una visión muy diferente del período posterior a la Segunda Guerra Mundial".

"Alex tiene grandes cualidades de quietud", explica el director Kent. "Retrata muy bien los pensamientos reflexivos". El productor Arbuthnott añade: “Alex tiene una humanidad increíble y resaltó la delicadeza de Lubert tal como se describe en el libro y en el guión. Cobró vida en el escenario de una manera que no habíamos previsto. "Realmente ayuda entender la diferencia entre Lewis y Lubert y por qué Rachael se fue con Lubert mientras Lewis estaba lejos de ella".

Aunque Lubert no era simpatizante de los nazis, es alguien que hizo la vista gorda ante las atrocidades que ocurrían a su alrededor y se centraba en cambio en el bienestar de su propia familia. "De alguna forma, es moralmente corrupto", argumenta Skarsgård. "No sabía lo que estaba pasando en los campamentos, pero al mismo tiempo, tiene su parte de culpa por no hacer nada". No fue parte de la resistencia. Y no luchó contra el fascismo. Simplemente bajó la cabeza y siguió adelante, que es algo con lo que ahora tiene que vivir, y eso es muy difícil para él".


El reparto
Además de la tensión, está la enemistad que siente hacia Lubert su hija Freda, de 16 años, interpretada por la actriz Flora Thiemann, quien culpa a su padre por la muerte de su madre y no siente nada más que odio por la pareja inglesa que se hizo cargo de la casa de su familia: sentimientos que eventualmente la llevan a los brazos de Albert (Jannik Schumann), un joven nazi escondido. "Freda cree que no hay nadie con quien pueda hablar sobre lo que ha sucedido", comenta Thiemann, quien solo tenía 14 años cuando fue elegida como Freda. "Está muy sola y necesita a alguien que pueda distraerla de todo. A Albert lo encuentra interesante, pues es también su primer contacto con un chico. Ella se siente bien con él porque cree que es la única persona que se preocupa por ella".

Kent asegura que estaba impresionado por la rara combinación de juventud y profesionalismo de Thiemann. "Me enamoré de Flora en cuanto llegó", confiesa el director Kent. "Hay que recordar que las chicas de 16 años eran mucho más inocentes en esa época, y Flora tenía esa inocencia, a pesar de que lleva actuando desde que tiene 6 años, por lo que es muy independiente".

Rachael, que apenas oculta su odio hacia Lubert, trata de llevar algo parecido a una vida normal, pero la normalidad se muestra esquiva en un país extranjero. Incluso su amistad con la sociable Susan Burnam (Kate Phillips), la esposa del colega de Lewis, el comandante Keith Burnam (Martin Compston), le ofrece poca honestidad. Rachael no puede revelar nunca de manera honesta sus pensamientos más íntimos sin preocuparse por convertirse en tema de chismes o desprecios.

Jack Arbuthnott comenta sobre la excepcional conexión del director James Kent con el reparto: "James tiene una sensibilidad extraordinaria que se refleja en todo su trabajo y es la razón principal por la que se adaptó tan bien a este material. Está impulsado por la verdad de las actuaciones; es maravilloso con los actores. Fue un placer constante ver cómo obtiene lo mejor de las personas y que es capaz de hacerlo de una manera muy tierna. El enfoque que tuvo de la historia y su amor por los personajes se refleja fuertemente en todos los aspectos de la película".


Sobre la producción reconstrucción de la vida después de la guerra
Aunque la película se centra en una historia profundamente personal, el director creía que el trasfondo y los escenarios debían tener una apariencia épica con una sensación grandiosa y arrebatadora. "Soy un gran fan de David Lean", confiesa Kent. "Captura de manera brillante la unión de lo íntimo y lo épico, particularmente en Doctor Zhivago, Breve encuentro y Lawrence de Arabia. Esas películas fueron un punto de referencia para mí porque tienen magnitud, pero también son películas profundamente emotivas. En general, esa es la intensidad del cine británico que me inspira".

EL DÍA QUE VENDRÁ se filmó en solo ocho semanas entre Alemania y República Checa. Juntos, James Kent y el director de fotografía Franz Lustig trataron de evitar los temas recurrentes del cine de la época para crear una película impresionante, hecha a mano, que se beneficiara de un aspecto moderno y contemporáneo. "Quería un director de fotografía que fuera naturalista y no tuviera miedo a las sombras y la luz natural", resume el director. "No quería que la película fuera una caja de bombones ni una película clásica de época. Quería traer el pasado hacia el presente y hacer que la experiencia de 1945 pareciera como si fuera ayer".

En ese sentido, en lo que se refiere a los lugares y los escenarios, Kent tenía una sola exigencia: que la película reflejara con precisión cómo se veía Hamburgo después de la guerra. "El diseño de producción en una película como esta es absolutamente crítico porque tienes que reflejar absolutamente la devastación", comenta el director. "Los británicos lanzaron más bombas en Hamburgo durante tres días de lo que Londres recibió en toda la Segunda Guerra Mundial, por lo que se parecía a Hiroshima. Tuvimos que reflejar eso porque realmente no se puede entender la resurrección de Rachael de las cenizas de su dolor a menos que comprendas el nivel de horror que ha sufrido".

La diseñadora de producción Sonja Klaus se encargó de recrear ese paisaje de destrucción. Klaus y su equipo estudiaron enormes cantidades de material de referencia, incluyendo imágenes de películas y fotografías de archivo para determinar la mejor manera de representar de manera auténtica los edificios bombardeados y los escombros que quedaron. Su objetivo era crear un retrato creíble de la vida entre las ruinas. "Queríamos mostrar dónde vivía la gente y mostrar cómo sobrevivieron entre los escombros", explica Klaus. "Teníamos fotografías de referencia que mostraban la magnitud de los escombros y cómo las personas seguían viviendo en sus hogares a pesar de la devastación, ya que no tenían a dónde ir. La gente siguió cocinando y lavando y trataban de tener el aspecto más inmaculado posible para ir a trabajar".

Al ser un poco más difícil debido a las temperaturas frías y duras, el rodaje en República Checa se centró en dos ubicaciones principales de Praga: una fábrica de azúcar abandonada y una calle que estaba completamente destruida antes de la llegada de la producción. El equipo de Klaus trajo toneladas de escombros para la localización de la fábrica y transformó las tiendas vacías que estaban en los negocios locales, como la tienda de un óptico y una tienda por departamentos, agregando pavimento, adoquines y postes de lámparas diseñados para adaptarse a la época.


Villa Lubert
La ubicación más importante de la película fue, sin embargo, Villa Lubert, la inmaculada residencia donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Kent no quería que la casa fuera demasiado ostentosa, pero sabía que la propiedad tenía que ser lo suficientemente glamurosa como para intimidar a Rachael. Al final, el exterior de la casa se encontró fuera de Praga, y el interior se filmó en una gran vivienda fuera de Hamburgo, en el norte de Alemania. "El tamaño de la casa era importante para demostrar su riqueza, pero también por motivos prácticos: podíamos meter todo el equipo dentro", explica Klaus, quien se aseguró de que la decoración reflejara el aprecio de Lubert por el movimiento artístico moderno de los años 30 y 40. "Tuvimos la suerte de poder cambiar el interior de la casa para satisfacer nuestras necesidades".

Kent añade: “La casa tenía que parecer auténtica. Sabemos que fue una experiencia real porque el abuelo de Rhidian Brook pasó por ella, por lo que debía ser fiel a eso y al mismo tiempo meter a los espectadores en la historia. Tuvimos mucha suerte porque muchas de las casas de Hamburgo están bastante modernizadas; es una de las ciudades más ricas de Europa. Pero esta era la casa perfecta. Pudimos cambiar cuartos enteros para adaptarnos al guión. Un vestidor se convirtió en un baño, por ejemplo, e incluso tenía espacio para una cámara trampa".

"La casa realmente ilustra a los personajes", agrega Knightley. "Es más que nada la casa de Lubert, y una casa que Rachael no entiende. Está diseñada para asustar a Rachael porque ella no sabe nada de las cosas que contiene. Había muchos patrones en todas partes, que realmente agregaron textura al fondo. La atención al detalle fue realmente increíble".

"Es una filistea", dice Skarsgård. "No aprecia el arte. Stephen se inspira mucho en el movimiento Bauhaus: le encanta el arte, le encanta la música y su hogar está lleno de hermosas piezas, como una silla Mies van der Rohe, pero su mujer no lo aprecia en absoluto".


El vestuario
La diseñadora de vestuario Bojana Nikitovic y la diseñadora de peluquería y maquillaje Barbara Kreuzer también recibieron instrucciones claras y precisas de Kent: la simplicidad era lo mejor. "Como exdocumentalista, no quería pasarme con el glamour", explica el director. "Sería bastante fácil hacer que Freda pareciera una adolescente hermosa, y Rachael una versión demasiado artificial de una ama de casa inglesa de clase media". Keira también estaba muy interesada en eso, quería sentirse real, desconsolada y accesible para los espectadores".

Aun así, la cara que muestra al mundo exterior es de una compostura primitiva, una actitud muy reflejada en su vestuario. Nikitovic seleccionó telas en mostazas y oros, y ella eligió textiles que eran clásicos pero que también ayudaron a diferenciar a Knightley en la pantalla. Rachael es una mujer muy bien vestida", explica Knightley. “Bojana creó un vestuario muy elegante para su personaje, un look ligeramente reservado. Se trata de líneas muy limpias, muy bien ajustadas y bastante simples, pero muy bien hechas".

"Creo que a todos los diseñadores de vestuario les encantaría vestir a Keira", agrega Nikitovic. "Es muy talentosa y es fácil comunicarse con ella".

Pero Rachael tiene al menos un vestido llamativo y glamuroso en su armario. El impresionante vestido de gala que usa para el baile del oficial cerca del final de la película, donde Lewis finalmente descubre la verdad sobre la naturaleza de la relación de su esposa con Lubert. Fue uno de los desafíos centrales para Nikitovic. La prenda no solo tenía que ser visualmente llamativa, sino que su diseño también necesitaba transmitir ciertos cambios en el estado mental de Rachael. "Ese vestido que usa es una prenda que no enmascara nada", resume Nikitovic. "Como que por fin el personaje se abre. Se muestra a su marido, se muestra a todos. Se siente libre de expresarse".

Lewis nunca llega a ver el mismo sentido de liberación o abandono. Aunque finalmente llega a ver de manera diferente su matrimonio y la agitación que él y Rachael han experimentado, su apariencia externa no cambia en gran medida. Incluso en su forma más casual, sigue siendo un oficial británico cien por cien. "Se siente tan bien con el uniforme que, cada vez que lo vemos en casa, todavía lo lleva puesto, pero sin la chaqueta, sin la corbata y las mangas remangadas", apunta Nikitovic. "Parece a su segunda piel".

Mientras tanto, a Lubert le han quitado los trajes elegantes que suele usar y en su lugar se pone prendas simples de la clase trabajadora. "Hace lo que tiene que hacer para sobrevivir en estos momentos de su vida", apunta Nikitovic. "Alexander fue maravilloso porque realmente piensa en el vestuario; todos los detalles que son importantes para un personaje. Perdió algo de peso para que su cuerpo pudiera parecerse más al cuerpo de alguien de 1945. Porque ahora estamos acostumbrados a cuerpos bien desarrollados, pero no era el caso en aquella época".

Esta cuidadosa atención en los detalles fue clave para hacer que la película pareciera auténtica no solo en el contexto de la posguerra sino también en las experiencias de quienes vivieron estas circunstancias extraordinarias. "Quiero contar historias significativas", comenta Kent. “Creo que la Segunda Guerra Mundial y la experiencia alemana son cosas que todavía resuenan hoy en día. Vivimos en un momento en que tenemos una crisis de refugiados en nuestras manos, nuestra política está cambiando y tenemos una crisis de entendimiento internacional en todo el mundo occidental. Tenemos una responsabilidad para con el futuro, tal como la tenía la generación en 1945; su desafío fue mucho mayor que el nuestro, y lo aceptaron".