"La monja" explora otro rincón oscuro del universo de "Expediente Warren".
Dirigido por Corin Hardy ("The Hallow") y producido por James Wan y Peter Safran. Éste último es el productor de todas las películas de la franquicia de "Expediente Warren" y en esta ocasión la cinta se adentra en los escalofriantes orígenes de la endemoniada Monja Valak, que se dio a conocer en "Expediente Warren: El caso Enfield".
Hardy dirige "La Monja" a partir de un guión de Gary Dauberman ("IT", las películas de "Annabelle"); la historia es de James Wan y Dauberman. Richard Brener, Walter Hamada, Dave Neustadter, Dauberman, Michael Clear y Todd Williams son los productores ejecutivos.
El equipo de Hardy está compuesto por el director de fotografía Maxime Alexandre ("The Voices", "Annabelle: Creation"), la diseñadora de producción Jennifer Spence ("Annabelle: Creation", "Nunca apagues la luz", las películas de "Insidious"), los montadores Michel Aller ("Nunca apagues la luz", "Paranormal Activity: Dimensión fantasma"), y la diseñadora de vestuario Sharon Gilham (serie de TV "Black Mirror"). La música es de Abel Korzeniowski ("Animales nocturnos").
Finit Hic, Deo! (Dios termina aquí)
El demonio impío disfrazado de santidad reaparece en el thriller de terror "La Monja", el último capítulo del universo de "Expediente Warren" de James Wan, con una película totalmente dedicada al origen de su horripilante rostro.
El público tembló de miedo por primera vez con aparición de la endemoniada Monja Valak, que inundaba las visiones de Lorraine Warren y la aterrorizó hasta el más absoluto horror en el taquillazo "Expediente Warren: El caso Enfield". En "La Monja", la batalla épica del bien contra el mal enfrenta a un sacerdote a una historia oscura y a una novicia cuyo pasado no es lo único que la atormenta contra la blasfemia que es la Monja Endemoniada.
El director Colin Hardy es un auténtico fan de estas películas y en particular del personaje de la Monja, y afirma: "Lo que me gustó de la Monja cuando la vi por primera vez fue el misterio. No había ninguna explicación racional, pero su aspecto y comportamiento eran absolutamente espeluznantes. Encarna con total fidelidad lo que es el terror: su hábito le cubre la cara y envuelve el cuerpo y las extremidades para no parecer humana. Es como si se deslizara sin que sus pies tocasen el suelo".
James Wan, productor de la película, declara: "La idea de que algo considerado tan sagrado y puro como una monja pudiera convertirse en una monja tan malvada y sobrenatural perturba de forma muy primaria".
De hecho, desde el momento en que este ente apareció en la pantalla, Wan y su colega, el productor Peter Safran, supieron que la Monja había tocado una fibra muy profunda de la psicología del público. Safran recuerda: "Tenía un papel relativamente pequeño, aunque fundamental, así que fue increíble lo mucho que impactó en el público. Supimos al instante que la Monja merecía una historia de origen; la gente quería saber de dónde venía... y por qué".
Wan y Safran se decantaron por Hardy como director después de ver su película "The Hallow". Hardy dice: "Recibir esa llamada fue un sueño hecho realidad. Sabía que era algo en lo que podía entregarme en cuerpo y alma y me entusiasmaba la idea de elaborar un nuevo segmento del universo de 'Expediente Warren'".
Safran dice: "A todos nos encantó la película de Corin y nos pareció que encajaba a la perfección. Es un realizador consumado, que crea un cine basado en los personajes; entendió muy bien cómo hay que generar tensión y recrear esa intensidad que hace gritar de miedo al público".
El guionista Gary Dauberman, que también es productor ejecutivo, era una elección lógica después de escribir la exitosa "Annabelle" y la historia de origen de la muñeca poseída, "Annabelle: Creación", en la que la malévola Monja hizo una breve aparición.
"El guión es tremendamente intenso", afirma Hardy. "Gary es un guionista con un talento descomunal; conoce muy bien este género porque, al igual que a mí, le encanta el terror y se nota la pasión que siente por este tipo de cine. Supo aportar grandes ideas y personajes a la historia. Son muy interesantes porque se enfrentan a situaciones espeluznantes. La historia te engancha de principio a fin. No te da tregua".
Demian Bichir, que encarna al Padre Burke, dice que al leer el guión se vio inmediatamente inmerso en la historia paranormal. "Me encantó el ambiente espectacular y me pareció que el Padre Burke era uno de los personajes más ricos que jamás había leído. Además, el guión estaba muy bien escrito; era muy complejo y profundo en muchos planos diferentes".
A Taissa Farmiga, que encarna a la novicia Hermana Irene, también le atrajo poderosamente el guión. Afirma: "Disfruté muchísimo leyendo el guión de Gary. Creo que es revela que tipo de guionista al escribir una historia tan aterradora e inquietante que también tiene momentos de ligereza para que el público la disfrute al máximo. Te sientes como en una montaña rusa con todos esos trepidantes altibajos".
Al elaborar la historia, Dauberman y Wan la sumergieron en el rico y oscuro estilo gótico que ofrece el escenario premonitorio de la historia: un castillo en Transilvania, Rumania, un lugar que se identifica con el terror. En la película, la iglesia se ha hecho cargo del castillo y durante años ha funcionado como una abadía. Para potenciar el factor miedo, la abadía es de clausura y sus monjas viven aisladas del resto del mundo.
Dauberman lo explica: "Viven en una gran ciudadela al pie de los Cárpatos, y están completamente solas. Alberga pasillos interminables, arcos y una gran capilla, cosas que no se ven en una casa normal. Hay que meterse en la piel de una novicia que atraviesa por primera vez las puertas de ese castillo. De repente, te sientes muy pequeño ante ese enorme telón de fondo donde hay sombras y lugares de donde pueden salir cosas aterradoras. Hace que todo sea aún más aterrador".
Wan añade: "Las monjas están atrapadas en la abadía y deben mantener a raya a ese ente endemoniado que ha estado infiltrándose y burbujeando hasta la superficie. Deben impedir que el mal llegue a nuestro mundo... se trata de un cuento gótico clásico".
Y lo que está en juego en esa amenazante fortaleza es descomunal... porque nada es lo que parece.
Perdona nuestros pecados
Una joven monja que vive en una abadía de Transilvania ha cometido el pecado supremo: suicidarse. Ahora la iglesia tiene que decidir si el lugar sigue siendo sagrado o si el mal ha puesto en peligro la Abadía de Santa Carta.
Para abordar esta complicada situación, el Vaticano confía en la experiencia del Padre Burke, un sacerdote de Filadelfia y uno de los pocos expertos en probar la validez de los milagros y el más oscuro fenómeno.
Safran afirma que escribió el papel del sacerdote pensando en el mexicano Demian Bichir y señala: "Sabíamos que necesitábamos a alguien que encarnara la seriedad que el Padre Burke debe tener, pero que transmitiera la idea de un hombre que lucha con su fe. Demian es un grandísimo actor que interpreta de forma muy creíble esta faceta del personaje. A todos nos gustó mucho su trabajo anterior así que fue la primera y única llamada que hicimos".
Al describir su papel, Bichir afirma: "El Padre Burke es un hombre de fe y un cazador de demonios que cree que es posible salvar al mundo de un demonio. Lucha en diferentes frentes; pero también le persiguen sus propios demonios, y esa es la verdadera batalla que tiene que librar todos los días de su vida".
La última vez que el Padre Burke se enfrentó a un demonio dentro de sus tareas sacerdotales, se produjo una tragedia espantosa. Ha pasado casi una década, y sigue manteniéndose a distancia del fragor de la investigación porque los acontecimientos que ocurrieron le siguen perturbando profundamente. A pesar de su malestar, el Padre Burke está obligado a cumplir las órdenes del Cardenal.
"Una vez que tomas los hábitos, prometes ser un soldado de Dios de por vida", dice Bichir. "Y al igual que hace un soldado, no pones en cuestión las órdenes; no rechaces ninguna llamada".
Y aunque no esté muy convencido, el Padre Burke se compromete a cumplir con la tarea que le han asignado. Para prepararse, desempolva el kit de la Segunda Guerra Mundial de su capellán que contiene sus herramientas espirituales: agua bendita, un collar con una cruz de plata, un crucifijo y la Biblia, y se adentra en el incierto camino que le espera. El Vaticano también asigna a la Hermana Irene, novicia en el Hospital St. Vincent en Inglaterra, para que le ayude.
Taissa Farmiga dice: "La Hermana Irene cree que la misión está clara. No sabe lo complicado que va a ser ese viaje, ni tampoco sabe que tendrá que hacer gala de una enorme fortaleza emocional para hacerle frente. Y no creo que estuviera lista para ese mal que se ha apoderado de la abadía".
Bichir señala: "Al principio, el tamaño de la Hermana Irene desconcierta al Padre Burke. Pero a pesar de que es pequeña y puede parecer frágil, se da cuenta de que es combativa. En cierto sentido, el Padre Burke la admira. La Hermana Irene es muy fuerte porque su espíritu es fuerte".
Al igual que el Padre Burke, la Hermana Irene también tiene un pasado doloroso. Su juventud problemática la ha llevado al convento así que todavía tiene que tomar los hábitos. "Ella también está lidiando con sus propios demonios", observa Farmiga. "De niña, tenía visiones y sueños que la perseguían. De joven, la iglesia la acogió y la animó a dedicarse a Dios convirtiéndose en monja. Ella siguió ese camino de forma voluntaria y a medida que se adentraba en ese camino, las visiones se desvanecían. Pero lo cierto es que nunca obtuvo una respuesta clara así que creo que lo que le empujó a emprender ese viaje fue encontrar la verdad. Ella cuestiona su futuro y se pregunta: '¿Estoy haciendo lo que se supone que debo hacer?'".
Las sombras que envuelven la fe de la Hermana Irene es una sensación que el Padre Burke comprende muy bien, y al director de la película le gustó mucho esa contradicción que embarga a los personajes.
"El Padre Burke es este sacerdote algo excéntrico y de vuelta de casi todo", dice Hardy. "Se preocupa de la Hermana Irene como lo haría un padre. Tenía esa experiencia desgarradora en su pasado, y no quiere que le suceda algo parecido a ella. Lucha todas sus fuerzas para que no muera, ni física ni espiritualmente. La Hermana Irene es ingenua e insegura, pero debe encontrar fuerzas mientras soporta esta prueba aterradora.
"El carisma de ambos, tanto individual como colectiva, se pone de manifiesto en las interpretaciones de Taissa y Demian", continúa diciendo Hardy. "Hay sinceridad y autenticidad en sus interpretaciones".
Puede que demasiada autenticidad. Farmiga se sumergió en cuerpo y alma en su personaje y eso la llevó a sufrir pesadillas durante todo el rodaje. Hardy dice: "Taissa es una actriz de enorme talento. Tiene que transmitir ese miedo aterrador que siente su personaje así que se enfrentó constantemente a visiones espeluznantes y situaciones traumáticas. Llegó muy lejos para que la Hermana Irene respondiera de la manera en que lo hace, para que el público también lo pueda sentir. Por eso estoy en deuda con ella".
Farmiga responde: "Trabajar con Corin fue increíble porque es muy artístico y creativo y ha sabido reproducir magistralmente ese miedo emocional. No es un miedo normal. ¿Qué le da esa dimensión tan descomunal? ¿Una tragedia? ¿Un deseo no realizado? Es muy apasionado y tiene un gran corazón... hasta que de repente te enseña una foto de una monja endemoniada y le dices: "No sabía que tu mente era capaz de hacer cosas tan terribles", dice riéndose.
Aunque el Vaticano le aseguró al Padre Burke que la Hermana Irene tenía experiencia en esa zona, ella le dice que nunca había estado allí. Y ese no es el único misterio que deben desentrañar, ya sea dentro del castillo o el uno sobre el otro. Ambos siguen arrastrando un pasado que los hace vulnerables a cualquier fuerza a la que se enfrentan. Pero también crea un vínculo entre ellos.
Y los actores también hicieron piña durante su estancia en Rumania. "No te dan meses para integrarte en una película; tienes que hacerlo de inmediato, así que tuve suerte de contar con Taissa", afirma Bichir. "La admiro muchísimo. Tiene muchísimas virtudes como actriz y también como persona".
Y la admiración es mutua. "Demian es un tipo muy divertido, tiene mucha personalidad", dice Farmiga. "Está lleno de vida, energía y amor por todo", comenta. "Como actor es increíble y aportó mucha emoción al Padre Burke".
Cuando la Hermana Irene y el Padre Burke se van de Roma y abandonan el mundo moderno de 1952 para dirigirse a la pequeña aldea de Biertan en Transilvania, es como si el reloj hubiera retrocedido y estuvieran entrando en la Edad Media. La calle principal es un camino de tierra y el medio de transporte de su guía es un carro tirado por caballos.
Frenchie, como se le conoce en el pueblo, es quien los lleva a la abadía. También es el infeliz que descubrió el suicidio mientras entregaba unos suministros. Frenchie les cuenta que mucho antes de encontrar el cuerpo, desconfiaba de lo que pasaba en la abadía al igual que la gente del pueblo.
Los realizadores eligieron al actor francés Jonas Bloquet para dar vida al supersticioso francocanadiense. Bloquet reconoce que es un "gran fan" de "Expediente Warren" y su secuela y afirma: "Vi ambas películas varias veces en el cine, y me encantó el guión de 'La Monja', así que formar parte de esta película es una de las mejores experiencias de mi carrera".
Hardy pensó que el personaje de Bloquet, salpicado con el humor característico de Dauberman, era otra gran capa de la historia. Y lo confirma: "Frenchie es un canalla adorable y una parte del extraño trío que forma con un sacerdote y una monja. Puede que vean el mundo de forma diferente pero las circunstancias los llevan a estar del mismo lado. La situación tiene cierto cariz cómico, y Jonas supo aprovecharlo".
Dauberman añade: "Para mí, Frenchie era un personaje tan importante porque se necesita algo de ligereza para compensar las escenas de miedo; esos momentos más ligeros hacen que el terror sea aún más oscuro. Jonas sabe ser muy siniestro, pero también es muy divertido. Me encanta lo que ha aportado al personaje de Frenchie".
Mientras el Padre Burke lleva agua bendita y la Hermana Irene reza el rosario, Frenchie empuña un hacha y una escopeta. Bloquet lo describe así: "Frenchie es un tipo muy físico y muy fuerte. Tiene los pies en la tierra y, al principio, parece el típico francés simpático que sabe decir que no a una cara bonita".
Sin embargo, Frenchie esconde mucho más.
Bloquet continúa diciendo: "Frenchie no tiene muy claro lo que está pasando en la abadía, pero sí sabe que no quiere quedarse allí. Pero tampoco quiere abandonar a la Hermana Irene; se siente tan protector como el Padre Burke".
Cuando las torres del imponente castillo que albergaba la abadía surgen de repente ante ellos, el caballo de Frenchie siente el peligro y se detiene. Se ven obligados a terminar la caminata a pie y se dan de bruces con algo espantoso.
Aunque hace semanas que habían retirado el cuerpo de la monja del lugar donde se suicidó, todavía sigue fresco el reguero de sangre en las escaleras de la abadía. ¿Cómo es posible?
Líbranos de la tentación
A lo largo de la película, las monjas de la Abadía de Santa Carta atraviesan situaciones de extrema angustia y miedo mientras la Hermana Irene intenta descubrir la verdad sobre el mal que acecha en ese lugar y sobre una misteriosa llave que la Hermana Victoria tenía en sus manos cuando murió.
Charlotte Hope encarna a la Hermana Victoria y dice que al igual que a sus compañeros de la película, la Monja Endemoniada le causó un enorme impacto. "Recuerdo ese plano de 'Expediente Warren: El caso Enfield' en el que sale un cuadro que luego resulta que es ella. Es tremendamente aterradora; Me daba muchísimo miedo. Así que hacer una película que explique ese fenómeno es una idea fascinante".
En cuanto a su papel, Hope dice: "No quiero revelar mucho, pero sí puedo decir que es un catalizador de los acontecimientos que se desarrollan en la película. Y la Hermana Victoria lo pasa francamente mal", añade sin dar más pistas.
Hardy supo valorar la forma en la que Hope se entregó a las exigencias de su papel. "Charlotte es una actriz bellísima y un ser humano maravilloso. Fue muy divertido ocultarla con algo horrible, y ella estuvo totalmente de acuerdo", dice riendo.
Otra clave de la investigación es la Hermana Oana, quien rompe la regla de silencio de las monjas para advertir a la Hermana Irene de una presencia diabólica que deben combatir mediante la adoración perpetua: el claustro no puede abandonar nunca la vigilia de oración, ni siquiera un instante... pase lo que pase.
Los realizadores eligieron a la actriz rumana Ingrid Bisu para encarnar a la Hermana Oana. "Creo que la Hermana Oana se ve reflejada en la Hermana Irene. Así es como empezó ella, como solía ser: esperanzada. Eso es lo que le lleva a pedirle ayuda", dice Bisu.
Safran dice: "Estaba fascinado con la idea de la adoración perpetua; da pie a secuencias absolutamente aterradoras que estoy seguro que van a encantar al público. E Ingrid es un parte importante de esos acontecimientos".
Bisu afirma que sintió cierta afinidad con el papel porque cuando era más joven pensó un tiempo en ser monja. Para prepararse para su papel en el claustro, visitó monasterios y se sentó en silencio durante horas. En el set, tenía siempre auriculares a mano para escuchar oraciones. Bisu lo explica: "Aprendí lo importante que es el silencio en su mundo de clausura. Solo debes hablar si lo que vas a decir tiene algún propósito. Para la Hermana Oona es un gran problema ir en contra de todo eso y arriesgarse a ser castigada por hablar con la Hermana Irene sobre lo que está sucediendo en la abadía, porque conoce perfectamente las consecuencias".
Hay una hermana que no está asustada, sino que tiene un control escalofriante sobre la abadía. Bonnie Aarons retoma el papel que creó en "Expediente Warren: El caso Enfield" y vuelve a personificar a la Monja Endemoniada.
Aarons recuerda cuando pasó el casting para el papel en la película anterior: "Lo único que sabía era que se trataba de una película de James Wan. Eso era suficiente para mí. Es fantástico; soy una gran admiradora de su trabajo. No me dieron el guion; Me dijeron que me limitara a entrar y asustar a todo el mundo", dice sonriendo.
Y funcionó.
Safran comenta: "James tenía una visión muy concreta sobre el aspecto de esa Monja Endemoniada. Vimos a mucha gente, pero cuando vimos a Bonnie poniendo esas caras todos dijimos: 'Eso es exactamente lo que queremos. Así es como tiene que ser'".
Hardy tampoco podía imaginarse a nadie más haciendo el papel protagonista de "La Monja". "Fue muy importante que pudiéramos volver a contar con Bonnie. Está claro que ella no es espeluznante en la vida real, pero cuando está maquillada con ese hábito de monja proyecta una presencia inquietante. Era extremadamente desconcertante", reconoce.
El reparto está de acuerdo. Bichir señala: "Recuerdo una escena en la que tenía que rezar sabiendo que Bonnie estaría detrás de mí encarnando a la Monja Endemoniada. Su sombra hacía que se me pusiesen los pelos de punta. Era muy inquietante".
A Farmiga también le espantaba ese rostro. "Hacía todo lo que podía, sobre todo de noche, para dejar de pensar en ese rostro endemoniado que viene hacía mí", dice la actriz.
A Aarons le encanta haber contribuido a dejar una huella duradera en el personaje. "Es lo que quieres hacer cuando eres actor: infiltrarse en la mente del público. Me encanta que gentes de todo el mundo me digan que la Monja Endemoniada les atormenta y les provoca pesadillas".
María señala el camino
"La Monja" se rodó en su totalidad en Rumania, en escenarios físicos de Bucarest, Transilvania y sus alrededores, especialmente en dos castillos del siglo XIV y en una fortaleza medieval abandonada, que aportaron la clásica estética del cine de terror clásico. También se construyeron algunos escenarios interiores en los platós de los Estudios Castel Film de Bucarest.
Para lograr el aspecto gótico de la película, Hardy recurrió al director de fotografía Maxime Alexandre y a la diseñadora de producción Jennifer Spence, que ya había colaborado en "Annabelle: Creation". Formaron un equipo con profesionales de Estados Unidos, Rumanía y otros países de Europa.
Alexandre, que ya había rodado ocho películas en Rumania, comenta: "Corin fue extremadamente preciso con lo que quería y nos entregó páginas y páginas de dibujos para transmitir su idea. Fue maravilloso dotar de colores y formas a esos imaginativos dibujos en blanco y negro".
Spence dice: "Lo mejor de esta película y de venir a Rumanía fue diseñar en un castillo real. Cuando caminas por los pasillos, sientes la fuerza vital del pasado. Es un entorno magnífico y un lugar aterrador para estar de noche". Se veían con frecuencia carros tirados por caballos, un medio de transporte habitual; las cabras y las ovejas solían visitar el set; y los murciélagos, las procesiones funerarias a pie, la lluvia y la niebla contribuyeron a esa sensación de estar en el Viejo Mundo.
Aunque las localizaciones rurales y anticuadas añadían pátina, también constituyeron un problema para el equipo creativo de Hardy. "Maxime es un director de fotografía de gran talento con un ojo increíble", afirma el director. "Estaba dispuesto a todo y llevó grúas y camiones a los lugares más difíciles. Jennifer y su equipo se enfrentaron a una tarea descomunal a la hora de construir y mejorar las localizaciones de los castillos que estaban a siete horas de nuestro cuartel general en Bucarest. Ha creado un ambiente espectacular para la película".
Alexandre describe el estilo de la película como "muy setentero", con humo y mucho contraste. "En este género puedes jugar mucho más con las sombras acariciando los reflejos en una sola dirección y pasando a la oscuridad todo lo que quieras".
Aunque tiene un marcado estilo gótico, "La Monja" sigue en línea con todas las películas de "Expediente Warren". Alexandre dice: "Aunque la historia vaya hacia adelante o hacia atrás, James estableció ciertos principios estilísticos en la primera película, como hacen los grandes maestros, y filmó todo lo que pudo cámara en mano. Y Corin siguió haciéndolo".
Una cualidad distintiva de "La Monja" es resultado de las diferentes opciones de cámara utilizadas para enmarcar visualmente los diferentes puntos de vista de los personajes principales. Alexandre lo explica: "Es el viaje del Padre Burke y el viaje de la Hermana Irene. El de ella es más interno; ella está en su mente y sus visiones son más suaves. Para sus escenas, utilizamos el Steadicam porque permite que el público distinga entre lo que es real y lo que no lo es. Cuando era el punto de vista del Padre Burke, rodábamos con cámara de mano porque él está sumergido en el drama del momento y todo lo que le ocurre sucede en tiempo real".
Transilvania
Castillo de Corvin
Para encontrar su Abadía de Santa Carta, los realizadores volaron a Bucarest, después fueron en coche hasta Transilvania, pasando horas sinuosas en pueblos remotos de esta región histórica de Rumanía. En Hunedoara encontraron el Castillo de Corvin, una estructura original que está en la ladera de la montaña desde el siglo XIV.
Dauberman recuerda: "Estábamos en el corazón de Transilvania y me bajé del coche para echar un vistazo al primer castillo de verdad que había visto en toda mi vida. Era tan hermoso que me dejó sin aliento".
Spence tuvo que hacer una gran obra en el castillo ya que la entrada de verdad tiene un puente muy largo, con un foso debajo. Para adaptar la historia y las situaciones que necesitaba la película, el equipo de Spence construyó un nuevo punto de acceso en la parte posterior del castillo. Su equipo niveló el terreno para construir la estructura y luego hizo un molde de uno de los muros del castillo para crear otros trozos de muro hechos con piedras similares que se mezclaran con los que ya había. Spence contrató a artesanos locales para construir las enormes escaleras de piedra donde se descubre el suicidio. "Algunos eran escultores y tallaron objetos en la piedra, como la palabra 'pecadores' donde gotea la sangre", cuenta la diseñadora.
El set de Spence era tan convincente que cuando Bichir entró por primera vez, pensó que era la verdadera entrada al castillo. Los propietarios del castillo estaban tan contentos con el anexo que hicieron, que el set se quedó allí para mejorar las instalaciones del castillo de cara a futuros turistas.
Se trajeron y se plantaron todos los árboles para crear un ambiente inquietante y se añadieron cientos de cruces. Además, el equipo de Spence construyó la estatua de la Virgen María en el Patio de la Abadía, que también se rodó en el Castillo de Corvin.
Los elementos auténticos del atrezzo de Spence consistían en muebles y objetos encontrados en Viena y Rumania. "En la historia, las monjas se habían hecho cargo del castillo después de la Segunda Guerra Mundial, así que queríamos que pareciera lo más auténtico posible, para que las habitaciones tuvieran una sensación de vida y de historia", dice la diseñadora.
La paleta de colores que utilizó Spence se eligió en gran medida basándose en el hábito blanco y negro de las monjas. "Corin y yo queríamos utilizar una cantidad mínima de color, para que los personajes de las monjas destacaran. Utilizamos mucho verde para dar una sensación muy terrenal", dice Spence.
"Y también rojo". Hardy tenía una idea muy particular sobre el uso de la sangre en esta película. Para el escenario del suicidio, cogió un cubo de sangre y lo derramó él mismo por los peldaños de las escaleras y después los pintó para que parecieran sangrientamente realistas. "La sangre funciona de manera diferente si es estática o gotea, si rezuma o chorrea o si se bombea a través de un tubo". Incluso practicó escupir sangre con los miembros del reparto para conseguir que se proyectara bien.
Como todas las películas del universo de "Expediente Warren", trajeron a un sacerdote para que bendijera el set de la película. Pero otros seres más corpóreos planteaban otro tipo de desafío. El día en que el sacerdote iba a bendecir el rodaje, los miembros del equipo no pudieron llegar al set hasta que pasara un rebaño de cabras.
Castillo de Bethlen
Como el Castillo de Corvin no tenía todos los espacios que exigía la película, los realizadores eligieron un segundo castillo para complementar la abadía. Situado en el pueblo de Cris al oeste de Transilvania, el castillo de Bethlen también fue diseñado por el arquitecto medieval del castillo de Corvin, por lo que tenía el mismo estilo y se adaptaba perfectamente a Corvin a la hora de rodar. Cuando viajaban a Cris, el equipo sentía todos los días un olor asqueroso y picante a quemado en el mismo lugar de la calle y aparentemente no había ninguna explicación. Teniendo en cuenta el motivo que los había llevado hasta allí, algunos creyeron que podía tratarse de espíritus malignos que acechaban el antiguo castillo.
El castillo de Bethlen era ideal para albergar el convento de la abadía, donde el Padre Burke y la Hermana Irene deben pasar la noche y donde empiezan a ocurrir acontecimientos de lo más inquietantes. Spence lo cuenta así: "Todas las habitaciones estaban sin terminar y muy desordenadas; las ventanas no se podían cerrar así que era como un lienzo en blanco. Conservé algunos elementos orgánicos, como emblemas de serpientes en los techos". Spence también encargó a la gente del pueblo que hicieran ventanas y puertas basándose en el modelo de las originales que estaban en muy mal estado. "No solo sirvió para nuestra película, también fue genial que pudiéramos ayudar a la gente del lugar donde estábamos rodando", añade la diseñadora de producción.
Bethlen era el lugar perfecto para albergar la Casa de Hielo, así como para construir el cementerio de la abadía donde tienen lugar varias escenas cruciales y terroríficas. El equipo de Spence construyó todo el cementerio, repleto de lápidas desgastadas, cruces y campanas que servían de aviso contra aquellos que se enterraba vivos por error, evitando así que se asfixiaran hasta morir.
Fortaleza de Mogoșoaia
La Fortaleza de Mogoşoaia fue la tercera localización que eligieron los realizadores en Transilvania. Este complejo militar abandonado albergó los túneles de la abadía que conducen a su escondite. Los pasillos subterráneos y laberínticos, eran muy estrechos, repletos de moho, oscuros y propicios para dar miedo tal y como Hardy tenía en mente.
Hardy aprovechó lo mejor que tenía cada localización y los montó en Photoshop por la noche. Era una especie de hoja de ruta para que su equipo pudiera crear un entorno único que, en la pantalla, es la Abadía de Santa Carta.
Dauberman comenta: "Todo encaja muy bien. La Abadía de Santa Carta parece salida de una película de terror de Hammer; está situada en lo alto de una colina y está rodeada de cruces. Era perfecto".
"Es alucinante", dice Safran. "A medida que transcurre la historia, sientes que estás siempre en el mismo castillo porque el aspecto es coherente. Y eso se lo debemos al magnífico equipo de producción con el que contamos".
No fue una tarea sencilla ya que Alexandre no sólo tenía que adaptarse a la localización física sino también a una iluminación diferente. "Rodar en la abadía fue muy complicado porque teníamos que hacer encajar diferentes localizaciones y un plató", dice el director de fotografía. "Creo que Corin era el único que conocía de verdad todas las puertas y pasillos que conectaban los sets. Todos los días preguntamos: '¿Pero ahora dónde estamos? ¿Vamos a la izquierda o a la derecha?", dice riendo.
Una de las escenas más complicadas del rodaje se desarrolla en los túneles de la Fortaleza de Mogoşoaia, con un pasillo de cruces que la Hermana Irene descubre debajo de la abadía. Es evidente que esos cientos de cruces se han colocado allí para proteger el lugar y se han ido añadiendo más con el paso de los años. El equipo de Spence colgaba las cruces de las paredes del pasillo en lugar de fijarlas, para que tuvieran un movimiento fantasmal.
En esa secuencia, la Monja está quieta, pero Hardy quería crear una ilusión óptica de movimiento con la cámara. Hardy dice: "Es como si la presencia de la Monja Endemoniada alcanzara a la Hermana Irene, arrastrándola hacia atrás, porque la Monja no se mueve. Quería dar con la forma de visualizar la amenaza que representa la Monja, aunque no te esté tocando. Es como si estuviera hipnotizando a la Hermana Irene".
Para hacer ese plano, Spence diseñó el pasillo con paredes que podían moverse físicamente hacia atrás. Hardy y Alexandre idearon un plan y colocaron la cámara sobre un raíl de 30 metros en el pasillo oscuro. La lente de la cámara se acercaba a la Hermana Irene y a la Monja; al mismo tiempo el equipo de Alexandre tiraba hacia atrás la cámara y la giraba simultáneamente 360 grados. "Fue complicado hacerlo en un raíl subterráneo, haciendo zoom hacia ellas mientras que retrocedía físicamente y giraba haciendo un círculo completo. De esta forma parecía que el pasillo iba a girar sobre sí mismo y que ella no podía escapar", dice Hardy.
Mientras realizaban este montaje, Hardy vivió su propia experiencia sobrenatural. "Aunque soy fan del cine de terror y me he pasado media vida creando monstruos, en el fondo soy un escéptico. Sigo esperando el momento de encontrarme con un ente sobrenatural en el que pueda creer... y lo cierto es que me sucedió en esa fortaleza".
Hardy continúa diciendo: "Los monitores estaban fuera del pasillo principal en una habitación oscura y totalmente aislada. Debido a que el movimiento prolongado de la cámara exigía una plataforma muy grande, se cortaron las entradas y las salidas. Entré y vi a un par de tipos sentados en sillas a mi izquierda; les saludé y me senté de espaldas a ellos, mirando el monitor durante unos buenos 15 minutos mientras ensayábamos la toma. Estaba muy contento porque funcionaba y me giré para decirles: 'Wow, ¿lo habéis visto? ¡Ha sido perfecto!' Pero no había nadie. Ni siquiera estaban las sillas".
Hubo otras localizaciones en Transilvania: Sighişoara, el lugar de nacimiento de Vlad el Empalador alias el Conde Drácula; Copsa Mar; el Palacio de Mogoşoaia, que se duplicó para representar el Hospital de St. Vincent, donde se conocen el Padre Burke y la Hermana Irene; y el Palacio del Parlamento en Bucarest, que hizo las veces del Vaticano.
Bucarest
Estudios Castel Film
En Rumanía está prohibido rodar dentro de las iglesias, así que Spence y su equipo construyeron la iglesia de la Abadía de Santa Carta en el mayor plató de los Estudios Castel Film en Izvorani, Rumania, a las afueras de Bucarest. El set de la iglesia se basó en la Iglesia Parroquial de Chiddingly en el pueblo donde Hardy creció en East Sussex, Inglaterra.
A Spence se le ocurrió la idea de convertir la iglesia de la abadía en la sala de las tumbas, donde el Padre Burke y la Hermana Irene se encuentran por primera vez con la abadesa que dirige la abadía. Hardy lo explica: "La idea de Jen fue intercambiar los ángulos y rectificarlos. Hizo un trabajo magnífico y logró mover las paredes y ajustar los extremos de la habitación a los escalones. De hecho, cuando estuve allí, me olvidé de que la habitación era la misma gracias a su detalladísimo diseño".
Y esos detalles se ven en la sala de las tumbas. Hay cuatro tumbas que tienen máscaras de la muerte moldeadas con las caras de Hardy, Dauberman, Alexandre y el productor ejecutivo Michael Clear, así como una máscara de la muerte en la pared moldeada con la cara de Harry Boyd, primer ayudante del director en la película.
Se construyó otro gran set para reproducir la bóveda de la abadía, ya que requería una cisterna. A vista de pájaro, en la bóveda puede verse una cruz con un círculo en el centro, un motivo que aparece a lo largo de la película.
En una escena fundamental repleta de acción que tiene lugar en la bóveda de la abadía, Farmiga estaba colgada en el aire y sujeta con cables... y le encantó. La actriz lo confirma: "Una de las razones por las que esta película ha sido tan divertida es el aspecto físico del papel y las acrobacias que tenemos que hacer. Pasas semanas rodando escenas de enorme intensidad emocional con diálogos y momentos dramáticos y después te pones un arnés y te sumerges en una sensación de aventura y acción".
Hardy está muy agradecido por el entusiasmo y la entrega de las que hizo gala el reparto. "Hicieron ellos mismos muchas de sus acrobacias. Se colgaron de cables, se sumergieron debajo del agua y no se echaron atrás en las escenas de acción".
Los diferentes niveles del castillo sirvieron para reflejar las capas de la historia. Dauberman lo explica: "Empezamos por el exterior, después nos trasladamos a los niveles superiores del interior y luego, a medida que nos internábamos en el castillo y debajo de él, empezamos a adentrarnos en la mugre y la suciedad del castillo, así como en la historia".
En el plató del estudio que reproduce un pueblo del Oeste, Spence convirtió un edificio en el Black Bear Bar, un establecimiento que frecuenta Frenchie. También rodaron en los bosques cercanos de Snagov.
Después del último día de rodaje, Hardy interpretó una canción titulada "The Convent Blues" con un miembro del equipo rumano, como agradecimiento al reparto y al equipo. La canción cuenta la historia de "La Monja" y su rodaje, haciendo referencia al mayor número posible de miembros del reparto y del equipo. Compuso la canción de camino al estudio ese día.
En la película hay varios guiños a otras películas de "Expediente Warren", como la foto del grupo de monjas y una cruz de "Annabelle: Creation". Spence también ocultó la palabra Valak en los sets. "Lo hice un poco pero no tanto como en 'Expediente Warren' porque me dio la impresión de esto era el principio, cuando Valak se da a conocer. Pero están ahí. Espero que resulte difícil encontrarlos", dice la diseñadora de producción. Los espectadores con ojos de águila los encontrarán en los Árboles del Bosque, el marco de la ventana de la Hermana Victoria, en la matrícula en el camión de equipajes y en varios artículos que cuelgan en Criş.
Líbranos del mal
Para realzar el aspecto gótico, Corin Hardy se trajo a Rumanía a Sharon Gilham, su antigua compañera de clase de la Escuela de Arte de Wimbledon, como diseñadora de vestuario. Para su investigación, Gilham fue al Museo de los Campesinos y estudió trajes rumanos auténticos de época. Los trajes se realizaron casi en su totalidad en Rumanía.
Para los trajes de calle del Padre Burke, Gilham reprodujo con exactitud el estilo de la época, pero incorporó colores oscuros. "Corin quería resaltar el lado más oscuro de la personalidad del Padre Burke", dice Gilham. "Su traje de calle era de tweed oscuro y sus camisas eran gris oscuro, aunque en esa época hubieran llevado camisas blancas o de colores más claros".
Hardy también quería que el Padre Burke llevara un accesorio concreto para una escena de lucha estratégica. Gilham eligió su faja, alrededor de su cintura, con colores específicos destinados a reflejar los diferentes niveles del sacerdocio, desde Cardenal hacia abajo. Luego le añadió un texto, una frase en latín que significa que Dios me dio luz, que encontró en una versión latina de una oración católica. Los grandes bordados con hilos dorados que añadió en la faja databan de los años 30 y 40 de piezas utilizadas en la Misa y que Gilham encontró en un mercadillo en Francia. "Los recorté y los puse en la faja con rosarios, cruces, crucifijos y medallas de San Cristóbal, que cubren toda la pieza, como si fuera algo que se ha ido añadiendo a lo largo de los años", dice.
El crucifijo que cuelga del cuello del Padre Burke lo encontró en un mercadillo de Rumanía. Gilham lo explica: "Es antiguo y provenía de Francia, donde el Padre Burke experimentó los acontecimientos que lo acechan".
Las largas sotanas negras de los sacerdotes se hicieron en Italia. "La ropa del Vaticano es muy exagerada, incluso ostentosa", dice Gilham. "A Demian le encantaba usar ese traje. Se puso la sotana y se convertía inmediatamente en un sacerdote, incluso en su forma de estar. Hay algo muy elegante en esas formas y en su longitud; los accesorios le dan un tinte grandioso y dramático".
Para resaltar el contrastar con la ropa del Padre Burke, la Hermana Irene va vestida de blanco. Su traje de monja se basaba en cómo se viste una novicia. Es distinto al resto de las monjas porque dentro de la jerarquía y en diferentes períodos, hay muchas variaciones en los hábitos. "La Hermana Irene es la pureza en persona. Quería incidir en lo joven, inocente y frágil que es, así que las formas de sus faldas eran muy importantes. El hábito de una monja puede ser bastante informe porque no resalta la figura, pero aun así quería que la Hermana Irene tuviera una bonita silueta gráfica", cuenta Gilham. La diseñadora también incorporó alfileres en la parte delantera y un cinturón de cuero del que cuelga un rosario.
Los trajes blancos de Farmiga se diseñaron para que sus movimientos fueran visibles en los lugares oscuros de la película. "La forma de rodar de la película es perfecta para este traje. Está iluminado de forma que la atmósfera hace que estos trajes funcionen. Me encantan los momentos en los que solo ves parte del borde de un velo que sale de la oscuridad o parte de un traje iluminado", dice Gilham.
La idea del hábito es vestirse de pies a cabeza, alejarse del mundo. Una parte de ese atuendo es el velo que oscurece la cara. Gilham puso bucarán dentro de la tela del velo en algunos de los hábitos de las monjas y un alambre alrededor del borde para que fuera rígido de forma que se asemejara a una capucha. "Se parecen a caballos tan tapados que casi están ciegos. Tenían que mover toda la parte superior del cuerpo para girar la cabeza. Todas las actrices que se lo pusieron dijeron que tenían la impresión de entrar en otra época", recuerda Gilham.
El atuendo de la Monja Endemoniada de "Expediente Warren: El caso Enfield" se envió a Bucarest, donde Gilham lo rehizo con las mismas texturas y telas que las del resto de las monjas, que ella denomina "en la onda de los 50". Gilham señala: "El traje de la Monja Endemoniada la alarga porque el velo negro se estira con total perfección y el resto del traje es muy largo y muy oscuro. Su presencia te impone. La primera vez que vi a Bonnie con el traje completo y las gafas, estaba aterrorizada".
Eleanor Sabaduquia es la directora del departamento de maquillaje que diseñó el estilismo de la Monja, y que ya lo había creado en "Expediente Warren: El caso Enfield" de James Wan. Cada vez que aplicaba maquillaje a la Monja, lo cambiaba ligeramente porque está pintado a mano, con prótesis mínimas y sin digitalización.
Amalgamated Dynamics, Inc. (ADI) creó los efectos de personajes/criaturas. Hardy afirma: "Fue maravilloso trabajar con ellos. Han sido mis héroes desde que hacía películas en Super 8 de niño con mis amigos. Hacíamos criaturas y monstruos animatrónicos en el garaje de mis padres".
Hardy eligió al compositor Abel Korzeniowski para potenciar el suspense de la película a través de la banda sonora de la Korzeniowski dice que "juega en los dos extremos del género de terror religioso: la violencia despiadada y la espiritualidad desinteresada. El primero lo personifica Valak, la Monja Endemoniada, y el segundo la Hermana Irene. Cada género tiene su propio tema melódico. Ambos se remontan a los cánticos medievales de los monasterios de clausura y a rituales paganos prohibidos, velados en texturas oscuras y turbulentas y tonos siniestros e inquietantes. Siguiendo la visión de Corin, trasladé los elementos estilísticos del universo de 'Expediente Warren' a un período de tiempo y escenario diferentes, usando el poder oscuro y salvaje de la orquesta, con un enorme tambor de dos metros y una voz 'de garganta' diabólica".
Hardy concluye: "Fue emocionante ver que todos los elementos convergen y la escalofriante banda sonora de Abel da el toque final. Creo que el mundo gótico que hemos creado es un lugar absolutamente aterrador y, tanto nosotros como la Monja, estamos esperando que la gente entre en el cine para verlo. Que se preparen para gritar".