Introducción
Dirigida por el ganador del Oso de Oro del Festival de Berlín, Björn Runge, La buena esposa parte de un guion escrito por Jane Anderson, una adaptación de la novela homónima de Meg Wolitzer. La película está protagonizada por Glenn Close y Jonathan Pryce y coprotagonizada por Christian Slater, Max Irons, Harry Lloyd y Annie Starke. Claudia Bluemhuber (Silver Reel), Meta Louise Foldager Sørensen (Meta Films), Rosalie Swedlin (Anonymos Content), Piers Tempest y Jo Bamford (Tempo Productions) son los productores de la película. Piodor Gustafsson (Spark Film & TV) es el coproductor. Embankment Films han sido los intermediarios para la financiación de la película, que ha corrido a cargo de Silver Reel, Creative Scotland, Film Väst, Chimney, el Instituto Sueco del Cine, SF Studios y SVT. La distribución internacional corresponde a Embankment Films, en asociación con CAA y WME para la representación de los derechos de distribución en Estados Unidos, que han sido adquiridos por Sony Pictures Classics. En España la distribución corre a cargo de Vértice Cine, que tiene previsto su estreno durante el último trimestre de 2018. La buena esposa tuvo su estreno mundial en el Festival de Cine de Toronto en septiembre de 2017. Durante ese mismo otoño la película pasó también por el Festival de Cine de San Sebastián y el Festival de Cine de Zúrich, recibiendo múltiples ovaciones por parte de crítica y público.
Unas palabras del director
Para mí, esta película es como una música; dos instrumentos tocando para nosotros. El modo en que interpretan Glenn Close y Jonathan Pryce me recuerda a la música - dos solos instrumentales tocando juntos. Durante el montaje, se me hacía imposible separar la historia de su interpretación. Tenían la habilidad de incorporar el guión a su actuación de una manera increíblemente asombrosa. No es una historia simplemente guiada por la trama.
Pero por encima de todo, La buena esposa es la historia de Joan. Ella es sencillamente fascinante y poética, y es su determinación la que nos engancha. Somos testigos del ascenso de su esposo al éxito y de su lucha en su sombra, pero lo más importante es su eventual liberación cuando abraza a quien realmente es. Quiero que cada escena con Joan sea una lucha entre la esposa que ella ha elegido ser y la mujer que ella habría deseado ser. Pueden ser luchas nimias, pero luchas al fin y al cabo, que ella puede ganar, perder o llevar por dentro. Esta película es el encuentro y celebración de su propia voz.
Su marido, Joe, es un personaje complejo que vive en una constante encrucijada, un sofisticado autoengaño. Él es todo deseo, amor, creatividad y un experto en mentiras convertidas en verdad. Pero también hay mucho que aprender de él: su gran talento es su capacidad de observación del comportamiento y condición humanas. Esa es la parte artística y humanista que encierra Joe. A él le encanta contarle a Joan sus observaciones que se transforman en escritura, aprovechando esta energía, su sentido trágico y su humor. Ella es una pensadora que mira el mundo desde otra óptica, y yo capturaré esa esencia con cámara en movimiento, no cámara en mano pero sí en movimiento, con un estilo suave y fluido. Esa es la manera que tiene Joan de mirar el mundo.
El marco del que parte La buena esposa es un gran escenario: la ceremonia de los premios Nobel en Estocolmo, dónde la familia se prepara para celebrar la exitosa obra de Joe. Pero tras esto se esconde un gran secreto... y una vez queda la vida personal de Joe y Joan expuesta, nada será nunca lo mismo. Mi ambición es hacer de La buena esposa una película física, en el sentido de que la película será sensual y específica.
Los edificios de Estocolmo son integrales: el entorno sólido y formal del Ayuntamiento, la Sala de Conciertos, el Gran Hotel y el Palacio Real ofrecen un contrapunto a los enredos de los Castleman. En la nieve del invierno hay una sensación de crepúsculo porque los días son cortos, es una atmósfera muy sugerente y ayuda a que la vida interior de los personajes guíe al público como un faro en una noche de tormenta. Me da como director una puerta de entrada al estado emocional de Joan y Joe.
Veo una película que es muy personal y humana, un océano de ondas emocionales donde los personajes tratan de mantenerse a flote en las aguas profundas de un secreto familiar. Es un drama familiar conmovedor, pero también gracioso, con un poco de cada uno de nosotros en él. También es una historia sobre personajes que se expresan a través del humor y eso es muy importante: son capaces de reírse de sí mismos y esto, en última instancia, es lo que les une, lo que les permite sobrevivir a las consecuencias de la exposición de un gran secreto de la familia. Los flashbacks juveniles, tiernos y orgánicos de la película también están en este nivel, dejándonos ver una esperanza al principio que lentamente llega a su fin antes del dramático despertar de Joan en la entrega del Premio Nobel.
Es un guión sobre el amor, la creatividad y el autoengaño. Es un drama clásico en un gran escenario, el escenario del Nobel, sobre la vida y la muerte, pero con matices muy cómicos para compartir. Mi intención es que la película sea sorprendente, muy comunicativa, atractiva y emotiva, una película que movilice a las mujeres y a sus parejas.
Björn Runge, director de La buena esposa
Llevar una exitosa novela a la gran pantalla
Un matrimonio, un talento, un secreto
La buena esposa alberga un conmovedor relato de amor y secretos íntimos. La película constituye un delicado y complejo análisis de las relaciones en edad avanzada, y una fascinante reflexión sobre la naturaleza humana en sus múltiples facetas, con una historia que gira en torno a un matrimonio construido sobre la pasión, la ambición y un compromiso de gran magnitud que empieza a venirse abajo muchos años después.
Este drama íntimo y arrollador es una adaptación de la prestigiosa novela escrita por Meg Wolitzer, ambientado en los años 90 en su línea de tiempo principal, y en los años 50 y 60 en los flashbacks que nos muestran los inicios de la relación.
Para la guionista, Jane Anderson (Donde reside el amor, Olive Kitteridge), la película brinda la oportunidad de narrar una historia sobre el matrimonio y la sed de éxito desde una perspectiva singular y menos convencional.
"En el año 2003 salió a la luz una increíble novela de Meg Wollitzer titulada The Wife, la leí, y me dejó alucinada. Meg consigue contar una historia subversiva sobre lo que significa ser mujer escritora. Es una visión íntima de lo que resulta ser la esposa de un gran coloso literario. Y, conscientemente, en secreto, es ella quien guarda el verdadero talento", explica Anderson.
Pese a todo, Anderson tenía la impresión de que la historia necesitaba algunos ajustes para que pudiera ser trasladada con fluidez del papel a la pantalla. "Cuando adaptas al cine una obra de literatura, tienes que hacer un par de arreglos para hacer que la narración resulte más dramática, más emocionante, más viva. En la novela, el premio que le conceden al gran Joe Castleman es un premio apenas conocido en Helsinki, Finlandia. Preferí ubicar la historia en la entrega del Premio Nobel, ya que eso significaba aumentar lo que estaba en juego. También le añadí a la narración el hijo adulto y algo perturbado de Joe y Joan Castleman".
Para Anderson, la incorporación de Glenn Close al reparto supuso un empujón para la película, y añadía un toque de elegancia y ligereza a la caracterización de esta mujer tan interesante. "El personaje de Joan Castleman es una mujer profundamente reservada, elegante y tímida, que se ha colocado en la segunda fila por detrás de su brillante marido," explica. ¿Quién mejor para interpretar ese tipo de papel y darle todas las texturas y los subtextos necesarios que alguien como Glenn Close, que claramente es una actriz elegante y perversamente inteligente?
Anderson tiene la esperanza de que la película abra debate sobre el matrimonio, los secretos que guardamos y los compromisos que hacemos. "Cuando escribo un guión, siempre me pregunto: ¿de qué va a hablar el público en cuanto las luces se apaguen y salgan todos de la sala? Y creo que de lo que van a hablar en este caso es: ¿cuáles son los compromisos que asumimos en un matrimonio, en una asociación de gran envergadura? ¿Hay secretos guardados en pareja que sean legítimos? ¿Existen compromisos que asumamos como mujeres en un matrimonio? Como marido, ¿cómo respetas y amas a tu esposa?".
El papel del director
Desentramando La buena esposa
Para poder tejer la historia de esta pareja con todas sus sutilezas, complejidad y humor negro, la producción requería a un cineasta instintivo y con conocimientos, un director que trabajase especialmente bien con el equipo actoral.
Björn Runge, con su habilidad para aportar una perspectiva singular a sus películas, como Mouth to Mouth y la ganadora del Oso de Plata, Al final del día, demostró ser una opción acertada.
De acuerdo con el productor Piers Tempest, Runge comprendía el tono que aspiraba a conseguir el proyecto desde sus primeras fases. "Björn describe muy bien la película como una cinta elástica que se va estirando a lo largo del film y, al final, se rompe, cuando el gran secreto sale a la luz, con el impacto que ello tiene para la familia de Joe y Joan", comenta. "Es una obra cinematográfica increíblemente absorbente, y de la que todos nos sentimos muy orgullosos".
El director estuvo interesado en incorporarse al proyecto desde el primer momento, y permaneció unido al mismo durante todo su largo período de desarrollo. La productora Rosalie Swedlin cuenta cómo fue: "Cuando me reencontré con Jane, a la que había conocido muchísimos años antes porque habíamos estado juntas en otro proyecto, estaba leyendo The Wife y me daba rabia que la película no hubiera llegado a hacerse", explica. "Tuve uno de esos fines de semana en los que empiezas a pensar: ¿cómo voy a llevar esto a cabo? Y de repente se me ocurrió que, dado que la película está en gran medida ambientada en Estocolmo, donde se entrega el Premio Nobel, tal vez podría asociarme con un productor escandinavo".
Poco después, se unió al proyecto la productora Meta Louise Foldager Sørensen, después de leer el guión.
"¡Me encantó por completo y supe que tenía que hacerlo! El proyecto era perfecto para una coproducción con un país escandinavo, puesto que la acción se desarrolla en Estocolmo. Así que incorporé a un director sueco: elegimos a Björn Runge. Es un gran director, un director de actores. Además ha trabajado mucho en el teatro, así que pensé que tendría la sensibilidad adecuada para este proyecto".
"Pasó a ser nuestro director y le enviamos el guión", prosigue Swedlin. "Le pareció fantástico, le entusiasmó, nos mandó unos correos geniales. Nos encantó que dijera: 'es una película para todo el mundo'. No le pareció que fuera una pieza selecta para un público especializado, veía en ella todo tipo de temas".
"Uno podría pensar que haría falta una directora mujer para extraer todas las sutilezas de esta historia," comenta Anderson refiriéndose a las sensibilidades de la película. "Björn Runge es el director varón más feminista. Tiene una hermosa y delicada sensibilidad y entiende a la perfección lo que el guion está tratando de decir".
Reconocido desde hace tiempo como un 'director de actores', la habilidad innata de Björn Runge para hacer que una historia tenga vida propia y extraiga lo mejor de su reparto fue, junto con el guión, lo que atrajo al proyecto a muchos de los mejores actores del celuloide. Además, su aclamado trabajo en el teatro demostró ser un activo en este sentido.
Recreando la relación de los Castleman
Una historia de pasión y secretos
Para Runge, uno de los grandes atractivos de la historia eran las intensas relaciones que se establecen entre los diversos personajes que alberga la película.
"Había un juego entre una madre, un padre y un hijo. Era algo con lo que ya estaba familiarizado por mi trabajo previo en el teatro y mis rodajes en Suecia. Pero lo que de verdad me atraía era que la historia se desarrollara durante la concesión de un Premio Nobel. Se trataba de una pequeña historia dentro de una historia más grande".
"Creo que la mayor diferencia entre la novela y el guión es que Jane le ha dado al hijo, David, una posición más importante en el guión".
Por lo que respecta al proceso de casting, el director bromea diciendo: "Glenn Close me asignó a mí mi papel, de hecho, y yo se lo asigné al resto".
En efecto, la actriz nominada en seis ocasiones al Premio de la Academia, cuya brillante carrera se extiende a lo largo de cuatro décadas, era una admiradora tanto del director como de la guionista. "Desde hace años me entusiasman los guiones de Jane Anderson. Cuando supe que íbamos a contar con Jane, y después leí la novela, pensé que sería un punto de partida muy, muy prometedor," comenta.
Con relación a Runge, añade: "me encanta el modo en que trabaja. Creo que es como la perfecta fusión entre sus conocimientos de teatro y de cine. Tiene una maravillosa comprensión de lo que es el proceso de interpretación, y te deja tomarte tu tiempo, especialmente si se trata de una escena complicada. El modo en que prepara las tomas te permite tener tiempo, así como su maravillosa forma de encargarse de todo. Me siento casi como si hubiéramos sido una pequeña compañía teatral en esta película".
Para el director, la habilidad de su protagonista para actuar instintivamente enriqueció enormemente la experiencia de trabajar con ella. "Tiene un sentido de la interpretación excelente cuando está delante de la cámara, pero también tiene muy buen sentido para entender qué lugar ubica el personaje en el guión," afirma. "Se mete dentro del personaje como nunca antes lo había visto. Sabe qué es aquello que el personaje debe darle al público, qué tipo de emociones".
A la hora de dar con un protagonista masculino para la película, la producción necesitaba un actor que aportara verosimilitud y ligereza al papel de Joe Castleman y, junto con Glenn Close, lograra desentrañar este matrimonio en toda su complejidad. Parecía claro que el aclamado actor británico Jonathan Pryce sería una opción acertada.
"Parte de lo que me atrajo a este guión fue saber que Björn sería el director" dice Pryce con relación a la película. "Me gustaba su trabajo y me gustaba el hecho de que la película tratara sobre las relaciones. Estaba deseando hacerla por lo de que tiene ese toque sueco o nórdico".
Para preparar su papel, el actor se sirvió de un enfoque naturalista que impresionó al director. "En una escena, cuando se despierta, puedes ver en sus ojos que ha tenido un sueño extraño. Yo no se lo pedí pero a él le salió. Fue fantástico trabajar tanto con Glenn como con Jonathan. Forman una pareja perfecta. En cierto modo son como actores hechos para trabajar juntos".
"Los pequeños detalles de carácter lógico son el punto de partida de su interpretación, y luego, en cuanto saben exactamente qué aspecto han de tener para ellos esos detalles, pueden adentrarse en las emociones profundas de la escena, encontrarse como dos almas que luchan contra su destino. Y de eso trata esta película".
Pryce coincide en que él y Close desarrollaron una intensa relación en su trabajo durante el rodaje, y los resultados en pantalla son evidentes. "Ella siempre me ha gustado como intérprete. ambos tenemos la misma edad, y ambos podemos basarnos en experiencias vitales muy similares. Entre nosotros no hay mucho que decir, lo cual también es algo que me gusta mucho. Ambos entendemos las necesidades de los personajes de la película. Es genial trabajar con alguien que está tan dedicada a su trabajo y que es tan intensa en lo que hace".
"Ha sido maravilloso trabajar con Jonathan," añade Close. "Le recuerdo en la película Brasil, hace ya tantos años, y nunca me olvido de esa interpretación suya. Es uno de los mejores de su generación, por lo que supone una enorme emoción y un honor trabajar con él".
Mientras que las interacciones entre Joan y Joe ocupan del núcleo duro de la película, para la producción era decisivo también el casting de los papeles secundarios que son clave para dar forma por completo a la historia. "Cuando buscaba actores para asignar el personaje de David, el hijo de la pareja, realmente buscaba a alguien que fuera frágil, vulnerable, pero que también tuviera una especie de faceta dura," explica Runge.
"Joe está algo preocupado por su hijo, David, y para mí era importante encontrar a alguien, un actor, con esa combinación de emociones diferentes. El lado poético y el lado salvaje. Y Max Irons tiene justo eso".
Irons, por su parte, disfrutó con la intensa relación de colaboración con el director. "Es muy preciso. Muy relajado. Habla un idioma que todos entendemos. Todos los días terminábamos pronto, ¡lo cual es bastante insólito! Es austero en su forma de rodar y de dirigir, y tiene un gran corazón. Es una persona con gran inteligencia emocional, que es precisamente lo que se necesita en una película cómo está".
El aclamado actor estadounidense Christian Slater interpreta al tenaz reportero Nathaniel Bone, que tiene la impresión de que no todo es lo que parece en el exitoso relato del matrimonio Castleman, y se propone averiguar la verdad en toda esta historia. El resultado serán algunas de las escenas más cómicas de la película.
"Por increíble que parezca, llevo 40 años en esta profesión," comenta Close. "Y cuanto más sigo en ella, más me doy cuenta de que la tarea de un actor es interpretar, desplazarse por la escena, especialmente cuando se trata de una película. Ser capaz de intentar todo tipo de cosas diferentes, hacer que la sala de montaje disponga de todo el material posible. Christian y yo compartimos unas tres escenas en las que básicamente él me hace una entrevista en un bar. Y nos lo pasamos muy bien. No había coincidido nunca con él, y lo hicimos muy bien, probamos muchas cosas distintas".
"Es como si nuestros personajes jugaran una apasionante partida de ajedrez, metafóricamente hablando, y las situaciones que se dan entre ambos son muy como el gato y el ratón," añade Slater. "Yo trato de conseguir que me cuente la verdad, pero ella me mantiene a raya. Sin duda nuestra relación es como un interesante tira y afloja".
Dado que la película está ambientada en dos periodos de tiempo diferentes, la producción requería a dos potentes intérpretes para dar vida con éxito a las esperanzas, ambiciones y dinámicas del matrimonio Castleman en su etapa más joven, de manera que el espectador pudiera conocerles mejor, a ellos y su historia, y sentar la base para la nueva información que irá siendo revelada. La fase temprana del matrimonio la encarnan las fascinantes interpretaciones de Annie Starke y Harry Lloyd.
"Me uní a la producción de La buena esposa por varias razones. Soy una apasionada de Jane Anderson, ya desde hace algún tiempo, y también me encanta Björn y sus obras," afirmar Starke. "Se trataba de un guión hermosamente escrito sobre el matrimonio y sobre una interesante relación entre dos personas".
Harry Lloyd no dejó pasar la oportunidad de interpretar a Joe de joven con todos sus matices. "Había un montón de similitudes, pero también hablamos mucho sobre las diferencias, y Björn dijo algo al principio que fue muy interesante: 'en cierto modo Joe de mayor es más como un bebé que Joe de joven'".
"Me parece que es un punto de vista muy interesante para enfocar una relación entre dos personas que en sí mismas son muy complicadas y complejas," añade Starke. "Pero el intenso amor que sienten entre sí no solamente crea bellas historias sino que, en mi opinión, afecta de verdad a sus vidas de un modo inimaginable. Es una muy interesante perspectiva sobre las relaciones entre dos personas".
Un lugar: En el marco del Premio Nobel
Pasado y presente
Aunque la historia transcurre en los Estados Unidos y Estocolmo, la mayor parte de la producción de La buena esposa en realidad tuvo lugar en la ciudad escocesa de Glasgow y sus alrededores, que ha demostrado ser un lugar de rodaje altamente satisfactorio para un buen número de producciones recientes.
"Es la cuarta película que hacemos en Glasgow", dice la productora Claudia Bluemhuber. "Allí hicimos Under the skin, Un largo viaje, y dos películas este año, Churchill y La buena esposa. Nuestra experiencia allí es muy, muy buena. Los equipos, el apoyo que nos dan, nos encanta trabajar allí. Fue buena idea utilizarlo para recrear Connecticut, funciona muy bien".
"Cuando ruedas estas películas, buscas aquel sitio que pueda brindarte las mayores ventajas para la producción," añade el productor Piers Tempest, "y en realidad Glasgow lo tiene todo. Tiene dos enormes salas que sirven para recrear los salones de celebración de la ceremonia del Premio Nobel, y dispone de un Concorde, lo cual es genial, porque la historia transcurre a mediados de la década de los noventa y el Concorde era claramente un icono de aquella época".
"El otoño de 2016 en Escocia ocupará siempre un gran lugar en mi memoria," afirma Runge. "De alguna manera, fue para mí como un segundo hogar. Ha sido absolutamente fantástico, no sólo por el equipo, o los ideales lugares de rodaje, sino también porque las circunstancias en que se ha desarrollado la producción han sido, para mí, increíbles".
En lo que se refiere al aspecto visual y la ambientación de la película, recrear lugares distintos a los del rodaje no fue el único "reto emocionante", según relata el diseñador de producción Mark Leese - otro aspecto crucial de la producción consistió en recrear otros periodos históricos de manera realista. La historia se desarrolla en diversas líneas temporales, a veces por medio de flashbacks, y en tres ciudades icónicas diferentes, lo cual hacía más ajetreada la producción.
"Lo curioso es que en el guión no aparece ningún lugar que se encuentre dentro del Reino Unido o de Escocia, y sin embargo el grueso del proyecto lo hemos rodado en Glasgow y en sus alrededores," comenta. "Para ser sinceros, ha sido un emocionante reto. Hemos tenido que recrear el Nueva York de los años cincuenta, el Connecticut de los noventa y sesenta, y el Estocolmo de los noventa".
"Diría que uno de los retos fue el de tratar de recrear las ceremonias y el banquete del Premio Nobel, algo que resulta muy grande y costoso en la vida real, con un presupuesto y un tiempo limitados. ¿Cómo recreamos eso? Yo creo que lo hemos hecho muy bien, pero fue un reto emocionante, nos dejamos la piel en ello".
"Se trata de que resulta auténtico. Tienes que resolver un rompecabezas, y la cuestión es hasta qué punto te influye la realidad y la recreación de una época, y hasta qué punto eres capaz de examinarla, explorarla, y luego apropiarte de ella. En algunas ocasiones hemos intentado replicar a la perfección ciertas cosas, y en otras simplemente nos lo hemos tomado como una orientación, y después nos hemos alejado de ahí y hemos hecho lo que hemos querido".
El vestuario de la película tiene un aspecto exquisito pero a la vez realista y, como ocurría con el diseño de producción, la diseñadora de vestuario Trisha Biggar aspiraba a lograr una impresión de autenticidad. "Uno de los retos que se presentan a la hora de hacer una película de época es la investigación," afirma.
"Es algo que siempre resulta interesantísimo, y en este caso ha sido especialmente interesante porque tuve que investigar más de un país. A menudo descubres que lo que se llevaba en América, o lo que se llevaba en Gran Bretaña, no es lo mismo que lo que se llevaba en Estocolmo en los años noventa.
Además, la vestimenta americana en los años cincuenta era muy diferente de la vestimenta británica en esos mismos años".
"Siempre es estimulante poder capturar la esencia de la época, tal vez sin ser completamente fiel a esa época, ¡ya que para el ojo contemporáneo los inicios de los noventa no resultan tan atractivos como todos pensábamos a comienzos de los noventa!".
Del mismo modo, la variedad de tiempos y ciudades suponía crear estilos muy diferentes para complementar y especificar los lugares y épocas, según relata Charlotte Hayward, directora de maquillaje y peluquería. "Probablemente uno de los aspectos más exigentes fue el de tratar de conseguir una correspondencia con las versiones jóvenes de los personajes. Es decir, averiguar cuál debía ser su apariencia y asegurarnos de que resultara creíble que los personajes que aparecen después fueran ellos. Debíamos estar seguros de lo que hacíamos, pasando de una época a otra correctamente y obteniendo la apariencia adecuada".