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Los archivos del pentágono cartel reducidoLos archivos del pentágono(The post)
Dirigida por Steven Spielberg
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LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO supone la primera vez que Meryl Streep, Tom Hanks y Steven Spielberg colaboran los tres juntos en un proyecto. Además de dirigir, Spielberg produce junto a Amy Pascal y Kristie Macosko Krieger. El guion está escrito por Liz Hannah y Josh Singer, y cuenta con un alabado reparto coral que incluye a Alison Brie, Carrie Coon, David Cross, Bruce Greenwood, Tracy Letts, Bob Odenkirk, Sarah Paulson, Jesse Plemons, Matthew Rhys, Michael Stuhlbarg, Bradley Whitford y Zach Woods.


Primera enmienda a la Constitución de los Estados Unidos
El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión, ni prohibiendo la libre práctica de la misma; ni limitando la libertad de expresión, ni de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni de solicitar al gobierno una compensación de agravios.


Fallo del Tribunal Supremo: The New York Times contra los Estados Unidos 403 EE.UU. 713
Pasaje del juez Hugo Black

"En la Primera Enmienda, los Padres Fundadores dieron a la prensa libre la protección que debe tener para cumplir su esencial cometido en nuestra democracia. La prensa debía servir a los gobernados, no a los gobernantes. El poder del Gobierno para censurar a la prensa se abolió para que la prensa se mantuviera siempre libre para censurar al Gobierno. Se protegió a la prensa para que pudiera destapar los secretos del gobierno e informar al pueblo. Solo una prensa libre y sin restricciones puede sacar a la luz de manera eficaz los engaños del gobierno. Y es primordial entre las responsabilidades de la prensa libre el deber de impedir que cualquier parte del gobierno engañe al pueblo y lo envíe a tierras lejanas a morir de fiebres foráneas, o de disparos y proyectiles extranjeros. A mi modo de ver, lejos de merecer nuestra condena por su valerosa cobertura, The New York Times, The Washington Post y los demás periódicos deberían recibir nuestros elogios por servir al propósito que los Padres Fundadores vieron con tanta claridad. Al desvelar el funcionamiento del gobierno que condujo a la guerra de Vietnam, los periódicos hicieron noblemente justo aquello que los Fundadores esperaban y confiaban que hicieran".


Introducción
"Ciertas personas disfrutan con la competición y la pelea, y ojala yo fuera de esas, pero no es así. Pero una vez has emprendido un camino, creo que tienes que seguir adelante. No puedes rendirte". - Katharine Graham, editora de The Washington Post

A lo largo de la historia de los Estados Unidos, ha habido momentos catalizadores en los que ciudadanos corrientes deben decidir si se lo juegan todo -su sustento, su reputación, su estatus e incluso su libertad- para hacer lo que consideran que es correcto y necesario para proteger la Constitución y defender la libertad de los EE. UU. Con LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO, el director ganador de múltiples Óscar Steven Spielberg recupera uno de esos momentos. El resultado es un intenso drama basado en los hechos reales que se produjeron cuando The Washington Post y The New York Times formaron una alianza pragmática después del incendiario artículo publicado por el Times en el que desvelaba un estudio de alto secreto que acabaría conociéndose como los archivos del Pentágono.

Aunque The New York Times se adelantara con la primicia, The Washington Post decide continuar con la historia que le ha acarreado amenazas legales al Times y ha hecho que se le eche encima la Casa Blanca con todo su poder, pues la necesidad de una nación escandalizada de saber lo que le oculta su gobierno se impone al enorme riesgo personal que corren. Podría estar en el aire el destino de millones de personas, entre ellos miles de soldados estadounidenses que libran una guerra que su gobierno no cree que se pueda ganar. En apenas unos días de crisis, la pionera pero inexperta editora del Post Katharine Graham tendrá que sopesar su legado con su conciencia mientras consigue reunir la confianza suficiente para liderar; y el director Ben Bradlee deberá presionar a su equipo para ir más allá de lo que normalmente exige su profesión, sabiendo que podrían acabar acusados de traición por hacer su trabajo. Pero, a medida que lo hacen, los periodistas del Post, aunque tengan todas las de perder, se unen en una lucha más grande que todos ellos, una lucha por sus compañeros y por la Constitución, que pone de relieve la necesidad de una prensa libre que obligue a rendir cuentas a los líderes de una democracia, a la vez que pone a prueba a Graham y a Bradlee hasta lo más profundo de su ser.

Con LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO, Spielberg reúne a un extraordinario elenco de actores al máximo de sus facultades. El eje central de ese reparto coral lo constituyen las interpretaciones de Streep y Hanks como Graham y Bradlee, la primera una líder sin experiencia que aún está aprendiendo a marcar su territorio como mujer en un mundo cambiante, el segundo un duro periodista que está evolucionando para pasar de dedicarse a conseguir historias a luchar por los principios mismos de la verdad, y que descubren que se pueden motivar el uno al otro para sacar lo mejor de sí mismos. Tras las cámaras, Spielberg se reúne con su grupo de estrechos y galardonados colaboradores, como el director de fotografía Janusz Kaminski, el montador Michael Kahn, el diseñador de producción Rick Carter y el compositor John Williams, con la incorporación al equipo de la legendaria diseñadora de vestuario Ann Roth.

Todo ello permite realizar una recreación de 1971 que parece desarrollarse en tiempo real con un suspense cada vez mayor. A lo largo de su carrera, a Spielberg le ha atraído visitar esos momentos en los que se han producido cambios históricos, en películas que van desde "El imperio del sol" y "La lista de Schindler" a "Munich", "Lincoln" y "El puente de los espías". LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO dirige la lente de Spielberg por primera vez a los Estados Unidos de la década de 1970, la misma época en la que se convirtió en uno de los cineastas más eminentes de la industria. Su narración incansablemente dinámica es una historia de valor y relaciones personales, pero también lleva a Spielberg al mundo del periodismo en un momento crítico para el país y para el mundo, un mundo a punto de cambiar por el creciente poder de las mujeres y la llegada del corporativismo. Y, sobre todo, la historia ofrece un fascinante contexto a un dilema eterno: ¿cuándo debe hablar uno para sacar a la luz un grave peligro nacional, aun sabiendo que lo que hay en juego es inconmensurable?

"Steven convirtió esta historia en un thriller", comenta la productora Amy Pascal. "Posee una capacidad innata para hacer que unos determinados hechos históricos resulten dinámicos y del momento. Te mantiene constantemente en vilo, pero también nos recuerda el deber atemporal de contar la verdad".

La productora Kristie Macosko Krieger agrega: "Esta película trata sobre el poder de la verdad, pero también es una historia personal sobre la transformación de una mujer de ama de casa a jefa de una empresa de la lista de Fortune 500. Es una historia personal dentro de unos hechos históricos en los que había mucho en juego, y eso es lo que la hacía tan cautivadora para todos nosotros".


¿Qué son los archivos del Pentágono?
El documento:
En marzo de 1971, el reportero de The New York Times Neil Sheehan obtuvo un acceso extraordinario a un informe altamente clasificado de 7000 páginas plagado de secretos gubernamentales inculpatorios. El documento, preparado originalmente a instancias del por entonces Secretario de Defensa de los EE. UU., Robert McNamara, en 1967, tenía el prosaico título, "Historia de la toma de decisiones de los EE. UU. en Vietnam, 1945-66".
Por inocuo que sonara, el reportaje tendría unas consecuencias devastadoras que aún se sienten en la actualidad. El documento -que no tardaría en ser conocido en todo el mundo como los archivos del Pentágono- descubrió una siniestra verdad: que los amplios y variados engaños sobre la mortífera guerra que se estaba librando en Vietnam habían abarcado cuatro administraciones presidenciales, desde Truman hasta Eisenhower, Kennedy y Johnson. Los archivos del Pentágono desvelaron que cada uno de esos presidentes había engañado repetidas veces al público en cuanto a las operaciones de Estados Unidos en Vietnam y que, aunque el gobierno supuestamente buscara la paz, los militares y la CIA trabajaban en secreto ampliando sus operaciones bélicas. La documentación proporcionó una oscura historia cargada de pruebas de asesinatos, violaciones de la Convención de Ginebra, elecciones amañadas y mentiras al Congreso.
Esas revelaciones se convirtieron en noticias especialmente explosivas en un momento en el que soldados estadounidenses, muchos de ellos llamados a filas y obligados a servir, seguían corriendo peligro de muerte a cada instante. En última instancia, la guerra de Vietnam, de la que Estados Unidos se retiraría en 1975, se cobró las vidas de 58 220 militares y provocó de forma directa la pérdida de más de un millón de vidas. Los archivos del Pentágono sacaron a la luz los engaños que condujeron a muchas de esas muertes.

La fuente:
La fuente responsable de la primicia de The New York Times sobre los archivos del Pentágono fue a decir de todos un brillante analista militar de la Corporación RAND -un influyente comité de expertos financiado por el gobierno- convertido en informante: Daniel Ellsberg, que había formado parte en un primer momento de los que escribieron ese estudio secreto. Ellsberg había servido como marine y pasó dos años trabajando en Vietnam con el Departamento de Estado de EE. UU. Pero iría sintiéndose cada vez más desencantado ante las flagrantes disparidades entre lo que veía que sucedía sobre el terreno, lo que pasaba a puerta cerrada en Washington y todo lo que el pueblo americano no sabía sobre la prognosis y la conducta de la guerra.
En 1969, impulsado a actuar en favor de los soldados, pese al peligro que suponía para él, Ellsberg y su compañero de RAND Anthony Russo empezaron a fotocopiar furtivamente las 7000 páginas de los archivos del Pentágono. Lo hicieron página a página, sacando el documento de su cámara segura en RAND cada noche y llevando su contrabando oculto en un maletín a una fotocopiadora que había en la oficina en la que trabajaba la novia de Russo, Lynda Resnick, que tenía su propia agencia publicitaria (Resnick ya se había involucrado en el movimiento contrario a la guerra).
Aunque Ellsberg veía todo esto como un acto de sumo patriotismo, algunos lo calificarían poco después como "el hombre más peligroso de Estados Unidos".

El reportaje de The New York Times y la batalla legal:
Una vez que contaba con una copia completa fuera de la cámara, Ellsberg pensó en un primer momento que intentaría usar los canales oficiales para poner toda la documentación en manos del público. Pero cuando vio que no conseguía llegar a ninguna parte con varios miembros del Congreso, decidió que su siguiente mejor opción era filtrar el material clasificado a The New York Times. En marzo de 1971, Ellsberg invitó con cautela al reportero Neil Sheehan -que había empezado a informar desde Saigón con 26 años de edad y era conocido por su dura cobertura de asuntos militares y políticos- a echar un vistazo a lo que tenía. Pese a que Sheehan no pudo prometerle nada a Ellsberg, le ofreció llevarles los archivos a sus jefes del Times.
El Times reconoció la naturaleza trascendente e incendiaria de los documentos. En contra de los consejos de sus asesores legales, el editor Arthur "Punch" Sulzberger y el director editorial Abe Rosenthal decidieron seguir adelante, tras tomar detenidamente en consideración su responsabilidad tanto para con el público como con el interés nacional. Un equipo de reporteros organizó una operación clandestina en un hotel y se pasó tres meses estudiando los documentos en profundidad, preparando cómo contar una historia tan compleja, complicada aún más por el hecho de que temían que el FBI pudiera estar siguiéndoles la pista. Se tomó la decisión de publicar la información de la forma menos sensacionalista que fuera posible.
No obstante, en cuanto The New York Times llegó a los kioscos de prensa el domingo 13 de junio de 1971 con el titular de primera plana "Archivos de Vietnam: Estudio del Pentágono analiza 3 décadas de creciente implicación estadounidense", se desató el caos. Los directores de noticias de todos los demás periódicos importantes, conscientes de que se les habían adelantado con una primicia importante, empezaron a poner apresuradamente en marcha sus propias investigaciones. Entretanto, en Washington, se empezaron a acelerar los procedimientos para procesar no solo a Ellsberg, sino a The New York Times y a cualquiera que pudiera intentar sacar a la luz los secretos contenidos en esos documentos.
El 15 de junio, la administración Nixon pidió a un tribunal federal un mandamiento judicial para detener la publicación de cualquier nuevo material por parte del Times, argumentando que dicha publicación pondría en peligro la seguridad nacional. Se les concedió su petición.

La decisión de The Washington Post:
Mientras The New York Times tenía prohibido seguir publicando nada más, otros periódicos empezaron a competir para conseguir acceder a los documentos y escribir sus propias historias y análisis. The Washington Post, visto desde hace tiempo como un periódico local de poca monta comparado con uno más importante y de alcance nacional como The New York Times, tomó inmediatamente el testigo y el ayudante de dirección editorial Ben Bagdikian, antiguo compañero de Ellsberg en RAND, se puso a localizar otra copia completa de los documentos. Después recayó en la editora, Katharine Graham -por aquel entonces la única mujer en una posición de poder en un periódico nacional importante- darles luz verde o pisar el freno. Bajo una enorme presión y en contra de los consejos que le decían que podía echar por tierra el futuro del periódico, que se disponía entonces a realizar una OPV, decidió sin embargo darle al director Ben Bradlee el visto bueno para empezar a publicar historias.
El 18 de junio, The Washington Post se convirtió en el primero en publicar material de los archivos del Pentágono tras el mandamiento judicial contra el Times, a costa de verse también implicado en el proceso legal. Ese mismo día, el Departamento de Justicia solicitó una orden de alejamiento inmediata y un mandamiento judicial permanente contra The Washington Post, aunque esta vez el juez federal ante el que presentaron la causa les denegó la orden. Entretanto, el valor del Times y posteriormente del Post no hizo más que animar a la publicación de más historias sobre el tema en el Boston Globe, Chicago Sun-Times y otros periódicos, mientras la importancia del momento cobró vida propia.
El 30 de junio, el Tribunal Supremo se pronunció, revocando el mandamiento judicial contra la publicación. La opinión mayoritaria sostenía que la publicación de los archivos del Pentágono era de interés público y que era deber de una prensa libre obligar al gobierno a rendir cuentas.
Ellsberg y Russo fueron procesados por violar la Ley de Espionaje y Ellsberg se encontró afrontando la posibilidad de una condena de 115 años de prisión. Su juicio empezó en enero de 1973, justo cuando estallaba el escándalo Watergate. Ambos casos se verían irremediablemente vinculados, cuando salieron a la luz revelaciones de que la Casa Blanca de Nixon había autorizado ilícitamente espiar al psiquiatra de Ellsberg en un intento de desacreditar al propio Ellsberg. Al final, el 11 de mayo de 1973, el juez de la causa declaró el juicio nulo debido a lo que consideró una conducta negligente muy grave por parte del gobierno. Todos los cargos contra Ellsberg y Russo fueron retirados.
Para entonces, la historia de los archivos del Pentágono ya no trataba simplemente sobre un único y controvertido acto de conciencia; se trataba más bien del gran poder que conllevan muchos actos similares unidos y del poder de decir la verdad, sin importar las amenazas y peligros que ello suponga.


En busca de la historia: El guion
La historia de los archivos del Pentágono engloba muchas otras historias: la historia de cómo cuatro administraciones presidenciales mintieron al país sobre las circunstancias de la guerra durante más de 20 años, la historia de por qué el antiguo marine de los EE. UU. y asesor militar Daniel Ellsberg decidió destapar el asunto, la historia de cómo The New York Times manejó una primicia espectacular e incendiaria, la historia del decisivo litigio, por no hablar de la historia de las implicaciones que dicho proceso conlleva para los medios, la Primera Enmienda y la mismísima democracia. Pero el apasionante guion de Liz Hannah para LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO lo abordó desde un punto de vista diferente, centrándose en la agitada intriga humana y las magnéticas personalidades que había detrás de la trascendental decisión de The Washington Post de sumarse a la lucha por publicar la información.

Hannah sentía fascinación desde hacía tiempo por la vida y los tiempos de la legendaria editora del Washington Post Katharine (Kay) Graham, que, a principios de los 70, iba a contracorriente, la primera mujer que dirigía una organización nacional de noticias importante. Se sentía fascinada por cómo Graham evolucionó de ser la heredera de un periódico en crecimiento a una auténtica líder entre periodistas. Saltó una chispa en ella cuando Hannah descubrió la historia de cómo Graham eligió deliberadamente arriesgar tanto su periódico como su carrera -en el momento más vulnerable para ambos- al seguir adelante con la publicación de los archivos del Pentágono después de que un tribunal ordenara al New York Times que dejara de hacerlo. Esa era la historia que había estado buscando. Fue un momento que marcó mucho la vida de Graham y al propio país, y estaba tan lleno de personajes complejos y de giros y sorpresas como un relato de espionaje.

"Había leído las memorias de Graham 'Personal History' y quería que se escuchara su voz. Pero seguía intentando encontrar la manera, porque no quería escribir un biopic", explica Hannah. "No fue hasta que leí las memorias de Ben Bradlee y me topé con esta decisión trascendental de publicar los archivos del Pentágono que vi claro qué hacer. Decidí contar la historia de ellos dos, en el contexto del momento de madurez de Graham, al decidir el futuro rumbo del Post. Fue un momento tan dramático y asumieron tantos riesgos que la historia prácticamente se escribía sola".

Lo que Graham y Bradlee se jugaban era colosal. Entre otras cosas: la realidad de que seguían llamando a jóvenes a filas para enviarlos a Vietnam, mientras el número de bajas no dejaba de elevarse, la ansiedad de que los cargos que pudieran afrontar incluyeran traición, el legado e incluso la futura existencia de The Washington Post, la inquietud de que estaban sometiendo a su plantilla y a sus familias a un riesgo inmenso, y su propia preocupación de que pudieran estar traicionando a amigos.

Fueron los acontecimientos que condujeron a que asumieran semejantes riesgos -y el valor que inspiraron en el Post y en todo el periodismo estadounidense- los que se convirtieron en el eje central del guion de Hannah. A la hora de escribirlo, acabó tratando sobre cómo y por qué la gente decide actuar tanto como sobre la pintoresca vida de un periódico ambicioso y luchador de los años 70. Hannah también abordó la estructura como una historia de amor de alto riesgo, una unión platónica de una editora y un director, yin y yang, que forjaron un inquebrantable lazo de lealtad cuando el peligro que ambos corrían no podía ser mayor. "La publicación de los archivos del Pentágono es el momento en que se fraguó la relación entre Kay y Ben, cuando su confianza y colaboración se convierten en su sostén", explica Hannah. "Lo veo como la historia de amor de unas almas gemelas que tenían una misión común".

El guion no tardaría en atraer el interés de los estudios. Cuando Amy Pascal lo leyó, recuerda: "Me dije a mí misma: esta historia tiene que contarse. Parte de lo que me encantaba del guion de Liz era que trataba sobre una esposa y madre que pensaba que nunca conseguiría un trabajo de verdad, a la que prácticamente todo el mundo en su vida desestimaba, y que de pronto se encuentra teniendo que tomar una de las decisiones más trascendentales de la historia. Cambió para siempre su industria y su vida, y se convirtió en la primera mujer en dirigir una empresa de la lista de Fortune 500. Me interesaba mucho esa historia".

La historia también llamó la atención de Meryl Streep, que en 2017 cumplía 40 años en la gran pantalla, antes incluso de contar con Spielberg como director. "Estaba familiarizada con las historias sobre The Washington Post y Watergate gracias a la película de Alan J. Pakula 'Todos los hombres del presidente', en la que Kay Graham realiza una fugaz aparición. Aunque lo cierto es que no sabía mucho de ella", recuerda. "Pero el guion de Liz parecía reflejar perfectamente el ambiente de esa época. Me pareció increíblemente cautivador. Y era una historia que no se había contado".

Spielberg también tuvo una reacción visceral al guion. Pese a encontrarse en mitad de una preparación intensiva para su cinta cargada de efectos especiales "Ready Player One", esta historia tan humana y sumamente histórica le atrajo. "La forma de escribir de Liz, su premisa, su estudio crítico y, sobre todo, su hermoso retrato personal de Graham me hizo decir: 'Puede que esté loco, pero creo que voy a hacer otra película ahora mismo'", recuerda. "Me cogió por sorpresa".

Kristie Macosko Krieger, que lleva dos décadas trabajando con Spielberg, comenta: "Lo organizamos todo en cuestión de un día. Llamé a todo el mundo y les dije: 'Acabemos rápido en Italia, en 11 semanas estaremos rodando una película en Nueva York'".

Todo salió adelante a un ritmo inusitadamente rápido, incluso para Spielberg, conocido por su ética de trabajo. Los dos actores principales que quería para interpretar a Graham y Bradlee -Streep y Hanks- expresaron de inmediato su interés. De forma casi milagrosa, ambos tenían el hueco necesario en sus respectivas agendas. Estos tres artistas de gran talento del cine actual se encontraron con la oportunidad de colaborar juntos y todos estaban decididos a seguir adelante a toda máquina.

De especial interés para Spielberg eran los riesgos que se asumían en la historia, lo que la convertía a la vez en un thriller, un drama y un estudio de personaje de una mujer que descubre la rotunda fuerza de su voz. "The Washington Post se arriesgó mucho al publicar la noticia después de que el juez impidiera a The New York Times hacerlo", opina. "No podían haber elegido un peor momento. El Post estaba poco menos que desangrándose y necesitaba salir a bolsa para seguir siendo solvente. Y en medio de todo eso se encontraba Graham, que tenía que tomar la decisión más importante de la historia del periódico. Me pareció que la historia trataba tanto sobre el nacimiento de un líder como sobre el crecimiento de un periódico de alcance nacional".

Spielberg fichó entonces al guionista ganador del Óscar Josh Singer ("Spotlight"), conocido por su capacidad para escribir visceralmente sobre las vidas de reporteros, para profundizar en el guion de Hannah. El director recuerda: "Le envié el material a Josh y le encantó el guion de Liz, así que se puso inmediatamente manos a la obra. Mantuvimos muchas conversaciones y leímos ambos libros, el de Graham y el de Bradlee, y nos entusiasmamos con las posibilidades de adónde podía ir esta historia. Josh realizó una enorme labor de documentación en muy poco tiempo. Nunca había visto nada igual y creo que parte de ello se debe a que estudió Derecho, y luego empezó a escribir para 'El Ala Oeste de la Casa Blanca'. Entiende la importancia de encontrar la verdad, encontrar los detalles de la verdad, y no solo las líneas generales de un relato histórico. Se mostró infatigable, hablando con todos los que estuvieron allí".

"Fue genial poder juntar a Josh y a Liz. No creo haber visto a dos guionistas trabajar tan bien juntos como lo hicieron ellos", opina Pascal.

"El guion de Liz trataba sobre dos seres humanos en un viaje íntimo, un guion increíble", asegura Singer. "Así que lo que queríamos hacer era incorporar más elementos históricos y reforzar la sensación de cómo fueron evolucionando los acontecimientos para mostrar lo extraordinarios que fueron esos pocos días y sumergir más profundamente a los espectadores en ese mundo. Vamos más allá de Kay y Ben para ver lo que está sucediendo con las cintas de Nixon y con The New York Times, y todo ello contribuye a dar más contexto a la trascendental decisión que tiene que tomar Kay en ese momento".

Singer mantuvo la relación de Graham y Bradlee como núcleo de la historia. "Su evolución es el eje central del guion y la forma que tuvo Liz de escribirla la hacía sincera y verídica", opina. "Su lazo es en cierto modo como el de un matrimonio joven. Ben y Kay llevan trabajando juntos cinco años, pero hasta ahora, nunca han tenido que afrontar dificultades serias. Ahora se enfrentan a su primera gran prueba y se presionan mutuamente hasta el punto en que crees que no van a poder aguantar más, y lo que resulta maravilloso de ver es que en vez de eso salen más fuertes".

También era importante para Singer establecer una relación directa entre la decisión de The Washington Post de seguir publicando los archivos del Pentágono y la audaz cobertura que realizó el periódico del escándalo Watergate (que se convirtió en el tema del clásico del cine de Alan J. Pakula "Todos los hombres del presidente") "Esta es en cierto sentido la historia de origen de la investigación del Watergate", afirma Singer. "De no haber contado con este equipo, podría no haberse producido la cobertura del Watergate. Los archivos del Pentágono básicamente cambiaron la forma de funcionar del periódico y condujo a esa posibilidad".

El guion ofrecía una nueva oportunidad a Singer de observar otro aspecto distinto del periodismo: el valor no solo para ir en busca de historias que llamen la atención, sino también para atreverse a publicar aquello que la gente poderosa pueda no querer ver publicado, obligar a las autoridades a rendir cuentas. LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO no trata decididamente sobre publicar una primicia, y era esencial dejar claro que fue The New York Times el medio que se adelantó con la exclusiva de los archivos del Pentágono.

"The New York Times fue el periódico que destapó esta historia", afirma Pascal. "De hecho, nuestra película empieza con Ben Bradlee volviéndose loco porque se ha enterado una vez más de que hay una historia que el Times tiene y él no. Es un periodista competitivo hasta a médula y el hecho de que el Times haya conseguido esta historia tan importante le saca de quicio. Pero lo interesante es que pasa de importarle el hecho de no haber conseguido la historia a preocuparle más cómo hacer llegar toda la verdad a la gente. Se convierte en una causa distinta para él, para Kay y para The Washington Post".

Para conseguir una mayor perspectiva, Singer consultó estrechamente con toda una serie de asesores técnicos con conocimientos de primera mano. Entre los principales se encontraban: Steve Coll, un veterano con 20 años de experiencia en el Washington Post como reportero y director editorial, que en la actualidad es redactor de plantilla de la revista New Yorker y decano de la Escuela de Periodismo de Columbia, Len Downie, que fue director gerente del Washington Post a las órdenes de Bradlee y lo sucedió como redactor ejecutivo en 1991, Andrew Rosenthal, antiguo editor de la página editorial de The New York Times e hijo de Abe Rosenthal, y R. B. Brenner, antiguo director del Washington Post, que en la actualidad es director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Texas en Austin. Miembros de las familias de Graham y Bradlee realizaron más contribuciones.

Eso, señala Spielberg, suponía una notable diferencia con respecto a sus numerosas películas ambientadas en un pasado lejano. "Con muchas de las películas históricas que he hecho, la gente sobre la que tratan ya no está viva. No hay nadie a quien yo pudiera entrevistar o hacer que Tony Kushner entrevistara para 'Lincoln'", observa el director. "Pero para esta película, pudimos obtener información de la gente que formó parte de ese momento extraordinario en 1971. Nos beneficiamos de tener ocasión de conocer a Don Graham, su hijo Will, Lally Weymouth, así como Daniel Ellsberg y otras personas importantes de esa época que cambiaron el curso de la historia. Fue un regalo del cielo poder sentarnos en una habitación y hablar con la gente que estuvo allí".

Coll, que conoció personalmente a Graham y a Bradlee, disfrutó especialmente con el hecho de que la historia se centrara en esa pareja en ese momento crucial. "The Washington Post se benefició enormemente de contar con esos dos carismáticos líderes", opina. "Para 1971, Graham había estado madurando. Llevaba varios años al mando del periódico y todavía estaba mudando la piel y transformándose en una líder de carácter. Los acontecimientos recogidos en la película suponen un punto de inflexión en su vida. Pusieron a prueba sus valores como nunca antes porque la obligaron a decidir si estaba dispuesta a poner su negocio, el negocio de su padre, en grave peligro por un principio editorial".

Ir a la cárcel era una verdadera posibilidad tanto para los reporteros como para la editora, recalca Coll. Tal vez incluso peor para Graham era la perspectiva de que el periódico de su familia pudiera hundirse. "Graham corría el riesgo de tener que afrontar cargos por desacato, e incluso prisión. Y también ponía el negocio en peligro, porque todo eso estaba sucediendo justo en el momento en que el periódico estaba vendiendo acciones en una OPV", explica Coll. "Para aquellos de nosotros que tuvimos la suerte de conocer a Kay por aquel entonces, la vimos crecer y madurar hasta adquirir la enorme fuerza que demostró en este momento tan difícil".

El reparto entusiasmó a Coll. "No se me ocurre a nadie que encaje mejor que Meryl Streep. Al oír su voz, verla caminar, era como si la Sra. Graham hubiera vuelto a la vida. Y Tom Hanks no solo tiene el aspecto adecuado para el papel, sino que ha internalizado la forma que tiene Ben de caminar, reaccionar, bromear". Len Downie concuerda: "Meryl no solo tiene el aspecto, actúa y suena como la Sra. Graham, sino que incluso parece pensar como ella. Y Tom captó esa cualidad intrépida de Ben Bradlee. Todos los actores que interpretan a los redactores y reporteros personifican a las personas que conocí. Es increíble".

A medida que el guion iba tomando forma, Spielberg aportó sus propias ideas, a su modo característico y personal. Pascal explica: "Me he pasado la mayor parte de mi vida desarrollando guiones, hablando de los personajes y la trama, pero así no es como lo hace Steven. Él lo hace desde el interior. Quiere saber cosas del tipo: ¿Cómo caminan los personajes? ¿Dónde dejan su abrigo cuando entran en una habitación? Puedes ver en tiempo real cómo el guion se va convirtiendo en su mente en una película. Observarlo ha sido una de las cosas más emocionantes de las que he formado parte".

Otra alegría para Spielberg fue contar una historia que trataba sobre una mujer poderosa, mientras él mismo se rodeaba de mujeres poderosas para la producción. "Esta historia tiene una faceta empoderadora, cuando ves a esta mujer encontrar su voz, así como su sentido de entrega personal", afirma. "Me encantó estar rodeado cada día de rodaje de mujeres extraordinarias: nuestras magníficas productoras Amy Pascal y Kristie Macosko Krieger, así como nuestra estupenda coguionista Liz Hannah y toda una compañía de actrices llenas de talento. Ha sido muy emocionante".

Krieger comenta que Graham continúa siendo un modelo a seguir para muchas mujeres en 2017. "En la actualidad, todavía es complicado para las mujeres ascender en una cultura dominada por los hombres", señala. "Vamos mejorando cada día, pero aún queda mucho por hacer. Graham abrió el camino como pionera para que todas podamos sentirnos cómodas alzando la voz y siendo mujeres fuertes. Así que pareció lo correcto contar con tantas mujeres asombrosas trabajando juntas para hacer esta película. En un determinado momento, nos dimos cuenta de que había más mujeres que hombres en el set de rodaje, y es la primera vez que me ha pasado eso. Parecía que el espíritu de Kay Graham estaba presente".


Una colaboración insólita: Katharine Graham y Ben Bradlee
Aunque la tensión de LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO gira en torno a la lucha por publicar los mencionados documentos, también ofrece una imagen de colaboración, de cómo el total de las personas que trabajan juntas supera con creces la suma de sus talentos individuales. En el centro de esa historia se encuentran dos personas completamente distintas, que no obstante se presionan y motivan una a otra para dar lo mejor de sí mismos: Katharine Graham y Ben Bradlee. Esta emblemática alianza ofreció al equipo responsable del proyecto la oportunidad de unir a Streep y Hanks. Los resultados fueron electrizantes. "El primer día que Tom y Meryl pusieron pie en el set de la sala de redacción, la gente se quedó boquiabierta porque se habían convertido por completo en Kay y Ben", recuerda Amy Pascal. "Ambos son la clase de actores que se transforman en sus personajes y fue asombroso".

Graham se acabaría convirtiendo en una de las mujeres más influyentes de Estados Unidos, una pionera que logró inesperadamente derribar las barreras laborales que por norma general impiden a las mujeres ascender en su profesión, para convertirse en jefa del imperio mediático de The Washington Post Company, y luego se convirtió por pura voluntad en la gran dama del periodismo audaz. Pero en la época de los archivos del Pentágono, todavía estaba haciéndose con su situación, aprendiendo a cómo manejarse como la única mujer con un cargo de responsabilidad.

The Washington Post llevaba en poder de la familia de Graham desde 1933, cuando su padre, el financiero Eugene Meyer, lo adquirió. En 1946, a Meyer lo sucedió el marido de Graham, Phil, que a base de hacer hincapié en el periodismo de investigación consiguió hacer crecer el diario desde un periodicucho local a uno de talla nacional. En 1963, cuando Phil Graham se suicidó tras una grave depresión, le dejó el periódico a Katharine, por aquel entonces una madre de 46 años de cuatro hijos. Aunque sus amigos y los expertos le suplicaron que dejara a alguien con más experiencia dirigirlo, Graham asumió esa responsabilidad, alegando que quería hacerlo por sus hijos y el legado familiar.

"Se quedó encantada cuando su padre le entregó el periódico a Phil, y consideró que su padre había tomado una decisión estupenda, porque Phil era muy inteligente. Habla de eso en su autobiografía. Adoraba y respetaba a su marido, y por eso pensaba que seguir sus pasos era lo más apropiado", explica Spielberg.

El hijo de Graham, Don Graham, que prestó servicio en Vietnam y ahora es presidente de Graham Holdings Company, aporta: "Mi madre pensó en su padre, pensó en su marido y decidió que intentaría llevar ella el negocio, el periódico en el que habían puesto tanto cuidado".

La propia Graham escribiría más tarde: "A veces realmente no decides, simplemente sigues adelante, y eso fue lo que yo hice, seguí adelante ciegamente y sin pensar hacia una nueva vida desconocida".

Esa 'nueva vida desconocida' derribaría barreras. Todavía era una época en la que a las reporteras no se les permitía la entrada a los clubes chic de Washington donde los periodistas tenían acceso a los que manejan el poder. Pero nadie podía negar a Graham la entrada como jefa del Post. No obstante, tuvo que realizar una profunda introspección para hacerse valer. Criada en un entorno conservador en el que las mujeres eran tradicionalmente deferentes, más tarde confesaría que tuvo que esforzarse muchísimo para reclamar su confianza, escribiendo que sufría "de un deseo exagerado de complacer, un síndrome tan inculcado en las mujeres de mi generación que inhibió mi conducta durante muchos años".

Todavía andaba en busca de una mayor confianza cuando se vio metida de cabeza en el dilema de los archivos del Pentágono. Don Graham observa: "Lo esencial de mi madre era la baja autoestima que tenía, que he de reconocer que Meryl Streep capta muy bien. Muchos editores y consejeros delegados de periódicos son bastante engreídos. Podía citar nombres y lugares, pero Kay Graham siempre fue la capital mundial de la baja autoestima".

La hija de Graham, Lally Graham Weymouth, que ahora es redactora adjunta sénior de The Washington Post, agrega: "Creo que fue muy duro para ella, porque no había sido más que madre. Quiero decir que lo único que hacía era llevarnos de compras, o de paseo por el parque y organizaba algunos actos benéficos, pero no era periodista. No había trabajado profesionalmente antes de la muerte de mi padre... Creo que fue sumamente difícil, porque la verdad es que no tenía la experiencia necesaria, como ella misma admitía abiertamente".

Sin embargo, Graham, en plena evolución personal, tuvo que demostrar sus agallas y determinación, y dejar muy claro que estaba lista para apoyar sin reservas a su plantilla y los fundamentos de la libertad de expresión. Más adelante, Graham se haría incluso más famosa por urgir a su plantilla a destapar la verdad sobre los actos ilegales realizados por la Casa Blanca durante el escándalo Watergate. Pero la decisión de publicar los archivos del Pentágono fue un momento crucial, que marcaría un rumbo y consolidaría la reputación del Post como una institución periodística de prestigio cuya cabecera ahora dice reza "La democracia muere en la oscuridad".

Aunque los hechos externos forman parte de la historia, son los internos, sobre el ascenso de Graham, en los que Streep más se centra en LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO. Empezó documentándose con las memorias ganadoras del premio Pulitzer de Graham. "Está maravillosamente escrita, tan profundamente sentida, que es una de las autobiografías más absorbentes que he leído", afirma. "En ellas pude percibir algo que sus hijos y amigos también me comentaron: que no siempre fue la Katharine Graham segura de sí misma que la gente llegó a conocer como la primera mujer en dirigir una empresa de la lista de Fortune 500. En otro tiempo fue alguien muy insegura de sí misma, producto de su época, un tiempo en que no se esperaba que las mujeres hicieran gran cosa más allá de buenas obras, criar bien a sus hijos y cuidar del hogar. Realmente, es difícil imaginar lo distinta que era esa época a menos que la hayas vivido. Y yo lo hice. Me encontré justo en el umbral en el que las mujeres empezaron a tener más oportunidades, y sin duda me beneficié de muchas de ellas. Pero ella estuvo en la vanguardia, así que no se sentía del todo cómoda tomando las riendas del liderazgo".

La actriz continúa: "Se puso firme en un momento en el que era muy difícil para ella hacerlo, cuando no solo dudaban de ella sus adversarios, sino también sus amigos. Creo que es algo especialmente solitario de hacer, mantenerte firme en esas circunstancias. Todo el mundo en esta historia lo hace. Todas y cada una de las personas asumen un riesgo. Y eso, más que nada, creo que es la historia de la película: cómo gente corriente puede realmente marcar la diferencia y cambiar el curso de la historia. Los grandes cambios pueden venir ocasionados por personas insignificantes".

Conseguir personificar a Graham -cuyo físico señorial lograba que a menudo pareciera tener las cosas más controladas de lo que tal vez ella creía tenerlas- también era algo fundamental. "Para mí, no era tan importante tratar de parecerme exactamente a ella, como lo era plasmar algo de su gracia personal, y también las dudas y vacilaciones que había tras las decisiones. Fue un reto muy interesante", asegura Streep.

Para los demás, la transformación resultó evocadora. Kristie Macosko Krieger observa: "Meryl estaba sumamente dedicada a lograr que todo quedara bien, habló con tantas personas que conocieron a Kay en ese momento de su vida como le fue posible. Trabajó mucho con Steven, consultó con Josh y Liz y no paró hasta que Meryl desapareció y surgió Kay Graham. El día que hicimos la prueba de peluquería y maquillaje, salió con su traje de ejecutiva y ahí estaba Kay Graham. Fue una locura. Desde luego, no es una imitación; sencillamente capta el espíritu de Graham".

También resultaba fascinante para Streep lo profundo que era el vínculo de Graham con Bradlee, que se convirtió en un pilar en el que apoyarse cuando parecía que todo podía venirse abajo. "Me gusta que su amistad sea platónica. Rara vez se ve eso en una película. Rara vez se ve simplemente una amistad de trabajo entre un hombre y una mujer", opina. "Creo que Katharine adoraba a Ben. Sin una pizca de romance, creo que sentía que él era parte de ella".

Esa cercanía basada en objetivos comunes era algo significativo para explorar con Hanks. Streep encontró al actor sorprendente. "Todo el mundo sabe que Tom tiene fama de ser el tipo más encantador de Hollywood. Y es muy encantador", asegura. "Pero también es muy listo, tremendamente listo. Y creo que esa es la cualidad que más tiene en común con Ben: ese ingenio chispeante y la sensación de que siempre va unos cuantos pasos por delante de todos los demás presentes en la habitación. En Tom se puede ver esa parte de la personalidad de Ben que quiere más, más, más de todos".

LOS ARCHIVOS DEL PENTÁGONO también supone la primera colaboración real de Streep con Spielberg. "Steven se esfuerza mucho trabajando, y se esfuerza mucho pensando, pero es como un juego para él, porque tiene la capacidad de asimilación y la libertad de un niño", observa. "Su forma de hacer cine tiene mucha improvisación, lo que me dejó pasmada. No sé qué es lo que esperaba, pero llegamos y no hubo ensayos. La verdad es que me sorprendió. En vez de eso, llegamos y nos pusimos a rodar, y a partir de ahí va variando. Fue muy espontáneo y muy emocionante. La gente estaba muy alerta, creedme".

Spielberg, por su parte, comenta sobre Streep: "El extremo hasta el que Meryl se sumergió en las profundidades de Katharine Graham... No sé ni cómo lo hizo, y yo soy el director".

Su compañera de reparto Carrie Coon también se quedó impresionada por la dedicación de Streep. Coon observa: "Durante el rodaje, Meryl no para nunca de trabajar. Así que, mientras mantienes una conversación, tiene a la vez los auriculares puestos y está escuchando la forma de hablar de Kay antes de una escena. Mi marido, Tracy Letts [que también aparece en el filme], dijo en un discurso que el error que cometemos con alguien como Meryl es suponer que es de algún modo mágica cuando, de hecho, Meryl se esfuerza muchísimo. Y eso es lo que resulta inspirador de ver a Meryl en el rodaje. Se puede ver la tremenda responsabilidad que siente hacia su personaje y teme a su modo no estar a la altura de sus propias expectativas".

Don Graham opina: "Creo que si mi madre pudiera ver a Meryl Streep interpretándola, le parecería estupendo".

Aunque Graham se encontraba descubriéndose a sí misma en 1971, Bradlee tenía una reputación que le precedía: como el periodista serio por antonomasia, enérgico, tenaz y ferozmente independiente. La propia Graham había contratado a Bradlee en 1965 como director editorial adjunto, pero no tardaría en ascender, labrándose una reputación por contratar a los reporteros con más talento y presionándolos hasta lograr que alcancen todo su potencial.

Lally Graham Weymouth recuerda sobre Bradlee: "Era descarado, encantador y muy, muy seguro de sí mismo. Creía que siempre tenía la razón, pero los reporteros lo adoraban, lo que creo que es un ingrediente importante de todo redactor ejecutivo. Y por esa misma razón atraía a grandes talentos. Mi primera impresión de él era la adulación y adoración que recibía de los reporteros".

Spielberg, que en otro tiempo fue vecino de Bradlee y mantuvo con él muchas conversaciones sobre el cine y la actualidad (aunque nunca sobre los archivos del Pentágono), aporta: "Ben era el comandante en jefe de la redacción del Post. Era el capitán de ese buque, de igual manera que otrora fue el capitán de un buque durante la Segunda Guerra Mundial. Y lo dirigía como si fuera una especie de operación militar benévola. Era un tipo duro, pero también tenía tenía un punto vulnerable. Le gustaba la gente y, por impaciente que pudiera ser a veces, mantenía a todo el mundo unido como una familia. Convirtió el Post en una de las mejores familias de noticias de la historia".

Con el tiempo, la insólita compenetración entre Bradlee y Graham, lo hosco e implacable que era él y lo reticentemente encantadora que era ella, se hizo tan legendaria en el mundo del periodismo como los propios archivos del Pentágono y el Watergate. Ambos tenían un objetivo común, comenta Don Graham: "Los dos querían hacer del Post un periódico tan grande como fuera posible".

Para Tom Hanks, que también escribe, explorar toda la complejidad del mundo de Bradlee fue uno de sus retos más gratificantes. Se metió de lleno a documentarse, recurriendo a fuentes personales tanto como pudo. "Hay un montón de información disponible sobre Ben Bradlee, empezando por supuesto por su propia autobiografía", señala Hanks. "Hay un montón de entrevistas grabadas pero, lo que es más importante, hay docenas de personas que trabajaron con él con las que pude hablar, entre ellas su mujer, Sally Quinn. Hablamos sobre cómo era, por qué ella lo quería y a qué era a lo que se entregaba en el Post. Al final, llegué a reunir tanto material sobre Ben que la verdad es que me sentí frustrado, porque no podía incluirlo todo en la película".

Quinn, una periodista que se convirtió en la tercera mujer de Bradlee en 1978, comenta sobre su encuentro: "Desayuné con Tom y hablamos sobre Ben. Le dije: 'Tienes esa cualidad que Ben poseía que no se puede inventar ni fingir que tienes: autenticidad. Eres totalmente quien eres y Ben era absolutamente quien era'. Y eso era algo intrínseco. Sin esa cualidad, no creo que pudiera haberlo conseguido".

Aun así, el papel estaba plagado de posibles escollos, sobre todo porque la imagen de Bradlee estaba ligada a la leyenda cinematográfica de "Todos los hombres del presidente", tal como lo interpretara Jason Robards. Hanks elogia la interpretación de Robards en ese filme, pero al mismo tiempo dice que quería abordar al hombre de una forma distinta. "No me sentía intimidado porque ya lo hubiera hecho Jason", asegura Hanks. "Pero me encontré con el problema de tratar de encontrar otro enfoque distinto a quién era el hombre. Busqué un resquicio por el que me pudiera colar que no se hubiera cubierto ya. Resultó ser esa idea en la que la gente siempre me hacía mucho hincapié, que Ben sabía cómo inspirar a todos los presentes".

Hanks continúa: "Ben poseía evidentemente un gran instinto periodístico, pero también sabía cómo motivar a la gente, era alguien que no solo podía engatusar a su plantilla sino también hacer que dieran lo mejor de sí mismos. Le encantaba su trabajo, pero sobre todo le encantaba el efecto que tenía su trabajo: descubrir la verdad, hacer las cosas como es debido y sacarla a la luz para permitir que la gente decida por sí misma. También era tremendamente competitivo, así que podía entender lo increíblemente frustrado que se sentiría por el hecho de que The New York Times se le adelantara con la historia de los archivos del Pentágono. No quería ser el director de un periodicucho de segunda categoría".

Cuando Quinn visitó el set de rodaje, el extremo al que Hanks había adoptado la característica imagen de Bradlee despertó profundas emociones. "Vi a Tom llevar su peluca de Ben, y pude ver que había hecho sus deberes. Había clavado todos los 'movimientos de Ben' y estaba haciendo esa especie de gesto de gallito que solía hacer Ben, sacando la barbilla. Lo miré y me derrumbé, me derrumbé por completo", recuerda. "Empecé a llorar. No esperaba que pasara eso, pero entonces Steven me vio, se acercó corriendo y me rodeó con sus brazos, luego se acercó Meryl y a continuación se acercó Tom. Y Tom tenía un pecho fornido, así que le puse la cabeza en el pecho y me sentí como si fuera Ben. Le dije: 'Me siento como si hubiera vuelto a la vida'".

Al igual que a Streep, a Hanks le interesaba mostrar una relación hombre-mujer muy compenetrados entre Bradlee y Graham basada en la veneración, en lugar del romance. "En el curso de estos acontecimientos, Ben desarrolló un gran afecto por ella, así como un gran respeto por todo lo que arriesgó", observa Hanks. "Ella tuvo que ganarse su autoridad y, en ese momento, todo dependía de ella. Ella era la jefa y tenía que tomar la decisión; entonces fue cuando se convirtió en la Kay Graham legendaria. Ante todas las dudas y peligros que afrontaba, cuando Kay dijo 'publicadlo', creo que Ben se sintió más que aliviado. Sintió una tremenda admiración por ella".

Colaborar con Streep en momentos que sirvieron para definir dos vidas épicas fue especialmente intenso. Hanks recuerda: "Hay momentos entre Ben y Kay que considero de los más agobiantes que he tenido que representar nunca en un set. Y lo extraordinario de Meryl es que no hay un solo instante en que no esté reaccionando a ti. Te devuelve todo lo que le lances. Pero nada de eso está predeterminado. No pretende presionarte para llegar a ningún punto concreto. Intenta encontrar el momento junto a ti. Y trabajar con alguien así es una auténtica maravilla".

La relación de trabajo entre Spielberg y Hanks ya había quedado firmemente asentada a lo largo de sus colaboraciones anteriores en "El puente de los espías", "Salvar al soldado Ryan", "Atrápame si puedes" y "La terminal", pero Hanks asegura que el director nunca deja de asombrarlo. "Steven es un gran regulador del tempo y el ritmo de una escena", aporta. "Ignorará momentos que crees que son importantes e intervendrá en otros momentos concretos que ni se te ocurrió pensar que fueran tan necesarios. Por ejemplo, a veces se acercaba a mí y me pedía un poco más de voz, y otras veces se acercaba y decía: 'no estés tan seguro de ti mismo'. Es capaz de hacer cosas con la historia que son más que la suma de lo que nosotros aportamos como actores. Steven sigue estando en plena forma".

Spielberg, por su parte, agrega: "Esta es la quinta película que Tom y yo hacemos como actor y director, y Tom no deja de sorprenderme cada vez que trabajamos juntos. No sabía que pudiera interpretar a un personaje así, pero lo ha hecho, y ha sido genial verle crear esta versión de Ben Bradlee".


La crítica ha dicho
"'Los archivos del Pentágono' es una perfectamente medida y brillante película de periodistas - y una exhibición de Meryl Streep". - David Edelstein (NEW YORK MAGAZINE)

"Tienen que verla. Y verla ya". "Steven Spielberg ha creado otra obra maestra con 'Los archivos del Pentágono'". - Pete Hammond (DEADLINE)

"Una obra maestra" - Gregory Wakeman (METRO)

"Excitante" - Richard Lawson (VANITY FAIR)

"Steven Spielberg deslumbra con un estupendo reparto" - Brian Truitt (USA TODAY)

"Una historia dramática cargada con todo tipo de dinámicas, políticas y personales" - Todd McCarthy (THE HOLLYWOOD REPORTER)

"'Los archivos del Pentágono' avanza como una bala" - Scott Mendelson (FORBES)