"Tengo un trabajo para ti..." - Agente Amelia Roussel.
Casi todos los que se han cruzado alguna vez con el letal Darius Kincaid (Samuel L. Jackson) en cualquier lugar del mundo lo quieren muerto, pero eso solo ocurrirá si Michael Bryce (Ryan Reynolds), el guardaespaldas contratado para protegerlo a cualquier precio no le dispara primero presa de la furia. La rivalidad de alto voltaje y la posible unión de fuerzas entre un pistolero de primer nivel y un especialista de la protección dan lugar a una impactante y trepidante comedia de acción que combina los géneros del thriller de asesinos a sueldo, el romance con guardaespaldas y la comedia a dos en una aventura irreverentemente divertida. En un divertido "romance de tíos" entre los taquilleros Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson, peleas cuerpo a cuerpo y persecuciones a toda mecha, El otro guardaespaldas ofrece risas a raudales y acción trepidante.
Todo comienza cuando la Interpol llega a un arriesgado acuerdo con un recién apresado Kincaid: si acepta ser el testigo estrella en el juicio contra el sanguinario tirano bielorruso Vladislav Dukhovich (Gary Oldman) en la Corte Penal Internacional, sacarán a su querida e igualmente peligrosa esposa Sonia (Salma Hayek) de la cárcel. Solo hay un problema: Interpol dispone únicamente de 24 horas para trasladar a Kincaid desde el norte de Inglaterra hasta La Haya, y sabe perfectamente que el camino estará plagado de asesinos y matones al acecho.
Las cosas se complican desde el primer momento, cuando la agente de la Interpol Amelia Roussel (Elodie Yung) cae en una emboscada con el convoy de la prisión en el que va Kincaid. Decidida a que este llegue a su destino, llama a la única persona capaz de proteger a cualquiera: su amargado y quemado exnovio y antiguo guardaespaldas de primer nivel, Michael Bryce. En su día, Bryce estuvo en la cima de su profesión, pero cuando un trabajo salió mal, las cosas se torcieron para él. Es su gran oportunidad, pero no le apetece en absoluto trabajar con Kincaid. Los dos se conocen, y es que pasó mucho tiempo esquivando sus balas, así que la vida del sicario es la última que Bryce querría salvar, y ni hablar de poner la suya en riesgo por alguien así.
Cuando el escéptico asesino a sueldo y el guardaespaldas totalmente desmotivado se embarcan en una carrera contra los secuaces que les acechan en cada esquina, sin quererlo, forjan un vínculo tan curioso como fuera de lo común. Puede que no confíen el uno en el otro al tener a mano su arma, pero un volátil cóctel de admiración y agudeza les servirá para permanecer juntos el tiempo suficiente para llegar a La Haya, reavivar un romance, salvar a Sonia y devolver al guardaespaldas su estatus perdido.
En palabras de Ryan Reynolds: "Me encanta el vínculo entre Bryce y Kincaid. No pueden ser más opuestos pero, a medida que avanza la historia, ambos empiezan a quererse y respetarse. Se trata de un romance de tíos con distintas historias de amor que se entrelazan en una increíble historia de acción".
Samuel L. Jackson añade: "Ryan y yo nos lo pasamos en grande por las carreteras de Europa en una aventura caótica repleta de humor entre dos personajes con una química fuera de lo común".
Jackson desata a Reynolds
Michael Bryce, al que da vida Ryan Reynolds, ha tocado fondo cuando recibe el encargo más peligroso de su vida: proteger al hombre que, sin duda, le gustaría dejar fuera de juego. Un trabajo fallido y un desengaño amoroso llevaron al fastidioso Bryce a una existencia solitaria que es la sombra de su vida anterior, y ahora va a tener que dar lo mejor de sí para llevar a su archienemigo a La Haya a tiempo y, preferiblemente, de una pieza.
Desde el principio, Reynolds se implicó mucho para dar forma a un personaje que odia el caos pero vive atrapado en él. "Ryan trabajó muy duro durante la fase de preproducción y aportó muchos conceptos creativos para Bryce, además de toda su filosofía de vida", comenta el productor Les Weldon. "Luego le dio un tempo intuitivo de comedia que aporta vida al personaje. Hace que te creas al hombre quien en su día fue la eficiencia personalizada pero se ha venido abajo y ha perdido el norte. Su interpretación tiene un núcleo emocional, pero también resulta muy divertida".
Reynolds describe a Bryce como "alguien que ha sufrido en su orgullo y ha caído en desgracia". Prosigue: "Bryce perdió a un cliente, y eso lo lanzó a una espiral de vergüenza. Lo conocemos dos años después de ese incidente y, aunque probablemente fue el mejor en lo suyo, ahora es un caso perdido. Entonces, su exnovia le pide que se encargue de este trabajo que, en realidad, no le apetece nada, pero que es justo lo que necesita. En resumen, debe proteger a un hombre que se ha pasado casi diez años tratando de eliminarle".
Así es como Bryce se reúne con su insufrible enemigo Kincaid en un laberinto lleno de obstáculos letales y termina enfrentándose a sí mismo por el camino. "Bryce puede ser arrogante y orgulloso, y Kincaid sabe tocar todas esas teclas", explica Reynolds. "Lo conoce a la perfección, algo que Bryce no quiere admitir. Esa es la base de la conexión entre ambos. Curiosamente, Kincaid termina haciendo que mi personaje reflexione sobre sí mismo de una forma inquietante solo al alcance de Sam Jackson".
La conexión con Jackson fue inmediata y ambos actores la dejaron fluir, afirma Reynolds. "Sam y yo nos limitamos a actuar libremente en muchos momentos, y eso es importante para crear ese vínculo tan especial entre nuestros personajes. Sam es muy bueno improvisando, aprovecha todos los recursos a su alcance, y yo también empecé así, por lo que nos poníamos delante de la cámara y tratábamos de pasárnoslo lo mejor posible. Disfrutamos de muy buenos ratos juntos".
Samuel L. Jackson admite que fue la participación de Reynolds lo que le hizo aceptar el papel.
"Ryan ya formaba parte del proyecto y, cuando surgió mi nombre, todo cobró sentido. Me pareció una idea divertida. Disfruto viendo el trabajo de Ryan, lo conozco personalmente y me cae bien, así que pensé que tendríamos una química interesante en pantalla", explica Jackson.
El otro atractivo para Jackson fue la posibilidad de trabajar con Salma Hayek en el papel de Sonia, la explosiva esposa de Kincaid. "Sonia y Kincaid son dos espíritus muy parecidos con una conexión visceral que precedió a la espiritual, y ella es el tipo de persona con la que él puede hablar abiertamente de su trabajo", señala Jackson. "Sonia ama a Kincaid a pesar de sus defectos y, gracias a ella, Kincaid ha aprendido algo del amor, así que termina dándole a Bryce consejos amorosos contra todo pronóstico. Salma y yo somos amigos, así que ya teníamos eso, y contar con ella fue un acierto para todos los participantes en el proyecto".
Jackson, que no es ajeno a la acción, se implicó al 100 %, especialmente porque Kincaid y Bryce son maestros en sus respectivas profesiones. "Hay mucho cuerpo a cuerpo en la película, y eso nos hace parecer heroicos, lo que forma parte de la diversión y de lo que la gente quiere ver", señala Jackson. "Es una película con mucha energía".
Aunque el foco estaba puesto en esa diversión anárquica, Reynolds también tuvo que someterse a un exigente entrenamiento físico, especialmente porque le gusta encargarse de sus propias escenas de acción siempre que es posible, y estas abundan en la cinta. Se mostró encantado de volver a trabajar con el legendario coordinador de especialistas Greg Powell, que tenía muchas ideas alocadas reservadas para el film.
"He hecho algunas películas con Greg Powell o con su hermano Gary antes, y siempre consiguen que quieras impresionarlos y esforzarte al máximo. El único problema es que, a veces, voy demasiado lejos y me olvido de que tengo 39 años y el cemento hace daño", confiesa.
Puede que le hagan falta algunos rasguños, tanto en su ego como en su cuerpo, para convencer a Bryce de que él y Kincaid pueden tener algo en común, pero termina por darse cuenta. Y eso se debe en gran medida a la carismática personalidad de Kincaid, capaz de meterse en el bolsillo hasta a una furgoneta de monjas. Si embargo, al igual que Bryce, Kincaid no arranca de la mejor manera posible. Le acaban de atrapar los federales y su mujer está en la cárcel, motivo por el que acepta testificar contra el infame déspota bielorruso al que todo el mundo quiere dar su merecido por sus crímenes contra la humanidad.
El director Patrick Hughes lo resume del siguiente modo: "Con un dúo como este, pensé que lo mejor era limitarme a darles a Ryan y Sam el entorno y apoyo necesarios… y luego sentarme a ver cómo surgía la magia".
Elenco secundario
Junto a Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson, en El otro guardaespaldas destaca un elenco especialmente brillante que incluye a los nominados a los Oscar® Gary Oldman (mejor actor, El topo, 2011) y Salma Hayek (mejor actriz, Frida, 2002), y la estrella francesa emergente Elodie Yung.
A pesar de ser una historia divertida, El otro guardaespaldas también tiene una vertiente seria, que corre por cuenta de Oldman, quien da vida a otro villano épico, el despiadado Dukhovich, que hasta ahora ha logrado eludir a la justicia internacional. "Me lo he pasado muy bien con este trabajo", confiesa Oldman. "El guion presentaba una fantástica combinación de acción y diálogos, y Ryan Reynolds y Samuel Jackson forman una pareja fantástica". Aunque no sabía ruso, Oldman tenía que hablarlo con soltura en el film. "Probablemente hubiera podido aprenderme Hamlet verso a verso en el tiempo que he tardado en memorizar mis líneas", comenta divertido. Sin embargo, trabajando con un profesor de ruso todos los días, lo logró.
Patrick Hughes añade: "En cuanto Gary llegó al rodaje, supe que la película estaba hecha, porque trajo consigo algo aterrador para Ryan y Sam que les hizo unir sus fuerzas".
Al igual que Oldman, Salma Hayek lo dio todo para encarnar a Sonia, cuya pasión y personalidad desbordantes no pueden contenerse ni siquiera en una celda. "Sonia es un personaje fantástico", afirma Hayek al explicar qué es lo que la atrajo de este papel tan poco convencional. "Su matrimonio se sale de lo común, porque está casada con un sicario, aunque ella es muy dura. Si alguien puede manejar a Darius, sin duda, esa es Sonia. Con Sonia, nunca sabes lo que va a salir de su boca, y eso es lo que la hace verdaderamente memorable. Tengo que confesar que me encanta, sí, está loca y resulta impredecible, pero también muy emocionante".
Acerca de qué es lo que hace que Kincaid y Sonia estén juntos a pesar de los altibajos y riesgos mortales a los que la maoría de parejas no tienen que enfrentarse nunca, Hayek afirma que, en el fondo, se trata de lo de siempre: "Es cuestión de amor. Tienen una relación increíble, apasionante y alocada llena de fuego en todos los sentidos. Lo mejor para mí es que a pesar de lo infame que pueda ser Kincaid, está claro que Sonia es su media naranja, y él lo sabe".
Trabajar con Samuel L. Jackson fue estupendo para Hayek. "Es una leyenda, y estaba encantada de poder trabajar por fin con él. Ha sido genial y muy fácil interpretar a su esposa, aunque esté como una cabra, te das cuenta de que están hechos el uno para el otro".
Quizás el principal desafío para Hayek fue la épica lucha de palos de Sonia que sirve para convencer a Kincaid de que está hecha para él. "Después de rodarla, estuve dolorida una semana", admite. "Pero estoy muy contenta, porque tengo 49 años y sigo siendo capaz de mover el trasero y rodar mis propias escenas de acción".
A Hughes le encantó ver cómo Hayek se sumergía de pleno en su papel. "Salma es una Sonia electrizante. Desde el primer momento, me di cuenta de que ella y Sam iban a formar una pareja excitante. Podrías pensar que como él es un asesino a sueldo chiflado, Salma querría establecer un contraste, pero, en lugar de ello, lo que hace es suavizar el personaje de Sam. Son dos extremos que se han enamorado, pero la forma en que Salma lo interpreta te permite darte cuenta de que su amor es auténtico".
Para Elodie Yung, que da vida a la ex de Bryce, la diversión pasa en parte por romper lo que, de otra forma, habría sido una reunión de chicos entre Kincaid y Bryce. "Me pareció que estaría bien ser la chica en un mundo de hombres", declara. "Para empezar, el guion me resultó muy divertido y, cuando empecé a rodar y a improvisar con Ryan y Sam, la cosa no hizo más que mejorar. Me estaba riendo todo el día, y sé que el público se lo va a pasar muy bien con ellos. Les encanta lo que hacen, y eso es contagioso".
"Ryan aporta su sentido del humor innato al proyecto", señala. "Pero tanto si es el Bryce en lo más alto de su carrera como el perdedor, logra hacerlo creíble".
Yung tiene su propia gran escena de acción en El otro guardaespaldas y le encantó prepararla. "Soy una agente de la Interpol, así que Amelia debe ser eficiente. En este tipo de papeles, te ensucias y te haces daño, ¡pero forma parte de la diversión!"
Guardaespaldas conoce a sicario
El guion de Tom O’Connor para El otro guardaespaldas recurre a algunos de los referentes más reconocibles de los thrillers repletos de acción –incluido el sicario anárquico y el guardaespaldas atractivo e infalible– y los lanza el uno contra el otro. "Fue muy complicado lograr un equilibrio entre la comedia y la acción, y eso es algo que trabajé mucho al comenzar el guion, porque sabía que quería que fuera divertido sin caer ni en lo excéntrico ni en lo facilón", recuerda O’Connor.
Dos de las estrellas más codiciadas de Hollywood aceptaron los papeles protagonistas, lo que hizo que la producción avanzara. La reunión de dos de las estrellas favoritas del público y de lo más impredecibles exigiría contar con un director capaz de sacar adelante las numerosísimas secuencias de acción y escenas cómicas del film. Fiel a la tradición de las comedias de acción, el guion iba de menos a más, y situación extrema tras situación extrema, tanto el sicario como su guardaespaldas están cada vez más cerca de La Haya, y el uno del otro. Y ahí es donde Patrick Hughes entró en acción; tras haber trabajado con un reparto cuajado de estrellas en Los mercenarios 3, sabía manejar la adrenalina y estaba preparado para probar algo diferente. "Patrick fue capaz de coger las riendas, ponerse a los mandos y dar vida al proyecto", apunta el guionista Tom O’Connor.
Hughes vio la química potencial entre Reynolds como el atildado y perfeccionista Bryce y Jackson como el delirante y brutal Kincaid. También le atrajo la idea de revivir los éxitos de los 80 y 90 –la comedia con una pareja de personajes opuestos– pero en una nueva versión, repleta del tipo de acción frenética que solo puede crearse en el siglo XXI.
"La historia de El otro guardaespaldas me atrajo en parte porque tiene mucho de esas comedias de pareja clásicas con dos personajes totalmente diferentes y una actitud totalmente opuesta hacia la vida, y eso es algo que quería preservar, aunque modernizándolo", explica Hughes.
Las primeras reuniones con Ryan Reynolds le ayudaron a sentar las bases de la dinámica entre dos hombres que se creen, y con razón, enemigos mortales, aunque terminen teniendo que colaborar muy a su pesar.
"Ryan y yo estábamos convencidos de que se trataba de una historia de redención para su personaje, Michael Bryce, desencadenada por el encargo de proteger a Kincaid", comenta Hughes. "El problema de Bryce es que lo analiza todo demasiado. Trata de controlar todos los aspectos de su vida, desde el trabajo hasta su vida amorosa. Kincaid es el polo opuesto. Es libre e informal, y se mueve por impulsos. Kincaid se convierte sin quererlo en una especie de mentor para Bryce en este viaje alocado en el que parten de querer matarse literalmente para terminar comprendiéndose y envidiándose, e incluso aprendiendo algo acerca de las relaciones".
Los productores estaban encantados con este planteamiento cómplice y divertido de Hughes. "Patrick aportó una dosis importante de humor, pero también tiene mucha sensibilidad para el entretenimiento", comenta Weldon. "Ayudó a guiar a Ryan y Sam hacia un tempo que les permitiera interpretarse con brío y gusto. No es solo que Patrick sepa de comedia, sino que también es capaz de combinarla con una acción de lo más divertida al mismo tiempo".
Samuel L. Jackson afirma acerca de la aportación de Hughes: "Siempre es bueno contar con un director que aporte tanto entusiasmo y energía al rodaje. Patrick nos mantenía alerta, pero también nos dio libertad para hacer lo que nos hiciera falta para lograr que la historia funcionara".
Reynolds añade: "La sabiduría y el estilo de Patrick lo hacen perfecto para una película como esta, con una realidad ligeramente exagerada y un tono festivo. Patrick explotó ese tono y era quien nos hacía darlo todo día tras día. Nos ayudó a crear unas escenas de acción realmente increíbles que tienen suspense y resultan animadas y divertidas en lugar de oscuras. Cada una es única, y será toda una aventura para el público".
Salma Hayek comenta: "Patrick ha sido un gran descubrimiento para mí. Es capaz de hacer una película que resulta divertida, electrizante, romántica y un tanto irreverente al mismo tiempo".
El viaje: Localizaciones
Puesto que El otro guardaespaldas avanza casi sin detenerse de Inglaterra a La Haya, salpicada de persecuciones en coche, moto y barco, la producción recorrió algunas localizaciones icónicas de Europa. El hecho de que fuera un trepidante viaje por carretera ofrecía al director Patrick Hughes lo que ha bautizado como "un lienzo increíblemente texturizado en el que trabajar". Junto con el director de fotografía Jules O’Laughlin, el diseñador de producción Russell De Rozario y el montador nominado al Oscar® Jake Roberts (mejor montaje, Comanchería, 2016), Hughes trató de capturar la energía en estado puro de unas interpretaciones bajo tensión combinadas con emocionantes escenas de acción.
Gran parte del rodaje discurrió en Bulgaria, país que ofrecía numerosos paisajes en los que recrear el Reino Unido y Europa. En palabras de Les Weldon: "Con los recursos a nuestra disposición en Bulgaria, podíamos trasladar el rodaje rápidamente a cualquier otro lugar del mundo. Además, teníamos que rodar muchas escenas de acción complejas y los técnicos búlgaros son buenísimos en eso".
En la película también aparece el famoso Rijksmuseum de Ámsterdam y sus alrededores, uno de los museos de arte e historia más impresionantes del mundo enclavado en un edificio neogótico del siglo XIX. Ahí es donde Kincaid deja las flores para que Sonia pueda verlas desde la ventana de su celda. El departamento de arte llegó a construir un puesto de venta de flores en el que Kincaid hace una parada para comprar tulipanes rosa. En la Plaza del Museo, situada al lado, se rodó la escena en la que Bryce ahoga sus penas en un bar al aire libre, mientras que Kincaid se deshace de unos mercenarios en una combinación de acción enfurecida y escenarios pintorescos.
Una de las escenas favoritas del diseñador de producción De Rozario es la lucha de palos que da comienzo al romance entre Kincaid y Sonia, y para la que creó el imaginario Cucaracha Bar partiendo de cero. "Es una escena fantástica con Salma y Sam, y creamos este increíble lugar con carteles de neón y coches americanos antiguos que tan buen resultado nos ha dado. Cuando la rodaron con todas las escenas de acción, quedó espectacular", recuerda.
De Rozario llenó sus escenarios con todo tipo de elementos extraordinarios, desde la reproducción de un Caravaggio colosal para el despacho de Richard E. Grant, un hombre de negocios poco de fiar, hasta maniquís de látex para los sótanos del sexo de Ámsterdam o un extravagante papel pintado verde para el piso franco al que Bryce lleva a Kincaid y que recuerda las palabras de Oscar Wilde en su lecho de muerte: "Mi papel pintado y yo estamos librando un duelo a muerte. Uno de los dos se tiene que marchar". La furgoneta llena de monjas en la que Bryce y Kincaid se refugian de improviso fue otro diseño divertido de De Rozario y, como guinda, él mismo hizo un cameo y se puso al volante del vehículo.
Aunque el caos predomina el viaje, y el diseño refleja algunos de los delirantes lugares que atraviesan Bryce y Kincaid, De Rozario señala que fue preciso diseñar toda la producción como un reloj para que todo encajara sin fisuras. "Diseñar esta película ha sido como diseñar un puzzle en 3D", resume.
Coches y acción
Cuando la trepidante El otro guardaespaldas llega a la carretera, se llena de coches que derrapan y chocan, además de luchas y escenas inteligentemente coreografiadas. Según Weldon: "Además de la comedia, la película también tiene muchas persecuciones en coche, escenas de acción y efectos prácticos. Patrick es un director al que le gusta rodar con la cámara en lugar de con croma, y prefiere dejar que el público pueda sentirse parte de la acción. Nuestro equipo de efectos especiales superó la prueba con nota".
Para crear una acción que estuviera a la altura, aunque se filmara al momento tal y como le gusta a Hughes, la producción recurrió a uno de los mejores especialistas de Hollywood: el británico Greg Powell, miembro de una familia de profesionales de la materia y que ha trabajado en numerosos títulos que van desde la cinta de acción de la saga Bond Skyfall hasta la serie de Harry Potter o la película de superhéroes Vengadores: La era de Ultrón. Powell se dedica a este oficio desde los 14 años y le encanta inventar cosas nuevas en un terreno en el que el factor sorpresa lo es todo, aunque velando siempre por la máxima seguridad.
Powell supo inmediatamente que El otro guardaespaldas iba a suponer un gran desafío. "El guion desbordada acción y todas esas escenas me resultaban muy atractivas", recuerda. "El principal reto era que había muchas luchas en la historia, y teníamos que encontrar la forma de que todas fuera diferentes, novedosas y divertidas". El supervisor de escenas de acción empezó a trabajar con Reynolds y Jackson para encajar el estilo de lucha de sus personajes con sus personalidades divergentes. En el caso de Bryce, para diseñar unos golpes limpios y precisos, y unas reacciones más basadas en las armas de fuego en el caso de Jackson. "Cada uno tiene una idea muy concreta de su personaje, así que trabajamos mucho para llegar a la visión que Ryan y Sam tienen de Bryce y Kincaid", explica. Powell se sintió especialmente atraído por la posibilidad de darlo todo con los vehículos. "Tenemos coches, motos, SUV, coches de policía e incluso lanchas en los canales de Ámsterdam, y eso es algo que no se suele ver en el cine", señala.
Para completar el elenco de vehículos, el equipo de especialistas conductores se coordinó con Car Casting Holland (Oceans Twelve), que se encargaron de comprar, transportar y preparar cada uno para su gran momento. Dada la complejidad de las coreografías, tuvieron que duplicar el ya considerable número de vehículos de acción que exigía el guion y llegaron a tener 15 coches a la vez acelerando por las estrechas y viejas carreteras de Holanda. Los vehículos que se ven en la película van desde lujosos deportivos hasta utilitarios clásicos entre los que destacan los Porsche Cayenne, BMW X5 V8, Audi A6 3.2, BMW 530, Cadillac Escalade, Volkswagen Touran de la policía, Jeep Cherokee, un Smart eléctrico o una moto Triumph.
Para Patrick Hughes, contar con tantos especialistas de talento, junto con el hecho de poder utilizar diferentes tipos de vehículos terrestres y acuáticos, era como estar en la mayor juguetería del mundo siendo un niño. "Fue muy divertido", confiesa. "Uno sólo puede ser feliz cuando está rodando en mitad de Ámsterdam persecuciones y tiroteos con lanchas, coches y motos. Es el sueño de cualquier niño. Fantaseaba con ello desde que estaba en la escuela de cine".
A pesar de la cuidadosa coordinación de la acción presente en toda la película, todos coinciden en que lo que más les importaba era la diversión y la fricción entre Bryce y Kincaid. Weldon concluye: "No todo pueden ser fuegos artificiales, acción en el agua y coches volcados porque, al final, sin esas relaciones humanas, la historia no funciona. Queríamos sorprender al público con escenas de acción originales, pero también rodar otras en las que profundizáramos en la esencia de los personajes, así que no todo es un espectáculo delirante sino una historia emocionalmente satisfactoria sobre dos personas que creen que se odian pero terminan dándose cuenta de que son más las cosas que las unen que las que las separan".