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El malvado zorro feroz cartel reducidoEl malvado zorro feroz(Le grand méchant renard et autres contes)
Dirigida por Patrick Imbert, Benjamin Renner
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Película de los creadores de "Ernest y Célestine" (nominada al Oscar como Mejor Película de Animación y ganadora del Premio César de animación) adapta el cómic de Benjamin Renner (codirector de la película) siguiendo el estilo que marcó su anterior película, dibujada con trazos sencillos a lápiz y acuarela.


Entrevista con Benjamin Renner (codirector y autor del cómic original)

P: EL MALVADO ZORRO FEROZ es la adaptación cinematográfica de su cómic. ¿Cómo se le ocurrió dar vida a estos personajes y a este universo?

R: Se trata de un comic que creé en varios estadios durante un largo periodo de tiempo. He tenido un lápiz en la mano desde temprana edad; a menudo dibujaba pequeños personajes para los miembros de mi familia. En cada cumpleaños o Navidad, cuando no tenía dinero para comprarles regalos o no sabía qué querían, les regalaba un cómic personalizado. Los personajes habituales eran pequeños animales de granja, particularmente un conejo y un pato, que en cada ocasión contaban al destinatario del cómic una historia curiosa que explicaba por qué, una vez más, ¡no recibirían un regalo! Según creo recordar, se me ocurrieron esos personajes cuando contaba diez o doce años, y seguí desarrollando aquel universo para mi familia hasta que, muchos años después, escribí “Un bebé que entregar” para explicar a mi hermano cómo vendría su bebé al mundo. Por supuesto, por aquel entonces él ya estaba informado de que aquello ¡ocurría sin la ayuda de una cigüeña! (risas)


P: Y la adaptación de esa historia es una de las partes de la película...

R: Sí. Ahí está la misma cigüeña ebria que confía el bebé a esos personajes porque es demasiado perezosa para entregarlo ella misma. Construí ese universo poco a poco para mi familia, desarrollé esos personajes, y conté otras pequeñas aventuras. En mi infancia, me imbuí del ambiente de “Las fábulas de La Fontaine”, y de “Los cuentos del gato encaramado”, de Marcel Aymé: historias antropomórficas en las que los animales encarnan personajes humanos en función de la apariencia. También en mis historias sentimos que el cerdito sería feliz y amigable, el pato un gruñón, y el conejo un caprichoso y un tanto irresponsable. Me encanta jugar con todo eso para abordar aspectos humanos de un modo divertido que sea accesible para todo el mundo.


P: ¿De dónde procede la idea para EL MALVADO ZORRO FEROZ?

R: Comencé a imaginar la historia cuando era pequeño. Mi padre me llevó a visitar una granja equipada con una incubadora llena de huevos de gallina. Cuando el granjero nos dijo que éstos estaban a punto de romper el cascarón, quise permanecer allá para ver qué pasaba. Mi padre no tenía intención de esperar durante mucho tiempo, así que con miras a convencerme que marcháramos me dijo que si yo era lo primero que veían aquellos pollitos, creerían que yo era su madre, y que en tal caso debería educarlos y cuidarlos durante mucho tiempo. Con seis años y medio, no estaba preparado para ser una madre soltera, porque todavía tenía que vivir cosas primero... (risas) Me avine a marchar para eludir esas responsabilidades agobiantes, pero esta anécdota se quedó en mi cabeza junto con una pregunta candente: “Si súbitamente me viera como madre adoptiva de pollitos, ¿tendría que educarlos para que se comportaran como humanos o como pollos?” Aquel concepto siguió desarrollándose en mi cabeza, y entonces, más tarde, se me ocurrió que la situación sería más divertida si fuera un zorro el que tuviera que criar aquellos pollitos. Después de acabar Ernest y Célestine, quise desarrollar la idea y regresé a aquellos pequeños personajes y a la granja de mi cómic.


P: ¿Cómo colaboró con el guionista Jean Regnaud para la adaptación de las tres historias que constituyen El malvado zorro feroz? ¿Cuáles son las principales diferencias entre el guión y las historias del cómic, y qué nuevos elementos ha creado?

R: Cuando comencé a trabajar en el guión, constaté que adaptar mi propio cómic era un ejercicio realmente difícil, pues se tiende a perder objetividad. Es mejor disponer de una perspectiva exterior, la distancia que otro guionista pueda tener. Por ejemplo, creímos que algunos chistes funcionarían igual cuando se animaran, pero no tenía por qué ser necesariamente así. Algo que funciona de maravilla en una serie de dibujos no siempre funciona en la animación.


P: También ha modificado los diálogos...

R: Sí, porque el cómic es muy parlanchín... Cuando quise preservar ciertos chistes, me di cuenta de que mientras se leían rápidamente en un cómic, se precisaba más tiempo y espacio cuando el texto lo dice un actor insertado en una secuencia animada. Eso puede incluso crear inestabilidades en la estructura global de la película. Jean Regnaud estaba allí para ayudarme con este aspecto. Me guió con su perspectiva externa, y no dudaba en decirme “Justo ahí no funciona muy bien”, o “Ahí sí funciona”. Me ayudó a encontrar nuevos chistes, nuevas ideas, y especialmente a concentrarme en la estructura de base del cómic para rehacer un modo de narración entorno a aquello adaptado a la animación. Este proceso nos ha hecho plantearnos preguntas particularmente en lo referido a concreciones para con ciertos personajes que no estaban claramente definidos. Por ejemplo, en el cómic, los pollitos son tres pequeñas bolas blancas sin personalidad alguna, pero en la película sabíamos que se convertirían en entidades importantes porque les íbamos a permitir expresarse más al darles voces. Así, dimos a cada pollito una personalidad distinta, y cuando me vi frente a los jóvenes actores durante el registro de voces, estaba preparado para decirles: “Tu, tu eres más bien tímido; tu, tu rebosas energía; y tu, tu eres el bello”. Esta preparación más bien larga acabó siendo muy agradable y me enseñó mucho acerca del proceso de adaptar un cómic a película, y acerca de cómo llevar a guión una de mis propias historias.


P: ¿Usó primero el método de rodar los storyboards para juzgar el impacto de cada escena y el ritmo general de la narrativa?

R: Así es, me aferré a él sin titubeo. Dado que el cómic ya estaba hecho, pensé que podía servir como referencia, y comencé inmediatamente a dibujar una continuidad gráfica del ritmo de los personajes sin pasar por la fase intermedia de los típicos storyboards. Para ello, también preparé bocetos para ver lo que estaba acometiendo antes de conferir un ritmo a todo eso. Patrick Imbert y yo a menudo trabajábamos estableciendo los problemas de tempo. La historia que dirigí, El gran zorro malvado, se basa un poco menos en el humor visual y el slapstick que los dos dirigidos por Patrick: Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas, que se apoyan en situaciones cómicas casi al estilo Tex Avery, en las que la vivacidad de la acción es muy importante. Verificábamos un gag inmediatamente para ver si funcionaba el ritmo, y si ése era el caso, preparábamos la animación. Si no funcionaba, teníamos que hallar otra idea cómica.


P: Así que el cómic servía como guía, y usted rápidamente lo trasponía en animatic para comprobar qué cosas debían cortarse, y en dónde había que buscar ideas nuevas...

R: Así es. Era un proceso muy rápido, porque los bocetos se acababan e iban ante la cámara rápidamente para poder ver cada resultado nuevo.


P: La calidad de su adaptación gráfica en las ilustraciones de Gabrielle Vincent fueron muy positivas para Ernest y Célestine. Aquí, usted adapta sus dibujos de cómic tan espontáneos a la animación. Para el público, esta renderización tan natural y vivaz parece provenir directamente de su lápiz, pero en realidad es la culminación de un gran trabajo de equipo...

R: En mis cómics, siempre he favorecido la expresividad, la comedia, el humor y el ritmo, con asunción de un aspecto espontáneo y áspero. Casi como el dibujo de Jean-Marc Reiser, algo ultraexpresivo en tan sólo unos pocos trazos. Para mí, es como escribir palabras tan rápidamente como los bocetos se vierten al papel. En lugar de escribir “el zorro parece perplejo”, lo dibujo. Pero aunque el dibujo sea simple, no es fácil explicar cómo funciona cuando te encuentras ante los animadores, porque consiste en códigos gráficos muy personales.


P: ¿Cómo cuáles?

R: Bueno, los personajes siempre se dibujan en tres cuartos, nunca miran completamente de frente ni completamente de perfil. Los hocicos siempre se posicionan de ese modo, incluso cuando dos personajes hablan mirándose y debieran representarse de perfil. Esa es una de las pequeñas particularidades gráficamente ilógicas que deben explicarse a cada animador. Esa es la razón por la que supervisé toda la película, para definir las posiciones de los personajes y guiar a los animadores, para que pudieran sentirse más cómodos expresándose ellos mismos.


P: También dibujó personalmente las fichas de los personajes...

R: Efectivamente. Pero también intervine, después de que se dibujara el storyboard, para ayudar a los animadores en los planos que se les confiaban. Dibujé las posiciones de inicio, mitad y final de cada plano, así ellos sabían dónde comenzar y adónde acabar en tanto conferían a los personajes la apariencia querida. Aprender a animar un personaje desde una fichas es un largo proceso. Es imposible ir a trabajar en una película y triunfar en el dibujo de personajes de inmediato... El animador debe pasar, asesorado, por una fase de aprendizaje.


P: El malvado zorro feroz se animó en París en un estudio creado para esta producción. ¿Podría hablarme un poco de ello y explicarnos cómo trabajó con su equipo artístico?

R: Tras Ernest y Célestine, quería optimizar el trabajo que se había hecho para la película porque habíamos desarrollado una técnica en la dirección artística y la animación que nos interesó mucho. Didier Brunner propuso una adaptación de mi cómic, y yo acepté con el acuerdo que sería un programa de animación televisivo corto. Luego, el proyectó evolucionó hasta alcanzar finalmente el momento en que estábamos contemplando adaptar no una sino tres de mis historias, con los mismo personajes, en el mismo universo, y en formato de largometraje para salas de cine. Nuestro presupuesto era menor que el que disponíamos para Ernest y Célestine, pero Didier, Patrick y yo íbamos a intentar optimizar el trabajo para lograr exactamente el look que yo quería... Y eso ocurrió, porque pudimos trabajar en un estudio de París con todo el equipo artístico ahí ubicado. Didier aceptó y trabajó para capacitarnos para crear la película de ese modo, en aquellas condiciones óptimas. Al estar todo juntos, desde el principio Patrick y yo pudimos interactuar inmediatamente con los animadores y los diseñadores, guiarlos, y rectificar pequeños errores. Por el contrario, cuando trabajas a distancia con otro estudio que está en otro país, hay el problema de las distintas zonas horarias. Un artista puede animar todo un plano con un error persistente que queda sin detectar por el supervisor local, y cuando se descubre, desafortunadamente no hay más remedio que pedir se haga todo de nuevo. El trabajar todos juntos en el mismo lugar nos permitió tener mucha más capacidad de maniobra, mayor espontaneidad artística, y nos permitió evitar muchos errores. Creo que contribuyó a crear un ambiente más sereno y familiar en el estudio. Y una mayor solidaridad entre los integrantes del equipo.


P: Las voces de los personajes funcionan muy bien. Los actores adultos aportan una interpretaciones excelentes, pero las interpretaciones de los niños resultan particularmente sorprendentes, son muy naturales.

R: Todo el mérito es de Céline Ronté, la directora de reparto. Céline entendió al instante lo que quería y mis intenciones para con los actores como director. Dio mucho gracias a su experiencia en arte dramático. Conoce a los actores, por supuesto, pero también tiene gran magisterio en efectos cómicos, en lo que puede obtenerse al usar una entonación particular justo en el preciso instante. Supo elegir a los actores adultos que encajaban perfectamente con mis personajes principales, y para los pollitos dio con tres niños, dos de ellos hijo e hija de dobladores profesionales, que conocían perfectamente este trabajo. El registro de las voces de los pollitos tuvo lugar por las mañanas, en un ambiente de recreo, relajado. Los padres estaban allí para ayudar a su prole, y todo se desarrolló alegremente: los actores jovencitos interpretaban a los pollitos casi olvidándose que se trataba de una grabación para una película. El ambiente fue estupendo, y logramos de los niños unas actuaciones muy naturales. Así que, mientras suelo estresarme ante una sesión de registro de voces con actores, por una vez fue ¡un momento de relajación pura y de placer!


P: ¿Ha vislumbrado otras historias que tengan lugar en este mismo universo? ¿Le gustaría animarlas también en otra película?

R: De momento, quisiera tomarme un respiro, pero en esencia, sí. Este decorado de la granja y del pueblo podría permitir un billón de historias, y he pensado centrarme en un personaje distinto cada vez, un poco como en “Los cuentos del gato encaramado”, para explorar los problemas y explicar las cosas que tengan una interesante dimensión humana. Me encanta este principio de la narrativa que permite aproximarse calmadamente a temas en los que la gente en ocasiones tiende a ser muy obstinada. Son temas que no se tolerarían vistos en un contexto contemporáneo y realista, pero que no perturban en absoluto cuando se ven en un contexto propio de la fábula. Los personajes como animales desdramatizan todo. Y eso hace el trabajo del cuentista más satisfactorio si cabe.


P: ¿Qué le gustaría decir al público de todas las edades para inducirlo a que vaya a ver El malvado zorro feroz?

R: Le diría que hemos diseñado la película como si fuera un pequeño dulce, un momento de relajación ligera, divertida sin pretensiones, que compartir con la familia.


Entrevista con Patrick Imbert (codirector)

P: ¿Conocía el cómic de “El malvado zorro feroz” antes de trabajar en la película?

R: Claro, porque soy amigo de Benjamin desde que nos conocimos durante la preproducción de Ernest y Célestine. Yo era animador, él era el director artístico y el director de animación. Desde entonces, estoy pendiente de todo cuanto hace.


P: ¿Cómo se deslizó dentro del universo creado por Benjamin y contribuyó a darle vida con su propio estilo al tiempo que respetaba su historia y su obra?

R: Desde que colaboramos, desde hace ya unos años, y se desarrolló su universo personal en el trabajo para Ernest y Célestine, hemos compartido esta experiencia artística. Para mí, es relativamente sencillo comprender lo que Benjamin quiere hacer y trabajar dentro de su sensibilidad, gracias a esa base común.


P: ¿Podría explicar de qué modo un animador que nunca ha dibujado en el estilo de Benjamin logra dar vida a esos personajes con ayuda de fichas?

R: Benjamin dibujó casi todas las posiciones principales de los personajes, escena por escena, en toda la película. No podríamos soñar con una herramienta mejor para guiar el trabajo de los animadores, dado que el mismísimo creador fue quien dibujó esas posiciones con miras a asegurar que el aspecto de las escenas fuera siempre consistente respecto de su estilo. Y Benjamin y yo organizamos todo un asesoramiento a los animadores, dirigiéndolos para que pensaran más bien en términos de interpretación cómica de actor de teatro en lugar de los clichés y el manierismo que a menudo se observa en los dibujos animados. Eso guía la dirección de nuestra animación: primero, pensamos bien lo que decimos, luego lo que queremos expresar más allá de las palabras, y finalmente acogemos el chiste. En ese momento, es él quien debe dirigir la animación, preferentemente con economía de movimientos, centrándose en dónde es más necesario el chiste para ser efectivos y contundentes.


P: Usted ha dirigido Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas. ¿Qué consejo le dio Benjamin cuando estaba preparando la realización de esas historias? ¿Cuánta flexibilidad tuvo para crear nuevos gags, nuevas situaciones que divergieran del guión que Benjamin y Jean Regnaud habían escrito?

R: Gocé de una libertad considerable porque el objetivo final estaba en lograr un buen resultado, incluso si ello significaba cambiar muchas cosas. Dado que Benjamin es tan director como yo, y que ha adaptado previamente Ernest y Célestine, con Daniel Pennac, conoce el proceso de trasponer trabajo a película, y todo lo que esa transformación implica con el montaje y la añadidura de escenas. Pude cambiar lo que quise siempre que permaneciera fiel al espíritu del cómic y que funcionara. De modo más concreto, Benjamin y yo nos sentábamos uno al lado del otro para poder discutir una idea y decidir rápidamente si funcionaba o no. Es más, Benjamín también aportó nuevas ideas a lo largo de la producción para ayudarnos en la realización. El principal consejo que me dio fue que me concentrara primero y por encima de todo en la narración, y después pensara en las maneras de abordar los problemas técnicos y las restricciones presupuestarias. Como animador y director de animación, soy responsable de la gestión logística y presupuestaria, pero es cierto que en ocasiones ello puede devenir mi principal preocupación un tanto excesivamente. Su consejo era, por tanto, sabio.


P: ¿Cómo trabajó con Benjamin durante la producción de las dos historias que usted dirigió?

R: Preparaba con mucha concreción los storybords basados en el guión antes de realizar Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas. Y coordinaba la dirección de animación de las tres historias de la película. Benjamin y yo trabajamos codo a codo en cada estadio del film: planeábamos los planos, el montaje, el registro de voces, la mezcla de sonido, y a través de todo el proceso fue sencillo pedirle consejo cuando quiera que tuviera una duda. En tal caso, me dirigía a alguien que no era tan sólo el autor del cómic original sino que también era un animador profesional que aprecio. Su punto de vista y su consejo eran siempre valiosos. Estamos acostumbrados a colaborar, así que también él me pedía mi opinión. Todo esto acontecía de un modo calmo y artístico, siempre avanzando juntos.


P: En comparación con el cómic, cuáles son los elementos nuevos que usted ha añadido a las historias Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas?

R: Principalmente, los chistes, los gags infantiles y adultos que se transmiten a través de la animación y también del diálogo por medio de la interpretación de actores. Los añadí porque sencillamente me hacían reír. Esa es quizá una pequeña diferencia entre Benjamin y yo en lo tocante a la narración: él quiere llegar a todo el mundo al mismo tiempo, a todas las generaciones a la vez, mientras que yo de tanto en tanto prefiero dirigirme un poco más a los jóvenes, con todo y que esos chistes también funcionen para niños. Por ejemplo, para resaltar la traición del pato tras haber contribuido a estrellar un árbol en la cabaña, me remití a una escena del film de Claude Lelouch, La aventura es la aventura, en la que Lino Ventura da una lección de política a sus colegas. Me inspiré por ciertos giros de frase que me parecen deliciosamente evocativos de la mala fe. Pero generalmente, nos asegurábamos de que el público pudiera divertirse resiguiendo las aventuras de la historia sin importar la edad. Habíamos de tener ese respeto al público que respondía a nuestra invitación y que venía a ver esta película en las salas de cine, su confianza en nosotros. Teníamos que divertirlos con gags cuidadosamente elaborados, y mantener su atención conservando buen ritmo de principio a fin. Estoy orgulloso del trabajo conseguido. Sé que puedo aconsejar la película con sinceridad a la gente, y decirles “Ve, ya verás, te lo pasarás bien de verdad.”


Entrevista con Didier Brunner (productor)

P: El malvado zorro feroz es el primer largo producido por Folivari...

R: Nuestro sello se fundó hará seis meses, después de que dejara el sello de animación Les Armateurs. En aquel momento, dado que todavía estaba en estrecho contacto con Benjamin Renner, con quien desarrollé una relación entrañable, me envió el cómic, que se hallaba en proceso de confección para el editor Delcourt. Me pareció tan divertido que inmediatamente llamé a Benjamin con la sugerencia de convertirlo en una película. Dado que Benjamin estaba acabando cuatro años de trabajo en Ernest y Célestine, no le apetecía sumergirse en otro proyecto cinematográfico de larga confección. Tras discutirlo, decidimos producir un programa de veinte a veinticinco minutos que no le demandara más de un año, tiempo suficiente para que él adaptara su cómic y para que nosotros juntáramos un equipo. Él se agarró absolutamente a la idea de que todo el trabajo artístico se hiciera en un único estudio en París. Así que creamos ese estudio y comenzamos la preparación para El gran zorro malvado con la esperanza de añadir otras historias al proyecto. Hablé de ello a Benjamin, quien me dijo que había escrito dos nuevas historias que acontecían en el mismo universo: Un bebé que entregar, un cómic para niños, y Las Navidades perfectas, que escribió durante la preproducción de Ernest y Célestine. A medida que el proyecto crecía y Benjamin proponía trabajar de nuevo con Patrick Imbert –su jefe de animación en Ernest y Célestine–, planteé que éste se incorporara como codirector y director de animación. Así es como Benjamin acabó dirigiendo las historias de El gran zorro malvado, en tanto Patrick Imbert hacía lo propio con Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas. Este método de trabajo permitió a Benjamin afrontar otros proyectos en paralelo, en particular desarrollar nuevos cómics para niños. Tras comenzar la producción, supimos pronto, a medida que aquellas divertidas imágenes y gráficos tan originales comenzaron a llegar, que aquella adaptación cinemática del cómic funcionaría hermosamente. La animación es extremadamente expresiva y dinámica, y el guión de Benjamin y Jean Regnaud resulta muy efectivo. Entonces, Benjamin y Jean diseñaron la introducción de la película, conectaron las historias, y dieron con el título, El malvado zorro feroz. Presentamos al público tres fábulas con temas universales, y todo el mundo (niños y adultos por igual) disfrutarán las travesuras de todos esos animales distintos hechos personajes. Todo se debe al talento de Benjamin en tanto cineasta, guionista y director, y a la valiosa colaboración de Jean Regnaud y de Patrick Imbert. Narrativa y gráficamente, han logrado crear todo un nuevo y maravilloso universo cinemático que descubrir. Se trata de un enfoque artístico contrapuesto a las renderizaciones en 3D y a las técnicas ultrarrealistas que vemos rutinariamente en las animaciones blockbuster de los estudios americanos. Esta es una animación dibujada a mano con un estilo limpio que se añade a la espontaneidad, el humor, y la expresividad de los personajes. Desde los primeros cinco minutos, el público se verá inmerso en la visión de la película y arrastrado por la sensación visual y los temas de las historias. Es evidente que la substancia y la forma encajan aquí perfectamente.


P: El público que cayó seducido por la calidad de la adaptación que hizo posible el arte de Benjamin en Ernest y Célestine (creado por Gabrielle Vincent), percibirá ahora que El malvado zorro feroz ha sido también trasladado a animación con gran éxito. Parece como si naciera a la vida con naturalidad, lo que necesariamente demandaba un gran acopio de trabajo y desarrollo...

R: El cómic es minimalista en lo que atañe a lo artístico, pero aún necesitaba repensarse y adaptarse al proceso de animación. Cuando se dibuja un cómic, puede que uses más trazos y pinceladas de los que se pueden aplicar en una animación. Benjamin tuvo que simplificar sus dibujos un tanto, pero es un excelente animador que compensa por ello con expresiones y movimientos de los personajes. Tan pronto como empiezan a moverse, él les da una presencia, un carisma que sólo un gran animador es capaz de infundir en sus creaciones. Esto ocurre porque Benjamin es a un tiempo un actor interpretando todos los papeles de la película y el director de esos personajes. Posee un instinto remarcable para la comedia y para la dirección de actores que se revela en el modo en que ensambla las cosas. No sólo anima con brillantez, también trabaja con los actores de voz con remarcable destreza.


P: ¿Fue largo el proceso de adaptar el arte del cómic a animación?

R: No, porque Benjamin tenía todos los aspectos de sus personajes en su lápiz. Y porque dibuja con tanta naturalidad como respira. Para que el proyecto triunfara, necesitaba reunirse con personas que fueran compañeros conocidos. Parcialmente, reconstituimos el equipo de Ernest y Célestine; recuperamos los mejores animadores. Gracias a esa confluencia, a la rigurosa preparación de Benjamín, a la supervisión de animación de Patrick Imbert, y porque las ilustraciones eran más simples, lográbamos producir tres segundos y medio por día de animación de alta calidad, lo que es un resultado excelente. Me apasiona la animación dibujada a mano en 2D; creo que vemos algo profundamente cálido y humano en los personajes que cobran vida con tres pinceladas y trazos. Nos retrotrae a las esencias de esta forma de expresión artística.


P: ¿El guionista Jean Regnaud había trabajado en el pasado con Benjamin?

R: No. Debería especificar que Benjamin escribió él mismo la adaptación de la historia El gran zorro malvado; Jean contribuyó principalmente en las otras dos historias. Tenían que revisarse porque esas historias tienen mucho de la dinámica de Tex Avery, en la lógica de los dibujos animados. Así que Jean ayudó a Benjamin en este trabajo, y Patrick Imbert, como director de los otros dos episodios, colaboró en la escritura y en la condensación, particularmente en Un bebé que entregar. Inicialmente, Un bebé que entregar y Las Navidades perfectas se narraban en casi doscientas páginas de cómic. La narración era muy densa, tenía que reducirse, reestructurarse y reinventarse para ir a lo esencial. Al principio, Un bebé que entregar era una serie de divertidos sketches cortos sin auténtico rigor dramático: los chistes se añadieron uno tras otro para contar la historia. El trabajo de adaptación consistió en transformar eso en una auténtica fábula que cuente cómo la mejor de las intenciones puede llevar a la catástrofe si no se meditan las propias acciones. Entonces, necesitábamos dar con un chiste, con una pirueta narrativa para Las Navidades perfectas porque no podíamos decirles a los niños que Santa Claus no existe. Y creo que la solución que hallaron Benjamin y Jean es a un tiempo divertida y sorprendente.


P: ¿Puede hablarme del trabajo del compositor Robert Marcel Lepage?

R: Con mucho gusto. Benjamin llevaba tiempo queriendo trabajar con él. Yo ya había colaborado con Robert Marcel Lepage en Allez Raconte!, dirigida por Jean-Christophe Roger. Benjamin no quería música de dibujos animados que remarcara cada gesto, cada gag. Quería una banda sonora que complementara las imágenes y los sentimientos, aportara un brío gracioso, y reforzara tanto las situaciones cómicas como los momentos emotivos. Cada personaje principal tiene su propio tema musical que aparece regularmente, arreglado según cada nueva situación.


P: Para resumir, ¿cómo describiría El malvado zorro feroz?

R: Yo diría que esta película es a un tiempo una serie de pequeñas fábulas substanciales, que revelan cosas interesantes al público a través de la comedia, y una dulce fantasía que se deglute alegremente: el estilo del dibujo es extremadamente expresivo, las interpretaciones de voz de los actores y la música centellean...


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