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Cortar (Las 1001 novias) cartel reducidoCortar (Las 1001 novias)Dirigida por Fernando Merinero
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La película ganó el Premio a la Mejor Película Documental en Dada Saheb Film Festival (Delhi, India), además de haber competido en diversos festivales internacionales, como en el Marbella International Film Festival, el Mediterranean Film Festival de Siracusa, Sicilia (Italia). Participa en el MUCES (Muestra Cine Europeo de Segovia).

Cortar (Las 1001 novias) se presenta como un agridulce selfie cinematográfico, donde el propio director de la película, Fernando Merinero, es el protagonista de su propia catarsis sentimental, intentando cauterizar las heridas de un amor frustrado y doloroso, con humor, con poesía, con cine, y con una nueva ilusión romántica.

Cortar (Las 1001 novias) es un falso documental que se alimenta tanto de la realidad como de la mentira, una película confesional cuyo corazón late en la propia memoria de sus creadores, una obra que vive del amor y del deseo.

Cortar (Las 1001 novias), tercera película de la Trilogía Las 1001 novias. Las tres "forman el tríptico son la quinta esencia de lo que Merinero denomina "películas vivas", esas en las que el director va construyendo la historia según se rueda, de forma causal, pues fluyen con la vida de sus creadores, esas donde la frontera entre lo ficticio ylo real se desvanece, esas donde vida y obra se funden enun mismo cuerpo".

Es una producción de Vendaval Producciones, sin la participación de ninguna televisión ni subvenciones públicas.


Palabras del autor
En el caso de CORTAR, la fuente de inspiración era mi relación de amor con Magaly Santana, la actriz cubana que protagonizó mi primera película, "Los hijos del viento" de 1995. En el festival de Cannes, donde ella no pudoacudir, la crítica calificó su personaje como "una empresa de destrucción, fuertemente erotizada". Veinte años después y viviendo Magaly de nuevo en Las Palmas de Gran Canaria, quería filmar nuestro reencuentro, ver qué pasaba, qué emociones o sentimientos salían a la luz, tanto por mi parte como por la suya. Mi objetivo como cineasta era reproducir en la pantalla las emociones de amor, desesperanza ymiedo que me hicieron vivir aquella despiadada historia de amor... El hecho de contar para ello con dos actrices ajenas aaquel conflicto sentimental, ejerciendo ante la cámara un extraño papel, como de mediadoras entre Magaly y yo, quizás interesadas, puede que también como jueces, o como sacerdotisas del amor, introdujo en mi objetivo una variante de ficción, de metalenguaje cinematográfico, ese que, junto al choque de la realidad, destruyendo los atisbos de evocación idealizada, me llevaron en última instancia a CORTAR con ese amor pasado, sin aviso previo, y aCORTAR,explícita eimpulsivamente, con mi vicio personal de exhibir intimidades del alma ante la cámara. El experimento podría servirme de terapia, de psicoanálisis, de divertimento, de dolor, lo mismo incluso de venganza, quién sabe; ni yo mismo lo sabía, hurgando en contiendas sentimentales, barridas quizás por el viento del olvido y del tiempo, siempre inexorable... Tenía unavisión poética, quizás idealizada, de nuestro amor, seguramente alimentada por la visión de unas imágenes antiguas, en blanco y negro, domésticas, muy íntimas y privadas, de cuando mi alma estaba llena de amor hacia ella, de aquel tiempo cuando ella lo era todo para mí, tan efímero como violentamente triste... Imágenes cargadas de recuerdos dolorosos, que fueronel detonante endefinitiva de esta trilogía. Denuevo,como en todaslaspelículasdel tríptico "las 1001 novias", siento que he manipulado emociones ajenas, pero también propias, sin saber muy bien con qué objeto, cuál era el propósito, y probablemente me moriré sin descubrirlo. En CORTAR se cierra el círculo, y esa constante de confusión de identidades como juego para el espectador, presente en gran medida en CAPTURAR y en menor medida en ALUMBRAR, se traslada en CORTAR desde el patio de butacas a la pantalla, pues sentirán esa confusión las actrices enlugardelpúblico. Aquí está el último selfie, la última bala de una recámara que anhela cargarse de nuevocon otras pólvoras, menos suicidas.

Fernando Merinero