Chris (Desmond Harrington) tiene una entrevista de trabajo en Raleigh al cabo de tres horas y parece que va a llegar a tiempo gracias a su Mustang convertible clásico remodelado... hasta que un accidente producido en la autopista varios kilómetros más adelante convierte el viaje de tres horas de Chris en una espera de seis horas.
Resuelto a cumplir con su importante cita, Chris da media vuelta en dirección a la autopista de West Virginia. Cuando la gasolina está a punto de agotarse, descubre una carretera de tierra que al parecer desemboca a la autopista unos 30 kilómetros más adelante. Aunque es una carretera poco frecuentada, para Chris supone una solución rápida para saltarse el atasco en la autopista.
A poca distancia, Jessie (Eliza Dushku), sus amiga Carly (Emmanuelle Chriqui) el novio de ésta, Scott (Jeremy Sisto), Evan (Kevin Zegers), y su novia Francine (Lindy Booth), están parados en medio de la carretera, tratando de encontrar una forma de proseguir su viaje después de que un pinchazo les dejara tirados en lo más profundo del bosque.
Chris avanza por la polvorienta y tortuosa carretera secundaria bajo el verde manto formado por las ramas de los árboles que proyectan inquietantes sombras a la luz de un crepúsculo que no parece presagiar nada bueno. Al tomar una curva pierde el control del coche y, cuando distingue el Range Rover inmovilizado frente a él ya es demasiado tarde para frenar o virar, las ruedas traseras no responden y el Mustang embiste por detrás al todo terreno, cuyos ocupantes tienen que apartarse bruscamente.
Por suerte, nadie resulta gravemente herido por el choque. En cualquier caso, el orgullo de los afectados es el que se ha llevado la peor parte, y el ambiente se caldea. Chris se disculpa y Jessie actúa de apaciguadora al descubrir un alambre de púas interceptando la carretera. Por lo visto, los pinchazos se deben a algún tipo de broma.
Los jóvenes deciden organizarse para ir en busca de un teléfono. Evan y Francine se quedan con los coches mientras los otros cuatro siguen carretera adelante. La teoría del bromista pierde fuerza cuando el cuarteto se adentra en el bosque y descubre una cabaña llena de turbadoras armas de caza y horribles trofeos.
Ahora ya no les cabe ninguna duda de que aquél, o aquello, que habita en la cabaña es quien ha tendido la trampa con el alambre cable de púas. Lo que no saben es que Evan y Francine ya han sido asesinados y despedazados sin piedad por tres grotescos montañeses. Amenazados por un destino incierto y posiblemente espantoso a manos de estos hombres, hay algo de lo que los cuatro jóvenes están seguros: nunca más volverán a salir de excursión.