"La gran mentira" está dirigida por Bill Condon, el guionista de "Dioses y monstruos" ganador de un Oscar, a partir de un guión de Jeffrey Hatcher ("Mr. Holmes"), basado en la popular novela de Nicholas Searle. El reparto principal también incluye a Russell Tovey ("The History Boys", "Quantico") y Jim Carter ("Downton Abbey").
Greg Yolen y Bill Condon son los productores de la película. Richard Brener, Andrea Johnston, Aaron L. Gilbert, Jason Cloth, Anjay Nagpal, Jack Morrissey, y Nick O’Hagan son los productores ejecutivos.
El equipo creativo incluye al director de fotografía Tobias Schliessler ("La Bella y la Bestia", "Mr. Holmes"), al diseñador de producción John Stevenson ("Burton & Taylor"), a la montadora Virginia Katz ("La Bella y la Bestia", "Dreamgirls") y al diseñador de vestuario Keith Madden ("Patrick Melrose", "Mr. Holmes"). La música está compuesta por Carter Burwell, nominado al Oscar en dos ocasiones ("Tres anuncios en las afueras", "Carol").
New Line Cinema presenta "La Gran Mentira", una película de Bill Condon, en asociación con BRON Creative, una producción de 1000 Eyes.
Sobre la producción
"La Gran Mentira es un sugestivo análisis del lado oscuro de la naturaleza humana al que no le faltan pinceladas de humor macabro", afirma el director y productor Bill Condon al hablar de esta apasionante historia donde casi nada es lo que parece ser. "Es una película de suspense al estilo de Hitchcock, que mezcla elementos de misterio, crimen y drama humano. Y en el centro nos encontramos con dos personajes maravillosamente complejos interpretados por dos de los mejores actores de todos los tiempos que mantienen magistralmente el suspense hasta el mismísimo final. Todo es perversamente divertido".
Además, y como sabe que a la gente le gusta sentirse desconcertada en una historia como esta, Condon añade: "Lo que más me interesar es ver cómo el público intenta unir las piezas de este intrincado rompecabezas, con sus innumerables giros y rodeos. No sólo les sorprenderán los giros, también los motivos y los profundos abismos, de dónde vienen y por qué".
Helen Mirren encarna a Betty, que acepta un primer encuentro entre su personaje y el elegante Roy que interpreta Ian McKellen. "Quieres personajes que tengan sustancia y complejidad", dice Mirren. "Pero Betty es adorable. No es ni desagradable ni dura. Al igual que le ocurre a mucha gente, siente que falta algo en su vida. Está buscando compañía, alguien con quien salir a cenar o al teatro, y entonces llega Roy, un hombre divertido y atractivo que podría ser lo que está buscando".
De hecho, enseguida vemos que tienen mucho en común: ambos buscan algo especial y deciden arriesgar y darse una oportunidad. "La Gran Mentira" no solo se adentra en el arte del engaño, sino también en el de las relaciones. Es un reconocimiento tácito y algo cínico de que el éxito de una relación suele depender de que los involucrados tengan la misma actitud.
Ian McKellen colabora por cuarta vez con Condon y afirma: "Los rompecabezas y las complicaciones hacen que la historia sea muy entretenida. Lo primero que analizo en un guion es si puede convertirse en una película que me gustaría ver; además me gustan las historias en las que no sabes lo que va a suceder. Hay momentos en los que te quedas sin aliento porque ocurre algo que no habías previsto en absoluto".
Para mantener ese suspense, McKellen evita escrupulosamente describir los acontecimientos con demasiado detalle. Lo explica así: "Digamos que son dos personas bastante interesantes que tienen una cita", antes de sugerir con cierta malicia que... "sus objetivos no se parecen mucho".
Una cosa está clara: cuando se conocen, Roy estudia a Betty con total frialdad. Debajo de sus modales impecables y del brillo de sus ojos azules hay un plan descarado para cortejarla, para explotar sus vulnerabilidades... y darse a la fuga con todo su dinero. Cree que es pan comido. Betty tiene una buena posición, pero se siente perdida desde la muerte de su marido. Aun así, es una mujer cariñosa, compasiva que está deseando abrirse a los demás.
Pero, a pesar de que Roy confía en sus habilidades y en el papel que va a interpretar, es muy posible que esta mujer no sea lo que él cree. Es cierto que toda su vida es una sarta de mentiras... pero ¿quién dice que Betty no es algo más de lo que aparenta? Podría esconder sus secretos propios.
Por un lado, parece que Betty ha suscrito un seguro de vida a nombre de su nieto Stephen, que espera en un coche para llevarla a casa si la cita no sale bien. "Es solo por precaución", explica Betty. Y el chico se preocupa de verdad por ella. Roy se muestra comprensivo aunque está claro que este joven protector le estorba bastante.
Stephen Tovey está interpretado por Russell Tovey, al que se incorporan Jim Carter como Vincent, el viejo compañero de andanzas de Roy.
Es cierto que los detalles de la vida personal de Roy despiertan las sospechas de Stephen pero la bondadosa Betty no le hace caso. ¿Roy desaparece toda la tarde? ¿Va a ver a un amigo en el hospital? Betty no hace preguntas. "Su vida está repleta de misterio y muchos de sus conocidos no son trigo limpio, así que siempre sobrevuela la sensación de que algo oscuro está sucediendo", observa Mirren.
Aunque eso no menoscabe el interés de Betty por su nuevo pretendiente, lo que no sabe de Roy es algo que siempre está presente. Añade cierta incertidumbre a todo y también una sensación de peligro porque Betty podría verse atrapada en el fuego cruzado de los chanchullos de Roy.
La verdad es que para un hombre que vive de su ingenio y que no puede resistirse a una buena descarga de adrenalina, ni a su desmedido ego, desplumar a mujeres ricas sólo es uno de los negocios de Roy. De hecho, suele llevar más de un asunto entre manos.
"En cierto sentido, la historia nos cuenta la fascinante patología de un estafador profesional", señala Condon. Pero, aunque la novela de Nicholas Searle en la que se basa la película se centra más en la trayectoria de Roy, Condon comprendió instintivamente que era un mano a mano entre Betty y Roy, o entre Helen e Ian, donde, añade: "el personaje femenino y su punto de vista tienen el mismo peso. Comienza y termina con esta relación que se desarrolla entre los dos".
"Desde el principio, nos quedó claro que queríamos un buen duelo", coincide el productor Greg Yolen. "Gran parte del atractivo de esta película es la posibilidad de ver a estos titanes trabajando juntos, aportando matices y estilo a sus papeles. Es un emparejamiento fabuloso que ha tardado muchísimo en llegar".
Fue Yolen el que descubrió la novela y se la dio a conocer a Condon, su colega en el cine desde hace más de una década, cuando éste último embarcaba en un vuelo transatlántico. "Cuando Bill aterrizó seis horas después, yo recibía un correo electrónico en mi bandeja de entrada", cuenta Yolen. "Decía: "¡Esto es una película!" Creo que el extraordinario talento de Bill como director reside en su capacidad para profundizar en personajes e historias complejas que plantean muchas preguntas, y para crear una obra sofisticada que también es muy entretenida. "La Gran Mentira" es un misterio emocional a varios niveles que va revelando poco a poco nuevos ángulos".
Condon y Yolen contrataron al aclamado guionista Jeffrey Hatcher, con quien habían colaborado con tanto éxito en "Mr. Holmes" para adaptar el libro y convertirlo en un guion. Hatcher recuerda: "De vez en cuando me topo con algo y me digo: "Esto merece la pena". Y este era uno de esos casos. En medio de la historia hay una estafa, en medio de la estafa aparece una historia de amor, y en medio de eso hay algo más. Es como las muñecas rusas: cada vez que desenroscas una, sale otra".
Adaptar la historia de Searle para la gran pantalla significaba trasladar gran parte de la acción a nuestros días donde la tecnología juega un papel imprescindible y donde el pasado sigue siendo una sombra oscura. "El libro cuenta cosas que han sucedido antes y el suspense surge cuando los personajes descubren lo que el lector ya sabe", explica Hatcher. Y añade: "Por el contrario, la película adopta un enfoque más objetivo, permitiendo al público adoptar el punto de vista primero de un personaje y después del otro".
A Searle le gustó mucho la idea y declaró: "Me encantó el guion; Jeffrey ha hecho un gran trabajo. Es diferente, pero está muy cerca del espíritu del libro y estoy absolutamente de acuerdo con su idea. Bill fue una elección fantástica para dirigir la película. Tiene una gran sensibilidad para los personajes. Ha hecho un abanico muy variado de películas y todas ellas son muy humanas. Me gusta su forma de centrarse en los individuos así como en una perspectiva más amplia de la historia".
A medida que Betty y Roy pasan más tiempo juntos, "La Gran Mentira" nos lleva del terreno de Roy en las bulliciosas calles de Londres hasta el plácido hogar de Betty en las afueras... la plácida casa suburbana de Betty... pero no tan lejos de sus corazones y sus mentes. Para el observador casual, son una típica pareja que disfruta de la compañía del otro: Betty sonríe y se siente revivir y Roy, con aplomo carismático, cuenta sus historias y se deleita con la emoción que le procura la persecución.
"Todos sabemos que las malas personas también pueden ser encantadoras e ingeniosas hasta el punto de que el público llega a identificarse con ellas", sugiere Condon. "Es interesante intentar hacerlos cómplices, distraerlos con esas cualidades y que dejen de fijarse en lo que hay debajo".
Pero lo cierto es que "La Gran Mentira" trata de lo que hay debajo.
Reparto y personajes
Después de haber visto cómo Mirren y McKellen compiten en ingenio en el escenario de Broadway hace años en "La danza de la muerte" de Strindberg, Condon afirma: "Sabía que eran grandes contendientes". Pero lo que le sorprendió y le encantó una vez que empezó el rodaje de "La Gran Mentira" fue la forma muy diferente en la que abordaron su trabajo, un contraste de estilos que se parecía bastante al de los personajes que representan.
Lo explica así: "En el caso de Helen, creo que se trata más de la inmediatez de la experiencia y de cómo todo cobra vida en el momento, mientras que con Ian, todo reside en los ensayos y los debates y de examinar el guion desde todos los ángulos al igual que la escenografía, el vestuario y el atrezzo. Fue fascinante asistir a su interacción. En cierto momento, primero uno y después el otro me llevaron aparte para contarme lo asombrados que estaban el uno del otro y para maravillarse de la técnica del otro, que era tan diferente de la suya, como si fueran dos formas de ver el mundo".
Teniendo en cuenta su currículum teatral, los actores también apreciaron el enfoque de Condon. "Creo que una de las razones por las que nos llevamos tan bien de inmediato fue porque ambos amamos el teatro", afirma McKellen.
Mirren añade: "Bill conoce el teatro y eso se nota en su trabajo cinematográfico. Tiene un sentido práctico y directo, una forma de llegar rápidamente a lo importante. Y su experiencia como guionista también fue una gran ventaja a la hora de perfeccionar el diálogo en una escena; comprende qué hay que cortar o qué falta".
Al comparar la forma en que el público obtiene información sobre los dos protagonistas, Condon continúa diciendo: "Desde el principio, Roy es al que más conocemos en lo que se refiere a su vida y a sus actividades, mientras que Betty es más secreta. La vemos sobre todo desde el punto de vista de Roy, lo que hace que la interpretación de Helen sea aún más complicada porque debajo de esa idea de "mirlo blanco", persona hogareña o viuda solitaria hay algo más.
Mirren afirma: "A primera vista es una buena persona. Es inteligente, pero destila inocencia y cierta decencia. Además es directa, algo que me gusta".
Pero la inteligencia puede ser una mercancía subjetiva. Es posible tener una gran preparación en un área de especialización como el arte, la historia o la literatura, pero no saber casi nada de finanzas e inversiones porque es posible que el cónyuge se encargase de ese tipo de cosas. En lo que respecta a Betty, Roy cuenta con esa falta de conocimientos tan habitual. Como afirma Condon: "Es con lo que cuentan todos los estafadores".
Por lo tanto, Condon dice que la interpretación de Mirren "debía ser algo menos sofisticada en ciertos aspectos. No quieres una persona que parezca demasiado ingenua. Betty es lista, eso no se puede negar. Helen solo tiene que bajar un par de tonos y sabe ejecutar con maestría ese tipo de sutileza. Es la parte delicada de la película. No queremos dar a entender que no sabemos que Betty oculta algo. Es muy posible que el público lo perciba, pero no se imagina qué es, o por qué, o cómo planea usarlo".
Por el contrario, conocemos inmediatamente muchos de los planes y los negocios de Roy, sin olvidar su enorme determinación para obtener lo que quiere. Y, sin embargo, muchas cosas sobre él siguen siendo desconocidas y McKellen se burla de ellas al reconocer: "Si hablo de Roy, podría estar diciendo algo que Roy no querría que contara. Que es un estafador resulta obvio, pero quién es en realidad, de dónde viene y cuáles son sus motivaciones, son parte de la diversión de ver cómo evoluciona la historia. Su bigote es real; eso lo puedo confirmar sin meterme en líos".
Ese sentido del humor mordaz, junto con otros talentos de McKellen, lo que Condon ha llegado a contar en sus actuaciones. "Ian es uno de los actores shakespearianos más importantes del mundo", dice, "con una galería de villanos cinematográficos en su haber, pero creo que fue 'El señor de los anillos' y ese maravilloso y mágico brillo que aportó a Gandalf lo que le valió una nueva legión de fans en todo el mundo. Y aporta todos esos elementos a Roy".
A medida que pasan las semanas, Betty y Roy se van acercando, hasta que un accidente bastante oportuno hace que su relación se precipite. Roy sufre una pequeña caída y se lastima el tobillo. No puede subir las escaleras del tercer piso de su apartamento sin ascensor así que Betty le ofrece su habitación libre hasta que pueda volver a caminar.
Es un impulso generoso que molesta muchísimo a su nieto Stephen, un estudiante de doctorado bien intencionado pero testarudo que interpreta Russell Tovey. Ha intentado en vano convencerla para que vaya despacio, al menos hasta que él pueda comprobar los antecedentes de Roy.
"A Stephen le gusta presionar y no tiene miedo de ser agresivo o beligerante", dice Tovey. "Se preocupa por Betty y ha asumido ese papel protector, pero es muy posible que lo lleve demasiado lejos. Tiene muchas dudas sobre la llegada de este hombre a su vida y se siente frustrado porque Betty y Roy se hayan acercado tanto y tan rápidamente. Le resulta muy difícil controlar sus emociones y se convierte en un incordio para Roy".
Así que la relación de Stephen con Betty se vuelve cada vez más tensa ya que, por encima de todo, Betty valora su independencia: su hogar, su vida, sus decisiones.
Citando la destacada actuación de Tovey en "The History Boys" y su papel protagonista en la reciente producción teatral de Londres de "Ángeles en América", Condon dice: "Es un actor con el que siempre he querido trabajar. El papel de Stephen hubiera podido tomar un cariz diferente. Hubiera podido ser un tipo más convencional, tenso, académico y un poco mojigato. Me gustó mucho que Russell le diera un tono diferente".
Aunque la opinión que Stephen tiene de Roy no es muy halagüeña, a Tovey le entusiasmó la idea de reunirse con McKellen, con quien trabajó en el corto de 2011 "Lady Grey London". "Ian es genial", dice. "No tiene nada de su edad; Es un colega. Me encantaba salir con él. Y Helen es una delicia. En una ocasión, me di cuenta de que estaba de pie junto a Gandalf y la Reina Isabel. Son actores muy respetados y con carreras increíbles pero al mismo tiempo son amables y con los pies en el suelo. Cuando hacen escenas juntos, verlos es una experiencia absolutamente gratificante".
Para intentar velar por los intereses de Betty hasta donde ella le permite, Roy tiene un socio: un hombre al que llama Vincent, interpretado por Jim Carter. Pero lo que le une a Vincent no es el afecto. Él y Roy son compañeros de toda la vida en el negocio del fraude, durante el cual, Vincent ha interpretado una gran variedad de papeles secundarios en las estafas que Roy se ha inventado. Cuando el público lo ve por primera vez, se está haciendo pasar por un instalador de cables para una transacción bancaria internacional diseñada para estafar a algunos gánsters rusos volátiles. Más tarde, Vincent aparece como un serio planificador financiero que Roy le presenta a Betty para asegurar sus ahorros en una cuenta de alto rendimiento y bajo riesgo que puede parecer a muchos demasiado buena para ser verdad.
"No sabemos cómo se conocieron, pero está claro que llevan mucho tiempo haciendo esto porque funcionan muy bien como equipo", dice Carter. "Su rutina está muy bien engrasada ya que llevan muchos años engañando a la gente; es su profesión. Son dos tipos que buscan ganar dinero rápido y en la historia llegamos a saber que éste podría ser su último gran golpe".
"Trabajar de nuevo con McKellen desde "Ricardo III" a mediados de los 90, fue muy divertido", reconoce Carter. "Nos llevamos maravillosamente bien y es muy generoso a la hora de actuar. Es un verdadero placer".
Tienen una relación fácil y cómplice que los actores replicaron a la perfección en la pantalla. Condon recuerda: "Crees que hay muchos actores de cierta edad en Inglaterra que serían perfectos para el papel, pero luego, cuando profundizas en las cualidades, la dinámica y las escenas que interpreta el personaje, la lista se reduce mucho y la encabeza Jim Carter. No hay muchas relaciones emocionales entre las personas que conforman esta historia, pero está claro que el escaso afecto que hay en la vida de Roy proviene de Vincent".
Localizaciones en Inglaterra
Después de terminar de rodar una película en Londres, tras "Mr. Holmes" y "La Bella y la Bestia" en 2017, el neoyorquino Condon recibió esta propuesta, que algunos podrían calificar de difícil, con enorme respeto y entusiasmo.
"En cuanto lo cuentas, todos te dan una charla sobre lo absolutamente imposible que es rodar en Londres, una ciudad tan saturada y tan activa donde no puedes parar el tráfico... y es cierto", dice riéndose. "Pero a Greg y a mí nos encanta rodar en Londres; es espectacular. Sobre todo para un proyecto como este en el que se construye muy poco. Es una historia para la que puedes escoger localizaciones extraordinarias, todo en un solo lugar".
Los emplazamientos físicos de la película incluyen un bloque de apartamentos en Belsize Park que alberga el piso de soltero de Roy con sus clásicos techos abovedados; la librería Hatchards en el famoso distrito comercial de Piccadilly; los grandes almacenes Fortnum & Mason; y el famoso Lock & Co. Hatters en St. James Street, donde Betty ayuda a Roy a buscar una nueva chistera.
Su breve salida de compras por la ciudad exigió algunas maniobras creativas, tal y como lo describe Greg Yolen: "Rodar en medio de Piccadilly es un desafío logístico. No pudimos cerrar la calle así que el equipo técnico tenía que ser muy reducido. Debíamos asegurarnos de que todos pasaran casi desapercibidos para no interrumpir el paso de los peatones. La clave era descubrir la forma de hacerlo rápidamente".
Sus esfuerzos valieron la pena, ya que la escena terminada transmite maravillosamente bien la energía y el estilo de esa famosa plaza, combinada con el tono alegre de una nueva pareja. Pero había más obstáculos. Sobre todo en una escena ambientada en la estación de Charing Cross del metro londinense que el equipo rodó in situ en su totalidad. Implicaba la colaboración de múltiples departamentos, así como de la autoridad local de la TfL (Transport for London), que suele ser cautelosa a la hora de autorizar que se rueden escenas que involucran cualquier tipo de violencia perpetrada en sus vías y rara vez permiten que equipos de rodaje filmen ese tipo de imágenes. Pero hicieron una excepción para "La Gran Mentira".
"Es sin lugar a duda la secuencia más complicada de la película", afirma Yolen. "Era necesario contar con una gran multitud, además de efectos visuales y elementos de acrobacias. No es nada fácil rodar en un andén de metro; fue muy complicado. Cada vez que queríamos hacer otra toma, teníamos que hacer retroceder al tren y esperar para filmarlo en el momento justo. Pero nuestro equipo hizo un trabajo fabuloso y conseguimos todo lo que necesitábamos".
En la escena, Roy se encuentra con un adversario tenaz en el borde del andén. Antes de que el hombre mucho más joven tenga idea de lo que está sucediendo, Roy lo desequilibra con un giro de muñeca y un pinchazo con su paraguas, tirándolo a las vías con un único y fluido movimiento, dejando bien patente su sangre fría y lo que es capaz de hacer para defender sus intereses. El supervisor de efectos visuales Glen Pratt lo explica: "La escena se realizó en las vías con un mango de alambre. Cronometramos el tren, al que filmamos cuando llegaba, desde una posición cerrada, para obtener un pase separado. Después, tuvimos que filmar a Ian y al especialista, con el especialista precipitándose a la vía y, una vez que obtuvimos lo que queríamos, combinamos las dos escenas en posproducción".
Aunque un especialista realizó la parte de la víctima en el momento crucial, el mismo McKellen interpretó la parte en la que Roy usa letalmente un paraguas.
Después, los realizadores se trasladaron a Leatherhead, Surrey, a las afueras de Londres, para encontrar la casa de un solo piso que representara el exterior de la tranquila casa de Betty. Los interiores de la casa se construyeron en un plató de los Estudios Shepperton.
El diseñador de producción John Stevenson dice: "Decidimos usar una paleta apagada para el aspecto general. Roy es un personaje que destila misterio, astucia e ingenio, así que su apartamento de soltero tiene una paleta aún más oscura y siniestra. Lo denominamos "whisky y cigarros" con paredes ocres, sofás de cuero, arte caro y antigüedades que sugieren un hombre con un gusto caro pero tradicional.
"Por el contrario", continúa diciendo Stevenson, "quisimos que la casa de Betty evocara un espacio más tradicionalmente femenino, con colores pastel y una sensación de calma engañosa. Es un mundo de 'fotogramas dentro de fotogramas' que permite una mayor sensación de profundidad en un espacio relativamente cerrado. Los pasillos largos, el posicionamiento cuidadoso de las puertas y los cristales esmerilados también contribuyeron a dar esa sensación de amenaza dentro del espacio y dieron a la cámara la libertad para moverse sin obstáculos".
"John hizo un trabajo maravilloso al crear una casa aparentemente anodina y sin personalidad en la que se desarrolla gran parte de la acción. Pero la dotó de muchas capas interesantes y de una atmósfera que te hace sentir incómodo", afirma Condon.
En ese sentido, la casa de Betty es un hilo más en un tapiz que sugiere muchas cosas, ya que "La Gran Mentira" utiliza sus pistas. Del mismo modo, la repentina violencia discordante de las incursiones de Roy en la ciudad se yuxtapone con los suaves y soñadores cuadros de una merienda en un salón de té y conversaciones en las que las palabras y miradas más simples pueden transmitir muchas cosas. O nada en absoluto.
La atmósfera enigmática y la paleta de color de la película también son obra del director de fotografía Tobias Schliessler y del diseñador de vestuario Keith Madden.
Aunque el director trabajó con la montadora Virginia Katz en la sala de montaje después de que acabara el rodaje, siguió sopesando él mismo los significados en cada fotograma. "Tengo que decir que esta película fue un placer de principio a fin, pero creo que mi parte favorita es el montaje", dice el director. "Descubrir la forma de distribuir los bits de información sobre la historia y los personajes fue muy complicado. De hecho, añadir o quitar una toma, una frase, lo cambiaba todo. Así que fue como estar dentro del crucigrama más grande del mundo. Y lo mismo ocurrió con la banda sonora, que es el elemento final que sirve para unir las piezas".
Condon colaboró con el compositor Carter Burwell y señala: "La música arranca en un tono romántico y europeo en la escena de apertura y después cambia. Carter es un maestro a la hora de sacar a la luz las emociones que existen bajo la superficie. Además, tiene una forma maravillosa de dejar pequeñas pistas musicales a lo largo de toda la película".
Yolen observa: "Se produce una especie de efecto residual cuando vuelves a ver las interpretaciones. Te das cuenta de cuántas cosas estaban ocurriendo al mismo tiempo. Hace que la película sea una experiencia muy rica. Espero que provoque muchas reacciones sorprendentes e interesantes".
En una historia sobre los secretos y las mentiras, Condon concluye: "lo mejor de ver una película como ésta es que nunca se sabe lo que va a pasar, o por qué razón. Y eso es fantástico".