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Las cosas que decimos, las cosas que hacemos cartel reducidoLas cosas que decimos, las cosas que hacemos(Les choses qu'on dit, les choses qu'on fait)
Dirigida por Emmanuel Mouret
¿Qué te parece la película?

Mouret ha hecho de las relaciones sentimentales el leitmotiv de su obra.

Seleccionada en Cannes, ganador del premio Lumière a la mejor película del año y nominada para 13 César, incluyendo película, director y 5 actores de su reparto.


Entrevista a Emmanuel Mouret

P: ¿Por qué este título?

R: Me trae a colación uno de los grandes placeres del cine, que consiste en confrontar a un personaje con sus propias palabras: ¿hará lo que dijo?, ¿Es realmente quien dice ser?. El suspense en el cine también se puede crear a través de la palabra hablada y sirve para que el espectador se divierta midiendo la brecha que media entre lo dicho por de un personaje y sus acciones. La psicología no me interesa mucho en el cine, porque busca sintetizar, explicar, reducir un personaje a una definición. La virtud del cine es observar el mundo en su complejidad y los personajes en sus contradicciones. Este título también debe leerse con una sonrisa en los labios, desde una tierna ironía. Me gustaría que esta película fuera una oda a nuestra inconstancia.

En un momento en el que se nos llama constante y duramente a ser coherentes y relacionar nuestras palabras con nuestros hechos, elijo ponerme del lado de la gentileza y la indulgencia en lugar de la acusación. Esta no es una posición ideológica, es mi temperamento, y debo admitir que me contradigo tan a menudo que no me atrevería a culpar a mis compañeros por ello. “No vamos, somos impulsados; como cosas que flotan ... fluctuamos entre varias inclinaciones; no queremos nada libremente, nada absoluta-mente, nada constantemente”, no quitaría ni una coma a estas palabras de Montaigne.

P: También cabe pensar en Diderot, a quien adaptaste en Mademoiselle de Joncquières (Lady J). ¿Qué conexión ves entre las dos películas?

R: Sí, también hay un alegre escepticismo en Diderot al que soy muy sensible. Se trata de observar el mundo en su diversidad y amarlo cómo tal, y no intentar extraer ninguna conclusión o simplemente reducirlo a un sistema. A nivel cinematográfico, se trata de casar los deseos, sentimientos, opiniones y contradicciones de cada uno de los personajes, y hacerlos amables y hermosos. Incluso si pudiéramos considerar que Madame de la Pommeraye es diabólica, no por eso es menos conmovedora.

En Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait no hay venganza como en Mademoiselle de Joncquières (Lady J), pero sí la venganza de una mujer abandonada, con una fuerza de espíritu extraordinaria y un gusto por la manipulación que puede recordar a Madame de La Pommeraye.

P: ¿Te refieres al personaje de Louise (Emilie Dequenne)?

R: Por supuesto, es un personaje fascinante que me sigue embrujando incluso después de hacer la película. Un personaje verdaderamente romántico, pero muy contemporáneo. Su gesto es tan hermoso y generoso como problemático e inquietante. Sigue siendo difícil de juzgar. Tiene garbo, puede parecer noble. Pero también es una venganza.

P: ¿Cómo elegiste a Emilie Dequenne?

R: Quería trabajar con ella desde hace tiempo. Pero fue más bien ella quien finalmente me eligió, de lo que estoy muy feliz. Su registro es absolutamente increíble y todo lo que interpreta parece estar tan profundamente arraigado en su carne que incluso su rostro, su voz se transforman drásticamente. Todo el equipo quedó asombrado por su metamorfosis.

P: Lo llamativo de tu película es que los personajes se niegan a enfrentarse. A ninguno de ellos le gusta el conflicto abierto y directo, excepto a Gaspard (Guillaume Gouix) y, quizás, a Sandra (Jenna Thiam), pero este parece ser su modelo de relación. Y como en la mayoría de tus películas, no hay “chico malo”, todos tus personajes tienen buenas intenciones. Este rechazo a la confrontación hace que las cosas sean aún más crueles.

R: Siempre he sentido que hay más drama y crueldad cuando los personajes son cuidadosos y cariñosos, que cuando se autocontrolan. El hombre es educado para tratar de mantener algo de control sobre la tiranía de sus impulsos, un control sin el que amenazaría el orden común y correría el riesgo de ser excluido o desacreditado. Me conmueve más un personaje que tiene que luchar contra sí mismo, contra la violencia de sus de-seos, que un personaje que no tiene límites. El verdadero drama es ser “civilizado” y tener que restringir los impulsos y los deseos.

A menudo se dice que una historia trata sobre alguien que tiene un deseo y que encuentra un obstáculo. Más bien, creo que para que haya una historia interesante, un personaje debe tener dos deseos irreconciliables. Ahí está el obstáculo. Y es por eso que algunas historias de amor se vuelven fascinantes, porque hay dos deseos que no se pueden conciliar, como en esta película, el deseo por el primo de tu pareja y el deseo de ser una buena persona.

P: ¿Eso equivaldría a decir que, en el cine, la violencia y la crueldad no necesitan de violencia física?

R: La violencia interna me parece mucho más intensa que la violencia evidente en las películas sentimentales, así como en las protagonizadas por criminales. Los momentos más trágicos serán aquellos en los que el héroe, aunque asesino de profesión, se verá enfrentado a un conflicto de deseos irreconciliables, en general familiares, amorosos, amistosos y el deber del grupo al que pertenece. Cuidar de otro es lo que hace que nuestra relación con el mundo sea tan hermosa como cruel y compleja.

P: La actuación de Camélia Jordana, como la de Vincent Macaigne, conjuga moderación e intensidad, rara vez los habíamos visto así. ¿Cómo fue el casting y la dirección de los actores?

R: Debo confesar que apenas conocía a Camélia y fue al ver una de sus audiciones para otra película cuando me conmovió. Desde nuestro primer encuentro, ella entendió todo con tanta rapidez que me asombré. Pude ver que su temperamento natural no era el del personaje y fue un inmenso placer verla actuar. Ella es la primera persona a la que le dije que sí y el resto de la distribución se hizo a su alrededor.

En cuanto a Vincent, nos conocíamos un poco y queríamos trabajar juntos. Al principio, lo encontré un poco joven para el papel, quería un hombre maduro y responsable, un hombre de familia anclado profesionalmente. La fantasía de Vincent también me asustó un poco. Pero me conquistó en la primera lectura, ¡su suavidad y sensibilidad me encantaron! Vincent estaba muy emocionado con la idea de envejecer y se lo tomó muy en serio, hasta el más mínimo detalle. Me encantan la sobriedad y la ternura que muestra en la película.

P: La actuación de Niels Schneider es asombrosa, parece un joven tímido, casi torpe y reservado; es muy conmovedor y está lejos de ser una belleza arrebatadora e imponente.

R: Fue una sorpresa para mí y no fue nada obvio. Al principio pensé que no era un papel para él, que era demasiado guapo, que tenía demasiada presencia y confianza. Pero solo hizo falta una lectura para descubrir la magnitud de sus habilidades como actor. Más tarde, confesó que ese papel se le quedó pegado y que esa timidez y reserva tienen más que ver con quien es en realidad.

P: ¿Cómo se produjo la construcción narrativa de la película? Es muy particular, sofisticada y barroca...

R: Quería un lienzo sentimental donde pudieran convivir historias ligeras y más serias y quería que todo llevara a un final que, en cierto sentido, las englobe a todas haciéndolas resonar. Una especie de pequeño concierto de resonancias. Quería una estructura en forma de embudo donde las diferentes historias se condensaran repentinamente en una.

P: ¿Te gustan las historias dentro de las historias?

R: Las amo. Cuando dos personas se encuentran, a menudo se cuentan historias persona-les, y la narración de estas historias puede crear otras de nuevas. Esto es lo que le ocurre a Daphné (Caméllia Jordana) y Maxime (Niels Schneider), pero también a François (Vincent Macaigne). Cuando escribía, era muy emocionante pasar de una historia a otra. Quería hacer una película que fuera a la vez muy divertida y muy sentimental.

P: Hay un gran flujo de sentimientos en tu película y muchos de los personajes tienen un “corazón elástico”, como diría un personaje de tu película Caprice.

R: Sí, son personajes que aman, todos, ¡sin excepción!. Y es porque aman por lo que son hermosos, pero también es porque aman que todo es tan complejo y cruel. No se respeta en absoluto el principio de exclusividad en el amor. Puede ser que trate de decir, a pesar mío y en cada una de mis películas, que no está mal no ser exclusivo en el amor. Puede doler mucho, pero no es una falta moral. De hecho, tengo un amigo que me dijo que la película te hace querer enamorarte.

P: Mencionas a un filósofo en la película y mencionas a René Girard y el deseo mimético. ¿Esto coincide con tus ideas?

R: Me gusta la teoría del deseo mimético (el acto de desear lo mismo que otra persona), se aplica muy bien al cine, donde a uno le pueden gustar los deseos de los personajes, mucho más que el propio objeto de su deseo. Sin embargo, escribo sin teoría. Me pare-ció divertido cómo lo desenmaraña el personaje de Daphne. No tengo ideas fijas sobre muchas cosas y eso es lo que me gusta de las películas. En lugar de tener que elegir un bando, prefiero abrazar diferentes ideas encarnadas por personajes. No soy escéptico
por defecto, sino por gusto. Cada teoría tiene un sabor, es divertido mezclarlas y hacerlas bailar. En cuanto al filósofo mencionado en la película, es un falso filósofo que simplemente dice cosas que harán avanzar la historia. Las ideas filosóficas son como cuentos de hadas, juegan con las mentes, más o menos y, a veces, de forma inesperada ... como en la película.

P: ¿Te consideras un actor / director autoritario?

R: Como dice Jean Renoir, el casting es el 80% de la dirección de los actores. Después de eso, hacemos lecturas, hablamos un poco, pero una vez que he elegido un actor, no doy muchas instrucciones. Es más una cuestión de puesta en escena, sobre todo porque hago muchos planos secuencia con muchos movimientos. En los planos secuencia no me interesa solo la continuidad de la interpretación, sino principalmente los movimientos, la variedad de posiciones y la cinética. Cuanto más complicado es el plano, más puede superarse un actor; estando tan preocupado por los movimientos y las cosas por hacer, que el personaje aparece por sí mismo, sin que la voluntad interfiera.

P: Hay mucha música en la película y parece que la variedad narrativa se corresponde con la variedad musical.

R: Una banda sonora totalmente compuesta para la película habría tenido problemas para casar con la diversidad de los personajes. Como tal, dedicamos mucho tiempo a la se-lección musical y luego a la música durante la edición. La música permite una especie de aceleración emocional, es como una voz en off puramente sentimental. Todas estas piezas diferentes, Purcell, Mozart, Chopin, Tchaikovsky, Poulenc, Satie, conviven para dar una sensación genuina de la variedad de sentimientos.


Críticas
"Mouret consigue una magistral nueva receta paradescifrar la complejidad de las elecciones amorosas (…). Consigue un equilibrio ideal entre el humor sutil y las emociones universales" - CINEUROPA.

"En este delicioso viaje transversal por el amor, el cineasta Emmanuel Mouret hace de la palabra el territorio de un cine del que nacen el vértigo y el encanto en un mismo impulso" - BANDE À PART.

"El conjunto da ganas de acercarse a los transeúntes en la calle, releer a los clásicos, poner a Erik Satie en el tocadiscos" - LE FIGARO.

"Alteridad aceptada en el amor, alteración del yo en el actuar, cálculo último que deja sorprenderse ante la posibilidad del auto-abandono: todo aquello que una puesta en escena digna de ese nombre no se cansa de buscar en sí misma" - CAHIERS DU CINÉMA.