Focus Features, en asociación con MACRO y eOne presenta BLUE BAYOU, con Justin Chon, Alicia Vikander, Sydney Kowalske, Linh-Dan Pham, Mark O’Brien, Emory Cohen, Vondie Curtis Hall. Montaje, Reynolds Barney. Diseño de vestuario, Eunice Jera Lee. Diseño de producción, Bo Koung Shin. Música, Roger Suen. Fotografía, Ante Cheng y Matthew Chuang. Producida por Charles D. King, Kim Roth, Poppy Hanks y Justin Chon. Producción ejecutiva, Nick Meyer, Zev Foreman, Clara Wu Tsai y Eddie Rubin. Coproducción, Greta Fuentes y Yira Vilaro. Escrita y dirigida por Justin Chon.
Una historia desgarradora sobre la inmigración, la identidad y la familia
El actor convertido en cineasta Justin Chon cautivó al Festival de Sundance en 2017 con Gook, un inesperado drama en blanco y negro acerca de los disturbios en Los Ángeles. En 2019 presentó Ms. Purple, que transcurría en la actualidad en el barrio coreano y contaba la historia de un hermano y una hermana dedicados a cuidar de su padre enfermo. Con BLUE BAYOU, el director abandona el sur de California y se traslada a la templada y húmeda Nueva Orleans y alrededores para contar la absorbente historia de un hombre cuyo futuro y el de su familia puede cambiar drásticamente al ponerse en duda su ciudadanía.
La historia parece sacada de los titulares de cualquier periódico y, de hecho, está inspirada en una serie de artículos que Chon encontró hace varios años en torno a niños surcoreanos adoptados en Estados Unidos y posteriormente deportados a pesar de haber crecido y vivido siempre en el país. “Cuando lo leí, me afectó muchísimo, me conmovió, esas historias me rompieron el corazón”, dice el director californiano Justin Chon. “De niño y adolescente, muchos amigos míos eran niños surcoreanos adoptados por familias estadounidenses, y siempre sentí que su experiencia como estadounidenses era diferente de la mía. Me di cuenta de que era algo que, hasta ahora, no se había visto en cine”.
Justin Chon empezó a pensar en cómo vender la idea, pero también a escribir el guion sin importarle el apoyo futuro de una productora de Hollywood. Por suerte, no tardó en encontrar unos estupendos socios creativos en MACRO, que respondieron inmediatamente a la visión del joven cineasta. “BLUE BAYOU es la preciosa historia de un coreano-americano que creció en el sur del país. A los 37 años descubre que, al haber sido adoptado, carece de la documentación correcta”, explica el director general de MACRO, Charles D. King. “Es una historia maravillosa, conmovedora y trágica sobre las dificultades a las que nos enfrentamos con las leyes de inmigración y su reforma”.
“Era importante contar esta historia porque la misión que MACRO se ha asignado consiste en que se oigan las voces y se vean las historias de las personas de color, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo, para que todos nos concienciemos”, sigue diciendo. “Cuando Justin nos presentó la historia, nos quedamos atónitos. No sabía que algo semejante podía ocurrir en Estados Unidos, y pensé inmediatamente que un amplio segmento del público también ignoraba las dificultades a las que deben enfrentarse algunos miembros de la comunidad. Nos pareció de suma importancia contar esta historia, sobre todo en el momento actual. También entendimos la universalidad de la historia y que podría servir para tender puentes que unieran a las personas”.
A medida que BLUE BAYOU iba cobrando forma, el personaje principal del emocional relato se hacía cada vez más claro en la mente de Justin Chon junto al convencimiento de que la película debía rodarse en Luisiana. “Como miembro de la comunidad asiática-americana, doy mucha importancia a cómo nos retratan los medios”, dice el cineasta. “De ahí el nombre de Antonio. Es raro que un asiático-americano se llame así. Y también decidí que transcurriría en el sur porque nunca he visto que se acepte como natural que un asiático tenga acento sureño”.
Sigue diciendo: “Escogí Nueva Orleans porque hay una importante comunidad de vietnamitas en la ciudad, y uno de mis objetivos para esta película era que hubiera dos etnias asiáticas diferentes. Este chico adoptado aprende algo de su cultura a través de la amistad que traba con una mujer vietnamita. Ella le introduce en la cultura oriental. Son dos países que comparten la misma experiencia bélica traumatizante”.
Aunque Justin Chon ya había escrito, dirigido y protagonizado varias películas, en esta ocasión pensó en buscar a otro actor para interpretar al papel central de Antonio. Pero llegado el momento, comprendió que llevaba al personaje en el corazón y que no podía desprenderse de él. “La historia significaba mucho para mí, quería tener la oportunidad de concentrarme en el personaje, así como en la realización”, reconoce. “Pero alcancé un punto en que estaba tan metido en la historia que los personajes se habían convertido en reales y empecé a ponerme nervioso. Pensé que si alguien iba a meter la pata a lo grande, ese alguien sería yo. También me asustaba pensar que si alguien no invertía toda la energía necesaria en el personaje, para mí sería insoportable”.
A partir de ese momento, Justin Chon se concentró en encontrar a los actores idóneos para interpretar a los coloridos personajes que rodean a Antonio en las calles de Nueva Orleans.
El cásting de Blue Bayou: El grupo empieza a formarse
Al comienzo de BLUE BAYOU, entrevistan a Antonio LeBlanc para un puesto en un taller de chapa y pintura. Es un hombre desgarbado, incluso delgado, con tatuajes y un marcado acento de Luisiana. Efectivamente, le cuenta a su posible futuro jefe que nació en Corea, pero que se crió en St. Francisville, un pueblo a una hora en coche de Baton Rouge. Jessie, la hija de su mujer, una niña de siete años muy despierta, está sentada en sus rodillas y le escucha contar que tiene dos condenas por delitos no violentos, concretamente por robar motos. Añade que hace tiempo que dejó esa época atrás y que ahora solo quiere cuidar de su familia, que hay otro hijo de camino y que quiere mejorar su situación.
No consigue el empleo.
Se trata de un breve interludio, pero basta para decirnos mucho de Antonio LeBlanc y, sobre todo, de cómo le ven los demás. Es un buen hombre con un pasado movido al que persiguen los fantasmas de una lejana tierra que solo recuerda en flashes y sueños. Muy pronto nos damos cuenta de que piensa a menudo en su madre biológica, esa misteriosa mujer que decidió – por alguna razón – separarse de su pequeño hijo. Y esa decisión puso a Antonio en su camino actual, hacia un difícil futuro con poca esperanza.
“Antonio no se rebaja, quiere a su familia”, dice el productor Charles D. King. “Está dispuesto a trabajar en lo que sea para que a su preciosa mujer Kathy y a su hijastra Jessie no les falte de nada, es todo corazón. Cualquiera que tenga hijos, que tenga familia puede identificarse con él. Ha habido obstáculos y retos en su vida, y los ha superado. Se ha enfrentado a sus demonios, ha escogido el buen camino y hace lo que debe por su familia”.
Afortunadamente, el amor que Antonio siente por Kathy y su hija, de una relación anterior, es mutuo. Al ser las dos personas que Antonio ama por encima de todo, los personajes cobran una gran importancia en BLUE BAYOU. “En mi opinión, Kathy es una auténtica superviviente”, dice Justin Chon. “Es una roca. Sin ella, Antonio perdería el control. Antonio se comporta como lo hace por ella, porque no quiere decepcionarla. Ella es el pegamento que une a los tres. No pierde la cabeza ante la adversidad y consigue que luchen juntos”.
La productora Poppy Hanks añade: “Casi podría decirse que Kathy es el equivalente de la bella sureña liberada. Sabe lo que quiere, tiene las ideas muy claras, y agradece lo mucho que Antonio quiere a su hija y a ella misma, incluso si tienen dificultades financieras. Kathy se siente segura con Antonio… hasta el día que eso cambia. Haría cualquier cosa por Antonio”.
Para el papel de Kathy, Justin Chon se inclinó por la oscarizada actriz sueca Alicia Vikander, conocida por sus papeles en La chica danesa y Ex Machina. “Necesitaba a una actriz muy visceral, auténtica y real para Kathy, ¿y quién mejor que Alicia Vikander para interpretar de forma auténtica y visceral a una chica sureña de clase trabajadora?”, dice el director, riendo. “Sabía que Alicia encararía el papel con ojo crítico; además, tiene un talento enorme y estaba seguro de que aportaría más profundidad a Kathy de la que yo describía en el guion”.
La actriz conocía los trabajos anteriores de Justin Chon y la primera conversación la convenció de que BLUE BAYOU incluso sobrepasaría el nivel alcanzado hasta ahora por el director. “Siempre cuenta historias muy ciertas de personas normales, personas que existen, pero cuyas historias no suelen salir a la luz”, dice Alicia Vikander. “Al ser una actriz europea, no tengo muchas oportunidades de interpretar a mujeres estadounidenses de clase obrera”.
Hablando de su personaje, añade: “Kathy trabaja duro y tiene principios fuertes. Se hace alusión a su pasado, a la relación con su madre. Ha recorrido un largo camino en su deseo de romper con las ideas y convenciones de su entorno, en su empeño de crear y moldear su vida. Su madre no aprueba al hombre con el que vive, pero Kathy sabe que no encontrará un compañero mejor. También me parece una buena madre, y la admiro. Es asombroso ver que no se rinde nunca. Se enfrenta a dificultades cada día, pero nunca baja los brazos, siempre sigue adelante”.
Poppy Hanks reconoce que le asombró la entrega de Alicia Vikander al papel. “Alicia es maravillosa en el papel de Kathy, su dedicación fue admirable”, dice la productora. “Se trasladó a Nueva Orleans muy pronto para trabajar el acento con un profesor. Estaba empeñada en conseguir la pronunciación perfecta. No solo encarnó a Kathy tal como la imaginábamos, incluso fue más allá al interpretarla con una tranquilidad que demostraba toda su fuerza, su furia cuando se hace necesaria. Pero es la calma que equilibra la naturaleza caótica de Antonio”.
No es la primera vez que Justin Chon escribe un papel especial para una niña. En Gook creó el personaje de Kamilla, una niña de once años, interpretada por Simone Baker, a la que descubrió en el Centro de Artes de South Central Los Ángeles. Utilizó el mismo enfoque para crear el personaje de Jessie y encontrar a la actriz perfecta. “Escribí el papel con gran honestidad”, explica. “Siempre intento respetar la edad de la niña, las preguntas que haría”.
Sabiendo que sería difícil encontrar a la niña, Justin Chon pidió a los directores de casting que olvidaran Los Ángeles y se centraran en Luisiana y estados aledaños para buscar a una niña que encajara con naturalidad en el papel. Y así fue como Sydney Kowalske, que ya había trabajado en la serie “Doom Patrol”, no tardó en colocarse a la cabeza de las posibles candidatas. “Buscaba a una niña que no intentase convertirse en el personaje, sino que fuera ella misma en el papel. En cuanto vi la cinta de Sydney, supe que era ella. Ya sé que suena un poco exagerado, pero tiene que ver con la energía”.
Justin Chon decidió ir a ver a Sydney, que entonces solo tenía seis años, a su casa de Atlanta. Pasaron la tarde hablando y jugando con la consola. A continuación, la niña fue a Nueva Orleans, donde el director preparaba el rodaje, para que pudiera trabajar un poco con ella. “Improvisamos mucho durante esos días porque quería asegurarme de que se sentía bien y cómoda en el papel”.
“Me gustó el personaje”, dice Sydney. “Nos parecemos en muchas cosas. Tiene carácter, es divertida, sabe lo que quiere y también es muy emocional, como yo. Eso sí, su vida es bastante dura, y la mía no, todo lo contrario”.
Una vez que Sydney consiguió oficialmente el papel de Sydney, el director, que también es padre de una niña, le pidió que fuera a Nueva Orleans antes del rodaje para reforzar la relación padre e hija de la película. “Ensayamos mucho, pero eso no significa que trabajásemos escenas en concreto”, explica el cineasta. “Se trataba de pasar tiempo juntos y de ayudarla a entender el porqué de las escenas para que captara emocionalmente lo que ocurría a nivel celular”.
La productora Kim Roth añade: “Sydney Kowalske es todo un descubrimiento. Es mágica. No había trabajado mucho antes, pero tiene chispa, le brillan los ojos, sabe reaccionar. Hubo una química increíble entre Justin y ella desde el principio, y eso ayudó mucho a comunicar la profunda relación que les une en la pantalla”.
Jessie es la que abre la puerta para atraer a otra figura clave a la órbita de Antonio. Mientras Kathy está en una consulta de ginecología, la niña le pide permiso a Antonio para comprar una chocolatina de la máquina, lo que la lleva a conocer a una mujer llamada Parker. Esta ayuda a Jessie a sacar la chocolatina atascada y los tres hablan brevemente. Antonio aún no sabe que acaba de conocer a la persona que tendrá un importante papel en las dificultades a las que está a punto de enfrentarse, una persona que también está pasando por momentos muy complicados.
“Parker es una inmigrante vietnamita-americana”, explica Justin Chon. “Llegó a Estados Unidos siendo muy pequeña. Cambia el relato y el recorrido de Antonio porque le ofrece una perspectiva diferente de la experiencia asiática-americana. Antonio nunca se paró a pensar en cuál era su sitio en Estados Unidos, pero ella le hace reflexionar sobre su identidad y lo que significa ser un inmigrante”.
“Hay un vínculo entre los dos”, dice la actriz Linh-Dan Pham (Las vidas posibles de Mr. Nobody, De latir mi corazón se ha parado), hablando de Parker. “Se siente intrigada por Antonio, está ahí, dispuesta a recibir su amistad”.
Cuando el cineasta se puso en contacto con la actriz franco-vietnamita, ella desconocía su trabajo. Pero en cuanto vio Gook, supo que era un director de talento y que sería un socio creativo de total confianza. “Lo que más me gusta del trabajo de Justin es lo bien que se le da observar la vida y las relaciones humanas”, dice. “Su cine siempre es auténtico”.
“Parker es un personaje muy importante en la película y Justin siempre supo que quería a Linh-Dan Pham para interpretarlo”, explica la productora Kim Roth. “Nada le da miedo. Su interpretación es entrañable, bella, honrada. Conoce a Antonio cuando este lucha por quedarse en el país donde ha crecido y mantener a su familia, pero les une un vínculo. Le enseña otra familia, la familia de inmigrantes”.
Además de intentar superar dificultades económicas a diario, Kathy y Antonio deben enfrentarse a otro problema, la mala relación con el padre de Jessie, el agente de policía Ace. A pesar de haber abandonado a su mujer e hija hace años, ahora quiere tener un papel en la vida de su hija, aunque esta no le hace caso.
Una fatídica mañana, mientras Ace le cuenta a su compañero Denny su batalla para poder ver a la niña, entra en la misma tienda en la que están Kathy, Jessie y Antonio. Kathy, harta de que Antonio le dé todos los caprichos a Jessie, discute con él, llamando la atención de Ace. Este se acerca para hablar de las visitas cuando también aparece Denny. Acaban a puñetazos y se llevan a Antonio esposado.
Los papeles de Ace y Denny recayeron respectivamente en Mark O’Brien (Noche de bodas) y Emory Cohen (Infiltrado en el KKKlan). Mark O’Brien, que también escribe y dirige, reconoce que le impresionaron los matices que Justin Chon incluyó no solo en el guion, sino en los personajes que rodean al protagonista, Ace entre ellos. “Lo más sencillo habría sido describir a un policía con una relación anterior tumultuosa con el personaje de Alicia”, dice el actor. “Habría sido muy fácil convertirle en el malo de la historia. Cuando aparece por primera vez, es difícil empatizar con él porque se enfrenta al protagonista, pero Ace no es tan malo. Al principio todo indica que será de un modo, pero no es así. Hay muchas zonas grises en esta película”.
“A primera vista, Ace es odioso”, añade el productor Charles D. King. “Da la impresión de ser el peor de los padres, pero es maravilloso ver cómo florece el personaje y lo que le aporta Mark O’Brien. Creo que pasa de ser un personaje unidimensional a otro por el que el espectador acaba sintiendo cierta empatía”.
El personaje de Emory Cohen, sin embargo, es un antagonista de lo más tradicional. “Denny está totalmente confundido”, dice el actor, conocido por sus papeles en la aclamada y romántica Brooklyn y la serie de culto “The OA”, de Netflix. “Va de matón por la vida. Es un hombre triste que está empeñado en que Ace le quiera. No tiene muchos amigos. Está muy solo y desea conectar con Ace, demostrarle que es un buen amigo, que está dispuesto a defenderle”.
“Emory da vida a Dennis con humor y ritmo”, comenta Poppy Hanks. “Aunque podría haberse limitado a interpretarle como el típico racista duro, se molestó en entrar hasta el fondo del personaje para aportarle matices. Estaban en el guion, pero supo incrementarlos”.
Al ser detenido, Antonio es entregado al Departamento de Inmigración, y para cuando Kathy consigue por fin que le liberen, ya se ha puesto en marcha la maquinaria de Defensa Nacional para la deportación. Convencidos de que se trata de un tremendo error, Antonio y Kathy consultan a un abogado, pero Barry Boucher les informa de que tienen muy pocas posibilidades. En 2000 se aprobó una ley por la que se concedía la ciudanía a los niños adoptados, pero Antonio llegó en 1991. A pesar de estar casado con una estadounidense, solo podría quedarse legalmente si hubiera pedido la ciudadanía.
¿Qué opciones le quedan? Irse voluntariamente y solicitar su regreso desde el extranjero, o apelar la sentencia. Pero si el juez ratificase la orden de deportación, Antonio jamás podría regresar a Estados Unidos.
El veterano actor y cineasta Vondie Curtis-Hall, al que hemos visto recientemente en la película biográfica Harriet: En busca de la libertad, encarna al abogado Barry Boucher. “La película ofrece una perspectiva diferente de la que nos da la política de inmigración actual”, dice. “Mi personaje es un hombre prosaico, ve a mucha gente, estudia los documentos que le traen y da su opinión. En este caso, se reduce a: “No sé cómo va a salir de esta porque nunca hicieron lo que debían”.
Decidida a hacer lo imposible para que Antonio se quede, Kathy quiere pedirle los cinco mil dólares que cobra Boucher a su madre Dawn (Geraldine Singer) para que se haga cargo del caso, pero Antonio le dice que encontrará el dinero. Inmediatamente, intenta conseguir clientes en la calle para que se hagan tatuajes. Se cruza con Parker inesperadamente, se convierte en su siguiente clienta y nace una amistad. Parker se enfrenta a un triste destino, tiene un cáncer terminal y se acerca al final de su vida.
“Me pareció necesario que muriera porque desde la posición de Antonio, pasando por algo tan traumático, es muy fácil culpar al mundo”, explica Justin Chon. “Pero al ver a alguien pasar por algo mucho peor, solo queda callar y escuchar. Me refiero a que pocas cosas son peores que perder a la familia y ser echado del país que crees tuyo. Parker le ayuda a recuperar la perspectiva, a ver que tiene algo bello y que no debe desperdiciarlo. A la vez, quería que fuera un personaje completo, lleno, que no solo estuviera allí para él”.
Linh-Dan Pham no dudo ni un momento en raparse la cabeza para interpretar a una paciente con cáncer terminal. “Enseguida les dije: `Claro, no hay problema’”, recuerda la actriz. “Era lo menos que podía hacer en honor a las personas que realmente sufren una enfermedad terminal. Ya lo había hecho hacía diez años para una película de ciencia-ficción. No fue tan traumático como la primera vez, pero sí cambian ciertas cosas, la forma en que te miran, por ejemplo. Es algo que acaba afectándote”.
A Antonio le queda cada vez menos tiempo y se ve obligado a tomar decisiones drásticas para quedarse con Kathy, Jessie y el bebé que aún no ha nacido. Muy a pesar suyo se reúne con sus antiguos compañeros en el taller “Algiers Chop Shop”; estos son Quentin (Altanio Jackson), Lajon (Martin Bradford) y Reggie (Renell Gibbs). Acepta dar un golpe para ellos y robar unas motos de un concesionario. Sabe que si le pillan, solo empeorará su situación, pero no ve otra manera de conseguir el dinero que necesita.
“Al no encontrar trabajo, vuelve a lo que sabe hacer porque le aportará el dinero para pagar al abogado y poder luchar para quedarse con su familia”, dice Kim Roth. “Es posible que Antonio no tome el buen camino, pero lo hace por amor a su familia y seguir juntos”.
Para la banda de Antonio, el cineasta escogió a actores locales y otros no profesionales, como Toby Vitrano para el papel de Merk, el amigo de Antonio, un agente de Inmigración que también trabaja en una tienda de suplementos nutricionales en Biloxi, Misisipi. El cineasta y los productores recuerdan que no fue fácil convencer a Toby Vitrano para que hiciera el papel.
“Su acento era perfecto para Merk, exactamente como lo imaginaba, y además era encantador”, explica Justin Chon. “Le pregunté si alguna vez había pensado en actuar en una película. Y me contestó que no y que no quería. Por eso creo que lo de la energía es tan importante. Toby había trabajado en una cárcel de Angola durante ocho años y es natural de Baton Rouge, con el consiguiente acento. Además, habla francés cajún. No podía pedir más”.
Adentrándonos en la Luisiana profunda
BLUE BAYOU se rodó en 30 días durante el último mes de otoño de 2019. El director se reunió con sus colaboradores habituales, como Ante Cheng (uno de los dos directores de fotografía de la película, el otro es Matthew Chuang), la diseñadora de producción Bo Koung Shin y la diseñadora de vestuario Eunice Jera Lee. Justin Chon nunca dudó de que volvería a trabajar con su equipo de confianza.
“Mis películas tienen un propósito y necesito que mis colaboradores compartan la misma energía, la misma motivación que me empuja a hacer esto”, explica el cineasta. “Mi equipo trabajará sin descanso para convertir el proyecto en una maravillosa película. Para ellos es más que un trabajo y están dispuestos a darlo todo. Ya sabemos que la industria es exigente. Pasamos muchas horas trabajando, por eso quiero trabajar con personas que me importan. Además, es un recorrido conjunto, quiero que compartamos una historia preciosa a medida que maduramos. Si es posible escoger con quién trabajar, ¿por qué no hacerlo con personas a las que quieres?”
Gracias al apoyo de los productores de MACRO, Justin Chon viajó al sur de Estados Unidos con Ante Cheng para hacer una serie de fotos que les ayudaría a enfocar el clima especial que querían evocar en la película. La idea era captar el color y la textura de Nueva Orleans con autenticidad natural.
“Para mí, Nueva Orleans es un personaje más de la película”, dice el productor Charles D. King. “Los acentos, la gente, la cultura, la música, la comida, todo está en el mundo que Justín dibujó. Es una historia universal, pero también está anclada en comunidades instaladas en ciudades como Nueva Orleans. No cabe duda de que la historia transcurre allí. Está el “bayou” (pantano), las magníficas escenas rodadas en las marismas”.
“Entendimos que era mejor plegarse a los cambios de tiempo en Nueva Orleans”, explica el director de fotografía. “Puede pasar de un magnífico cielo azul a nublado y lluvioso en cuestión de horas. Pero es la realidad, y quería plasmar exactamente eso. Los cambios de tiempo ayudaron a que la película adquiriera diferentes aspectos”.
Justin Chon quería que BLUE BAYOU tuviera una cualidad muy visceral, que la estética evocara las películas de los setenta, sobre todo las que dirigió el legendario cineasta independiente John Cassavetes. “Mi idea era que aportara una sensación de inmediatez, pero que también fuera atemporal”, explica. “Son temas actuales, me refiero a las deportaciones y ver a un hombre asiático en estados sureños. No son temas que trataba el cine de los años setenta, ochenta e incluso de los noventa, por eso es una película contemporánea. Pero también quería que comunicara la sensación de estar curtida, experimentada. Así, cuando se vea dentro de diez años, no parecerá haber envejecido. El espectador debe sentir que está sentado allí, con ellos. Por eso creamos este idioma visual”.
Para conseguir la estética deseada fue crucial rodar BLUE BAYOU con negativo de Super 16 mm. “Lo primordial en la película son las personas y sus interpretaciones en el lugar”, explica Matthew Chuang. “El 16 mm incrementaría esta sensación, ayudaría a arraigar la historia y a pulirla visualmente. Siempre buscamos el equilibrio entre algo muy espontáneo y vivo con la cámara y, a la vez, de cuando en cuando, entrar en el estado de ánimo de Antonio”.
“Conseguir la textura y la sensación de realidad, de autenticidad era clave para la historia del personaje, de su familia”, añade Ante Cheng.
Teniendo como principal objetivo la autenticidad y el realismo, se rodó únicamente en decorados naturales, incluso la estrecha casa (típica de Nueva Orleans) donde viven Kathy y Antonio. “Rodar en decorados naturales implicaba muchas restricciones para algunas escenas”, explica la diseñadora de producción Bo Koung Shin. “La ventaja es que ayuda mucho a los actores a meterse en el papel. Los decorados naturales aportan sensaciones como la calidez del hogar, de una casa donde se ha vivido”.
El color se convirtió en otro objetivo primordial para las diseñadoras de producción y para Eunice Jera Lee, la diseñadora de vestario. Se asignó un color específico a cada personaje para simbolizar algo especial en su identidad, así como su papel en el relato y su relación con los demás. El color de Antonio es el amarillo, inspirado por el amarillo de las obras de Francis Bacon.
“El amarillo representa el brillo del sol y, a la vez, la corrupción”, explica Bo Koung Shin. “Vincula a Antonio con el abandono de su primera madre, y el segundo abandono de su madre adoptiva y de su país. En psicología, el amarillo se interpreta como inocente, soleado, juvenil e infantil. Esta interpretación nos recuerda que el dolor que sintió Antonio en la infancia sigue presente aún. El amarillo también es la calificación burlona de la piel de los asiáticos. El amarillo es un color frágil que se ensucia fácilmente y se deteriora con rapidez al mezclarse con otros colores. Pero el amarillo, el naranja, el mostaza, el ámbar expresan calidez y bondad”.
A Kathy se le asignó el azul cobalto, el azul cielo y el blanco “como representación de una mujer pobre, pero que trabaja duro”, dice Bo Koung Shin. “Su paleta de colores está en completa oposición con los amarillos y naranjas de Antonio, pero también son los que mejor encajan”. Los principales colores de Jessie son el amarillo limón y el verde lima para expresar el profundo vínculo que la une a Antonio. Parker lleva rosa, rojo brillante y verde tilo para demostrar su origen vietnamita y el deseo de reencontrarse con su pueblo y su familia. “Los colores se convirtieron en referencias a la hora de escoger el vestuario, la vivienda, la decoración, los coches y los objetos”, explica la diseñadora de producción.
Para la casa donde vive la familia LeBlanc, buscaron una tradicional casa larga y estrecha de un solo piso y construida con la madera que abunda en la región. “La casa es su refugio de la dura realidad. Quise que la casa incluyera características de cada uno de los tres, Antonio, Kathy y Jessie, y que la decoración fuera armoniosa, cálida, como el vientre de una madre”.
Al principio, y dado que Antonio es tatuador de profesión, la diseñadora imaginó el hogar familiar lleno de colores y formas, pero acabó abandonando esta idea. Prefirió realzar la influencia estabilizadora de Kathy hacia su marido: “Por eso, en vez de llenar la casa de colores chillones, escogí un papel mural muy estilo años sesenta”, explica. “Reservé el salón y el comedor para Antonio, por lo que el papel es una mezcla de amarillo, mostaza y naranja, y colgué un espejo en una pared del salón para que se reflejara la imagen de nuestro protagonista”.
La casa que encontraron no podía ser más perfecta para la película. Justin Chon y Bo Koung Shin no solo se alegraron de que la casa estuviera cerca de las vías del tren – lo que añade un interesante toque visual – sino porque también el color encajaba con la paleta escogida por la diseñadora. La alcoba y el baño, los espacios de Kathy, se decoraron con diferentes tonos de azul. Para que Antonio también tuviera algo que ver con la habitación compartida por la pareja, Bo Koung Shin escogió una colcha estampada y colocó una lámpara con pantalla de cristal estilo art déco. Colgó un espejo de tres paneles en el baño para que los reflejos de Jessie, Kathy y Antonio se superpusieran en un momento dado.
Para el dormitorio de la niña se inclinó por los tonos pasteles. Y para demostrar una vez más el cariño que Jessie siente por Antonio, la colcha, las cortinas y los objetos tienen toques multiculturales; además, hay colgantes y máscaras de Carnaval en las paredes para representar que nació en Nueva Orleans. “Imaginaba que Jessie soñaba con un futuro brillante”, dice la diseñadora.
La histórica tienda de tatuajes AART Accent Tattoos & Piercings, inaugurada en 1976 por su propietaria, Jacci Gresham, en el barrio Treme, hace las veces de la tienda donde trabaja Antonio. La misma Jacci Gresham, una leyenda en la ciudad y su primera tatuadora negra, tiene un cameo en la película. “La vida de Antonio es inestable, difícil y complicada, pero cuando diseña un tatuaje, olvida la realidad y se siente tranquilo”, explica la diseñadora de producción. “Por eso, la tienda de tatuajes es el lugar de la esperanza. Imaginé a Antonio trabajando bañado por luz natural, en vez de verle en la oscuridad”.
El director artístico y los decoradores cambiaron el aspecto de la tienda mediantes grandes fotografías de tatuajes, dibujos, esculturas, letreros de neón y objetos antiguos en el poco tiempo del que disponían. Algunos miembros del equipo incluso llevaron algún que otro objeto personal.
Para la casa de Parker, a la que Antonio, Kathy y Jessie acuden para una fiesta en el jardín, Bo Koung Shin quiso respetar el tipo de vivienda de una familia inmigrante y decidió buscarla en el barrio donde vive la importante comunidad vietnamita de Nueva Orleans. “Escogimos la casa de Parker no solo por el tamaño del jardín detrás de la vivienda, sino también por lo que rodeaba dicho jardín”, explica. “Siempre tuvimos en mente la importancia de la escena de la fiesta y cómo iba a rodarse”.
Aunque el jardín era amplio, carecía casi completamente de decoración y de luces. Decidida a aportar más carácter al espacio disponible, la diseñadora recordó sus viajes a Vietnam. “Me vinieron a la mente las calles de Hoi An con sus farolillos”, dice. “Diseñé la fiesta con la imagen de esas calles, decoradas con los coloridos farolillos de seda. El día del rodaje colocamos manteles rosas y verde tilo en las mesas, encendimos farolillos de Hoi An y un grupo de músicos vietnamitas tocó una serie de viejas canciones pop. Los actores y el equipo tenían la sensación de haber sido transportados a algún lugar de Vietnam”.
Diseño de vestuario: Cómo vestir a los personajes
La diseñadora de vestuario Eunice Jera Lee nunca había estado en Nueva Orleans antes de rodar BLUE BAYOU, por lo que Justin Chon empezó a hablar con ella desde la primera versión del guion. La diseñadora aprovechó los meses de preproducción para documentarse a fondo viendo fotos en Instagram, Pinterest y Tumblr, películas y series rodadas en la famosa ciudad – reconoce que una de sus referencias fue la serie “Treme”, de HBO – e imaginando el pasado de los personajes para hacerlos más multidimensionales.
“Es curioso”, dice, “siempre que imaginaba un pasado para un personaje, Justin ya tenía la respuesta y me decía: ‘Sé cómo se conocieron Kathy y Antonio, ahora te lo cuento en detalle’. Justin es un genio creativo. Al ser guionista y director puede contestar a cualquier pregunta en el momento”.
La ropa de Antonio tenía prioridad. “Representaba el mayor reto, no solo porque es el protagonista, sino porque es asiático-americano y su personaje jamás se ha visto en cine o televisión”, dice Eunice Jera Lee. “Queríamos asegurarnos de que los espectadores pudieran identificarse con este hombre asiático-americano sin que importara su procedencia. Todo debía ser perfectamente creíble y auténtico, sin por eso perder personalidad. No podía ser solo uno más”.
La diseñadora y el realizador probaron con diversas prendas hasta dar con el estilo de Antonio: camisas abiertas sobre camisetas sin mangas, pantalones de talle alto, botas funcionales. “Al principio probamos con un estilo muy americano, pantalones tipo camuflaje, cosas así, algo que se identifica inmediatamente con lo ‘americano’”, explica Eunice Jera Lee. “Pero acabamos con este look único. No creo que su estilo pertenezca a algo en concreto porque Antonio viene de varias subculturas de Nueva Orleans. Tiene una vertiente motera y también la de los tatuajes, pero no puede comprarse ropa de moda. Casi siempre lleva lo mismo para dar a entender que no necesita mucho. Todo lo que gana es para su familia y no le preocupa su aspecto, aunque sí quiere estar presentable”.
Además, Eunice Jera Lee y Justin Chon hablaron durante semanas de los tatuajes que lleva Antonio en el cuello y en la espalda, que acabó diseñando Sasha Egorova, modelo y tatuadora, así como esposa del director. “Los dibujó y después los imprimimos en papel especial, seguimos todo el proceso”, explica. “Tengo la impresión de que durante mis tres semanas en Nueva Orleans antes del rodaje, solo hablamos de tatuajes”.
Teniendo en cuenta la importancia del color en BLUE BAYOU, el vestuario que diseñó Eunice Jera Lee para Kathy encajaba en la paleta de colores escogida. “Alicia se movía en un mundo azul, absolutamente toda su ropa es azul”, añade la diseñadora.
El vestuario de Alicia Vikander se basa sobre todo en prendas realizadas a medida – debido al avanzado embarazo de Kathy – por diseñadores locales como Passion Lilie. “Nuestra intención era hacerlo todo lo más realista y auténtico posible”.
Otra pieza importante fue el collar de Mignon Faget que lleva Kathy. “Es muy significativo, dice mucho acerca de quién es y de dónde procede”, explica Eunice Jera Lee. “En Nueva Orleans, cuando una chica se gradúa en el instituto, lo más normal es que le regalen algo de la joyería Mignon Faget. Se considera elegante y apropiado, y es el primer paso hacia la madurez. El lirio que lleva Kathy encaja a la perfección”.
En cuanto a Jessie, la diseñadora se dejó guiar por la fuerte personalidad de la niña. “Es inteligente, pero tiene ideas muy particulares”, dice. “Queríamos que se notara en su ropa”. Al poco de comenzar la película, Jessie hace una aparición memorable cuando decide ir al colegio con un conjunto nada conjuntado, sino todo lo contrario, y un casco de superhéroe. “El guion decía que se vestía de superheroína para que se supiera enseguida de qué era capaz”, añade. “Es una niña poco convencional, hace cosas totalmente inesperadas y sus padres dejan que sea ella misma. Era importante que quedara claro”.
Eunice Jera Lee disfrutó trabajando con la joven actriz Sydney Kowalske. “Era como un rayo de sol”, dice, riendo. “Siempre estaba dispuesta a trabajar, nunca se quejaba. Esa niña es un descubrimiento. Venía corriendo a probarse la ropa con una enorme sonrisa de felicidad. Creo que nunca la vi con un gesto malhumorado. Incluso cuando estaba cansada y hambrienta, sonreía. Le hicimos probarse un montón de ropa y todo le parecía maravilloso. Hacía sonreír a los miembros del equipo”.
Parker, la mujer que aparece en la vida de Antonio en un momento crucial, “es la persona que le hace entender que ya es hora de madurar”, explica Eunice Jera Lee. Parker viste de verde para simbolizar su conexión con Antonio. “Es su herencia, su cultura”, dice. Incluyó toques muy sutiles en la ropa de Parker, haciendo referencia a sus orígenes vietnamitas.
La ropa de Parker está diseñada para subrayar los estragos físicos que le está causando la enfermedad. “Su vestuario era el que más debía contar desde el principio”, explica. “Se la ve empeorar de día en día y queríamos reflejarlo en su ropa. Hacia el final, lleva ropa bastante ancha para enfatizar su delgadez”.
Aunque nunca se la ve, Antonio siempre tiene en mente a su madre biológica, y la película arranca con su imagen. En un conmovedor prólogo que puede ser tanto un recuerdo como una fantasía, una joven está de pie en una pequeña barca en medio de aguas tranquilas con un recién nacido en brazos, a punto de hacer algo desesperado. Lleva un “hanbok” de color crema, la típica prenda coreana reservada para ceremonias y celebraciones.
“No queríamos que fuera un momento etéreo”, comenta Eunice Jera Lee. “A pesar de ser un sueño, debía llevar algo auténtico. Pero nunca se sabe si el momento existió realmente porque es un recuerdo o un sueño que tuvo Antonio. Puede que en la vida real no llevara un “hanbok”, pero es la idea que se hace de su madre y de ese lejano país en el que nunca vivió y del que desconoce la cultura”.
Sin duda fue la prenda que más dificultades planteó a la diseñadora de vestuario. “Empezamos a diseñarlo con mucho tiempo de antelación”, explica. Los ‘hanbok’ actuales están hechos de seda, pero diseñó una prenda mezcla de algodón y lino no muy refinados para dar a entender que la mujer no era rica. Además, el ‘hanbok’ debía parecer viejo, mojado y sucio por el barro, y decidieron envejecer la tela cuando ya estaba hecho. “Fue una pesadilla”, recuerda. “La tela era muy gruesa, un poco como la lona, nos costó muchísimo”.
El departamento de vestuario consiguió envejecer la prenda, aligerándola, ensuciándola e incluso tiñéndola en algunas partes. Siguieron trabajando hasta el mismo día que Sage Kim Gray, la actriz que encarna a la madre, llegó al plató. “Aún estábamos con la prenda cuando ella ya esperaba en la roulotte”, dice Eunice Jera Lee.
Cuando por fin vio el rodaje de la escena, la diseñadora reconoció que el esfuerzo había merecido la pena; la secuencia iba a impresionar en la gran pantalla. “Fue alucinante”, dice. “Estábamos en un pantano precioso. Se subió a la barca y todo encajó. Eso sí, habíamos pasado no recuerdo cuántos días envejeciendo y ensuciando el ‘hanbok’, pero el decorado estaba embarrado, tan lleno de lodo que no hubiera hecho falta. En cuanto se sentó en la barca, la actriz estaba empapada y la parte inferior del ‘hanbok’, cubierta de barro, incluso más de lo que habíamos pensado”.
El rodaje
Con Justin Chon como director y actor principal de BLUE BAYOU, el rodaje debía estar planificado al milímetro. Se ensayó mucho antes de empezar a rodar. “Hicimos un sinfín de ensayos con todos los actores cuando estaban disponibles, pero la verdad, cuando llegó el momento de rodar, descartamos todo lo dicho y decidimos empezar de nuevo”, explica el cineasta. “Los ensayos habían servido para contestar a todas las preguntas de los intérpretes, para hablar y ahorrarnos mucho tiempo durante el rodaje. Con las cámaras rodando, se trataba de conseguir lo que queríamos y ver hasta dónde podíamos llegar”.
“Es un verdadero artista y se entrega del todo a su trabajo, da el 110 por cien en cada escena”, dice el productor Charles D. King, hablando de Justin Chon. “Un director que también es actor añade mucho a las escenas. Era casi mágico verle trabajar delante y detrás de la cámara casi a la vez. Tiene un talento único”.
Mark O’Brien estaba más que dispuesto a improvisar en el plató y descubrió que el director no tenía nada en contra. “Me encanta trabajar con directores que también son actores”, dice. “Cuando está delante de la cámara. Justin se da cuenta de todo lo que pasa, él marca el tono de la escena, de las interpretaciones. Eso es lo bueno de que un actor sea el director. No hace falta que diga mucho, le basta con indicar el tono de la escena”.
“El trabajo que ha realizado en esta película es increíble”, dice Alicia Vikander hablando del cineasta. “Estaba en todas partes, se interesaba en lo que hacía cada departamento, siempre estaba dispuesto a apoyar a los actores. Sigo sin entender cómo consigue hacerlo. Me pregunto si duerme cuando rueda. Pero lo más alucinante es el amor que siente por su trabajo, es un cineasta auténtico”.
Justin Chon tampoco se queda atrás cuando habla de la actriz: “Es la mejor. Me sorprendió mucho su ética y su enfoque profesional tratándose de alguien tan conocido. Alcanzar la fama puede obstaculizar el proceso al esperar ser tratado o tratada de cierto modo. Pero Alicia es todo lo contrario. Es una verdadera actriz que quiere contar una historia y solo le importa hacerlo bien. Me respetaba como director, pero ¿quién soy yo comparado a ella? Un cineasta que ha hecho pequeñas películas. Fue algo maravilloso”.
Uno de los momentos más inolvidables para Alicia Vikander en la película es cuando convencen a Kathy de que suba al escenario en la fiesta que Parker da en su jardín y canta una versión de la canción “Blue Bayou”, con la que Linda Ronstadt ganó el Grammy en 1977 y que Justin Chon usó para el título de la película. De hecho, las primeras estrofas de la canción tienen mucho que ver con la vida de Antonio y Kathy: “Me siento triste/Algo me preocupa/Casi siempre me siento solo/desde que dejé a mi niña/en el Blue Bayou/Ahorro monedas/Ahorro más monedas/Trabajo hasta que el sol deja de brillar/esperando vivir tiempos más felices/en el Blue Bayou”.
La oscarizada actriz reconoce que necesitó mucha fuerza de voluntad para tener el valor de cantar en esa escena. “No soy cantante”, dice Alicia Vikander. “Justin me decía que no hacía falta ser cantante y lo entiendo, pero Linda Ronstadt sube una octava en esta canción y no es nada fácil. Encima, hacía bastante frío cuando rodamos la escena. Ya llevaba unas doce horas en el plató, estaba nerviosa y no había sentido un estrés semejante en al menos doce años. De hecho, cuando subí al pequeño escenario delante de todos los figurantes, me di cuenta de que me temblaban las manos”.
Pero en cuanto empezó a cantar, recuperó la confianza en sí misma. “Nada más empezar a cantar, todo cambió”, recuerda la actriz. “Casi sentí lo que realmente debió sentir Kathy cantando y lo que ese momento debió significar para ellos dos. También es una canción muy bella, y está la idea de que van a seguir luchando y el hecho de que su futuro puede cambiar. A pesar de estar muy nerviosa, es una de mis escenas favoritas de la película”.
“Creo que uno de los puntos cumbre de la película es Alicia cantando”, dice el director de fotografía Matthew Chuang. “Su actuación es cautivadora. Todos conocemos la canción, pero su interpretación va mucho más allá de lo que esperábamos. Sé que para Ante representó uno de los mejores momentos de su carrera como director de fotografía, para mí también. Alicia puede cambiar la dinámica de una escena, y en este caso lo hizo. Conociendo a Alicia, sabíamos que iba a dar mucho de sí misma y todos lo notamos mientras rodábamos”.
A pesar de ser una historia conmovedora, incluso un drama intimista, en BLUE BAYOU hay una serie de escenas que requerían la presencia de especialistas, sobre todo moteros. En una secuencia, Antonio, desesperado, se mete directamente en el pantano con su moto.
Justin Chon llevaba casi quince años sin subirse a una moto antes de empezar a trabajar en BLUE BAYOU y prefirió confiar en la experiencia del especialista Joe Dryden para diseñar las secuencias con motos, incluso la del pantano. El departamento de efectos especiales diseñó una rampa que el especialista podía seguir en el agua, pero había que atinar con el primer salto.
“El personaje necesitaba pasar por una especie de renacimiento. Tirarse al pantano es tan simbólico como metafórico”, explica Matthew Chuang. “La temperatura había bajado mucho y sabíamos que el especialista solo podría hacerlo una o dos veces antes de sufrir hipotermia. Y solo fue necesario hacerlo una vez. Rodamos con tres cámaras al mismo tiempo desde todos los ángulos requeridos. Ante estaba detrás de una cámara, yo detrás de otra y la tercera la llevaba el equipo de especialistas. Sacaron una toma genial corriendo detrás de la moto. Salió muy bien”.
Reynolds Barney, el montador que se había ocupado de Gook y Ms. Purple, se desplazó a Nueva Orleans para estar más cerca del rodaje y poder montar copiones casi día a día. Ya habían usado este sistema en sus dos colaboraciones anteriores y volvió a ser muy útil en BLUE BAYOU.
“Muy a menudo, el plan de rodaje no nos permite volver a rodar una escena, pero esto nos permite ver cómo encaja todo y realizar algún ajuste si es necesario”, explica el montador. “Si no se consigue lo esperado, queda la posibilidad de intentar incorporarlo en otra escena, o también realizar ajustes técnicos en escenas que aún no se han rodado”.
Reynolds Barney explica que Justin Chon y él siempre intentaron que ningún personaje quedase marginado, pero sin quitar protagonismo al recorrido de Antonio. “Parker y Ace son personajes secundarios complicados”, añade. “Parker representa el vínculo de Antonio con sus raíces asiáticas y Ace es el antagonista por antonomasia. Había que decidir exactamente cuánto tiempo debíamos estar con ellos para entender sus emociones y comportamiento, pero sin robar minutos a la familia de Antonio, porque ahí está el núcleo de la historia. Siempre hablamos de encontrar la ‘alquimia correcta’ de cada personaje, ya que quitar o añadir algo muy pequeño crea un efecto onda en toda la película… Peinamos cada momento, cada mirada entre Antonio y Kathy para asegurarnos de que los espectadores simpatizarían con ellos”.
Hablando de la música
Pocas ciudades pueden compararse a Nueva Orleans en cuanto a tradiciones musicales. Sin embargo, cuando el compositor Roger Suen y el director Justin Chon empezaron a hablar de la banda sonora de BLUE BAYOU, ninguno de los dos se inclinaba por el camino más obvio, el del jazz. “Hablamos de si debíamos dejar que los decorados influyeran en nuestra elección, pero acabamos decidiendo que no”, explica el compositor. “Ya nos pasó en otras películas. Escogemos un estilo musical que no tiene nada que ver con el lugar donde se rueda la historia. Con eso intentamos sugerir que la historia no pertenece realmente a ningún lugar en concreto, sino que representa algo con significado para todos nosotros”.
Como con los otros colaboradores de Justin Chon, la asociación creativa entre ambos empezó con Gook, el primer éxito del director, una película en blanco y negro para la que el músico creó “una banda sonora de lo más colorida, sacada del jazz de los años cuarenta”. La música de BLUE BAYOU es más sutil. “En este caso, la película es la que se encarga de emocionar y no la música”, explica Roger Suen.
Empezó a trabajar desde la escritura del guion, cuando Justin Chon le mandaba las versiones a medida que las terminaba. Juntos estudiaron la posibilidad de utilizar toda una gama de estilos musicales y, por fin, decidieron que el pantano sería su inspiración. “Hablábamos de las sensaciones que podía aportar el pantano donde Antonio pasa gran parte de su tiempo libre”, recuerda el compositor. “Pensamos en el agua. Entonces comprendimos que tampoco era el agua, sino más bien el viento entre los árboles cuando uno se sienta en la orilla del ‘bayou’. Si nos fijamos, notaremos que el instrumento que da fuerza a la música es el órgano”.
Para Roger Suen, el órgano representa a la madre de Antonio, que cambió su vida radicalmente al darle en adopción. “En cierto modo, la película describe cómo vive con lo que hizo su madre, cómo influyó esa decisión en su vida”, comenta. “Siempre piensa en ella. Cuando sueña despierto, piensa en ella. Es el órgano, el sonido del viento”.
De la misma forma que Justin Chon escribió numerosas versiones del guión, Roger Suen también escribió diversas partituras antes de dar con la que tanto él como el director consideraron perfecta. “No recuerdo cuántas versiones hice de la partitura”, comenta. “Hasta el día que encontré las notas ideales, tan sencillas que incluso un niño podría tocarlas al piano con un dedo. Sin embargo, encontrarlas fue muy difícil. Siempre ocurre con Justin, encuentra lo mínimo”.
El sonido del órgano se complementa con notas más oscuras tocadas por un quinteto de cuerda, a veces subrayadas por la trompeta. Doce músicos interpretaron las composiciones de Roger Suen. Debido a las restricciones impuestas por el COVID-19, los músicos tocaron por separado y Roger Suen se encargó de unir su trabajo. El resultado final es impecable, de una gran armonía instrumental.
“Siguiendo la misma pauta que en proyectos anteriores, nos inclinamos por un estilo más melódico”, acaba diciendo el compositor. “Puede parecer algo anticuado hoy en día, pero queríamos que la partitura enganchara, que fuera pegadiza… De todas nuestras colaboraciones, esta es de la que me siento más orgulloso”.
Una historia que importa: Temas de actualidad
Inmigración y deportación. Brutalidad policial y abuso de poder. Separación familiar. Identidad cultural. Todos estos temas se entremezclan en BLUE BAYOU, el relato de una familia estadounidense. Gracias a unas magníficas interpretaciones y al enfoque basado en la empatía del cineasta Justin Chon, el drama no forma parte del grupo “películas con mensaje”. Al contrario, se trata de una película matizada, al estilo del “cinéma vérité” que se limita a invitar a los espectadores a penetrar en el mundo de un hombre que lucha por mejorar su vida con su mujer y la hija de esta, y que de pronto debe enfrentarse a un sistema diseñado para vencerle.
Esta historia no podía ser más oportuna. “Estamos inmersos en un proceso, el de luchar por el futuro de este país y lo que representa”, dice el productor Charles D. King. “La idea del crisol donde personas de cualquier origen son bienvenidas y forman parte del tejido de Estados Unidos está en riesgo de desaparición. Los temas de los que se habla en esta película, como la inmigración y los retos a los que deben enfrentarse algunas comunidades dentro de este gran país, harán que los espectadores reflexionen acerca de qué podemos hacer para volver a los principios fundamentales en los que se basa la nación”.
La productora Poppy Hanks añade: “El tema de la separación familiar cobra importancia porque está ocurriendo ahora mismo. Quizá no se haya visto tan de cerca como en esta película, y por eso es imposible ignorarlo. Espero que el público entienda el mensaje y vea que con estas prácticas el gobierno pisotea el sentido del humanismo. Es muy fácil dejarse invadir por la indiferencia viendo la misma historia y las mismas imágenes una y otra vez, pero al ver a Kathy, Jessie y Antonio juntos, al entender por qué deben quedarse juntos, espero que muchos espectadores reaccionen. También espero que se replanteen la política de Estados Unidos y sean conscientes de lo que se está haciendo a todas estas familias”.
Aunque Justin Chon no se considera un cineasta “politizado”, también espera que BLUE BAYOU no solo sea una experiencia conmovedora para el público, sino que sirva para entender el impacto negativo que las leyes de inmigración tienen para muchas familias. Según la ONG “Adoptees for Justice” (Justicia para los adoptados) más de 500.000 niños han sido adoptados por familias estadounidenses desde el final de la II Guerra Mundial, pero muchos padres adoptivos no se molestaron en pedir la nacionalidad para ellos.
“Esto es algo que está pasando ahora – deportan a personas adoptadas – y es una injusticia total”, termina diciendo Justin Chon. “Me gustaría que esta película diera pie a que se pidiera una reforma de estas leyes. Para mí, los coreanos adoptados en Estados Unidos son mis hermanos. Pero también quiero que quede claro que no solo se trata de coreanos. Lo mismo ocurre con personas procedentes de India, China, México, del mundo entero. Espero que está película suscite un debate sobre esto. Si lo consigue, habrá ido más allá del arte. Y es algo que podría sumamente positivo para mucha gente”.
Blue bayouDirigida por Justin Chon