El músico que vino del frio
Cuando dos años después de abandonar Cuba, Bebo Valdés decidió quedarse a vivir en Estocolmo con su recién fundada familia, su vida dio un giro de 180 grados.
Su primer contrato le llevaría por seis meses a tocar en un club del Circulo Polar Artico. Bebo continúo viviendo de la música, aunque no de su música.
Sólo a raiz del reconocimiento de los últimos años y algunos de los premios recibidos, los suecos parecen haberse enterado de repente de quien había estado habitando entre ellos, discretamente, durante más de cuarenta años.
Hace diez años, Paquito d'Rivera, le pidió su colaboración como compositor, arreglista, y finalmente como pianista, para un disco que acabaría siendo el redescubrimiento de Bebo Valdés: Bebo Rides Again. Ante la urgencia de la propuesta, Bebo lo compuso en tres días: 72 horas, sin dormir.
Cuando en diciembre de 1999 visité a Bebo en Estocolmo para el rodaje de Calle 54, fue para mí el principio de una maravillosa amistad. En Nueva York, los dos últimos días de rodaje se filmaron los dúos de Bebo con Cachao y con su hijo Chucho. La semana siguiente al rodaje grabamos en Nueva York un viejo proyecto de Nat: Bebo en pequeño formato, un disco casi minimalista de clásicos cubanos junto a Cachao y Patato y con Paquito de invitado. Fue El Arte del Sabor.
Como ya no concebía la vida sin Bebo, un año más tarde le invité a reunirse conmigo en Barcelona para un cameo en El Embrujo de Shanghai.
La siguiente aventura fue Lágrimas negras, con El Cigala. A Bebo le encantó la idea y me contó que tenía escrita música para dos discos. Muy cubanos. Uno era un disco de música bailable para un combo de 8 o 9 músicos. El otro una Suite, tal vez su obra más compleja y elaborada, grabada ya en una ocasión, pero de la que Bebo quería hacer una versión definitiva. Le dije: "Bebo hagamos tus dos discos, más otros dos que yo te propongo: el disco con Cigala y el dúo de piano y violin con Federico Britos (We Could Make Such Beautiful Music Together)". Bebo me respondió: "¡Chico, tú estás loco!"
Asi que tras grabar Lágrimas Negras en Madrid, pasamos el mes de noviembre en Nueva York para ensayar, grabar y mezclar los dos discos que componen Bebo de Cuba. Tras llamar a algunos músicos ya conocidos por Bebo -Paquito, Juan Pablo Torres, Diego Urcola, Mike Mossmann...- reclutamos a un puñado de nuestros favoritos (de Nat y mios) como Andy González, Mario Rivera, Papo Vazquez, Ray Vega, Steve Berrios, Milton Cardona, Bobby Porcelli, etc. Todos ellos maestros del género. Hasta llegar a algunos de los más grandes de la nueva genaración. Gente como Dafnis Prieto o John Benitez, que no dudaron en unirse al dream team del viejo maestro.
Tengo cientos de recuerdos inolvidables de esa temporada en el cielo junto a Bebo, que acabaría en Miami con la grabación del disco a dúo con Britos. Pero si tengo que elegir un momento entre todos, me quedaría con la cara del viejo cuando el primer día de ensayos, oyó a la banda arrancar la primera lectura del primer tema. Sus ojos se iluminaron y su sonrisa de niño eterno aparecio, irreprimible, en su cara. Era felicidad.
Fernando Trueba