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Miguel Bosé

Bosé ahí es como Gary Cooper en Bola de Fuego de Howard Hawks o como el Robin Williams, profesor de literatura de los jóvenes soñadores de El Club de los Poetas Muertos de Peter Weir. En el caso de La Cuadra, todos los integrantes son músicos. Artistas jóvenes de Colombia, de Argentina, de Canarias o de Soria que se lo pasan bomba en busca de melodías, arreglos, sonidos reales y virtuales, versos... Autores, arreglistas, músicos, artistas...

Nicolás Sorín, hijo de Carlos Sorín, el director argentino de Historias mínimas, ganadora del Goya a la mejor película de habla hispana en esta última edición, es un compositor y arreglista aventajado, imprescindible a la hora de orquestar para los conciertos de este disco y que trabaja al alimón también en la banda sonora de la próxima película de su padre. David Ascanio, talento tinerfeño, muy prolífico y ecléctico a la vez, capaz de sorprender con Vagabundo, un tema brillante, un poema de ternura, y, que según Miguel, debería formar tándem para escribir canciones con el sorprendente Nacho Palau. Fernando Ortí, pianista del grupo en directo, carne de conservatorio, y, como Sorín, extraordinariamente apasionado de la música clásica, autor, por ejemplo, de A una dama; Antonio Cortés, teclista histórico en la carrera de Miguel que preparó con él proyectos tan lúcidos como Sereno, o los mismos Ana Quintana, Alejandro Sanz o Pedro Andrea que entran y salen... Y, claro, Chris Cameron, el gran compañero en esta nueva aventura de producción y que ya había colaborado en discos de Miguel durante los noventa.

La parte final de la gira de Sereno se alargó tres meses hasta 2003, tiempo en el que Miguel y David Ascanio repasaron maquetas ya iniciadas en La Cuadra para un proyecto del propio David, además de Amiga (Gracias por venir...), la canción de Ana Quintana, que también habían trabajado ya en casa. Volvieron de la gira a primeros de marzo y en veinte días, ya con todo instalado, Miguel estaba sentado con Fernando Ortí con la tarea de construir el álbum tema por tema. Todo a mano, Pro Tools, archivo sonoro, etc. Días de mucho trabajo, de mucha creatividad: investigación de piezas y de fuentes, preproducción y arreglos. Tanto que lo que suena al final en este disco se cimentó entre Bosé y Ortí en este centro de operaciones que es La Cuadra. Fueron entregados los temas arreglados a Nicolás y Chris que ya en el estudio de grabación amplificaron, empacaron y añadieron unas ideas sorprendentes, definitivas.

“Es un proceso. Y lo pasamos tan bien. La Cuadra es una factoría de creación”, resuelve Miguel.

Escuchar POR VOS MUERO es escuchar un aluvión de ideas y emociones, de sensaciones e imágenes. Hace tiempo que Miguel explora, trabaja gamas de colores, de planos y tonos diversos en la paleta sonora que ha servido a sus canciones, a sus discos. “Como la música subraya las emociones de paisajes, diálogos, de las secuencias en el cine, así he querido proyectar una pantalla sonora al fondo de cada canción, de cada historia, dotar de sonoridad cinematográfica a cada uno de los diez argumentos o guiones que contiene este disco”.

Este pensamiento sobre la música y el cine surgió en una conversación con Alejandro González Iñárritu en la primera gira americana de 2002. “La música en el cine lo resucita todo hasta lo más íntimo. La capacidad de la música de refrescar la memoria de hechos y de sentimientos es asombrosa. Así empecé a darme cuenta de la forma que quería darle al nuevo disco”.

Bosé ha incluido en los créditos de POR VOS MUERO un agradecimiento significativo a “todas estas canciones que en secreto eligieron esperarme en el tiempo”. Lo curioso es que Bosé ya se había encontrado con muchos de estos temazos y había procurado que otros artistas los grabasen. No pensó que algún día podrían ser material para un disco suyo. Ahora bien, ¿cómo se decidió la idea de integrar todas estas baladas en un mundo de banda sonora, de transformar todos estos cantos de cisne en cantos de cine?

Habían pedido a Miguel entrevistar a Nacho Duato. Miguel quería documentarse y se puso a revisar la biografía Por vos muero que habían escrito sobre su amigo Duato. (Este título era también el de un espectáculo que hicieron juntos Nacho, la coreografía, Alberto Iglesias, la música y Bosé, el recitado de poemas de Garcilaso de la Vega). Miguel leía la biografía y estaba sonando el concierto nº 5 de Beethoven, el concierto Emperador para piano y orquesta en versión del pianista canadiense Glenn Gould. Y cuando Miguel llegó a leer el soneto Por vos muero, de repente arrancó el segundo movimiento y ahí empezó a leer los versos de los dos últimos tercetos del soneto de Garcilaso: Yo no nací sino para quereros... Por vos muero. E increíblemente, las Musas hicieron que texto y música confluyeran en la inspiración de Miguel. Como por arte birlibirloque todo empieza a encajar perfectamente, verso a verso y también nota a nota Miguel va cantando una melodía espontánea, que sale de corrido.

Fue la décima canción y la que ahora titula el disco. Eran dieciséis canciones. “Uno no puede o no sabe hacer todas las que le gustan. O las hacía mías o no entraban. Las canciones las tienes que vivir. En Once Maneras... pasó lo mismo”. Miguel es un vampiro. Ha inyectado su sangre, su mundo de cine y música en cada canción.

“Imaginaos que estas diez canciones son los temas principales de diez películas diferentes. Detrás de cada melodía, está la pantalla... Esto es música para proyectar”.

Todas o casi todas las músicas están ahí. Músicas de los clásicos, de Beethoven, de Bach, de Haendel de Berlioz, de Mahler o de Joaquín Rodrigo. Piezas de la ópera de Puccini, de Verdi, o de Donizetti. Fragmentos modelos claves de compositores contemporáneos como Tchaikovski, Gershwin o Bernstein, y de los grandes creadores de bandas sonoras del cine de siempre – Nino Rota o Max Steiner - e incluso del actual, desde Morricone a Michael Nyman, John Barry o John Williams. Y, cómo no, The Beatles y los arreglos históricos de su productor George Martín o trovadores modernos como el inglés Nick Drake, tan exquisito como enigmático, o compositores de rock épico como Elton John o The Who. De hecho, Bosé y su equipo indagaron, estudiaron fases diferentes de la ópera-rock Tommy y, en el mismo sentido, las músicas ya legendarios de Andrew Lloyd Weber, Chess, Evita, etc. Todas estas influencias resuenan en POR VOS MUERO abiertamente, sin ánimo de ocultarse. Mucha ópera, por supuesto, y por un motivo incuestionable:

“Antes del cine, la ópera era el teatro con banda sonora”, concluye Bosé.

Así, y según el soneto de Garcilaso, la fe y el amor juntos crean devoción. POR VOS MUERO son canciones fruto de la devoción, son regalos que Bosé ha querido darnos.