Un día en suburbia

Como todo el mundo sabe, un superhéroe puede llegar a serlo mediante dos vías. Por accidente o de nacimiento, o sea nacido mutante. ¿Qué es Nach? El talento heredado de su madre nos puede dar pistas de que lo es por genética, pero también tenemos que tener en cuenta el tiempo que pasó en el parque de San Blas en su Alicante natal; mientras veía a los grafiteros desarrollando su arte, mientras jugaba al basket, en su relación con la gente de Elda, Arma Blanca, La Odisea, sus primeras maquetas, su récord de anotación, su colega Fran que le sacó de más de un lío… Se estaba impregnando de talento. Así adquirió sus superpoderes, ¿o es un mutante? Nadie puede rimar así. Tan perfecto, tan clavado, tan matemático. Félix Grande, Premio Nacional de Poesía, me confesaba entre bambalinas que sentía esa envidia sana de no poder hacer eso, tan bien y con tanta soltura como Nach. He intentado rapear el tema seis del disco ("Efectos Vocales") y es imposible hacerlo sin trabarse. Un tema en el que no sólo los finales de verso acaban en la misma vocal. Son todas y cada una de las palabras del párrafo las que acaban igual. ¿Hay precedentes de esto?

Un día en Suburbia es una road movie en la que Nach viaja desde que se levanta hasta que se acuesta. Quizá su disco más sincero, en el que se desnuda y suelta su rabia contenida, inteligente, exacta. Cada palabra está en su sitio. Este juglar, este prestidigitador del lenguaje lo ha vuelto a hacer respetando al rap, respetando al hip hop y respetándose a sí mismo y a sus seguidores.

Nach lucha, nos pide que luchemos, sabe que si no lo haces te comen la merienda, Nach coge velocidad y nos habla de injusticias de desigualdad, de imágenes enlatadas y viaja en el tiempo, como Anceo para descubrirnos esos personajes y momentos que le hubiese gustado vivir. ¿Será la reencarnación otra de sus habilidades? ¿Será capaz de viajar en el tiempo y en el espacio? ¿De teleportarse? Parece que sí. Nos hace reflexionar, pero no es un disco de temática social. Hay mensaje, como es de esperar en él, pero también hay competición, quiere que movamos el cuello y a la vez te hace plantearte cosas. Se desahoga, rememora una pérdida que marcó su infancia y adolescencia y nos toca la fibra sensible, nos mete el dedo en el ojo y nos invita a soñar mientras viajamos en su ciudad inventada para la ocasión. Es su territorio y nos lo pinta como él quiere. Se lo ha ganado. Son muchos años, demasiados, aprendiendo y enseñando. Desde ahí arriba se debe ver todo más claro, pero desde ahí arriba te atacan otros fantasmas; la soledad, el precio de la fama, el éxito; algo para lo que no nos educan y tenemos que aprender por ensayo y error. Y para aprender hay dos vías de conocimiento: el señor libro y el señor calle. Nach sabe lo que es pasar por esas dos escuelas. La experiencia es un grado. Bases como las de Soma, JC Moreno, Cookin Soul o Acción Sánchez sostienen el discurso, y Nach el superhéroe nos habla de otros héroes. Eso le hace más grande. Y aún tiene tiempo para pensar en el amor.

Acaba el día en Suburbia, acaba el viaje, pero mientras, en el andén, sigue esperando su tren. Esto está basado en hechos reales.

Como se puede oír en uno de sus temas: "Estamos ante uno de los momentos más espectaculares en la historia del rap de este país. Este hijo de puta es capaz de todo".