Como muchos de los grandes cantantes, la voz de Paolo Nutini no es igual cuando habla que cuando interpreta. Al entablar conversación con él, te saludará su fuerte deje escocés, su acento es tan denso que se podría untar sobre el pan. En cambio, cuando canta ocurre algo milagroso: aunque el acento permanece (Paolo es uno de esos vocalistas que se vuelve americano delante de un micrófono), su voz se eleva, se ilumina y se torna increíblemente tersa.
Escuchando el tema Jenny Don't Be Hasty de su disco debut, These Streets, sus acordes vocales, una mezcla de grava y miel, recuerdan a un joven Rod Stewart en The Faces. Con razón se deduciría que es un hombre de mediana edad, adicto a la nicotina con un problema de sobre peso y una incapacidad vitalicia para relacionarse con las mujeres. Nada más lejos de ser cierto: Paolo Nutini es escocés y tan sólo tiene diecinueve años. Sólo Dios sabe de dónde le viene esa voz pero si hay algo evidente, es su naturalidad.
"Nunca asistí a clases de canto". dice y al continuar sus mejillas se enrojecen, "Pero canté en el Coro de colegio una temporada. Eso fue duro. Como podrás imaginar no había muchos chicos que cantasen en un sitio como Paisley, ni tampoco había cola para apuntarse al coro". Pero sí tuvo sus ventajas ser parte de ello y no pocas para un chico con sangre italiana corriendo por sus venas escocesas: "Era el único rodeado por todas esas chicas. Me lo pasé muy bien".
Mientras que el repertorio de canciones que interpretaba en el coro estaba lejos de ser de su gusto, un profesor de piano con tendencia al jazz, descubrió rápidamente su talento prodigioso y juntos colaboraron preparando canciones más sentidas. "Al principio quería ser jugador de fútbol", confiesa, "portero, concretamente. Pero cuanto más cantaba más me cercioraba de que simplemente era algo que podía hacer casi sin esforzarme. Era evidente que no podía escapar ante esta realidad".
A los dieciséis ya estaba de gira con un grupo escocés "indie" que tuvo corta vida. Paolo hacía las veces de "roadie" vendiendo las camisetas del grupo en las salas de conciertos y además actuando como telonero del grupo. Aunque la música fuera ya su amor perdurable en este punto de su corta vida, esto contravenía una larga tradición familiar de la que parecía casi inviable escapar. "Siempre pensé que continuaría con el negocio familiar de patatas fritas" Pero el destino intervino de la manera más fortuita.
"Te acuerdas de David Sneddon?" dice. David Sneddon fue el primer ganador del programa de televisión de la BBC "Fame Academy". Era de Paisley y su triunfo en el programa fue todo un acontecimiento en su pueblo. Para su llegada de regreso de los focos de los estudios televisivos, la alcaldía había reservado el Ayuntamiento para llevar a cabo su primer concierto oficial. Pero al uso de las estrellas del pop su viaje de vuelta se retrasó y el público comenzó a impacientarse. Un locutor de la radio local, para evitar el tedio salió al escenario y convocó, como sólo los locutores de radio de pueblo saben hacer, un concurso improvisado de canciones pop, el ganador subiría al escenario para interpretar un par de canciones ante la audiencia. Paolo, a pesar de sí mismo, ganó.
"Al principio yo no quería ni hablar del tema", dice. Pero su novia que para empezar le había arrastrado al concierto, le convenció de lo contrario. Y allí estaba él, sobre el escenario, delante del público por vez primera. Tras los primeros instantes dejó que su voz, esa voz que parece pertenecer a otra persona enteramente, fluyera libremente. La audiencia enloqueció y entre el público se encontraba el hombre que se convertiría en su manager personal. "Poco después me trasladé a Londres para convertirme en cantante y grabar un disco" comenta, todavía perplejo ante este vuelco de los acontecimientos. "Por supuesto le dije a mi padre que me quedaría y cumpliría con lo que se esperaba de mí, pero él no quería escucharme". Las patatas del bar Mars tendrían que freírse bien sin contar con él. La pérdida para el negocio familiar fue una gran ganancia para la música.
Tras cuatro años Paolo Nutini se presenta en escena como un artista totalmente formado y preparado. Su primer disco, These Streets, no suena para nada como un disco de debut. Es maduro y robusto. Como autor sus composiciones suenan como si llevara varias vidas dedicándose a ello y su voz al interpretar es como el chorro de un joven Joe Cocker o como un viejo trovador de Motown con el corazón a flor de piel y el sexo en su pensamiento. "El disco es básicamente un viaje autobiográfico, un diario, si quieres, de mis últimos tres años", confiesa.
"Todo lo que me ha pasado hasta ahora ha sido muy bueno y fluido", afirma. "Claro que ha habido algún bache en el camino pero nada grave. Me siento en un buen momento.Lo que quisiera es que el mayor número posible de personas se identificáran con mis canciones para que yo pueda seguir cantando mis temas. Quiero pensar que merece la pena escucharlas".