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Sôber

Banda madrileña que tiene sus orígenes a principios de los años 90, cuando, tras su paso por distintos proyectos, Carlos Escobedo, bajista y cantante, Antonio Bernardini, guitarra, y Elías Romero, batería, sientan las bases de lo que será Sober. Poco después Jorge Escobedo, guitarra y hermano de Carlos, decide incorporarse al grupo, naciendo de esta forma en 1993 Sober Stoned. Influenciados por el rock alternativo americano, graban una maketa, Mirror's Way, con 5 temas cantados en inglés, a la vez que continúan desgranando su directo por las salas de Madrid. Es en una de éstas actuaciones cuando un productor de Polygram les echa el ojo, llevándoles a firmar su primer contrato discográfico. La compañía obliga a la banda a cambiar el idioma de las letras al castellano, por lo que en 1995 registran bajo el nombre de Torcidos su primer disco. En el colmo de la mala suerte, y con el disco preparado para ser editado, la compañía quiebra y el grupo se queda con el disco en el bolsillo. Tras mucho pelear, deciden, dos años después, crear su propio sello, Sober Records, con el fin de editar este primer álbum. Torcidos, un trabajo autoproducido, comienza a despertar interés a la par que la banda se va afianzando en su particular sonido.

La inestabilidad va afectando al grupo tras su duro comienzo, lo que motiva el abandono de Elías y Antonio. Los hermanos Escobedo deciden no obstante tirar hacia delante, probando sin excesiva fortuna nuevos guitarras y baterías, y continuando sus actuaciones en directo por la capital. Poco tiempo después, el regreso a la banda de Antonio y Elías marcará el despegar definitivo. La aparición de un nuevo tema, La Prisión Del Placer, en un recopilatorio de la revista Heavy Rock, les permite cargarse de expectativas, por lo que comienzan a mover una nueva demo con tres canciones entre la industria discográfica. La llamada de Zero Records les posibilita, con Luis Miguel Planelló a la batería, editar en Septiembre de 1998 un EP, Condenado, ya bajo el nombre de Sôber a secas, donde su particular sonido, mezcla de contundencia y melodía, conjugando el metal más clásico con las nuevas tendencias del rock, da forma definitiva a su personal estilo y les abre las puertas a girar por todo el estado. Aparecen en diversos recopilatorios que dan paso, en 1999, a su segundo disco, Morfología, cargado de temas como Loco, Cubos o Predicador, con las que la banda se consolida entre los seguidores del rock más vanguardista del estado, mientras Alberto Madrid se hace cargo de la batería. Su repercusión es tal que, durante el año 2000, les permite telonear a grupos de la envergadura de Him o Deftones.

A finales de 200 se edita Oxígeno, un EP con 3 temas, adelanto de su siguiente trabajo, que les catapulta a los primeros lugares de la venta de singles. A principios del 2001 editan Síntesis, su tercer disco, un trabajo ligeramente más melódico, pero cargado de esa atmósfera oscura y esos textos tan personales como trabajados, el cual les permite, en parte gracias al éxito cosechado por un tema como Si Me Marcho, alcanzar las 25.000 copias vendidas e intervenir en festivales del prestigio de Viñarock y Festimad, alcanzando en éste último una memorable actuación entre los grupos destacados del cartel.

Tras una gira que les consolida dentro de la escena nacional, y tras participar con United en el homenaje a Judas Priest, el cambio de manos de Zero Records les lleva a dejar la compañía, firmando con la multinacional MuXXic, intentando de esta forma cubrir sus aspiraciones de proyección internacional. Precedido por el single Diez Años, en Mayo del 2002 sale a la venta su cuarto trabajo, Paradÿsso, mezclado y masterizado en Estados Unidos, con el fin de afianzar ese particular sonido que con temas como dicho primer single o Mis Cenizas, vuelve a colocar al grupo en el primer plano del rock más elegante e innovador.

En 2004 llega su quinto disco Reddo, adelantado por La nube, tema que tiene unas guitarras tremendamente incendiarias, el ritmo bien marcado por la enérgica batería, y todo presidido por la espléndida y emotiva voz de Carlos Escobedo, que por primera vez juguetea con el falsete. Su atmósfera trasmite claramente la obsesiva y turbia relación de pareja de la que habla la letra. En ella, la mujer es la que se lleva la peor parte por culpa de los malos tratos psicológicos que le proporciona el que hasta ahora ha sido su amante.