Ellos son Tom Rowlands y Ed Simons saben mejor cómo hacerlos. "Hemos encontrado nuestra forma de trabajar", declara Tom. "Y eso significar tener nuestro propio estudio y experimentar durante meses y meses, luego colaborar con gente cuando tenemos algo que nos emociona. Todavía nos divertimos mucho entrando en el estudio. Todavía lo vemos como un lugar asombroso donde algo mágico puede suceder".
Son las colaboraciones lo que muchas veces atrae la atención, y desde Noel Gallagher, Bernard Sumner y Bobby Gillespie hasta Schooly D, k-os y Q-Tip, siempre han sido escogidos no por su celebridad sino porque su voz, palabras o actitud sirven para añadir lo que los temas requieren. Pero son los meses de experimentación anteriores lo que crea la base de cada disco nuevo, y lo que mantiene fresco el sonido.
"La búsqueda del sonido eso debería ser la máxima en el bolsillo de los Chemical Brothers", se burla Tom. "Siempre estamos comprando montones de extraños sintetizadores y cosas raras para procesar. A veces probar diferentes ideas resulta arduo, sólo para intentar encontrar ese sonido diferente que hace que estimula tus oídos. Puedes estar durante semanas sin escuchar nada que consiga eso, pero cuando lo escuchas, lo sabes".
La historia. Tom Rowlands se crió en Henley-on-Thames, Ed Simons en Herne Hill, al sur de Londres. Se conocieron en Manchester, donde ambos estudiaban historia medieval en la universidad y música de baile moderna el club Hacienda. Era una época emocionante para estar en la ciudad, una época en la que las bases asentadas por bandas como New Order habían construido una floreciente escena independiente que se entremezclaba con la energía eufórica del acid-house para hacer el Madchester (algo así como el loco Manchester). Este nuevo espacio musical en el que los cables del pop electrónico, rock desenvuelto y ritmos de club se entremezclaron y fusionaron resultaba servía de hogar para Tom y Ed, y desde luego es donde permanecieron desde entonces, tramando constantemente inspiraciones nuevas, sonidos frescos en la mezcla.
El dúo empezó a pinchar como DJ juntos en 1992, en la parte de atrás de un pub de Manchester. Probablemente tenía sentido, tras los años embriagadores de las fiestas rave ilegales de Blackburn, llamarse a sí mismos The 237 Turbo Nutters. Pero cuando editaron etiquetas blancas de su primera canción de club Song To The Siren a finales de 1992, decidieron que The Dust Brothers (los hermanos polvo) sonaba incluso mejor. Luego vinieron las remezclas, como finalmente lo hizo una amenaza de demanda por parte de los Dust Brothers originales, los productores americanos de los Beastie Boys. Así que cuando su álbum de debut se publicó en 1995, se convirtieron en The Chemical Brothers (los hermanos químicos).
Entre tanto, el dúo se mudó a Londres y en 1994 se convirtieron en DJs residentes en el club Heavenly Social, otro espacio de éxtasis donde las reglas habituales se dejaban aparte y el house, hip hop, rock y reggae se friccionaba de forma genial con cualquier otra música con actitud. Al igual que la Hacienda, este era un club en el que las vidas cambiaban, se forjaban amistades, donde se formaban bandas y se asentaban planes algunos de ellos tan buenos que incluso se llevaron a cabo cuando el bajón había remitido.
Cuando el innovador y rompedor álbum de debut de Chemical Brothers Exit Planet Dust salió en 1995, fusionaba samples, sintetizadores y ritmos de baile con ritmos de hip-hop y canciones reales con vocalistas reales como Tim Burgess de los Charlatans. Fue un éxito a ambos lados del Atlántico, y sus espectaculares actuaciones en directo pronto demostraron que eran capaces de atraer la atención de una multitud en un estadio o festival lo mismo que lo habían hecho en la pista de baile.
"Sencillamente creo que es una bendición poder hacer algo que hace que la gente salgan de sus casas y experimenten algo juntos", declara Ed. "cuando tocas en directo y ver un mar de gente con sus brazos en el aire, sonriendo, eso es de lo que me siento más orgulloso: hacer música que suena alto y potente capaz de atraer y juntar a la gente".
Cinco álbumes, tres premios Grammy (el más reciente por Galvanize, que también fue el tema más puesto en Radio One en el 2005), innumerables singles de éxito y unos nueve millones de ventas de álbumes más tarde, la fusión de los Chemical todavía centellea. La mayoría de los grupos que una vez fueron considerados sus iguales han ido cayendo desde entonces, pero Tom y Ed todavía siguen ahí, todavía empujando las barreras porque la amistad sobre la que se construyó la banda sigue siendo fuerte, como lo es su pasión por la música.
"Siempre lo hacemos como si fuera nuestro último disco, o nuestro primer disco", declara Ed. "Estamos ansiosos porque la gente escuche el álbum y lo disfrute como una experiencia, un viaje. Provocar un impacto emocional. Nos empujamos a seguir adelante mutuamente, y esa es la base de nuestra amistad".
Así en 2007 llega el sexto, We are the night, donde el poeta beat canadiense Bill Bissett lee su poema de 1967 una oda a D. A. Levy por encima de un devastador ritmo de baile psicodélico; Fatlip de los raperos de la costa oeste de principios de los 90 The Pharcyde explica el ciclo de la vida del salmón sobre un ritmo ebrio en la que es la entrega más estrafalaria de los Chemical hasta la fecha; excelentes colaboraciones con el cantante-compositor americano Willy Mason y el prometedor artista Londinense Ali Love; el tipo de innovadores ritmos rompe-pistas por los que los Brothers son famosos desde hace tiempo; y dos de las mejores canciones que han producido en su historia: All Rights Reversed, con la colaboración de Jamie, James (Klaxons) y Dev (Lightspeed Champion) y The Pills Wont Help You Now un desapaciblemente hermoso cierre para el álbum, grabado con Tim Smith de la banda de Texas Midlake.
"No escogemos a la banda más de moda cuando estamos buscando colaboradores", explica Ed. "Miramos en profundidad en busca de algo que vaya a sonar bien en una determinada pieza de música, o simplemente por un artista que nos gusta mucho y con quien queremos trabajar. Y eso nos ayuda a mantener la frescura, el hecho de que puedas moverte hacia otros sitios. Es como un instrumento. En cuanto a las letras, creo que líricamente este álbum es muy potente. Se ha alejado de algunas de las restricciones de la música de baile. Somos artistas de electrónica, pero a Tom y a mi nos encanta la forma de componer clásica: los Beatles, los Smiths, Bob Dylan. Así que no nos da miedo una canción, no sentimos la necesidad de enterrarla".