Chinatown

En Chinatown las canciones hablan de la vida real: alegrías y decepciones, oportunidades perdidas y momentos de dulce satisfacción. También hablan de ese pequeño mundo que todos llevamos con nosotros, esos rincones donde anidan nuestros sueños, incluso cuando la tormenta amenaza detrás de la ventana.

Para crear las historias de Chinatown Vonda se ha inspirado en sus propias experiencias, convirtiéndolas en una banda sonora a un tiempo innovadora y accesible. El ritmo vertiginoso de Gyroscope cuenta la historia de un contradictorio romance; en In July el sonido apagado de una batería dibuja el brumoso paisaje del tiempo. El perfume que deja a su paso la aventura define la evocación que Vonda hace de Chinatown, pero, en el centro de la ciudad, en el bar del "Sunset Marquis," Vonda canta mirando a la silla de al lado, vacía, pero llena del recuerdo de alguien que ya no está.

Los arreglos cambian al tiempo que lo hacen las historias. El pop directo de Rainy Days se convierte en un hervidero de texturas electrónicas en el tema My Whole World; en Rain Or Shine suenan cuerdas de aire otoñal, hasta llegar a Promising Grey Day, donde Vonda se sienta sola al piano recordando un amor que pasó tan efímero como una nube.

Apoyada en las labores de producción por Mitchell Froom (Crowded House, Paul McCartney, Elvis Costello, Bonnie Raitt, Los Lobos), con quien ya trabajó en dos de sus discos anteriores, The Radical Light (1992) y By 7:30 (1999).

Chinatown contiene también seis actuaciones de una sección rítmica integrada por Vonda, Mitchell, Val, y dos músicos que ya son leyenda. "Yo había trabajado ya con el batería Jerry Marotta y con el bajista Tony Levin en el disco 7:30," cuenta Vonda, "y me encantaba el trabajo que habían hecho con Peter Gabriel. Así que los mandamos a los dos a Los Ángeles y se incorporaron también al proyecto".