La publicación de The reminder, el segundo disco de Feist, se ha programado en España para el 7 de mayo.
Tras el éxito de su ópera prima, Let it die (2004) y su posterior gira, Feist se fue a una casa solariega de 200 años de antigüedad a las afueras de París. Allí se encerró con su banda Julian Brown, Bryden Baird y Jesse Baird e invitó a Gonzales, Mocky y Jamie Lidell para que le ayudaran con el sonido. Llenaron el comedor y el vestíbulo con un piano, instrumentos de percusión, órganos, guitarras, amplificadores
pusieron dos equipos de baterías contra las vidrieras y llenaron todo con micrófonos como si fueran ratoneras por todas las habitaciones con suelos de madera. Se puede escuchar a los perros ladrar en las canciones grabadas en directo en medio de muerdos a manzanas y paseos por el jardín. Como niños en una campamento de verano de rock n roll, Feist y sus camaradas andaban por ahí en pijama mientras hacían The reminder.
Encantada de ser sedentaria por primera vez en dos años y medio, se levantaba cada mañana y hacía ángeles de nieve con el edredón de plumas de su enorme cama. Dudó varias veces ante los fallidos intentos de grabar a los pájaros trinando fuera en el antiguo patio de piedra, frustrados siempre por los ruidos del tráfico inesperado (coches y aviones) en una zona poco frecuentada (más tarde en un solo intento a las afueras del estudio en el barrio de Danfrothen de Toronto, se pudieron grabar con éxito los pájaros canadienses para la balada Folk The Park).
Y las canciones surgieron una detrás de otra, las terminaron en un corto período de dos semanas.
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