En 2002 The Hidden Cameras se convertían en la primera banda canadiense que fichaba por Rough Trade y el mundo independiente volvía la vista hacia este combo multitudinario capaz de hablar de forma explícita de sexo homosexual. Pronto se supo que, a pesar de la abrumadora presencia de músicos, go-gós y simpatizantes sobre el escenario, The Hidden Cameras era básicamente la aventura de un solo hombre, Joel Gibb, canadiense de 29 años, amigo de la comunidad artística más subversiva de Toronto y todo un agitador cultural. Para definir el sonido de su primer disco, "The Smell Of Our Own" (03), acuñaron el término "gay church folk music". Una etiqueta inventada por ellos que ellos mismos se sacudieron con su segundo álbum, "Mississauga Goddam" (04), un trabajo continuista aunque también algo más barroco.
The Hidden Cameras han tocado en galerías de arte, acompañando espectáculos de danza contemporánea y han hecho de sus conciertos auténticas performances en las que igual deciden tocar con los ojos vendados o vendárselos al público. Queriendo ser recordados por algo más que por sus golpes de efecto (pero sin tampoco querer renunciar a ellos: la próxima propuesta de Joel para sus conciertos consistiría en dar los instrumentos a la audiencia para ver qué ocurre), "las cámaras ocultas" regresan ahora con su tercer disco, Awoo (Rough Trade/ Sinnamon Records, 06). En él apuestan por un sonido más desnudo y directo, más rock, inspirado en la influencia de la luna menguante y en los ritos mágicos paganos de sexo y muerte.
Jueves 21 de septiembre - Bilbao, Kafe Antzokia
Viernes 22 de septiembre - Barcelona, BAM Festival
Sábado 23 de septiembre - Madrid, Festival Pura Vida
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